Clima

El corte en las emisiones prometido por Brasil es recibido con beneplácito

Especialistas señalan que la gestión de la selva es una de las más deficientes

La promesa de Brasil de llegar a 2025 reduciendo un 37% de los gases de efecto invernadero tomando como base el nivel de 2005 fue recibida con regocijo por la comunidad internacional. Existe un cierto consenso de que el compromiso asumido por el país envía “señales positivas” para alcanzar un acuerdo global en la próxima Conferencia del Clima (COP), en París. “Dicha meta de Brasil es de suma importancia en relación a los esfuerzos que se están realizando a nivel mundial para luchar contra el calentamiento global. El país es uno de los negociadores más importantes que deben asegurar que un nuevo acuerdo climático en París emita señales correctas para construir una economía baja en carbono y resiliente todavía en el corriente siglo”, analiza Guy Edwards, co-director del Lab Clima y Desarrollo de la Brown University de Estados Unidos. Para el World Resources Institute (WRI), durante los meses que antecedieron a la COP 21, Brasil hizo historia. “Es la primera vez que un gran país en desarrollo se compromete a realizar una reducción absoluta de sus emisiones. Se trata de un cambio importante porque indica, con mucha certeza, que las emisiones pueden reducirse, inclusive si la economía de Brasil crece”, afirmó Rachel Biderman, directora del WRI. Christiana Figueres, secretaria-ejecutiva de la Convención-Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (UNFCCC) recibió la propuesta brasileña con un “muchas gracias”. El país fue el 83ro de una lista de 195 signatarios de la convención que presentó públicamente su INDC (Contribuciones Previstas Determinadas a Nivel Nacional, en su sigla en inglés), documento base para la realización de las negociaciones del esperado pacto global que limita las emisiones, que será firmado en la próxima COP. “Creo que Brasil y China le están mostrando a la India que ya es hora de comprometerse y de mostrar liderazgo. De la misma manera en que China y EE.UU: están cooperando en el tema climático, fuentes renovables y ciudades. Brasil y China deberían cooperar en el área de acciones climáticas colocando, de manera acentuada, el foco en el secto de las energías renovables”, dice Monica Araya, directora de Nivela.org. Hacia 2030, el gobierno brasileño quiere lograr una reducción del 43% en las emisiones, tomando como base el año 2005. Si se la compara con las INDCs ya presentadas por otros países, la cifra es ambiciosa. La Unión Europea, aclamada por su proactividad en las negociaciones climáticas, planea un corte de un 40% y los Estados Unidos, que recientemente han decidido participar en el esfuerzo global, prometen disminuir la emisión de gases hacia la atmósfera en hasta un 28%, hasta 2025. Cómo lograrlo El plan brasileño fue cerrado en un contexto interno de turbulencias, en medio de una gran crisis político económica. Aún así, ha sorprendido a los que siguen la discusión con los órganos responsables. “Esperábamos una meta más modesta, ya que el pais ya había hecho un compromiso voluntario antes”, confiesa Maureen Santos, coordinadora de Justicia socio-ambiental de la Fundación Heinrich Böll de Brasil. Tal compromiso fue asumido en la Conferencia del Clima de Copenhague, en 2009, cuando el gobierno del entonces presidente Lula se comprometió a cortar entre un 36,1% y un 38,9% de las emisiones de carbono hasta 2020, en comparación con el nivel estimado para el mismo año, en el caso de que no se realizara ninguna acción. Eso quiere decir que, en la práctica, el INDC brasileño presenta una reducción bruta adicional de aproximadamente un 19% en 2025 en relación a la promesa voluntaria realizada anteriormente. Para alcanzar dicho número, la propuesta es elevar a 45% la participación de las fuentes renovables en la matriz energética (actualmente representan un 40%). El objetivo debe lograrse a través de dos estrategias principales: una mayor utilización del etanol en el sector de transportes y un aumento de la participación de las fuentes solar y eólica en la generación de electricidad. “Si se considera el enorme potencial eólico y solar del país, se puede decir que Brasil podría hacer mucho más para diversificar su matriz energética, apartándose de los combustibles fósiles y de las represas hidroeléctricas, que son vulnerables a sequías”, critica Guy Edwards. La selva: el punto de la discordia En el ítem relativo a la selva, la enorme riqueza natural del país que también ha sido la más importante fuente emisora de gases invernadero, Brasil prometió restaurar 12 millones de hectáreas hasta 2030. “Dicho número está notablemente más acá de lo que se podría lograr”, opina Rachel Biderman, del WRI. Pero el modo en que el INDC brasileño fue redactado deja un margen para que las selvas de eucalipto o palma, por ejemplo, puedan incluirse en esa contabilidad de la reforestación. “El texto no habla de reforestar bosques nativos. Es decir, un área plantada para diversos fines podría considerarse como una reforestación”, apunta Maureen Santos como una laguna grave. La intención de cerar la deforestación ilegal también es objeto de crítica. “Dicho adjetivo ´ilegal’ fue asociado a la deforestación reciente. Entiendo que se utiliza de este modo para validar todas las deforestaciones que el nuevo Código Forestal ha legalizado y a las cuales nos oponemos”, agrega. Biderman está de acuerdo: “El objetivo de cerar la deforestación ilegal en realidad es un retroceso.” Marcio Astrini, de Greepeace, observa fallas graves en dicho cálculo. “La cuenta no cierra. Y tiene un problema todavía más grave, que es el moral, al tener como meta el cumplimiento de la legislación de aquí a 15 años (en 2030). En la práctica, eso significa que, durante su gestión, el delito forestal va a tener éxito y todavía sentencia que en los próximos tres mandatos presidenciales seguirá por el mismo camino. Todo eso en un momento del país en el que la gente ya no soporta escuchar hablar de delito y mala gestión. El ejemplo es negativo y viene de la Presidenta. Lamentable.” Fuente de contaminación Brasil es el séptimo país en importancia emisor de gases de efecto invernadero. Los primeros lugares son ocupados por China, Estados Unidos, la Unión Europea – con Alemania como su mayor contribuyente – India, Rusia e Indonesia, respectivamente. Durante la última década, la deforestación ha dejado de ser la mayor fuente de contaminación del país. Eso se debe a la caída del ritmo de la distribución de los bosques, que cayó un 82% entre 2004 y 2014. El lugar del sector que más contamina actualmente está ocupado por el sector de la energía, como sucede con los países desarrollados. Aunque el país haya dado muestras de que hay un consenso sobre las políticas contra los cambios climáticos, el cumplimiento de la promesa que hizo la presidenta Dilma Rousseff quedará a cargo de las próximas administraciones. “El éxito de la implementación de dichas metas (presentadas en el INDC) seguirá siendo un tema controvertido”, concluye Guy Edwards.

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