En 2015 cambió la relevancia de las relaciones políticas entre China y Latinoamérica gracias a la visita de estado del primer ministro chino Li Keqiang a Brasil, Colombia, Perú y Chile, y el foro ministerial inaugural de China-CELAC en Pekín. Pero los impactos sociales y ambientales de esta asociación cada vez más activa también están llegando a los titulares en todo el mundo. Aquí los expertos hablan con Diálogo Chino y nos cuentan qué esperar para 2016 y después.
Paulina Garzón, directora de la Iniciativa para las Inversiones Sustentables China-América Latina, en American University
Venezuela, Brasil, Ecuador, y Argentina son cuatro de los 5 mayores exportadores de petróleo y los mayores prestatarios de los bancos chinos en América Latina. Las economías de estos países han sido particularmente afectadas por la caída de los precios del petróleo y enfrenta graves dificultades para pagar sus deudas a China. Venezuela por ejemplo, ha estado más de una vez, muy cerca de “default” con China, tanto que el descontento ciudadano acerca del endeudamiento chino (con ventas anticipadas de petróleo, intereses altos, plazos cortos, atados a la contratación de empresas y trabajadores chinos y sin espacios de participación y consulta popular) crece, como en otros países de la región.
El financiamiento chino ha sido clave para que la región continúe promoviendo un modelo primario exportador con consecuencias catastróficas sobre el medio ambiente y las comunidades locales. Si China y los países latinoamericanos cumplen con el nuevo acuerdo climático recientemente firmado en París, esa correlación debería cambiar en el 2016, un año clave en la medida en que China acelere su proceso de aprendizaje sobre América Latina, y pondere adecuadamente los roles que juegan las leyes, los gobiernos y la sociedad civil. Para lograr una “alianza estratégica integral” China debe rebasar el relacionamiento exclusivo con los gobiernos, garantizar un cumplimiento de los marcos regulatorios nacionales y promover espacios de interlocución con todas las partes interesadas.
Los desafíos centrales de 2016 estarán relacionados con el manejo de la deuda entre los países receptores y China; la “democratización” de la cooperación económica; el mejoramiento de instrumentos de análisis de riesgo para lograr endeudamientos responsables; y la posibilidad de re direccionar el financiamiento hacia proyectos sustentables y con beneficios concretos para las poblaciones locales.
Jin Jiaman director ejecutivo del Global Environmental Institute (Instituto Mundial del Medioambiente, GEI)
Las ONG chinas casi no se han involucrado en los intercambios políticos y económicos de Latinoamérica hasta el momento. Las distancias son largas y las ONG chinas no disponen del financiamiento necesario para trabajar tan lejos, pero estamos al tanto de los problemas que surgen debido a las inversiones en América Latina cuando las empresas chinas comienzan a funcionar allí, especialmente en el sector de los recursos, como la minería.
En las negociaciones sobre el cambio climático realizadas en París, China anunció la creación del Fondo para la Cooperación Sur-Sur, que tal vez se establezca formalmente este año. Cuando eso ocurra, es muy probable que China lleve a cabo proyectos para la generación de capacidades en otros países; eso implica oportunidades de cooperación y estamos trabajando para promoverlo. Esperamos que se puedan implementar en Latinoamérica proyectos relacionados con el cambio climático, especialmente proyectos de asistencia.
Pero las ONG chinas tienen abundantes oportunidades para participar. La cantidad de funcionarios que trabajan en la cooperación Sur-Sur es limitada y está lejos de representar un financiamiento anual de 140 millones de yuanes. En los últimos dos años, el GEI implementó algunos proyectos de demostración de la energía solar en Birmania —iluminación y pozos alimentados con energía solar para mejorar la adaptabilidad de las comunidades locales— y Xie Zenhua (el representante especial chino para el cambio climático) ha alabado nuestro trabajo, por lo que es posible que la Comisión Nacional para el Desarrollo de la Reforma autorice una mayor participación de las ONG.
En China, las ONG se están haciendo oír respecto del cambio climático y la educación. Ahora tenemos que convertir las actividades de propugnación en acción real en terreno. Con apoyo financiero gubernamental, las ONG chinas rápidamente comenzarán a trabajar en el extranjero.
Creemos que es conveniente que el trabajo comience en Perú. Allí se llevó a cabo la COP20 y las ONG chinas y latinoamericanas pudieron conversar cara a cara. Este tipo de vínculos recién comienza, pero en Perú los cimientos son un poco más sólidos. Las ONG chinas están muy interesadas en crear vínculos con sus contrapartes latinoamericanas.
Margaret Myers, directora del programa para China y Latinoamérica de Inter-American Dialogue
Latinoamérica puede esperar tanto continuidades como divergencias por parte de los actores chinos en los próximos años. La región ha sido una fuente fundamental de materias primas y un importante destino para las exportaciones chinas durante casi dos décadas. A decir de todos, continuará siéndolo, pero en muchos casos, las empresas chinas están cambiando el enfoque de su participación económica en la región. Están buscando asociaciones estratégicas al interior de los países y una mayor integración en las diversas cadenas de valor regionales.
Las empresas chinas también están cada vez más al corriente de las normas y regulaciones locales, y perciben que su cumplimiento es bueno para los negocios. De ser aprobados, las nuevas políticas de inversiones chinas —definidas en el “marco de cooperación 1+3+6” y el “modelo 3×3” — y los planes de infraestructura podrían significar un gran impulso para América Latina, en vez de confinarla a los estratos más bajos de las cadenas de valor del Pacífico. Pero mucho depende de los futuros avances de Chi a en pos de la reforma económica, entre otros factores.
El aumento de las inversiones en el extranjero es beneficioso para los esfuerzos de reforma en China, pero para ello serán necesarias al menos tasas de crecimiento económico moderadas. La transformación económica china también surtirá diversos efectos sobre los exportadores latinoamericanos de materias primas y productos de consumo. La demanda de muchas de las materias primas de la región continúa siendo elevada, pero caerá junto con la tasa de inversión interna china. Al igual que en años anteriores, el desafío para América Latina en 2016 será mejorar las condiciones comerciales y atraer la tan necesaria inversión china, garantizando simultáneamente que esa participación promueva el crecimiento económico sostenible.
Álvaro Méndez, senior research fellow en la London School of Economics y profesor titular de Relaciones Internacionales de la Universidad de Regent de Londres
En los últimos años, América Latina ha disfrutado de un largo período de rápido crecimiento impulsado por el crecimiento sostenido de China y la prosperidad en los precios de las commodities a nivel global. Sin embargo, China se ha desacelerado significativamente desde 2012 en un contexto de debilidad de las condiciones económicas en los EE.UU., la UE y Japón – los mercados de consumo de China – que ha creado una acumulación de los principales productos básicos generando una caída en los precios. Los ingresos por exportaciones han disminuido y los términos de intercambio se deterioraron para las naciones exportadoras de materias primas de América Latina. Pero reconozco que el impacto de China no es homogéneo para toda la región, la principal lección para la región sigue siendo sencilla, basar el crecimiento en la dependencia de commodities no funciona. Los latinoamericanos necesitan una visión más pragmática y a largo plazo para proyectar su futuro: sus perspectivas no son tan color de rosa como se suponía anteriormente, ni sus intereses son servidos por el retorno impulsado por China para la dependencia de los productos básicos de exportación, un hecho que la actual depresión de los precios de las materias primas demuestra más allá de toda duda.
La lección para China es que, replicar el patrón de sus relaciones comerciales con África en América Latina o en otros lugares en el mundo, corre el riesgo de perjudicar su atractivo en el Tercer Mundo. China ha tenido una mejor dirección del “pecado original” en sus relaciones Sur-Sur – el etnocentrismo a través del cual se trabaja en las obras en construcción en África fue reservado a los trabajadores chinos, e incluso las ventas al por menor de productos chinos a los africanos fueron monopolizados por los comerciantes chinos migrantes. Los africanos fueron excluidos de su propio “desarrollo”, y esto es apenas un ejemplo de la cooperación Sur-Sur. Sin embargo, los chinos no están haciendo nada diferente en América Latina, a pesar de la promesa realizada en el 2012 por el primer ministro Wen al Presidente de Uruguay: “Nosotros no le trataremos como a África”. Sin embargo, el colapso del mercado de valores de China pone en duda incluso, los compromisos interesados de China en la CELAC y las promesas de Li Keqiang, en su visita a la región en 2015.
Las tendencias actuales continúan y las perspectivas son desalentadoras: la desindustrialización, la desaceleración económica, el desempleo masivo, la disminución de los ingresos reales y la estanflación, al menos que la región insista con tener una sola voz para ser tratado de una forma diferente a África. Pero el principal problema político de América Latina es que sus élites son las últimas en sentir el dolor, un desfase entre las élites y las masas que se refleja en la política exterior. Funcional a las metas de la especulación, las elites perciben poco conflicto con el modelo de desarrollo de China, mientras que las masas sienten la explotación ‘de cerca y de forma personal’. Esto ya está causando un malestar social que las élites no podrán ignorar en el largo plazo, incluso si la economía china se recupera.
China, América Latina y el medioambiente en 2015. Para ver en panatalla completa, haga click aquí