Reducir el consumo de carne es una de las campañas que más se ha mantenido a lo largo de las conferencias de cambio climático de las Naciones Unidas (COP), siendo la ganadería responsable por el 14.5% de las emisiones a nivel global.
Sin embargo, la falta de progreso y la todavía importante presencia de la carne en las dietas a nivel global quedó en evidencia en la COP24 en Katowice, Polonia, con hamburguesas, ñoquis con jamón y carne con panceta entre las posibilidades de catering.
Si durante las dos semanas de la conferencia los 22.000 asistentes hubieran elegido comida en base a carne, la cantidad de emisiones generadas serían el equivalente a quemar más de dos millones de litros de combustible, de acuerdo a un análisis presentado en la cumbre.
“La falta de atención a la comida como una manera de resolver la crisis climática quedó reflejada en las opciones de comida en la COP24, con menues basados en carne y lácteos en vez de ofrecer opciones basadas en plantas”, Farm Forward, Brighter Green y el Centro de Diversidad Biológica afirmaron en su informe.
La producción de alimentos genera un gran impacto en el ambiente debido a las emisiones de gases de efecto inveradero, deforestación y consumo de agua. América Latina tiene una gran responsabilidad en ese sentido, al ser una región con miles de hectáreas dedicadas a la agricultura y la ganadería.
El problema es que de no tomar acción el impacto será cada vez peor, ya que se espera que la población se incremente en 2.3 mil millones para 2050 y los salarios globales se tripliquen, lo que permitirá a mayores personas en diversos países como China a empezar a elegir dietas basadas en carne.
“Si seguimos produciendo alimentos de la manera en la que lo hacemos y la demanda continúa creciendo vamos a necesitar cortar todos los bosques del mundo para satisfacer la demanda que va a haber en 2050. Pero hay un gran potencial de mejora con mayor eficiencia”, sostuvo Tobias Baedeker, economista especializado en agricultura del Banco Mundial.
Cambios en las dietas
Dos mil millones de personas en países con un alto consumo de carne como Estados Unidos, Brasil y Rusia deberian reducir su consumo un 40%, limitando su ingesta a 1.5 porciones por semana, de acuerdo a un análisis del World Resource Institute (WRI) presentado en la COP.
La producción de carne y lácteos a nivel global utiliza actualmente 83% de las tierras dedicadas a la agricultura y genera el 60% de las emisiones de la agricultura, por lo que aumentar la cantidad de alimentos producidos por hectárea es el gran desafío junto a reducir el consumo de carne.
“América Latina tiene un rol central, con muchas hectáreas de pastoreo mal manejadas que podrían ser más eficientes. El problema es que resulta más barato deforestar bosques que mejorar la productividad”, afirmó Timothy Searchinger, autor del informe de WRI.
Cada tres minutos, una vaca hace un resoplido por la nariz, que no es un suspiro sino un eructo. En el interior de su estómago, el rumen, hay bacterias que descomponen todo lo que comen, y en ese proceso emiten metano, un gas que contribuye con el calentamiento global 25 veces más que el dióxido de carbono, generado por el transporte y las industrias.
A eso se le suma las emisiones por los desechos y las emisiones indirectas vinculadas a la deforestación por la expansión de la ganadería. El boom de la soja transgénica en América Latina llevó a trasladar a animales a nuevas regiones, generando una presión sobre el bosque nativo para hacer lugar a las vacas.
Comparado con cerdos o pollos, las vacas necesitan 28 veces más tierra, 11 veces más agua y alimento y generan cinco veces más emisiones, de acuerdo al investigador norteamericano Gidon Eshel. La brecha es todavía mayor al comparar con cultivos como papa y arroz, que necesitan 160 veces menos recursos.
Sin embargo, cambiar a una dieta vegetariana o vegana no es realista, de acuerdo al informe de WRI, que en vez de eso pide reducir el consumo de carne. Ese mismo mensaje han transmitido otros recientes informes científicos, considerando a las reducciones en el consumo de carne como esenciales.
Para evitar un calentamiento de más de 2ºC, el objetivo del Acuerdo de París, el mundo debe comer 75% menos de carne de vaca, 90% carne de cerdo y reducir a la mitad la cantidad de huevos, de acuerdo a una investigación de la Universidad de Oxford.
Para ello, expertos recomiendan subsidios a los alimentos en base de plantas, cambios en los menues de las oficinas y las escuelas e impuestos a productos en base de carne. A la par, se necesitan cambios profundos en las prácticas agropecuarias para reducir la deforestación.
“Hay una tendencia a la industrialización de la producción de carne. Eso significa que se le da de comer a las vacas maíz y granos de soja, cultivos que requieren mayor cantidad de tierra”, sostuvo Wanqing Zhou, investigadora en el think tank Brighter Green.
“Transformar ecosistemas no protegidos en áreas de cultivo para alimentos para las vacas ha sido una de las prácticas más rentables que ha encontrado el sector ganadero y eso ha llevado a incrementos en las emisiones, como se ha visto en la región del Gran Chaco”, sostuvo.
Consumo en alza
La necesidad de reducir el consumo de carne choca con la tendencia a un mayor consumo en el futuro cercano, con un crecimiento esperado de 75% para 2050 a nivel global, de acuerdo a Chatam House.
Una gran parte de ese crecimiento será debido al consumo de China. Se espera que un ciudadano chino consuma 55 kilos de carne por año, 10% más que en 2017, de acuerdo a un informe de FAO y la OECD. El cerdo seguirá siendo la carne preferida, representando 60% del consumo de carne.
Más del 95% de las importaciones de carne de China provienen de Brasil, Uruguay, Australia, Argentina y Nueva Zelanda. Entre 2011 y 2016, las importaciones de carne de vaca aumentaron 370% y se espera que la tendencia continúe, ya que es dificultoso para los productores locales competir con países exportadores.
“Los consumidores chinos están familiarizados con palabras de América Latina como el asado y el churrasco y eso va a ayudar a mantener las importaciones. La mayor ventaja de la carne de América Latina es el costo y por eso se espera que las importaciones de China sigan siendo principalmente de esos países”, sostuvo Wanqing Zhou.
En Argentina, el volumen de carne bovina exportada entre enero y octubre fue el más elevado de los últimos nueve años y China fue el principal motor de la demanda. Se exportaron 155.144 toneladas a China en los primeros diez meses del año, el doble del volumen exportado en 2017.
Del mismo modo, Brasil ha incrementado casi un 60% sus exportaciones de carne vacuna en lo que va del año, superando el millón de toneladas. Más del 45% de esa cantidad fue exportada a China, un monto que se espera que siga en aumento el próximo año.
“El mundo necesita ir hacia niveles de consumo de carne y lácteos que permitan un planeta seguro. Sin embargo, se tienen que tener en cuenta consideraciones de equidad. Sociedades privilegiadas, en países desarrollados y en vías de desarrollo, tienen que liderar el cambio”, afirmó Reyes Tirado, investigadora en Greenpeace.