El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) abrió sus puertas en 2016, como una iniciativa liderada por China para financiar la construcción de infraestructuras de transporte, energía y digitales a gran escala en Asia, y sus conexiones con el resto del mundo. Desde entonces, su financiación se ha expandido más allá de la región, incluyendo su primer préstamo a América Latina en 2020.
10,6%
de los 217 proyectos que el BAII ha aprobado, propuesto o completado desde su lanzamiento han sido en el sector de las energías renovables, según el análisis realizado en julio por un grupo de ONGs latinoamericanas.
Aunque el banco se ha comprometido a apoyar la transición a una economía con bajas emisiones de carbono, sus esfuerzos hasta ahora parecen modestos, tanto en términos de su orientación política como en relación con el tamaño de su cartera de proyectos de energía limpia. Por cada dólar que el BAII invierte en energías renovables, gasta casi el doble en combustibles fósiles, informa Recourse, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la supervisión de las finanzas verdes. Esto, según el grupo, no incluye la financiación indirecta de los intermediarios financieros, por lo que la proporción podría ser aún mayor.
Según nuestros propios cálculos, hasta julio de este año, de los 217 proyectos que el BAII ha aprobado, propuesto o completado desde su lanzamiento, sólo el 10,6% (23 proyectos) han sido en el sector de las energías renovables (incluyendo proyectos hidroeléctricos), lo que representa menos del 5% (3.200 millones de dólares) de la financiación total del banco (68.200 millones de dólares).
Las organizaciones de la sociedad civil de Asia ya han advertido de los posibles impactos socioambientales de los proyectos financiados por el BAII asociados a la extracción intensiva de recursos naturales, y de las futuras tensiones que pueden crear en las zonas transfronterizas donde los recursos naturales compartidos están en peligro, como las cuencas hidrográficas.
En abril de este año, el banco publicó su borrador de Estrategia del Sector Energético, una propuesta de política institucional para el sector energético, que apoyaría la transición energética de sus 105 estados miembros. La fase de consulta ya ha concluido, pero organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo, incluidas las de América Latina, han expresado su preocupación por el contenido del borrador y por la forma en que el banco ha gestionado el proceso de consulta.
La descripción del BAII del petróleo y el gas como soluciones “transitorias” llega mientras Secretario General de la ONU ha calificado de “delirante” la nueva financiación de infraestructuras de combustibles fósiles
Por ejemplo, aunque el BAII anuncia explícitamente en su estrategia que “no financiará nuevas centrales eléctricas de carbón” y “no financiará inversiones en el sector del petróleo”, menciona que apoyará las inversiones en algunos combustibles fósiles, como el gas natural y ciertas actividades de generación de energía a partir del petróleo y actividades relacionadas cuando se justifiquen como opciones transitorias. Pero la estrategia no explica cuáles serán los criterios para considerar un proyecto “transitorio”, ni revela un plazo máximo para dejar de financiar totalmente los combustibles fósiles y dar el salto a la descarbonización de la economía.
Aunque el borrador descarta efectivamente la financiación del carbón y la energía nuclear, algunas de las opciones energéticas priorizadas son alarmantes: la energía hidroeléctrica, por ejemplo, es costosa, no es resistente al clima y a menudo agrava los impactos del cambio climático. Y su descripción de fuentes como el petróleo y el gas (incluido el GNL) como soluciones “transitorias” llega en un momento en el que el Secretario General de la ONU ha calificado de “delirante” la nueva financiación de infraestructuras de combustibles fósiles. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) también llegó a la conclusión de que es posible llegar a cero neto en 2050 sin invertir en nuevos suministros de combustibles fósiles, más allá de los yacimientos que ya están produciendo o en desarrollo. En resumen, el BAII no tiene por qué incluir esos proyectos en su cartera.
Las salvaguardas se quedan cortas
Como organizaciones de la sociedad civil latinoamericana centradas en la justicia ambiental y social, nos preocupa que ciertas protecciones para la participación pública y la transparencia en torno a los proyectos energéticos del BAII no se expliciten en el borrador de la estrategia. El documento no indica ningún otro compromiso del BAII con el derecho al consentimiento libre, previo e informado, algo que sí aparece en el marco ambiental y social del banco, pero que sólo se aplicará en los lugares que lo requieran legalmente y no a todos los proyectos financiados por el banco.
Tampoco hay garantías de que adopte medidas de diligencia debida para evitar las represalias contra los defensores de los derechos humanos que puedan surgir cerca de sus proyectos. Cabe recordar que la mayoría de los países de América Latina han firmado el Acuerdo de Escazú que promueve dichas medidas.
La estrategia tampoco ofrece un compromiso explícito de que la información sobre los subproyectos financiados por intermediarios financieros o fondos especiales se haga pública antes de su desarrollo, incluyendo detalles sobre los mecanismos locales de reparación y las normas socioambientales aplicables.
El proceso de consulta del proyecto de estrategia energética se ha llevado a cabo de forma superficial. Aunque se supone que hay una actitud abierta por parte del BAII, durante las reuniones de consulta en línea, los asistentes no se mostraron satisfechos de que el banco diera cabida a debates de fondo; su personal escuchó las sugerencias, pero no entabló un diálogo suficiente.
El proyecto de estrategia tampoco tiene en cuenta los diferentes contextos y realidades energéticas de cada continente. En estas circunstancias, muchas organizaciones de la sociedad civil optaron por no participar en el proceso de consulta pública, al menos hasta que el BAII se comprometa a un debate abierto, profundo y constructivo.
El proyecto de estrategia tampoco tiene en cuenta los diferentes contextos y realidades energéticas de cada continente
En respuesta a esto, varias organizaciones de la sociedad civil latinoamericana enviaron dos comunicados (ver: aquí y aquí) al BAII instando, entre otras cosas, a que desarrolle estrategias específicas para cada región, dado que cada una tiene una situación energética, ecológica, cultural y económica diferente y requiere soluciones diferenciadas. También pedimos que se establecieran salvaguardas para garantizar que ninguno de sus préstamos -directos, indirectos o sindicados- diera lugar a la desposesión de tierras, a la reducción del acceso al agua o a las fuentes de alimentos de las comunidades locales, o a la interrupción de los procesos ecológicos esenciales necesarios para que la vida prospere. Aunque el BAII apenas está empezando a establecerse en América Latina, los gobiernos de la región ya están buscando el apoyo del banco para impulsar las actividades extractivas convencionales y la construcción de infraestructuras, ambas consideradas como motores de la recuperación económica tras la pandemia.
Por otra parte, el banco nunca divulgó todos los comentarios presentados por la sociedad civil y otros encuestados en su consulta, ni proporcionó respuestas sustantivas sobre por qué adoptará o rechazará los comentarios proporcionados para la versión final de la estrategia. Asimismo, no ha respondido a la petición de que presente un segundo borrador para su consulta con la sociedad civil. En su lugar, el 12 de septiembre el banco publicó un resumen del proceso de consulta con reflexiones muy generales a sus propios temas seleccionados.
Tras este primer proceso de consulta, la siguiente oportunidad para que organizaciones como la nuestra dialoguen sobre la Estrategia del Sector Energético es la Reunión Anual del BAII, que se celebra virtualmente los días 26 y 27 de octubre. El banco celebrará una sesión de 90 minutos con organizaciones de la sociedad civil y ONG para debatir sus políticas, estrategias y operaciones.
Algunas señales de mejora en América Latina
En enero de 2022, el BAII aprobó su primer préstamo a América Latina en el sector energético, un préstamo al Banco de Desarrollo de Minas Gerais (BDMG) por 100 millones de dólares. Según el BAII, el préstamo se destinará a proyectos de energía renovable y de infraestructura que podrían fomentar el comercio entre Brasil y Asia. La financiación del BAII permitirá al BDMG elegir y gestionar los proyectos. Sin embargo, el BAII ha expresado su intención de ayudar al BDMG en la primera etapa de selección de proyectos, en la evaluación de los posibles prestatarios, y también a reforzar el establecimiento y la aplicación de un sistema de gestión medioambiental y social.
En particular, el BAII parece haberse comprometido, al menos en el contexto de este préstamo, a centrarse en proyectos de energía solar y eólica, y a no apoyar actividades en los sectores mineros (incluida la minería del litio), o proyectos con alto riesgo socioambiental. Incluso en el caso de los proyectos de energía solar y eólica, será necesario garantizar la debida diligencia en relación con los riesgos sociales y medioambientales, respetando los derechos de las comunidades locales. Es importante destacar que este préstamo puede suponer una oportunidad para que el BAII aprenda a trabajar en América Latina, incluyendo el apoyo a enfoques innovadores de las energías renovables que sean socialmente inclusivos. Para las organizaciones de la sociedad civil latinoamericana, también es una oportunidad para aprender sobre el BAII.
Desde hace más de un año, un grupo de 17 organizaciones latinoamericanas ha hecho un seguimiento del BAII. Aunque la presencia del banco en la región es actualmente mínima, es fundamental que más organizaciones de la sociedad civil se unan a estos esfuerzos. La estrategia final del banco para el sector energético se reflejará en los proyectos que financie en todo el mundo, por lo que garantizar que sus resultados sean seguros y justos es de vital importancia. Tanto las consultas sobre la estrategia como el proyecto con el BDMG son oportunidades para que la sociedad civil latinoamericana cuestione y proponga iniciativas al BAII para lograr una transición energética justa.