Alfredo Morales lleva en su rostro las marcas del frío implacable y del sol sin filtro que se ciernen casi todo el año sobre Antofagasta de la Sierra, ciudad del altiplano de la provincia de Catamarca, en el norte de Argentina. Este hombre de 55 años, activista de la organización indígena Atacameños del Altiplano, conduce su camioneta 4×4 hasta el cercano Salar del Hombre Muerto para atestiguar en directo una consecuencia palpable de 25 años de extracción de litio por parte de la minera Livent, ahora llamada Arcadium Lithium: la vega seca del río Trapiche y la desaparición del ecosistema que lo rodea.
Un equipo del medio de investigación argentino Ruido viajó con Morales a esta extensión desértica, rodeada de grandes montañas y volcanes. El único sonido que rompía el silencio del paisaje casi lunar eran los camiones de las empresas mineras que iban y venían de las cercanas plantas de extracción de litio. Aquí se encuentra el proyecto Fénix de Arcadium, la mina de litio más antigua de Argentina, que opera en el Salar del Hombre Muerto desde 1997.
Las huellas que dejó la minería podrían ser una advertencia sobre el impacto para el medioambiente a futuro, mientras en Argentina se multiplican los proyectos de litio, alentados por el aumento de la demanda mundial. Las manchas negras de vegetación muerta es lo primero que se aprecia sobre la vega seca, donde hace pocos años corría el río Trapiche. La tierra reseca se extiende por unos siete kilómetros de largo, donde antes corría el agua que alimentaba pastizales, vicuñas, pumas, gatos andinos y hasta tres especies de flamencos. Ya no se ven esos animales en la zona.
El viaje de Ruido al Salar del Hombre Muerto hace parte de “Las Grietas del Litio”, una investigación coordinada por el Centro Latinoamericano de investigación Periodística (CLIP), junto con Nómadas de Bolivia, Dialogue Earth, CIPER de Chile y estudiantes de maestría de la Universidad de Columbia en Nueva York. En medio de un creciente interés en el mineral por su papel esencial en las transiciones energéticas globales, este equipo se propuso investigar la otra cara del litio.
Junto con Bolivia y Chile, Argentina forma parte del llamado “Triángulo del Litio”, zona que alberga el 53% de las reservas de litio identificadas del mundo. Aunque la mayoría de los proyectos mineros están aún en etapas previas a la explotación, los daños ambientales que ocasiona la extracción del litio ya son visibles en las minas que llevan años funcionando, según se pudo comprobar durante esta investigación periodística.
En Argentina, son las llanuras desecadas junto al río Trapiche las que más lo han notado, mientras que en Chile, investigadores académicos registraron cómo las zonas del Salar de Atacama más expuestas a la minería del litio se han hundido hasta dos centímetros en los últimos años debido al agotamiento de las aguas subterráneas, impulsado por el proceso de extracción del mineral, que requiere un uso intensivo de agua.
Atacameños del Altiplano es uno de los grupos de comunidades originarias que se han organizado para evitar que otros ríos se sequen en el norte de Argentina por la minería de litio. Hace pocos meses tuvieron un triunfo en esa batalla: la Corte Suprema de su provincia, Catamarca, dictaminó que la minería del litio le hizo daño al río y frenó la expansión de la industria hacía el cercano arroyo Los Patos, hasta tanto que se confirme que no correrá la misma suerte que el río Trapiche.
Mientras conduce, Alfredo nos cuenta la historia de oposición del grupo a los proyectos de litio. “Al principio, los cortes de rutas [que impedían el acceso a las explotaciones mineras] eran por cuestiones laborales, pero también veíamos que se consumía mucha agua, que la vega se secaba”, dice. “Hablamos con el gerente, hicimos reclamos, pero [no pasó] nada”.
Luego cuenta que la familia Condorí, que vivía en la orilla de la vega, tenía ovejas y más de 300 llamas. Ahora tiene solo ocho llamas. Ya no pueden criar animales sin agua. “Se van a tener que ir”, se lamenta.
Para su esposa, Elizabeth Mamani, también activista atacameña, “el litio significa avance tecnológico”, pero también “muerte a futuro, porque sabemos que hay mucho desastre ambiental por esa explotación, mucha sequía y pérdidas. Tiene un sentido económico para la población, pero para mí no significa nada más que destrucción”.
La mina Livent
En 2023, Argentina exportó litio por el valor de 835 millones de dólares, lo que representa el 20,8% de las exportaciones mineras del país, según datos de la Secretaría de Minería compartidos con los periodistas. Más del 40% de este litio se vende a China, donde luego se utiliza para producir las baterías que alimentan a los autos eléctricos, pero también a teléfonos celulares y computadoras.
El proyecto Fénix de Arcadium Mining en el Salar del Hombre Muerto es la mayor mina de litio de Argentina. El año pasado generó 22.000 toneladas de carbonato de litio, casi la mitad de las 50.000 toneladas producidas en el país, según datos del gobierno. Las otras tres minas que producen litio en la actualidad son Centenario Ratones, en la provincia de Salta, y Cauchari-Olaroz y Olaroz, en la provincia de Jujuy. Una quinta, Sal de Oro, situada entre Catamarca y Salta, está a punto de empezar a producir.
El proyecto Fénix estaba gestionado originalmente por Livent, pero la empresa estadounidense se fusionó a principios de 2024 con la australiana Alkem para crear Arcadium Lithium, que a su vez fue adquirida por el gigante minero británico-australiano Rio Tinto el pasado octubre. Río Tinto es ahora el tercer productor mundial de litio.
Argentina es el cuarto productor mundial de litio, detrás de Australia, Chile y China, pero su potencial de reservas es aún mayor. Como en ninguno de los otros países del triángulo del litio, en Argentina hay unos 40 proyectos en etapas previas que podrían alcanzar la producción en el corto plazo, según datos oficiales. Desde que el presidente Javier Milei asumió en diciembre de 2023, su gobierno ha buscado impulsar una nueva legislación que motive el desembolso de capital para proyectos mineros a través de beneficios impositivos, aduaneros y financieros que permitan, por ejemplo, la liquidación de hasta la totalidad de los dividendos al poco tiempo de comenzar la fase de operación.
“Desde que Milei asumió como presidente hay consultas permanentes de compañías mineras porque percibían un cambio en el clima de negocios. Recibimos llamadas en embajadas y también en las provincias preguntando por el litio”, indicaron fuentes de la Secretaría de Minería de la Nación.
Sentencias judiciales sobre el litio
En marzo de 2024, la Corte Suprema de Catamarca ordenó al gobierno provincial que se abstenga de otorgar nuevos permisos para la actividad minera en la zona del arroyo Los Patos, hasta que se haya realizado un estudio de impacto ambiental “acumulativo e integral”. Uno de los argumentos citados en el fallo judicial es el impacto negativo que la minería ha tenido en el valle del Trapiche. El caso se produjo a raíz de un recurso ambiental presentado en 2021 por Román Guitian, cacique de la comunidad Atacameños del Altiplano.
Esta es la zona en la que Arcadium pretende ampliar su extracción de litio, como parte del proyecto Sal de la Vida, a pocos kilómetros al este del río Trapiche. La empresa adquirió el proyecto cuando su primer propietario, la minera australiana Galaxy Lithium, se fusionó con Allkem, que posteriormente pasó a formar parte de Arcadium. El tribunal solicitó que el estudio abarcara “el paisaje, la fauna y flora del lugar, el clima y el ambiente en general, así como las condiciones de vida de los habitantes del lugar y de la comunidad indígena afectada”.
Durante la visita a la zona, nuestros periodistas pudieron observar cómo el tramo desecado del río Trapiche llegaba hasta la planta de Arcadium, donde el agua entraba en las instalaciones mineras para ser utilizada en el proceso de extracción del litio. Ahora, la empresa construyó una especie de represa o dique aguas arriba de donde se secó el río que embalsa el agua que va llegando. Y de allí lo transporta hasta la planta por un ducto.
El predecesor de Arcadium, Livent, ha aceptado que se han producido cambios en el ecosistema del Salar del Hombre Muerto, pero afirma que son reversibles. “Una de las conclusiones más importantes obtenidas de nuestro trabajo de modelado en el Acuífero Trapiche es que los efectos sobre los recursos hídricos son reversibles y que el plazo estimado para la recuperación de las condiciones previas al desarrollo es de 10 años tras el cese de las extracciones”, afirmó Livent en su informe de sostenibilidad de 2022.
La compañía argumenta en ese documento, además, que aportan la única actividad económica de una zona muy despoblada. “En un radio de 60 kilómetros alrededor de las instalaciones residen menos de 20 personas, y la ciudad más cercana está a casi dos horas en automóvil. A diferencia de otros salares, en el Salar de Hombre Muerto no existen otras industrias, y el duro entorno generado por la altitud impide la agricultura y la ganadería comercial”, indicaron.
Durante el viaje, los periodistas observaron otros cambios en el trazado del Trapiche, ya que en algunos de esos tramos río arriba, presumiblemente para lograr un mayor caudal, forraron el cauce con plástico, de manera que queda embolsado, sin dejar que el agua se escurra en la tierra o hacia las márgenes.
“Es una alteración muy importante al ecosistema y a la posibilidad de vida de peces o algas imprescindibles para que funcione”, dijo la bióloga Cecilia Estrabou, directora del Centro de Ecología y Recursos Naturales Renovables de la Universidad Nacional de Córdoba (Cernar-UNC). “Pero además puede haber una producción importante de microplásticos, contra la que el mundo está luchando de manera muy fuerte. Ponerlo en un río -del que seguramente toman animales y plantas- es una alteración perjudicial para las redes tróficas, por un lado, y para el uso del agua por los organismos vivos”, agregó.
Arcadium no respondió a las preguntas sobre los revestimientos plásticos en el río. Sí lo hizo un vocero oficial del Ministerio de Minería de Catamarca, quien señaló que se trata de “obras de canalización diseñadas para minimizar la percolación y evaporación del agua, optimizando su recolección y almacenamiento en la reserva del dique Trapiche, lo que permite un uso más eficiente del recurso hídrico”.
Los Patos, zona de riesgo
Varios kilómetros al este de la planta extractora de litio, manadas de vicuñas y flamencos beben del arroyo Los Patos, aún ancho y majestuoso pese a las visibles huellas de un cauce antaño mucho mayor. A los costados, siete contenedores protegen las perforaciones y bombas que sacan el agua de la cuenca, a varios metros de profundidad. No existen carteles para saber a cuál de las mineras cercanas pertenecen. Uno de los grandes interrogantes es, como sucedió con el río Trapiche, si este arroyo también podría secarse.
“Me gustaría que graben el caudal de Los Patos para que quede registro de lo que va a ser el día de mañana”, desafió el activista Morales. “Con la comunidad nos opusimos a que dañen el río”, asegura. Señala la gran cantidad de aves y animales silvestres que hay en la zona como motivo de preocupación a medida que avanza la minería.
La Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), ONG argentina y una de las organizaciones que impulsan las causas judiciales en defensa de los ecosistemas del salar, ha asegurado que en el Salar del Hombre Muerto, más concretamente en la zona de Los Patos, el gobierno de Catamarca no realizó “una evaluación de impacto ambiental que contemple los efectos acumulativos de estas iniciativas”.
“Las comunidades locales son afectadas por la minería de litio en su territorio y su ambiente, así como en sus derechos derechos básicos como el acceso a la información, a la participación, al consentimiento previo libre informado y el acceso a la justicia”, afirmó Leandro Gómez, coordinador del programa de inversiones y derechos del área de política ambiental de FARN.
Alfredo Morales no está seguro de que el fallo que prohíbe -por ahora- la expansión de proyectos mineros en el río Los Patos sea un triunfo. Dice que desconfía del poder judicial, y de todos los actores poderosos. Tampoco es optimista su esposa, Elizabeth Mamani.
“El fallo judicial es una ventaja fuerte que marca un precedente importante en donde se viene luchando por defender el agua, pero a su vez siento que con esta Justicia, como venimos y como estamos, nos van a vallar continuamente los territorios”, dijo Mamani.
Aún no han trascendido más detalles sobre la publicación del estudio solicitado por el tribunal. El vocero del gobierno de Catamarca no hizo comentarios sobre el proceso.
La discusión del impacto
FARN sostiene que el uso de salmueras para la minería de litio puede provocar un desequilibrio en la hidrología del salar: se salinizan las reservas de agua dulce, lo que impacta en la cantidad y la calidad de agua dulce de la cuenca. Una vez que eso pasa, el agua sale del sistema y no vuelve a ser recuperada con sus mismas condiciones y características.
Por sus estudios en otros ecosistemas similares como el Salar de Olaroz-Cauchari, Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, FARN ha constatado que “en los humedales de altura ya se registran los impactos de las crisis climática y ecológica que incrementan las presiones que naturalmente los caracterizan, como su extrema aridez, las altas tasas de evaporación y radiación solar, y el déficit hídrico natural permanente”.
En el último reporte disponible de sustentabilidad de la compañía de 2022, que enviaron a esta alianza como única respuesta a las preguntas realizadas, la minera sostiene lo contrario. Es decir, que los efectos de la minería de litio son reversibles y que la compañía utiliza muy poco del agua que fluye a caudales desde la Cordillera de los Andes: apenas el 2%. Reportaron que trabajan con especialistas externos para asegurarse de que “la extracción de agua y salmuera se realice a un ritmo que mantenga el equilibrio natural de este ecosistema”, y que están vigilados por el gobierno provincial.
La empresa señaló que, junto con la Fundación EcoConciencia, una ONG medioambiental que trabaja en conflictos sociales y ambientales, y los residentes de la región, realizan tareas ambientales como la replantación de árboles, mejoras en el sistema de riego, monitoreo de especies y seguimiento de la fauna en la zona.
Rodolfo Tarraubella, presidente de EcoConciencia, dijo que solo empezaron a trabajar con Livent en 2021, organizando reuniones y colaborando para trasplantar 25.000 plantas. “De aquí en más sólo ayudamos un poco. La compañía puso su propia gente para hacer monitoreo y seguimiento”. Aclaró que la organización no recibe dinero de Arcadium.
Alternativas económicas
Los cerca de 2.000 habitantes de Antofagasta viven en gran medida peor que en los campamentos mineros del Salar del Hombre Muerto. No tienen servicio de gas natural, sufren cortes de luz casi a diario, pues se alimenta solo con grupos electrógenos, y en el verano el agua escasea. El intendente Mario Cusipuma, quien asumió a comienzos de 2024, apuntó sus primeros esfuerzos a un nuevo Código Tributario municipal, con el cual pretende que las empresas paguen más impuestos locales y se vea “el derrame” de los recursos mineros.
En su informe de sostenibilidad de 2022, Livent declaró unos ingresos de 813,2 millones de dólares y un beneficio bruto de 366,7 millones de dólares, excluidos los descuentos por impuestos, depreciación y amortización de deuda. La compañía dice que ha invertido 2,8 millones de dólares en la comunidad de Catamarca en programas centrados en salud, nutrición, educación, capacitación, calidad de vida, acción por el clima, desarrollo local y empleo.
A comienzos de 2024 había en Salta, Catamarca y Jujuy 2.968 trabajadores contratados por estas mineras en proyectos de litio, según registros del Ministerio de Economía de la Nación. Esto representa menos del 1,5% de 184 mil empleados públicos que suman entre las tres provincias.
Si bien Arcadium, a través de su predecesora Livent, es una de las empresas pioneras en la extracción de litio en Sudamérica, más recientemente una nueva oleada de inversiones ha llegado de China. Juliana González Jáuregui, investigadora centrada en las inversiones chinas en América Latina, explica que “el papel que juega China en el triángulo del litio es cada vez más relevante, sobre todo en Argentina y eso tiene que ver con la legislación nacional, que es más liberal en comparación con Chile y Bolivia”.
Cusipuma, intendente de Antofagasta, está decidido a que los vecinos se queden con una porción de la explotación del litio. “Buscamos regular las tasas y cambiar el paradigma”, dijo en una entrevista con esta alianza. Explica que ahora están diseñando proyectos para mejorar la infraestructura, los servicios públicos de energía eléctrica y agua potable. Además quieren llevar el gas natural a la ciudad y la pavimentación de la ruta 43 hacia la provincia de Salta, obras que se hacen con un fideicomiso minero y con aportes extras de estas compañías. Las mineras usan esa ruta ya que la mayoría de los desechos de la extracción de litio se transportan en camiones a plantas de tratamiento en Salta. La misma ruta podría fomentar el turismo, otro de los objetivos del intendente para diversificar los ingresos.
La activista Mamani también quiere acercar la lucha por el litio a los turistas. Uno de sus emprendimientos es un negocio de artesanías: “Vendo estos productos no sólo por la plata, sino también para explicarles [a los visitantes] que está pasando con el litio, porque no saben y agradecen escucharlo. Me da mucha impotencia la situación, pero no dejaría Antofagasta. Hay posibilidades de crecer, de valorar la tierra, del turismo, de una sustentabilidad grande para mis hijos y para la población, que todavía no despierta. Antofagasta es mil maravillas en una”.
Como dice Mamani, Antofagasta ofrece bellezas naturales incomparables, pero de difícil acceso por su escasa infraestructura y la falta de servicios de alojamiento o gastronomía. Por ahora, la belleza de esa parte de la puna catamarqueña está reservada -además de algunos aventureros que se animan a llegar- para la minería del litio.
Las Grietas del Litio es una investigación de Red Ruido (Argentina), Revista Nómadas (Bolivia), CIPER (Chile), Dialogue Earth y estudiantes de la clase “Usando datos para investigaciones transfronterizas” de la Universidad de Columbia, coordinada por el el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP).