La COP16, la conferencia de biodiversidad de Naciones Unidas, terminó el sábado, un día más tarde de lo esperado en Cali, Colombia, luego de largas discusiones entre países sobre cómo financiar la protección de la biodiversidad.
Si bien no se logró todo lo esperado, la cumbre de dos semanas logró avances concretos en algunos temas y permitió resaltar la importancia de proteger la naturaleza, según aseguraron expertos.
En 2022, los 196 países firmantes del Convenio de Diversidad Biológica (CDB) acordaron en la COP15 un nuevo Marco Global por la Biodiversidad (GBF, por sus siglas en inglés). Allí, se establecieron 23 metas que deberán cumplirse para 2030, entre ellas lograr al menos el 30% de protección de zonas terrestres y marítimas.
Dos años después, el foco en la COP16 estuvo en la implementación del GBF y en su financiamiento, especialmente para los países en vías de desarrollo.
“Si bien las acciones deben ser más ambiciosas y las decisiones tienen que moverse más rápido, no nos vamos de Cali con las manos vacías”, afirmó Patricia Zurita, directora de estrategia en Conservation International.
El financiamiento para la biodiversidad
Para alcanzar las metas del GBF e impulsar acciones para la conservación de la biodiversidad, se necesita mucho dinero, y los fondos actualmente movilizados no alcanzan. La brecha de financiamiento anual se estima en US$700 mil millones. Por ello, el financiamiento tuvo un papel central en la COP.
Los fondos de biodiversidad son hoy mayormente canalizados a través del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés), un organismo internacional que también canaliza otros fondos ambientales. Sin embargo, países en vías de desarrollo cuestionan la efectividad y la burocracia del GEF, por lo que impulsan la creación de un nuevo fondo bajo la gobernanza de la COP.
Colombia, en su rol de presidente, presentó un texto borrador que proponía la creación del fondo. Sin embargo, países del norte global, como la Unión Europea y Canadá, dijeron que no lo apoyarían y pidieron postergar el tema para la COP18, en 2028. Entre el cruce de argumentos, se pidió verificar el quórum y la COP16 terminó suspendida – más del 50% de los países ya se habían retirado. Era sábado por la mañana y la conferencia tenía que haber terminado el viernes por la tarde.
Ello significa que la COP16 oficialmente no terminó y deberá continuar para debatir el tema pendiente, lo que probablemente ocurra el año próximo en una reunión intersesional.
“Esto es lamentable considerando la urgente necesidad de asegurar que los fondos lleguen a donde más se los necesita para frenar y revertir la pérdida de la naturaleza”, sostuvo Nina Seega, directora de finanzas sostenibles del Cambridge Institute for Sustainable Leadership. “Necesitamos liderazgo político y un espíritu de compromiso”.
Un fondo para los recursos genéticos
Uno de los principales avances fue la creación del “Fondo de Cali” para el reparto de los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos vegetales y animales, y la gestión de la información de secuenciación digital (DSI, pos sus siglas en inglés) de los mismos.
La información genética de plantas y animales es usualmente obtenida por empresas del Norte Global en países en vías de desarrollo, la cual es luego utilizada para producir productos como cosméticos y alimentos. Es por ello que los países en vías de desarrollo han pedido la creación de un mecanismo internacional que asegure que los beneficios de DSI sean compartidos de manera equitativa con las personas que viven en los lugares donde se obtienen los recursos.
En la COP16, los países acordaron crear un fondo de DSI al cual las empresas que utilizan los recursos genéticos “deberían” contribuir con el 1% de sus beneficios o con el 0,1% de sus ingresos. Empresas de ocho sectores deberán hacerlo, como las farmacéuticas y las cosméticas.
Oscar Soria, director de la ONG Common Initiative, celebró la creación del fondo pero cuestionó que los aportes de las empresas no sean obligatorios. “La efectividad del mecanismo dependerá de la voluntad de la comunidad global de apoyarlo y en el reconocimiento de las empresas del valor de participar por ganancias en su reputación”, sostuvo.
Salud y biodiversidad
La COP16 también adoptó un plan de acción sobre biodiversidad y salud, un conjunto de medidas voluntarias destinadas a hacer frente a las amenazas interconectadas de la salud humana, la de los ecosistemas y la de los animales. El plan pide que se evalúen las repercusiones sanitarias en la planificación del uso del suelo, que se vigilen las enfermedades donde la pérdida de hábitat es rápida y que se establezcan normas más estrictas sobre el comercio de animales salvajes.
“Millones de personas murieron y sufrieron a causa de la pandemia de Covid-19, y este plan está trazando un excelente camino para adoptar plenamente la integración e interconexión de la biodiversidad y la salud. No puede haber prevención de futuras pandemias de origen zoonótico sin la protección y la integridad ecológica de la naturaleza,” sostuvo Susan Lieberman, vicepresidenta de política internacional de la World Conservation Society.
Más protagonismo para los pueblos indígenas en la COP16
Otra de las metas de la COP era que los pueblos indígenas sean reconocidos como “actores fundamentales en el cuidado de la diversidad biológica”, según declaraciones de la ministra de Ambiente de Colombia y presidenta de la COP16 Susana Muhamad días previos a la COP. Y no se refería solo al discurso, sino a lograr ciertas acciones que apoyen el trabajo de estas poblaciones.
Aunque aún es un primer paso y queda mucho por hacer, la COP de Cali será recordada por haber garantizado una posición para las comunidades locales y los pueblos indígenas en un grupo de trabajo permanente en las negociaciones del CDB. Los representantes pasarán a formar parte de un órgano subsidiario, con influencia política en las negociaciones y acceso a los recursos internacionales.
Este nuevo grupo de trabajo es el tercero en crearse, ya que anteriormente existían el de Implementación, y el de Asesoramiento Científico, Técnico y Tecnológico.
En ese sentido, Jennifer Corpuz, una de las principales negociadoras del Foro Internacional Indígena sobre Biodiversidad (FIIB), resaltó que este es un “momento histórico en la historia de los acuerdos medioambientales multilaterales”, ya que “no solo permitirá establecer asociaciones sólidas entre los gobiernos, los pueblos indígenas y las comunidades locales, los financiadores y otras partes interesadas para reforzar la aplicación del CDB y el GBF, sino que también proporcionará una plataforma de alto nivel para seguir destacando las contribuciones de los pueblos indígenas y las comunidades locales a la protección del planeta y compartir experiencias”.
Lo que queda ahora es esperar a la COP17 de Armenia para presentar el documento que detalle temas puntuales sobre su funcionamiento.
Planes nacionales de biodiversidad
La COP16 también debía avanzar en la implementación del GBF. Para ello, se esperaba que antes y durante la conferencia la mayoría de los países presentaran sus planes nacionales de biodiversidad. Sin embargo, hasta ahora, solo 44 de los 196 países miembros de la CBD los presentaron, incluyendo siete de América Latina.
“Los planes son el principal instrumento para llevar al plano nacional los objetivos que la comunidad internacional acuerda en los foros multilaterales”, sostuvo Ana di Pangracio, directora ejecutiva adjunta de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) de Argentina. “La implementación debe ser acompañada de financiamiento y un marco de monitoreo”.
Colombia anunció su plan nacional de biodiversidad, y el gobierno estima que su implementación tendrá un costo de US$19.435 millones de dólares. Entre las metas, se apunta a que para 2030 el país cuente con el 34% de su territorio (tierra y mar) bajo alguna figura de protección, que el 3% del PBI venga de la biodiversidad y que 5 millones de hectáreas sean reconvertidas en un uso sostenible.
México también presentó un plan con 48 metas que abordan control de especies invasoras, restauración de ecosistemas y sustentabilidad en sectores como agricultura y ganadería. Alicia Barcena, secretaria de Ambiente de México, sostuvo a Dialogue Earth en la COP16 que impulsarán la creación de más áreas protegidas terrestres y marinas en ecosistemas representativos.
Perú, Surinam, Venezuela y Argentina también presentaron sus planes de biodiversidad. En el caso de Argentina, el país plantea garantizar las medidas para detener las causas de extinción de las especies, ordenar el territorio y la gestión sostenible de las áreas productivas. Sin embargo, el plan no da detalles de su financiamiento y evita hablar de cambio climático, en línea con el negacionismo expresado por el presidente Javier Milei en repetidas oportunidades.
“Valoramos el cumplimiento por parte del país de presentar su plan actualizado. Sin embargo, vemos con preocupación algunos puntos”, sostuvo Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina. Jaramillo cuestionó la falta de metas intermedias y de indicadores para medir el progreso en la implementación del plan.
Áreas marinas protegidas
Las “áreas marinas ecológicamente o biológicamente significativas” (EBSA, por sus siglas en inglés) son reconocidas por la CDB como zonas especiales del océano que “cumplen funciones importantes para el buen funcionamiento de los océanos y los numerosos servicios que prestan”. En 2008, se puso en marcha un proceso para identificarlas teniendo en cuenta criterios científicos como su singularidad y su diversidad biológica.
La designación de EBSA no conlleva ninguna medida de gestión ni restricción de actividades. Es simplemente el reconocimiento de la importancia biológica o ecológica de una zona. Sin embargo, la información utilizada para describir las EBSA también puede ser muy valiosa para la conservación y la gestión.
En Cali, se creó un marco para identificar y actualizar las EBSA, el cual incluye orientaciones sobre la identificación y la modificación de dichas zonas, permitiendo la revisión de las zonas existentes a medida que surja información científica.
Colombia impulsa minerales justos
Una especial atención a la transición energética fue uno de los pedidos de algunos gobiernos y ONGs en Cali. Teniendo en cuenta que se necesitarán minerales como cobre y litio para la producción de turbinas eólicas, baterías y otras infraestructuras, el gobierno de Colombia lanzó la propuesta de un Acuerdo Global para la Trazabilidad y Comercialización de la cadena de suministro de minerales, que tratará de evitar los impactos negativos que ha tenido la minería en las últimas décadas.
“Basta con mirar al sector del oro para darse cuenta de los efectos perjudiciales [de una extracción no controlada de minerales] para la biodiversidad y las comunidades locales”, señaló en la presentación de este acuerdo Suneeta Kaimal, CEO de la ONG Natural Resource Governance Institute (NGRI), que espera que este acuerdo evite que sucedan situaciones como “la extracción ilegal de oro en la selva amazónica que ha provocado la deforestación de más de 1,9 millones de hectáreas”.
Para no cometer los mismos errores y plantear un futuro con una minería más sostenible y responsable, este acuerdo plantea que los países se comprometan a promover medidas que busquen proteger las zonas de alta biodiversidad y exista mayor atención en toda la cadena de producción y suministro, velando por la legalidad y una protección de los derechos humanos.
Para ello, durante el siguiente año el gobierno de Colombia se comprometió a liderar el grupo de trabajo que presente la propuesta de acuerdo internacional vinculante en la conferencia de cambio climático de Naciones Unidas COP30 en Belém, Brasil, en 2025, y con el que se espera construir un mercado global más justo.
“Hay que tener una actitud de respeto con la biodiversidad y proteger a las comunidades locales de los efectos indeseables de la demanda de los minerales críticos”, sostuvo Marina Silva, ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático de Brasil, a Dialogue Earth en una conferencia de prensa.
El Acuerdo de Escazú
Existe una complementariedad entre el GBF y el Acuerdo de Escazú, el primer acuerdo regional ambiental de América Latina y el Caribe ya ratificado por 17 países y que entró en vigor en 2021. La meta 22 del GBF, por ejemplo, hace referencia a garantizar la información en relación a la biodiversidad, la participación y el acceso a la justicia, y reconoce el rol de los defensores ambientales y la necesidad de defenderlos, mismos objetivos que Escazú.
El acuerdo tuvo un papel destacado en la COP, con numerosos eventos organizados por Colombia y la sociedad civil. Para Gustavo Ortega, presidente del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), Escazú puede servir como guía para la implementación de algunas de las metas del GBF. “Si se cuenta con pleno acceso a la información de manera oportunamente y comprensible para las comunidades es más fácil cumplir con el objetivo de distribución equitativa de los beneficios derivados del aprovechamiento de los recursos genéticos”, sostuvo.
Integración de las crisis ambientales
Hasta el momento, la biodiversidad y el cambio climático se han estado discutiendo en conferencias separadas, con planes y políticas de los países miembros que no necesariamente vinculas a las dos áreas. En Cali, promovido por el gobierno de Colombia y representantes de la sociedad civil, se ha pedido un cambio en esta relación con fundamentos científicos.
Los países acordaron identificar sinergias entre acciones de biodiversidad y cambio climático, minimizar los impactos negativos de la acción climática sobre la biodiversidad y promover soluciones basadas en la naturaleza. Si bien los borradores previos incluían referencias a combustibles fósiles y geoingenería, estas luego fueron eliminadas.
Debemos buscar más conexiones efectivas entre biodiversidad y clima. Tenemos que cambiar el sistema en el que estamos y conectarlosManuel Pulgar Vidal, líder de la práctica global de clima y energía del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF)
“Desde la COP25 [de cambio climático, en 2019] estamos de acuerdo en que debemos buscar más conexiones efectivas entre biodiversidad y clima. Tenemos que cambiar el sistema en el que estamos y conectarlos”, sostuvo Manuel Pulgar Vidal, líder de la práctica global de clima y energía del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
En esa misma línea, en su presentación en Cali, António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, pidió no desligar ambos propósitos, ya que en realidad son uno mismo.
“Tenemos que aceptar que estamos enfrentando tres crisis existenciales: biodiversidad, clima y contaminación. Y las tres están interconectadas. No se puede enfrentar la crisis de biodiversidad sin enfrentar las otras, y condenar al mundo a una situación de extrema pobreza ambiental”, sentenció Guterres.
En ese sentido, la próxima conferencia de cambio climático COP29 se muestra como una oportunidad para concretar ese vínculo necesario. Del 11 al 22 de noviembre, los gobiernos se reunirán en Azerbaiyán para intentar acordar una nueva meta de financiamiento climático. Se estima que se necesitan entre 5.8 billones y 13.6 billones de dólares acumulativamente para 2030 para que los países cumplan sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero y adaptación al cambio climático en virtud del Acuerdo de París.