La decisión de aprobar la exploración petrolera en la costa de Brasil semanas antes de que el país recibiera la conferencia climática COP30 pone de manifiesto la intención del país de orientarse cada vez más hacia el mercado internacional, a pesar de las críticas de los ambientalistas.
Al término de la conferencia celebrada en Belém, Brasil se comprometió a seguir adelante con un plan para eliminar los combustibles fósiles de las economías mundiales. Sin embargo, activistas afirman que la decisión de conceder la licencia de exploración a la empresa estatal Petrobras amenaza la posición del país como líder climático, al buscar ampliar sus fronteras petroleras.
Las exportaciones de crudo brasileño han crecido un 132% en la última década, alcanzando casi 90 millones de toneladas en 2024, según datos de comercio exterior. Durante este periodo, China dominó la demanda: solo este país importó más petróleo brasileño que todos los demás países del top 10 juntos, según un análisis de Dialogue Earth.
En octubre, Ibama, la agencia federal de licencias medioambientales, concedió la licencia para explorar en busca de petróleo en el Bloque 59, una zona situada frente a la costa norte de Brasil, pocas semanas antes del comienzo de la COP30. El proceso de aprobación se ha prolongado durante varios años debido a la preocupación por el impacto medioambiental de la exploración en la cuenca de Foz do Amazonas, la desembocadura del río Amazonas, una de las regiones con mayor biodiversidad del país.
La licencia autoriza la perforación de un pozo marino en el Bloque 59 para evaluar la presencia de petróleo. Si se encuentran reservas comercialmente viables, Petrobras tendría que solicitar una nueva licencia para comenzar la producción. Si no se encuentran reservas, se necesitarían nuevas autorizaciones para realizar perforaciones adicionales. Sin embargo, la empresa incluyó otros tres pozos potenciales en su solicitud original.
Según la directora general de Petrobras, Magda Chambriard, su trabajo debería desbloquear el progreso del sector hacia una “nueva frontera energética mundial” y podría acelerar la concesión de licencias para otros pozos. La zona está cerca de la región donde los importantes descubrimientos de petróleo en la vecina Guyana han estado reformando la economía del país durante la última década.
Los funcionarios del gobierno nacional afirman que la exploración es necesaria para garantizar la soberanía energética de Brasil, pero algunos observadores la ven como una señal para los inversores extranjeros de que la expansión petrolera continuará, a pesar del compromiso del país para frenar el uso de combustibles fósiles.
“Esta expansión se centra mucho más en el mercado extranjero que en lograr la autosuficiencia en la producción”, afirmó Mahatma Ramos, director técnico del Instituto de Estudios Estratégicos sobre Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles (Ineep), una entidad de investigación vinculada a la Federación Única de Trabajadores Petroleros, un sindicato.
Días después de su aprobación, ocho organizaciones de la sociedad civil brasileña, entre ellas la red de acción climática Observatorio del Clima, emprendieron acciones legales alegando ilegalidades y deficiencias técnicas en el proceso de concesión de la licencia. Las organizaciones afirmaron que el proceso no había tenido en cuenta la consulta a las comunidades locales, había utilizado datos obsoletos sobre las amenazas a la biodiversidad y no había evaluado sus impactos climáticos.
Tanto el Ministerio de Medioambiente y Cambio Climático, al que está vinculado Ibama, como Petrobras afirmaron que la concesión de la licencia es el resultado de un riguroso análisis medioambiental de cinco años. La empresa cumplió con todos los requisitos establecidos, aseguraron.
Ibama también ha impuesto 28 condiciones a las actividades de Petrobras en la zona, entre ellas una nueva simulación de derrame de petróleo durante la perforación en el Bloque 59, cuyos resultados deberán publicarse en el plazo de un año.
“En la simulación de derrame de petróleo realizada en agosto, Petrobras utilizó modelos obsoletos de 2013, a pesar de que ya se disponía de modelos de 2024”, afirmó Suely Araújo, coordinadora de políticas públicas del Observatorio del Clima y expresidenta de Ibama. “Si el propio Ibama considera que es necesario un nuevo modelo, no debería haber concedido esta licencia”.
Petróleo para el mercado internacional
Petrobras ha afirmado que, si Brasil mantiene su demanda actual de petróleo y no incorpora nuevas reservas, el país “podría perder su autosuficiencia” y necesitaría importar más petróleo a principios de la próxima década. La producción de crudo de Brasil ha superado los 4 millones de barriles diarios, lo que técnicamente es suficiente para cubrir el consumo interno, aunque el país carece de la capacidad de refinería para procesar todo este volumen y depende de importaciones para cubrir parte de la demanda de productos petrolíferos.
Sin embargo, el análisis del sitio web de noticias InfoAmazonia sugiere que este escenario solo se materializaría si el país no cumpliera su objetivo climático de reducir las emisiones de carbono. Un informe del Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible señala que el 85% de los proyectos de Petrobras serían económicamente inviables en un escenario alineado con el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C en comparación con los niveles preindustriales, tal y como se establece en el Acuerdo de París.
En 2024, el año con la segunda producción más alta registrada, Brasil exportó el 52% de todo el petróleo extraído. Algunas de esas exportaciones se refinan en el extranjero y luego se reimportan, pero según Ramos, la reciente expansión de la producción brasileña no se centra en satisfacer la demanda interna.
“Brasil ha ampliado considerablemente su producción de petróleo crudo, lo que le ha permitido convertirse en un país importante en el mercado de exportación”, afirmó Ramos.
Brasil ya ocupa el sexto lugar entre los mayores productores de petróleo del mundo y la exploración del margen ecuatorial, que incluye la desembocadura del río Amazonas, podría impulsar al país al cuarto lugar en la próxima década, según los analistas.
Al mismo tiempo, las empresas extranjeras están aumentando sus inversiones en la producción petrolera brasileña. En una subasta celebrada en julio, se adjudicaron 19 bloques cerca de la desembocadura del río Amazonas, todos ellos con la participación de empresas extranjeras, entre ellas las filiales locales de las empresas estadounidenses Chevron —responsable de uno de los mayores derrames de petróleo de la historia de la Amazonía ecuatoriana— y ExxonMobil, el principal operador en Guyana, así como la empresa china CNPC.
Esto provocará una mayor salida de dinero relacionado al petróleo del país, afirma Ramos. “Gran parte de la tecnología, el empleo y los ingresos generados por esta exploración no permanecerán en territorio brasileño”, afirma.
Algunos expertos creen que las empresas no están teniendo en cuenta el riesgo de la caída de la demanda de petróleo después de 2030 prevista por la Agencia Internacional de la Energía. Incluso si se encontraran reservas de petróleo comercialmente viables en Foz do Amazonas, la producción no comenzaría hasta dentro de siete años.
“El mundo se encuentra en un punto en el que las nuevas fronteras de la industria de los combustibles fósiles están avanzando hacia yacimientos cada vez más difíciles de acceder”, afirmó Andrés Gómez, coordinador para América Latina de la Iniciativa del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles. “Esto significa que se realizarán grandes inversiones que no necesariamente reportarán beneficios económicos y existe un alto riesgo de que las empresas acaben con activos varados”.
La exploración en estas zonas de difícil acceso en Foz do Amazonas sería costosa. En su plan estratégico, Petrobras afirma que tiene previsto invertir 3.100 millones de dólares en el margen ecuatorial hasta 2028 y perforar 16 pozos en aguas profundas y ultraprofundas.
El petróleo: un activo económico y político
Activistas afirman que la decisión de Ibama de conceder la licencia se tomó tras la presión de altos cargos aliados del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. El momento en que se tomó la decisión, en vísperas de que Brasil acogiera la COP30, también fue criticado, y los activistas lo calificaron como un golpe al liderazgo climático de Brasil.
El presidente de Ibama, Rodrigo Agostinho, afirmó que la decisión no se tomó como resultado de presiones políticas y que habría sido “hipócrita” esperar hasta después de la conferencia para conceder la licencia.
A pesar de ser una voz a favor del fin del uso de combustibles fósiles en Belém, la administración de Lula ha asignado 100.000 millones de reales (18.800 millones de dólares) más en presupuestos para petróleo y gas natural que su predecesor, Jair Bolsonaro, más abiertamente a favor de la extracción.
La controversia pone de relieve la contradicción entre la eliminación gradual del petróleo y el gas y la realidad económica a la que se enfrenta el país. Lula ha declarado que “ningún país está preparado” para renunciar al petróleo. Este año, Brasil aceptó una invitación, realizada por primera vez en 2023, para unirse a la OPEP+, un grupo que reúne a los aliados de la Organización de Países Exportadores de Petróleo.
Clarissa Lins, socia fundadora de Catavento, una consultora de estrategia y sostenibilidad, afirma que la decisión de Brasil está motivada principalmente por intereses económicos, no por la seguridad energética.
“Es muy difícil pedir a un país considerado por el Banco Mundial como de ingresos medios que renuncie a este recurso económico”, dijo. “El petróleo que se produce aquí es muy competitivo y la industria tiene una relevancia que no se puede ignorar”.
Es probable que la cuestión salga a relucir en las elecciones presidenciales del próximo año. “El presidente Lula sigue asociando fuertemente el petróleo con el desarrollo”, afirma Ilan Zugman, director para América Latina y el Caribe de la organización medioambiental 350.org. “En su búsqueda de la reelección, es probable que plantee esta cuestión cuando hable de empleo, generación de ingresos y mejora de la calidad de vida”.
Petrobras, ‘discreta’ en la COP30
A pesar de sus maniobras en las semanas previas a la conferencia, Petrobras desempeñó un papel “discreto” en la COP30, a pesar de la asistencia de un número récord de grupos de presión del sector de los combustibles fósiles. Petrobras solo envió a empleados de segundo nivel al evento. “Petrobras tiene una clara influencia dentro del gobierno, con acceso directo al presidente Lula y a otros políticos relevantes, pero durante la COP se comportó de forma muy discreta”, afirmó Zugman.
Petrobras declaró a Dialogue Earth que “estuvo presente en la COP30, al igual que en ediciones recientes, porque reconoce la oportunidad de debatir modelos sostenibles”.
La petrolera organizó dos eventos en el pabellón oficial de Brasil, en la zona restringida donde se llevan a cabo las negociaciones. Uno de ellos coincidió con la Marcha por el Clima, que reunió a unas 70.000 personas en las calles de Belém para exigir, entre otras cosas, que no se realicen exploraciones petroleras en la Amazonía. Una experta afirmó que esta coincidencia fue una “decisión táctica”. “El evento tuvo lugar justo cuando la sociedad civil organizada ocupaba las calles, centrando la atención de los medios de comunicación”, afirmó Renata Prata, analista medioambiental del Instituto Internacional Arayara.



