Alimentos

La doble identidad de la soja y sus oportunidades de sostenibilidad

La famosa soja verde de Heilongjiang está resurgiendo con la popularidad de las dietas basadas en plantas, mientras que los importadores chinos de soja se esfuerzan por conseguir trazabilidad
<p>Una persona seca piel de tofu en una cabaña de secado en el condado de Xianju, ciudad de Taizhou, provincia de Zhejiang, en el este de China, el 6 de noviembre de 2019. (Imagen: Alamy / Imaginechina)</p>

Una persona seca piel de tofu en una cabaña de secado en el condado de Xianju, ciudad de Taizhou, provincia de Zhejiang, en el este de China, el 6 de noviembre de 2019. (Imagen: Alamy / Imaginechina)

A pesar de la prosperidad económica que la industria globalizada de la soja ha aportado, sigue siendo un cultivo volátil que con frecuencia se asocia con la deforestación y la pérdida de biodiversidad. Sin embargo, si se observa la historia de este cultivo milagroso, se puede ver que ha sido una fuente directa de proteínas para el ser humano y que en muchos casos se ha obtenido a nivel local.

Mientras que China ha creado una marca mundial para el famoso té fermentado Pu’er y lo ha asociado a su lugar de origen en la provincia suroccidental de Yunnan, el origen de la soja es menos conocido y carece del prestigio y la reputación cultural del té.

Parte del desafío que supone crear una reputación de prestigio para la soja como la del té, es que la soja producida en el país y la importada no se reconocen adecuadamente como productos distintos que tienen usos muy diferentes en China.

La historia de la soja en China: el sustento humano verde

Domesticada en la región del noreste de China hace miles de años, la mayor parte de la producción nacional de soja se encuentra en la provincia de Heilongjiang, que se enorgullece de su suelo negro y de su cultivo no modificado genéticamente para producir una soja segura, sana y verde.

85%


es la proporción del consumo total de soja en China que representa la alimentación animal

Al igual que las hojas de té chinas, la soja china viajó por todo el mundo y ahora se produce en casi todos los rincones del planeta. Se cree que Brasil, actualmente el mayor exportador de soja del mundo, obtuvo su primer lote de semillas de soja directamente del entonces conflictivo noreste de China (entonces conocido como Manchuria) en la década de 1930.

China también inventó los métodos para transformar la soja en diferentes variedades de tofu y se han hecho esfuerzos para introducirlo fuera de Asia Oriental. En la década de 1900, Li Shizeng, educador y uno de los primeros miembros del Partido Nacionalista Chino, registró en Francia patentes para la elaboración de tofu, un proceso similar al del queso y el yogur, y abrió una fábrica de tofu en París, que apoyó a estudiantes chinos, algunos de los cuales se convertirían más tarde en prominentes revolucionarios, para que sirviera de prototipo de una industria que creía que podría ayudar a China a satisfacer sus necesidades dietéticas.

En 1917, una doctora china llamada Yamei Kin fue enviada por el Departamento de Agricultura de EE.UU. a su país natal para investigar la soja como fuente de proteínas para alimentar a los soldados estadounidenses durante la Primera Guerra Mundial. Como célebre dietista de su época, la doctora Kin presentó la soja como una alternativa saludable y “nutritiva a la carne, cuya producción requería menos recursos naturales”.

La historia de la soja se desarrolló en China durante el periodo de “Reforma y Apertura” a partir de 1978, cuando el sector del forraje fue respaldado por el gobierno como una industria clave para la transición del consumo chino hacia una dieta más rica en proteínas, incluyendo la carne, las aves y la leche, utilizando la soja como proteína para la alimentación animal y aumentando la demanda de forma exponencial.

En la actualidad, como mayor importador y consumidor de soja a nivel mundial, casi el 85% del consumo de soja de China se vincula a la alimentación animal, principalmente importada de Brasil, Estados Unidos y Argentina. No obstante, China sigue siendo el cuarto productor mundial, que proporciona soja sin Organismos Genéticamente Modificados (OGM) para el consumo humano directo.

El mundo se preocupa en gran medida por las implicaciones de las importaciones de soja de China, pasando por alto su producción nacional. Sin embargo, estas dos caras de la historia de la soja están interrelacionadas. Con el desarrollo sostenible y de alta calidad como tema central del 14º Plan Quinquenal de China, el país asiático hace hincapié en la interconexión entre el bienestar de las personas y la protección del medio ambiente. Dado que la seguridad y la garantía de calidad se están transformando en la norma empresarial en China y en un requisito básico para los consumidores, la sostenibilidad y la “ecologización” de productos básicos blandos como la soja se están convirtiendo en los siguientes pasos para el gobierno y las empresas. Esto tiene implicaciones tanto para la soja como alimento cultivado en el país como para el forraje importado.

Enverdecimiento de la producción nacional de soja en China

Hasta 2017, la región del noreste de China experimentó un descenso constante de la superficie total de siembra de soja, ya que los agricultores carecían de incentivos para cultivarla cuando podían obtener un mejor precio y subvenciones para cultivar maíz. Al mismo tiempo, se enfrentaron a rendimientos más bajos en comparación con otros países productores como Brasil y Estados Unidos.

Aunque los retos de la sostenibilidad en la producción de soja en China tienen su origen en la viabilidad económica para los agricultores, la provincia de Heilongjiang ya considera que su producción es “verde” y está libre de riesgos de deforestación. La región sigue suministrando soja para satisfacer la demanda de las enormes variedades de tofu, leche de soja y salsa de soja de China, productos de consumo diario en todo el país, comparables a la leche y el queso que se consumen en Europa.

Basándose en las preferencias y percepciones de los consumidores, China ha mantenido una estricta política de ausencia de OGM para los productos destinados al consumo humano directo, y la provincia de Heilongjiang es una región de plantación de soja libre de OGM. La provincia también exige a las empresas que se dedican a la trituración de soja nacional e importada que garanticen las prácticas de segregación de la soja libre de OGM para asegurar que no se mezclen.

Vista aérea de plantaciones de soja en la sabana del Cerrado de Brasil
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Esto ha llevado a la industria a adoptar sus propios sistemas de trazabilidad. El sistema que se puso en marcha para garantizar una soja sin OGM ha sentado las bases para la nueva tendencia de ecologización del sector. Jiusan Group, una gran empresa de cultivo, procesamiento y comercio de soja, lanzó su sistema de trazabilidad verde ya en 2018. La iniciativa se actualizó este año con la utilización de las normas de certificación ecológica y verde de China en un esfuerzo por ofrecer a los consumidores una garantía de salud y calidad. Sin embargo, los detalles de la iniciativa siguen siendo vagos y limitados.

Con el estímulo del gobierno, las industrias chinas recurren cada vez más a las normas internacionales como una importante herramienta de referencia para garantizar la calidad, la seguridad y los productos ecológicos, al tiempo que permiten a las empresas vender sus productos a un precio más elevado. Las principales marcas de aceite de soja de China se han ganado la reputación de ofrecer soja verde, sana y segura, sobre todo procedente de la región del noreste del país.

En 2014, la empresa estatal Sinograin North Agriculture Company fue pionera en aplicar por primera vez una norma internacional sobre la soja en China, certificando sus 24.000 hectáreas de soja con los criterios de la Mesa Redonda para la Soja Responsable (RTRS), reconocidos internacionalmente. Con el apoyo de la Asociación de la Industria de la Soja de China y de la organización Solidaridad Network, con sede en los Países Bajos, fue el primer compromiso social de este tipo de una empresa china, a pesar de la falta de demanda en el mercado de soja producida de forma responsable.

Aunque la certificación RTRS garantiza la responsabilidad medioambiental y social, incluida la deforestación y conversión cero, el beneficio directo para Sinograin fue la adhesión a las Buenas Prácticas Agrícolas para reducir el uso de fertilizantes y productos químicos, mejorar la gestión de la soja y la rotación de cultivos, y mejorar el sistema general de gestión de la producción, lo que proporcionó más garantías para lograr mayores rendimientos. Esto atrajo el interés de los agricultores vecinos, que se unieron a la formación de certificación RTRS de Sinograin. Sinograin también vende los créditos de la soja certificada por la RTRS a compradores europeos y los granos físicos se venden a las principales marcas chinas de tofu.

Esta cooperación entre Sinograin North y la RTRS es simbólica para los productores de soja de todo el mundo, ya que este esfuerzo conjunto contribuye a aumentar la reputación de la afamada soja de Heilongjiang. Ahora, la soja certificada por la RTRS en China está ganando tracción e interés por parte de otras empresas y partes interesadas. La soja de Heilongjiang está siendo solicitada no sólo por empresas nacionales, sino también en Europa, Japón y Corea del Sur, aunque en pequeños volúmenes, con el aumento de la demanda de proteínas vegetales para el consumo humano directo.

Las proteínas de origen vegetal impulsan la soja nacional

Aunque la soja se ha ocultado y se ha usado para alimentar el creciente consumo de proteína animal en todo el mundo, ahora está volviendo a ser la proteína vegetal buscada por los humanos que supo ser. Esto también es cierto para China, entre sus generaciones más jóvenes en particular, que eligen comer menos carne por razones de salud, y también se preocupan por la protección de los animales y el medio ambiente.

Tanto las multinacionales cárnicas como las empresas chinas de nueva creación y los inversores son optimistas respecto a la creciente industria vegetal en China. En junio de 2020, Cargill lanzó su marca vegetal “PlantEver“, que vende nuggets vegetales en los Kentucky Fried Chicken (KFC) de toda China y a través de su sitio de comercio electrónico. En el envase, el eslogan de PlantEver destaca “la protección del medio ambiente y el bienestar animal”. No es de extrañar que las marcas de productos vegetales en China utilicen la soja procedente de la región del noreste del país como principal ingrediente proteico. El precio de los productos vegetales es similar al de los productos cárnicos, si no más caro, lo que aumenta el valor de estos productos de proteína vegetal a base de soja.

Aunque es poco probable que esta tendencia reduzca drásticamente el consumo de carne en China, la industria de productos vegetales está creciendo con el cambio de preferencias de los consumidores. Además de los beneficios medioambientales de la industria alimentaria de origen vegetal, la preferencia de las marcas y empresas por el abastecimiento regional crea nuevas oportunidades para comercializar la soja nacional de China como una marca solicitada.

Los consumidores de la UE y Estados Unidos también exigen cada vez más proteínas vegetales de soja sin OGM y sin deforestación en su cadena. No es nada nuevo ver que los compradores europeos asocian la ausencia de OGM y la ausencia de deforestación como requisitos para el abastecimiento de soja, basándose en las preferencias de los consumidores y en la preocupación por el medio ambiente y la deforestación que comparten los gobiernos. Europa está recurriendo tanto al abastecimiento regional como a otras regiones para cumplir estos requisitos, y suele estar dispuesta a pagar un precio superior.

Por lo tanto, al igual que el té Pu’er se ha forjado una reputación de alto valor que hace que los consumidores estén dispuestos a pagar más, la soja de Heilongjiang tiene ahora la oportunidad de desarrollar una reputación similar en las proteínas de origen vegetal, incluido el tofu. Para ello es necesario llevar a cabo acciones de sostenibilidad transparentes y rastreables y una clara diferenciación en el mercado que demuestre su alta calidad y sostenibilidad mediante el reconocimiento de la marca y el etiquetado ecológico.

La sostenibilidad puede ser la nueva tendencia en las importaciones de soja de China

La otra identidad de la soja es la de ser un producto comercializado internacionalmente. China sigue dependiendo de las importaciones de soja para satisfacer la creciente demanda de forraje. El sector de la ganadería, en particular el porcino, el avícola y el de la acuicultura, es el que impulsa la demanda, por lo que estas industrias también se esfuerzan por ecologizar sus cadenas de suministro.

China seguirá dependiendo de las importaciones de soja, pero exigirá garantías de su alta calidad y sostenibilidad. Los gobiernos y las instituciones financieras reconocen que la deforestación y la pérdida de hábitat son los mayores riesgos de la industria de la soja. COFCO International, la rama comercial del Grupo COFCO, se comprometió el año pasado a lograr la plena trazabilidad de sus proveedores directos de soja en Brasil para 2023. En 2017, la Asociación de la Carne de China y el WWF, junto con más de 60 empresas firmantes, lanzaron la Declaración de Carne Sostenible de China, en la que se pedían acciones concertadas para promover la producción, el comercio y el consumo sostenibles de carne.

Más recientemente, la empresa avícola Sunner Group ha anunciado su compromiso de lograr la deforestación cero en su cadena de suministro de soja, y ha colaborado con el sistema de divulgación sin ánimo de lucro CDP en la elaboración de un plan para alcanzar este objetivo. La gran pregunta sigue siendo: ¿está el resto del mundo preparado para la creciente demanda china de soja sostenible?

En respuesta al creciente énfasis de China en la sostenibilidad, la Asociación de la Soja de EE.UU., que representa al segundo país productor de soja a nivel mundial después de Brasil, ha promovido activamente su propio esquema de producción de soja sostenible, el Protocolo de Garantía de Sostenibilidad de la Soja (SSAP), en China. Como esquema nacional de sostenibilidad, el SSAP garantiza la responsabilidad social y medioambiental, incluida la protección de la biodiversidad y la deforestación cero, pero también las buenas condiciones laborales. El programa proporciona un certificado verificado por el SSAP de forma gratuita a los compradores chinos.

En 2020, la granja de productos especiales de acuicultura Liyang Chen Qiang, en la provincia de Jiangsu, se convirtió en la primera granja de bagre amarillo en recibir con éxito la certificación. La empresa utiliza forraje producido únicamente con productos de soja verificados por la SSAP. Esto constituye un buen ejemplo de cómo los productores de soja aplican la sostenibilidad y la comercialización en China en toda la cadena de suministro. Al mismo tiempo, los compradores chinos de soja pueden diferenciar la soja estadounidense con la garantía de que está libre de deforestación.

Es posible que el mundo siga viendo la soja como un simple “producto básico”. Sin embargo, la historia y el origen de la producción de soja y la recuperación de su reputación como proteína saludable y nutritiva han permitido a Heilongjiang diferenciar su producto y que sea cada vez más codiciado. Mientras la industria de la soja sigue evolucionando rápidamente y dando forma a su doble identidad, ambas partes de la historia demuestran un mayor énfasis en el bienestar humano junto con la protección del medio ambiente para contribuir a los objetivos de China de alcanzar la neutralidad del carbono y la civilización ecológica.

Las tendencias en China tienen, sin duda, un impacto global, creando nuevas y mayores oportunidades de valor añadido para los productores de soja de todo el mundo. En la compleja y fragmentada cadena mundial de suministro de soja, los países productores tendrán ventaja cuando puedan diferenciar la soja por su origen y garantizar que es segura y sostenible. Proporcionar mecanismos de mercado eficaces, como el uso de normas internacionales y el etiquetado ecológico, aportará valor añadido y establecerá el vínculo entre los productores y los mercados clave, como China.