“Regeneración” es una palabra de moda en el sector agrícola y más allá. Es el tema de un documental de Netflix, Kiss the Ground, que se centra en la previsión de la ONU de que sólo nos quedan 60 años de agricultura a menos que recuperemos nuestro suelo degradado. Y es el centro de una popular charla TED de Allan Savory, un agricultor de Zimbabue, que ha recibido más de 7,8 millones de visitas.
Sin embargo, no existe una definición consensuada de “agricultura regenerativa”. De hecho, en un estudio sobre el uso del término en artículos académicos se descubrió que la mitad de los trabajos revisados no ofrecían una definición. Pero, en resumen, la agricultura regenerativa abarca un conjunto de prácticas agrícolas y de pastoreo que, entre otros beneficios, pueden ayudar a afrontar el cambio climático al restaurar la biodiversidad del suelo degradado y reconstruir la materia orgánica del suelo.
A nivel mundial, la agricultura industrial es uno de los principales impulsores del cambio en el uso de la tierra -especialmente en zonas de gran biodiversidad como la cuenca del Amazonas- y sus prácticas intensivas aumentan la degradación de la tierra, ya que alrededor de un tercio del suelo mundial se considera entre moderadamente y altamente degradado. La producción de alimentos también está asociada al 37% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Los agricultores regenerativos suelen alterar el suelo lo menos posible. Renuncian a la labranza -el volteo y la preparación del suelo- porque altera la compleja red de biodiversidad de la tierra, y también evitan el uso de grandes dosis de pesticidas. Buscan una diversidad de cultivos, en lugar de monocultivos, y creen que los animales de pastoreo son vitales para mejorar la salud del suelo.
El interés por la agricultura regenerativa se extiende a diferentes sectores, desde el público al privado, pasando por las ONGs. El Instituto Savory, creado por Allan Savory, trabaja para difundir el conocimiento de sus prácticas y promover su adopción, con sucursales en toda América Latina. Incluso hay programas de certificación ofrecidos por el Instituto Savory y la Alianza Orgánica Regenerativa.
15
mil millones de hectáreas de cultivan en la actualidad en todo el mundo con agricultura regenerativa, según el Instituto Savory
También ha aumentado el reconocimiento al más alto nivel de los beneficios potenciales de la regeneración. En su reciente Informe Especial sobre el Cambio Climático y la Tierra, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU describió la agricultura regenerativa como una “práctica de gestión sostenible de la tierra” centrada en las funciones ecológicas que “puede ser eficaz para aumentar la resiliencia de los agroecosistemas”.
¿Cómo funciona la agricultura regenerativa?
La agricultura regenerativa es un método de cultivo que “mejora los recursos que utiliza, en lugar de destruirlos o agotarlos”, según el Instituto Rodale, una de las organizaciones que defienden este enfoque. Se hace mucho hincapié en la visión holística del agroecosistema, y se emplean diversas técnicas.
En la agricultura convencional, a menudo se excava el suelo y se deja desnudo después de la cosecha. La labranza y el arado erosionan el suelo, privándolo de sus nutrientes y liberando grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2). Al adoptar prácticas de labranza cero, los agricultores pueden reducir la alteración física del suelo, manteniendo su estructura general y evitando también la erosión.
Los sistemas regenerativos también aumentan la fertilidad del suelo mediante la plantación de cultivos de cobertura entre temporadas (como el trigo), el empleo de rotaciones de cultivos y la aplicación de compost y estiércol animal, lo que restaura el microbioma del suelo para promover los nutrientes. Los fertilizantes sintéticos utilizados en la agricultura convencional han creado desequilibrios en la estructura y función de estas comunidades microbianas del suelo.
Además, está el papel del ganado. La forma en que tradicionalmente hemos utilizado las vacas en las granjas no es regenerativa: los animales mantenidos en un solo campo durante un largo periodo de tiempo probablemente pastarán en exceso, dejando finalmente el suelo desnudo y compactado. En cambio, un enfoque regenerativo se centra en mover a los animales por la tierra para imitar los patrones de pastoreo tradicionales, dejando a los animales libres para vagar por espacios mucho más grandes antes de que pueda producirse el sobrepastoreo.
Esta técnica, conocida como pastoreo adaptativo en múltiples parcelas (AMP), utiliza altas densidades de ganado durante cortos periodos de tiempo en un área determinada, antes de rotar los animales a un recinto diferente y repetir el proceso. De este modo, cada parcela dispone de un periodo prolongado sin pastoreo, con el fin de inducir un crecimiento acelerado de la hierba.
Además, las vacas rompen el suelo al mover sus pezuñas, creando un manto natural que puede ayudar a retener la humedad en el suelo. El enfoque AMP también ayuda a que estos movimientos no causen una perturbación excesiva al permitir que el suelo descanse. Además, el excremento del ganado aporta nutrientes al suelo, lo que aumenta su salud.
El argumento climático
Un suelo más sano significa que se extrae, o se secuestra, más CO2 del aire, lo que significa una buena noticia respecto a la crisis climática. El suelo -o al menos un suelo sano- contiene un gran número de microorganismos diversos, que trabajan en intercambio con las plantas que crecen en la tierra. Las plantas absorben carbono mediante la fotosíntesis, que utilizan para crecer, y el exceso de carbono se transporta al suelo, donde se convierte en materia orgánica.
Project Drawdown, una ONG climática que explora y promueve soluciones al cambio climático, sostiene que “la agricultura regenerativa mejora y mantiene la salud del suelo al restaurar su contenido de carbono, lo que a su vez mejora la productividad, justo lo contrario a lo que hace la agricultura convencional”. Calculan que los métodos regenerativos podrían secuestrar entre 14,5 y 22 gigatoneladas de CO2 para 2050.
Sin embargo, las estimaciones de la cantidad de CO2 que podría capturarse realmente mediante el secuestro de carbono en el suelo varían según los expertos. El Instituto de Recursos Mundiales (WRI) afirma que la viabilidad de ampliar la agricultura regenerativa a grandes áreas para aumentar la mitigación del cambio climático aún no está clara, debido a los limitados conocimientos científicos.
En su lugar, proponen un conjunto de 22 soluciones para que la agricultura haga frente a sus emisiones, clasificadas y centradas en un “menú de cinco platos”: reducir el crecimiento de la demanda de productos agrícolas; aumentar la producción de alimentos sin ampliar las tierras agrícolas; proteger y restaurar los ecosistemas; aumentar el suministro de pescado; y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la producción agrícola.
Otros beneficios medioambientales
Numerosos factores pueden afectar directa o indirectamente a la calidad nutricional de los cultivos y a su seguridad, como los factores del suelo -incluidos los nutrientes y la materia orgánica disponibles-, el clima, el almacenamiento posterior a la cosecha, el uso de fertilizantes y otras prácticas de gestión. Para sus defensores, la agricultura regenerativa puede conducir a cultivos más sanos y más nutritivos.
Los productores de Estados Unidos que identifican sus prácticas como “regenerativas” han demostrado tener una mayor densidad de nutrientes en sus productos en comparación con los que no lo hacen, según un estudio sobre los cultivos de trigo y avena realizado por la organización de salud ambiental Bionutrient Institute. Sin embargo, los investigadores creen que hay muy pocos datos disponibles para confirmar que la agricultura regenerativa aumenta la calidad nutricional de los alimentos.
La agricultura regenerativa mejora los recursos que utiliza, en lugar de destruirlos o agotarlos
La regeneración también puede reducir la necesidad de insumos químicos, ahorrando dinero a los agricultores. Un estudio de la Fundación Ecdysis descubrió que el rendimiento de los cultivos disminuyó en la agricultura regenerativa en un 29%. Pero esa cifra no lo dice todo, ya que esas explotaciones también tuvieron un aumento del 78% en la productividad gracias a la reducción de los costos de los insumos y a las mayores extra primas por sus cultivos.
Esto se debe en parte al creciente número de certificaciones para los agricultores regenerativos. La lista incluye: la Certificación Orgánica Regenerativa, que evalúa la salud del suelo, el bienestar de los animales y la justicia social; la Iniciativa del Carbono del Suelo, que mide los resultados del carbono del suelo; y la Verificación de Resultados Ecológicos del Instituto Savory.
El Instituto Savory sostiene que en la actualidad se cultivan más de 15 millones de hectáreas en todo el mundo con agricultura regenerativa, lo que no es mucho si se tiene en cuenta que la superficie agrícola mundial es de aproximadamente cinco mil millones de hectáreas. Aun así, tanto ellos como otros defensores tienen la esperanza de que el movimiento de la agricultura regenerativa se expanda, ya que la organización está presente en 50 países con sedes locales.