La reciente Conferencia de la ONU sobre el Agua fue la primera en casi 50 años. Celebrada en Nueva York entre el 22 y 24 de marzo, y copatrocinada por Tayikistán y Países Bajos, puso de relieve los retos hídricos a los que se enfrenta cada rincón del planeta. El evento concluyó con la adopción de la Agenda de Acción para el Agua, un plan de acción en el que se esbozan compromisos para proteger los recursos hídricos y buscar un futuro seguro para el agua.
Para América Latina, una región que en los últimos años ha sufrido algunas de las sequías más largas del mundo, grandes incendios forestales y olas de calor sin precedentes, además de los conflictos ambientales, no podría haber llegado en un momento más oportuno.
La acción transfronteriza y la integración regional se consideran cada vez más una necesidad para hacer frente a los retos medioambientales, como la sequía y la crisis climática. Y tal vez sean pocas las instituciones que enfrenten dichas cuestiones transfronterizas del agua como Itaipú Binacional, la empresa que explota la tercera central hidroeléctrica más grande del mundo, la represa de Itaipú, de 14.000 megavatios, situada en el río Paraná, en la frontera entre Brasil y Paraguay.
En la Conferencia de la ONU sobre el Agua, Diálogo Chino habló con María Gwynn, abogada paraguaya experta en el uso internacional de recursos compartidos, además de miembro del consejo de administración de Itaipú. Gwynn habló sobre la importancia de la conferencia, la crisis hídrica que afecta a América Latina y explicó por qué la cooperación es tan importante para la región.
Diálogo Chino: Su trabajo se ha centrado en la cooperación transfronteriza en América Latina y en Itaipú. Háblenos de los retos en estas áreas y de lo que se ha intentado conseguir en la Conferencia de la ONU sobre el Agua.
Maria Gwynn: Me sentí honrada de haber sido invitada por las Naciones Unidas como ponente principal para uno de los principales diálogos de la conferencia sobre la cooperación en materia de aguas transfronterizas. Se me brindó una gran oportunidad, como única latinoamericana en la mesa, de compartir pensamientos y una visión desde la región en un foro global.
Gran parte del desafío en América Latina se refiere a la cuestión de la “soberanía”. Algunos ven la integración como meramente opcional. Paraguay y Venezuela son los dos únicos países de la región que han firmado la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho de los usos de los cursos de agua internacionales para fines distintos de la navegación, de 1997. Ninguno la ha ratificado hasta ahora, pero la importancia de la cooperación internacional para gestionar recursos naturales compartidos y evitar conflictos fue evidente en la peor crisis hídrica de la región, entre 2020 y 2021.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Paraguay planteó la posibilidad de coordinar los usos de las aguas de la represa [de Itaipú]: Paraguay necesitaba agua en los ríos para navegar, pero también existía la preocupación de que los bajos niveles de agua interfirieran con la generación de energía. Al mismo tiempo, Argentina necesitaba el río para el consumo de agua. Los tres países del Paraná [Argentina, Brasil y Paraguay] tenían diferentes usos del río para satisfacer sus demandas.
Durante esta crisis del agua de 2020-21, ¿cómo se resolvieron las diferentes demandas entre los tres países? ¿Quién se sentó a la mesa?
Se constituyó una reunión intergubernamental ad hoc en la que participaron los tres gobiernos: Brasil y Paraguay, que usan la central de Itaipú, y también Argentina, que tiene un tratado aparte por estar en la parte baja del río Paraná. La reunión también incluyó a otras partes interesadas que dependen del río, como empresas y comunidades locales, en un proceso institucionalizado. Concluyó con un informe técnico que permitió calcular y medir las necesidades de cada sector. De ahí surgieron las llamadas “ventanas de agua”, una operación para que la represa abriera sus compuertas en función de esta evaluación de necesidades. Al prolongarse la crisis hídrica, este método — basado en las disposiciones de la Convención de la ONU sobre el “uso equitativo y razonable” — permitió gestionar las posibles tensiones sociales en el río.
Ante la persistencia de esos retos, ¿cree que esta cooperación continuará, o incluso se intensificará, o se trata de un caso aislado?
A medida que se agrava la crisis climática, queremos asegurarnos de que no volveremos a estar en esa situación. Una forma es aumentar la capacidad de energía renovable, a través de paneles solares, además de construir o comprar unidades de almacenamiento de energía para complementar la producción en momentos de crisis hídrica. El consejo de administración de Itaipú también ha recomendado que, en los momentos de exceso de agua, debemos aprovecharla, por ejemplo, utilizándola para producir hidrógeno verde. Cuando los presidentes de Brasil y Paraguay se reunieron recientemente en Itaipú, ésta fue una de las cosas que [el presidente brasileño] Lula destacó.
¿No es esto una contradicción? Las grandes hidroeléctricas suelen desplazar a las poblaciones locales y tienen un historial negativo con relción a las comunidades indígenas.
Es difícil imaginar la creación de una estructura tan grande en el mundo actual. La construcción de Itaipú comenzó hace 49 años, y la mayor parte de la población y el desarrollo de la región se trasladaron después de su construcción.
Tenemos la misión de estudiar la sostenibilidad en la región, y nos centramos en la sostenibilidad socioambiental. Colaboramos estrechamente con las comunidades indígenas en acciones y actividades medioambientales de gran repercusión, como [los programas centrados en] evitar la deforestación.
Una de las principales necesidades de las comunidades indígenas es la sostenibilidad financiera. Pero si su única opción es alquilar sus tierras para la agricultura o la producción de soja, por supuesto que habrá deforestación. Un compromiso real requiere una visión que aborde estas necesidades de forma que se refuerce la conservación. Esta reforestación [llevada a cabo en los planes apoyados por Itaipú] se basa en la experiencia de las comunidades indígenas, ayuda a restaurar la flora nativa y a recuperar la biodiversidad.
También hemos ayudado a las mujeres de estas comunidades a exhibir y comercializar sus artesanías a través de exposiciones, ampliando la apreciación de sus productos culturales y permitiéndoles obtener más beneficios económicos. El año pasado, uno de los programas de Itaipú — Guaraní Sostenible — ganó el Premio ODS, concedido por la comisión responsable por el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en Paraguay, por el trabajo de Itaipú con las comunidades indígenas.
La entrevistada deja constancia que todos los puntos de vista aquí expresados reflejan opiniones personales; no constituyen una posición oficial ni compromisos en nombre de Itaipú Binacional.