Bolivia sufre la peor sequía de los últimos 25 años. Tanto es así que el presidente Evo Morales decretó el estado de emergencia y determinó el racionamiento del agua en todo el país. «La culpa es del cambio climático», dijo Morales, y advirtió: «y va a empeorar». Los especialistas dicen que, en parte, el presidente boliviano tiene razón. La Organización Meteorológica Mundial (OMM), dependiente de las Naciones Unidas, afirma que el 2016 será el año más caluroso de la historia. El fenómeno climático El Niño fue intenso en el primer semestre de este año y, aunque ya se haya disipado, «el cambio climático ocasionado por gases de efecto invernadero no van a pasar», como ya había alertado Petteri Taalas, secretario general de la OMM.
«Bolivia es uno de los países más afectados por el fenómeno El Niño. Se trata de una de las peores sequías en muchos años. Los reservorios de agua están muy bajos: alcanzan niveles del 5 y 1%. Es una situación crítica. No ha llovido y no hay previsiones de lluvia», advirtió el profesor José Marengo, miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) en una entrevista concedida a Diálogo Chino.
Para atender a la población de La Paz, ciudad capital del país, que posee una población de aproximadamente 400 mil habitantes, el presidente ordenó que se perforaran 60 cisternas y la instalación de tanques con una capacidad de 10 mil litros de agua cada uno. El problema reside en que habitantes de la ciudad vecina El Alto, que posee una población de cerca de 850 personas, la mayoría de los cuales de bajos ingresos, bajaron a la capital en busca de agua y para protestar contra el gobierno.
«En cinco años El Alto, que no tiene ningún tipo de infraestructura para proveer agua potable, tendrá un millón de habitantes. Como el agua no viene de arriba, la gente toma el agua abajo. Realizan excavaciones de hasta 300 metros de profundidad para obtener agua. Hacen cisternas. Pero el agua también se termina, y eso fue lo que sucedió en Siria. Hace aproximadamente 20 años, el gobierno no se preocupó, entonces la gente se fue hacia Damasco, Alepo, pero el gobierno tampoco estaba preparado para que eso sucediera. Fue así que la crisis comenzó en Siria. La crisis social está muy relacionada con la falta de agua», alertó el economista Pedro Morazán, del Institut Südwind de Alemania en entrevista con Diálogo Chino.
Cuando Morazán dice «de arriba», se refiere a las aguas que bajan de la Cordillera de los Andes, que antes estaban llenas de nieve y ahora poseen cada vez menos debido al derretimiento que ocasionaron las altas temperaturas provocadas por el calentamiento global. Según afirmó a Diálogo Chino Jorge Molina Carpio, del Instituto de Hidráulica e Hidrología de la Universidad Mayor de San Andrés, de Bolivia, aproximadamente un 15% del abastecimiento de La Paz y de El Alto provienen de los glaciares. «El agua que viene de la neveras va hacia los ríos. El derretimiento de la nieve de los Andes es real y contribuye para que falte agua en los ríos», afirmó Marengo, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE en su sigla en portugués).
Los tres especialistas recuerdan que parte de la culpa de la crisis de Bolivia es del propio gobierno, que no tomó ninguna medida para evitar, por ejemplo, la pérdida de agua que se da a través de las tuberías, que llega a un 40%, mientras que en países desarrollados es del 5%. «No se aprendió del pasado. No es la primera vez que Bolivia sufre debido a la sequía», recuerda Marengo, miembro del Centro Nacional de Monitoreo y Alerta de Desastres Naturales (CEMADEN). Todo el mundo dice que despedir funcionarios, como hizo Morales, no sirve de nada, pero que el gobierno también podría haber previsto que aumentaría el número de personas que utilizan agua potable, como está sucediendo en El Alto.
Otro problema relacionado con la falta de agua en Bolivia que señalan tanto Morazán como Marengo es que la población no está acostumbrada a ahorrar agua. «El comportamiento de la gente agrava la crisis. Los latinoamericanos están acostumbrados a tener agua en abundancia. No se comportan igual que, por ejemplo, los habitantes de Mali, donde el agua es tratada como un recurso escaso y finito. América Latina no sufría falta de agua», recordó Morazán, investigador sénior de países latinoamericanos y miembros de los BRICS. «Debemos cambiar el comportamiento de las personas. La población aumenta, la temperatura también aumenta y el volumen de agua disminuye», coincidió Marengo.
Otros dos puntos fueron señalados como culpables por la grave crisis hídrica que atraviesa Bolivia: la contaminación de las reservas hídricas y el modelo hídrico de generación de energía. «Bolivia y Perú apostaron a un modelo de desarrollo extractivista y están contaminando los ríos en busca de recursos naturales, tal como lo viene haciendo China», señaló Morazán. «Ahora hay que cambiar todo. El modelo de desarrollo y la energía que se va a utilizar. Necesitamos instalar fuentes de energía renovables, alternativas, eólicas, fotovoltaicas, solares e inclusive hídricas en comunidades pequeñas», recomendó el economista.
Según datos oficiales del Vice-ministerio de Defensa Social, la sequía afectó 290 mil hectáreas de tierras productivas, 360 mil cabezas de ganado y a ocho de los nueve estados bolivianos. El gobierno liberó la importación de maíz para alimentar aves con el objetivo de tratar de evitar que falte alimento para la población, que ya está desesperada debido a la falta de agua.