El tiempo se está terminando rápidamente para transformar la forma en la cual producimos y consumimos alimentos si queremos proteger nuestra salud y el medio ambiente, según Tim Benton, investigador visitante del instituto de investigación de políticas, Chatham House.
Cuando restan 12 años para actuar y evitar un cambio climático catastrófico, el organismo de las Naciones Unidas responsable de los sectores de la alimentación y la agricultura, que contribuyen a un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, se reúne en Roma para nombrar un nuevo director general responsable de dirigir la política alimentaria global.
La conferencia, de una semana de duración, comienza el sábado y exhibe dos visiones divergentes: el choque entre la gran agricultura industrial y la producción y el consumo local en pequeña escala.
“Los sistemas alimentarios del mundo se encuentran en una encrucijada”, dijo Benton, y añadió que, sin cambios drásticos en el sistema actual, basado en la producción masiva de granos para alimentos almidonados, ricos en calorías, pero de bajo costo, seguiremos destruyendo el planeta y destruyendo a las personas.
1945
el año que la FAO fue establecida como parte de la arquitectura luego de la guerra para cooperación internacional
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que actualmente cuenta con la participación de 192 países, fue establecida por 42 estados miembros en Quebec en 1945 con el fin de garantizar “la libertad de la humanidad contra el hambre”, de acuerdo con su constitución.
Hoy en día, mitigar los impactos climáticos de la producción de alimentos y adaptar los sistemas a condiciones climáticas impredecibles son los pilares del trabajo de la organización.
Los candidatos establecen el tono
La FAO establece el tono para el debate mundial en torno a los alimentos. El jefe saliente, el brasileño José Graziano da Silva, posicionó la nutrición y la sostenibilidad en el corazón de la visión y es crucial que su sucesor siga su ejemplo, dijo Benton.
Los principales candidatos para liderar la FAO por un período inicial de cuatro años son el experto en papa y el ex viceministro de Agricultura de China, Qu Dongyu, y Catherine Geslain-Lanéelle de Francia.
La guerra comercial involucra a todos y tiene serias consecuencias económicas en el mediano plazo
Geslain también es una experta en seguridad alimentaria y exfuncionaria pública. Ella podría romper con las políticas de la UE que prohíben los cultivos genéticamente modificados y los agroquímicos nocivos.
Georgian Davit Kirvalidze, un ex ministro de agricultura, es el candidato que completa las postulaciones.
Cada país miembro de la ONU puede emitir un voto para elegir la dirección.
El proteccionismo económico y la guerra comercial entre los Estados Unidos y China brindan un escenario desafiante para las organizaciones multilaterales orientadas a la seguridad alimentaria, como la FAO, según Roberto Rodrigues, coordinador del centro de estudios de agronegocios de la Fundación Getulio Vargas, en Brasil.
“La guerra comercial involucra a todos y tiene peligrosas consecuencias económicas a mediano plazo”, dijo.
Política y políticas
Qu comenzó formalmente su carrera política en 2011 al convertirse en vicepresidente de la región autónoma de Ningxia Hui en el centro-norte de China.
Tiene un doctorado en genética y reproducción de la Universidad de Wageningen en Holanda y tiene experiencia en el manejo de un programa de mitigación de la pobreza que combatió el veneno en las papas en Guizhou, la provincia más pobre de China.
Según informes, cuenta con el respaldo de varios países latinoamericanos, especialmente Brasil, a quien China ha recurrido cada vez más para obtener productos agrícolas en medio de las tensiones comerciales con los Estados Unidos.
Rodrigues dijo que esto podría deberse a la cooperación más estrecha entre Brasil y China en la agricultura industrial en los últimos años y al hecho de que poseen economías “complementarias”.
Según Benton, China ha conseguido apoyo en el mundo en desarrollo para la candidatura de Qu, a través de una inversión generalizada bajo la Iniciativa Una Franja Una Ruta.
Benton dijo que Qu es más cauteloso que Geslaine, quien parece más brindar más apoyo, a la visión estadounidense de la gran agricultura y la innovación biotecnológica para aumentar la productividad de los cultivos.
Yolanda Trápaga, economista agrícola de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), afirmó que el gran modelo de agricultura adoptado por los Estados Unidos es fundamentalmente defectuoso desde una perspectiva ambiental y económica.
Es cómo invertir en una fábrica de colchones sin un techo: cuando llueve perdes todo
La naturaleza tiene límites y nuestra búsqueda de alimentos baratos está diezmando los suelos y la biodiversidad de nuestros océanos, donde el problema es aún más grave que en la tierra, dijo.
Sin embargo, la agricultura, que depende de un suelo sano y un ciclo de agua confiable, se trata como cualquier otra rama de la economía.
“La producción industrial es la mayor estafa en términos de energía y en cómo funciona la naturaleza”, dijo Trápaga. Ella apuntó a los insumos necesarios que incluyen los fertilizantes y la maquinaria propulsada con gasolina que puede generar menos energía de los granos que la que aportan.
El capital internacional tampoco puede manejar los altos riesgos de invertir en la agricultura, ya que los cultivos y las ganancias dependen de patrones climáticos impredecibles, dijo.
“Es como invertir en una fábrica de colchones sin techo: cuando llueve, se pierde todo”.
Las granjas familiares, que representan alrededor del 70% de los alimentos del mundo, son a menudo las que asumen la carga. Los subsidios y cuotas destinadas a este sector y a las compañías pesqueras son lo que les permiten sobrevivir, dijo Trápaga.
70%
de los alimentos globales son producidos por granjas familiares
Rodrigues, quien fue ministro de agricultura de Brasil entre el 2003 y el 2006, reconoció los altos riesgos de la actividad agrícola y cuestionó los subsidios que, según dijo, distorsionan el mercado.
“Cuando los países ricos interfieren en el comercio y los precios, los productores de los países en desarrollo, que no tienen subsidios, pierden participación de mercado”, dijo a Diálogo Chino.
En cambio, Rodrigues prefiere los planes de seguro rural que protegen a los productores contra las pérdidas relacionadas al clima. Dijo que, en lugar de políticas agrícolas, éstas se parecen más a las políticas de seguridad alimentaria para las poblaciones urbanas.
Los Estados Unidos, Canadá y Argentina se encuentran entre los países que logran una autosuficiencia de granos de hasta el 120%, según la FAO. Se generan excedentes que a menudo se desperdician pero que les permiten a los productores absorber las pérdidas financieras.
El método de producción industrial adoptado por estos países crea “un círculo vicioso” para el clima, dijo Benton.
Se cultivan pocos cultivos fácilmente transportables, reduciendo los costos para los consumidores. Estos granos también se alimentan de ganado que emite metano, cuya cría impulsa la deforestación, acelera el cambio climático y, a su vez, afecta los rendimientos y la “densidad nutricional”.
De sistemas industriales a sistemas alimentarios de pequeña escala
El resultado de la producción industrial de alimentos es un escenario perverso en el que 820 millones de personas carecen de acceso a alimentos básicos y más de 2 mil millones son obesos debido a una dieta basada en granos procesados y azúcar agregada.
Este fue uno de los principales hallazgos del reciente Informe EAT-Lancet sobre salud, dietas y sistemas alimentarios sostenibles, el cual recomendó que duplicar el consumo actual de nueces, frutas, verduras y legumbres.
Benton dijo que los esfuerzos multilaterales para combatir el hambre históricamente se han centrado en la ingesta de calorías en lugar de la nutrición.
Trápaga advirtió sobre las consecuencias de la mono cultura moderna y la especialización de cultivos, asegurando que las civilizaciones precolombinas disfrutaban de un menú diverso que satisfacía sus necesidades.
Destacó el método de cultivo tradicional mesoamericano, Milpa, que cultiva varios alimentos en un solo lugar. Varios cultivos cubren el área sembrada, eliminando los canales que permiten que el viento erosione el suelo y que las plagas se propaguen.
“Se obtiene un rendimiento más bajo que en un sistema especializado, pero la recompensa es positiva”, dijo Trápaga. “Se crea una barrera natural y se protege contra las plagas. Si atacan el maíz, simplemente continúan, pero si se encuentran con otra cosecha, se detienen “.
Tampoco existe la necesidad de fertilizantes químicos, ya que los cultivos como los frijoles y los garbanzos reponen el suelo de forma natural con nutrientes como el nitrógeno.
Alejandro Guarin, investigador sobre sistemas alimentarios informales en el Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED), dijo que la reunión de la FAO ofrece una oportunidad para centrarse en el apoyo a la producción local a pequeña escala que depende de la familia, en su mayoría mujeres, la mano de obra, y que además proporciona mayores beneficios para los pobres.
Es una década decisiva
Es un sistema que la FAO ha ignorado durante demasiado tiempo, dijo.
“Es necesario trabajar directamente con aquellos que trabajan, y se benefician, del sistema alimentario de los pobres. Deben ser reconocidos como aliados en el desarrollo de un sistema alimentario más justo y sostenible”.
Rodrigues está de acuerdo en que necesitamos alimentos más nutritivos y saludables, pero aseguró que, en una economía globalizada, la producción local solo tiene sentido si es más barata de lo que otros países podrían producir de forma sostenible.
Con la opción de postularse durante dos períodos consecutivos, el próximo jefe de la FAO podría supervisar la organización hasta el 2030, fecha límite para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
“Es una década decisiva”, dijo Benton.