En octubre de 2018, una caravana de más de 7,000 migrantes centroamericanos emprendió un peligroso viaje a pie para tratar de cruzar México y eventualmente llegar a los Estados Unidos.
Alrededor de las tres cuartas partes de las personas que en grandes grupos intentan emigrar desde México a los Estados Unidos proceden de Honduras, según una encuesta realizada por ONU a las personas que llegaron a Tijuana durante el otoño del 2018. En el marco de las personas encuestadas, el 28% había trabajado en la agricultura.
Honduras es el sexto productor mundial de café, pero en los últimos años las malas condiciones climáticas y el deterioro del clima económico han generado que muchos agricultores tuvieran que abandonar sus fincas y huir hacia el norte. Solo en el 2019, el uso de la tierra para la producción de café en Honduras disminuyó un 5%, o 19,000 hectáreas.
Los cafetales en América Central son particularmente vulnerables al cambio climático, ya que las pequeñas variaciones en la temperatura y las precipitaciones pueden tener un impacto significativo en los rendimientos y la rentabilidad.
“Arabica [café] necesita temperaturas frescas de entre 18 y 21C y cantidades muy específicas de lluvia, condiciones que generalmente se encuentran en las tierras altas de zonas tropicales. A medida que aumentan las temperaturas, las áreas donde el café puede crecer se vuelven más limitadas “, según Raina Lang de Conservation International.
Según algunas proyecciones, los cambios en las temperaturas y las precipitaciones podrían conducir a una reducción del 38% al 89% en la tierra disponible para el cultivo de café en América Central para el 2050. La pérdida potencial para Honduras podría ser de hasta el 50%, asegura Lang.
100,000
acres de cultivo de café se perdieron en Colombia entre 2018 y 2019
La situación también es grave en Colombia, donde la imprevisibilidad del clima ha llevado a la quiebra a muchos de los aproximadamente 500,000 pequeños agricultores del país. Entre el 2018 y el 2019, Colombia perdió cerca de 100,000 acres de cultivos de café, un equivalente a más del 4% del total del país, según la Federación Nacional de Cafeteros (Fedecafé).
Frijoles brasileños inundan el mercado
Además del cambio climático, los pequeños productores de café en América Latina enfrentan una difícil situación económica como resultado del exceso de la oferta y los bajos precios internacionales.
En el 2018, Brasil, que representa alrededor de un tercio de la producción y de las exportaciones de café a nivel mundial, alcanzó una producción récord de 62 millones de sacos. Una suba que generó un aumento significativo de la oferta global y condujo a los precios de referencia internacionales a sus niveles más bajos en 13 años. El año pasado, su participación en las exportaciones mundiales de café aumentó del 29% al 32%. La expectativa es que vuelva a subir en el 2020.
La excelente cosecha de Brasil en el 2018 también coincidió con una moneda débil, minando aún más la competitividad de otras regiones.
Precios dramáticamente más bajos se tradujeron en una situación en la cual los agricultores centroamericanos ya no son capaces de cubrir sus costos, estimados en un 30% mayores a los de Brasil ya que sus operaciones son más pequeñas y se focalizan en variedades premium.
Café: Mercado en ascenso en China
En China, el consumo de café ha aumentado a una tasa anual promedio del 16% en la última década, tomando el valor de su mercado en un estimado de US$43 mil millones a partir del 2020.
Luckin Coffee, que en tres años se ha convertido en la cadena de café más grande de China con 4.500 sucursales, superando las 4.300 de Starbucks, es el mejor ejemplo de este crecimiento.
La mayoría de las ubicaciones de Luckin Coffee son similares a las “cocinas en la nube”: espacios abiertos sin asientos que se centran en entregas y recogidas, gracias a su sólida plataforma tecnológica. La compañía cotizó en la bolsa de valores Nasdaq en mayo del 2019, obteniendo una valoración cercana a los US$3 mil millones.
Starbucks, con sede en Seattle, ha tenido su propia historia de notable crecimiento chino, y fue acreditado por muchos por familiarizar a los paladares locales con el café y sentar las bases para el posterior auge. Desde que abrió su primera tienda en Beijing en 1999, Starbucks ha convertido a China en el centro de su estrategia para el crecimiento global. En el 2017, la compañía lanzó el Reserve Roastery Shanghai, por entonces el Starbucks más grande del mundo.
A pesar de su notable crecimiento, China sigue siendo solo una fracción del tamaño de los mercados más maduros.
3.3 millones
de sacos de café se consumen en China por año
Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, el consumo anual de café de China es de 3,3 millones de sacos, lo que solo equivale al 12% de los 27,3 millones de sacos consumidos en los Estados Unidos. Europa es el mercado más grande del mundo y consume 46,2 millones de sacos. Brasil es el tercero con 23.5 millones.
Aunque actualmente China es el noveno mayor importador mundial de café, el país es visto como un destino cada vez más importante para productores como Brasil y Colombia.
Las exportaciones de café de Brasil a China aumentaron más del doble entre el 2015 y el 2019, según Eduardo Heron Dos Santos del Consejo Nacional de Exportadores de Café (Cecafé), en una entrevista para Xinhua. Brasil exportó 177,000 bolsas a China en el 2019.
Dos Santos atribuye este crecimiento a la creciente popularidad del café entre los jóvenes urbanos en China y a la expansión incesante de las cadenas de café como Luckin Coffee y Starbucks.
Mientras tanto, Colombia apunta a un aumento en las exportaciones de café a China de 40,000 sacos a 300,000 sacos en los próximos cuatro años.
Sin embargo, para Honduras, Guatemala y Nicaragua, las esperanzas de convertirse en grandes exportadores a China permanecen distantes mientras estos países mantengan relaciones diplomáticas con Taiwán, lo que hace que el comercio sea significativamente más difícil y costoso.
Una oportunidad para los productores impactados por el cambio climático
Tanto los actores del ámbito privado como los vinculados a los sectores sin fines de lucro han tratado de ayudar a los pequeños productores de café a poder enfrentar los impactos duales del cambio climático y una perspectiva económica desafiante.
Starbucks, que compra alrededor del 3% de la producción mundial de café, y cerca del 40% de las variedades de arábica especializadas cultivadas en América Central, ha realizado pagos directos para apoyar a más de 8,000 agricultores en México, El Salvador, Nicaragua y Guatemala.
Estos pagos están destinados a mitigar el impacto de los bajos precios internacionales y asegurar que los agricultores continúen operando. Además de los pagos directos, Starbucks también realiza programas de capacitación e intercambio de conocimientos para ayudar a los agricultores a adaptarse al clima cambiante.
El ex CEO de Starbucks, Howard Schultz, fue citado por la revista Time diciendo: “No se equivoquen, el cambio climático tendrá un papel más importante en la calidad e integridad del café”.
Keurig Green Mountain, otro importante comprador de café, parte de JAB Holding Company (que también es propietaria de Peet’s Coffee, Caribou Coffee y Krispy Kreme), dirige otro programa para capacitar a los agricultores en El Salvador, Honduras y Nicaragua para hacer frente a la escasez de agua.
Los pequeños agricultores también tienen una mejor oportunidad cuando trabajan juntos, según Catherine Tucker, de la Universidad de Florida, quien ha pasado más de dos décadas investigando a los agricultores de café en Honduras. “Los agricultores que forman parte de una cooperativa más grande pueden adaptarse mejor”, asegura.
Una de esas cooperativas es Café Orgánico Marcala (COMSA), un grupo de 1,200 productores de café orgánico en Honduras. Al capacitar a los agricultores para que produzcan café de alta calidad y comercializar sus credenciales de sostenibilidad, COMSA puede asegurar precios más altos y mejorar el sustento de sus miembros.
Los consumidores también tienen un rol a desempeñar. “Si queremos tener ese café de calidad, necesitamos que la gente lo pague. Porque si no lo hacemos, ese café va a desaparecer “, dice Tucker.
“Ser conscientes de dónde viene nuestro café […] Pensar en los productores que hacen nuestro café y [estar] dispuestos a pagar un poco más para ayudarlos a cubrir sus costos, contribuirá a marcar la diferencia”.