En el principio de enero, funcionarios del Ministerio de Minas y Energía (MME) de Brasil le anunciaron, de manera totalmente inesperada, al diario brasileño O Globo que el país dejaría de construir grandes represas en los ríos del Amazonas. Al igual que muchos de nuestros aliados, celebramos esta noticia y nos sentimos especialmente motivados ante el hecho de que estos funcionarios mencionaran la necesidad de ” tener respeto ante el deseo social de restringir estos proyectos”.
Reconociendo la complejidad en la concesión de licencias y el financiamiento de las mega represas en una era de proyectos controvertidos como el de Belo Monte, estos mismos funcionarios informaron que Brasil buscaría nuevas direcciones para satisfacer sus necesidades energéticas priorizando tanto la energía limpia y renovable como la descentralización.
Desde el punto de vista literal, esta noticia debería leerse como una gran victoria de todos aquellos, incluido Amazon Watch y nuestros aliados de ONG´s indígenas e internacionales, que resistieron y combatieron el desastre causado por las represas amazónicas, en particular aquellas comunidades y organizaciones que encabezaron este reclamo.
Detener de inmediato una poderosa fuerza generadora de represas, es una clara reivindicación de nuestra lucha de décadas en defensa de los bosques amazónicos y de todos aquellos que dependen de estos ecosistemas irremplazables.
Hay varios factores que condujeron a este aparente cambio de política, incluida la privatización de la empresa estatal de energía Electrobras y la evidente corrupción involucrada recientemente en proyectos de instalación de represas en el Amazonas, que perjudicaron profundamente el apoyo público para nuevos proyectos de este tipo.
Además, cuando el secretario ejecutivo de MME, Paulo Pedrosa, menciona a regañadientes el “deseo social”, reconoce que la resistencia al programa de construcción de represas de Brasil complicó profundamente los diseños originales de su ministerio para los ríos del Amazonas, que preveían construir decenas de grandes represas en los próximos años.
En una sorprendente desaparición de la política de MME de ocultar los verdaderos impactos y las consecuencias de estas grandes represas, Pedrosa dijo: “No estamos dispuestos a hacer movimientos que oculten sus costos y sus riesgos”.
En 2010, Amazon Watch se unió a una coalición de aliados, desde las bases hasta sus socios a nivel global, para luchar contra la represa de Belo Monte y sus solicitantes. Nuestros esfuerzos conjuntos tuvieron como objetivo no sólo detener un proyecto emblemático, sino también desafiar un modelo de desarrollo destructivo y alentar a un cambio de paradigma hacia soluciones alternativas realmente limpias.
Aunque al final no logramos tener éxito en la detención de esta catástrofe del río Xingu y sus pueblos, los esfuerzos de nuestra coalición lograron obtener un profundo impacto político y financiero en la industria de las represas, hecho que finalmente contribuyó a que se posponga el proyecto sucesor de la mega represa de Belo Monte, conocido como São Luiz do Tapajós, en el año 2016.
El anuncio del inicio de enero aparentemente amplia esta victoria en toda la Amazonia brasileña mientras que, al mismo tiempo, responde al reclamo del público a la rendición de cuentas y a las alternativas energéticas viables.
Sin embargo, es importante atemperar este triunfo tanto en el contexto histórico como en el actual. Es sabio dudar sobre la credibilidad del gobierno brasileño en estos temas, en especial porque frecuentemente sus acciones contradicen sus declaraciones públicas.
La semana pasada, la Agencia Nacional de Energía (ANEEL) de Brasil aceptó la realización de estudios de viabilidad para la propuesta de la represa Jatoba en el río Tapajós, un proyecto incuestionablemente grande con graves efectos para los ecosistemas de la región y para el bienestar de los indígenas Munduruku.
Mientras tanto, el plan energético del gobierno a diez años cita la finalización de los estudios para las líneas de transmisión de energía de la represa São Luiz do Tapajós, lo que significa que el proyecto regresará a la agenda de desarrollo del país para el 2028.
De hecho, el plan prolonga la lamentable incapacidad del gobierno de reconocer adecuadamente las disputas sobre viabilidad social, ambiental y económica generada por las grandes represas, incluidas las violaciones a los derechos de los pueblos indígenas.
Dichas señales mixtas significan que todos aquellos que trabajan para defender los derechos humanos y la protección de los ríos y bosques de la Amazonía brasileña no deben bajar la guardia.
Es importante señalar que los planificadores de energía brasileños ya no se benefician de los profundos bolsillos del banco de desarrollo estatal, conocido por sus siglas BNDES, que anteriormente brindaba préstamos subsidiados que cubrían hasta el 80% de los presupuestos de las mega presas.
Ahora inmerso en una crisis económica, el gobierno brasileño busca más y más inversiones chinas en proyectos relacionados con la infraestructura, como en el caso de la participación de la Corporación China Three Gorges (CTG) en la presa São Manoel en el río Teles Pires. La participación del 33,3% de la compañía en este proyecto, altamente controvertido, no debe verse en forma aislada, sino como parte de una tendencia creciente de la participación empresarial y financiera china en la trayectoria de desarrollo de Brasil.
China invirtió 8.500 millones de dólares en Brasil en 2017, es su mayor empresa en el país desde el 2010, focalizando en las industrias vinculadas a la energía, la infraestructura y la agricultura. Al infundir el 35% de toda la inversión extranjera que ingresó a Brasil en 2017, las finanzas chinas tienen una influencia significativa y creciente, particularmente en los sectores económicos que son estratégicos para el consumo de productos brasileños en China, como la soja.
A medida que los obstáculos logísticos retrasan y aumentan de forma habitual los costos de las exportaciones de soja de Brasil desde los puertos amazónicos, los planificadores de infraestructuracontemplan realizar corredores de transporte que incluirán represas, vías navegables y ferrocarriles para ser desarrollados en los bosques y ríos de la región.
Con el control de las acciones y las adquisiciones de las principales compañías energéticas brasileñas, los inversores chinos podrían estar posicionándose para crear nuevos proyectos de represas y proyectos asociados de hidrovía. Dado el rol de CTG, mencionado anteriormente, en relación a la represa del río Teles Pires, así como la construcción por parte de la empresa china State Grid de las líneas de transmisión de energía de Belo Monte, hay indicios de que existen más proyectos de este tipo en curso.
Por lo tanto, se debe sopesar la alentadora narrativa de los funcionarios del gobierno brasileño contra la posibilidad de que los inversores chinos presionen por la misma infraestructura que el MME parece estar eliminando gradualmente.
El anuncio realizado en principio de enero debe celebrarse como una victoria tentativa, aunque frágil, que exige un control a medida que Brasil continúa sorteando la inestabilidad política y financiera. Con las elecciones presidenciales programadas para fin de año, una nueva administración podría honrar o abandonar las propuestas de la MME, esta última poniendo una vez más en peligro la futura estabilidad de la Amazonía.
Esta victoria sólo se convertirá en una realidad cuando insistamos en que permanezca. Es algo que les debemos a nuestros socios en el terreno por todo lo que hacen en nuestro nombre para defender este bosque vivificante.
Parte de ese artículo se publicó originalmente en Amazon Watch