Lejos de los cada vez más frecuentes embates políticos provenientes de Brasilia sobre la Amazonía, aproximadamente 3 mil investigadores se reunieron en el congreso forestal más importante del mundo, el IUFRO que tuvo lugar en Curitiba la semana pasada, para debatir sobre métodos para salvar la selva.
Sin panfletos ni carteles, los científicos se empeñaron en encontrar soluciones para resolver el principal desafío que enfrenta la selva tropical más grande del mundo: cómo crear una economía ligada a la protección -y no de la destrucción- ambiental.
Debatir nunca fue tan urgente. El presidente Jair Bolsonaro defiende en forma enfática la explotación de las riquezas de la Amazonia como un camino para el desarrollo.
“El interés por la Amazonía no tiene que ver con los indios, ni con los malditos árboles, tiene que ver con los minerales”, dijo en uno de sus más recientes arrebatos.
Pero, mientras que en el polarizado ambiente político brasileño se hace difícil encontrar soluciones moderadas para la Amazonía, en el congreso los investigadores estaban de acuerdo, aunque en forma restricta, con un camino: el manejo forestal y la bioeconomía son las mejores alternativas de que se dispone para preservar el bioma.
“En esta región, los modelos de desarrollo siempre tenían que ver con la agroindustria y la ganadería extensiva”, afirmó Ana Carolina Vieira, investigadora del Instituto Selva Tropical, con sede en Paraná y defensor del uso sostenible de recursos selváticos tales como la madera, el açaí y las castañas. “Lo que nosotros estamos proponiendo es una economía forestal”.
Huyendo de las polémicas
El tema de la Amazonía no dejó de ocasionar un cierto caos. Meses antes del evento, algunos científicos manifestaron sus reservas con respecto a que el congreso se llevase a cabo, por primera vez en 127 años, en Brasil, justamente en medio de las “quemadas” y del aumento de focos de deforestación.
La Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal (UIFRO) a cargo del congreso tuvo que emitir una circular en la cual afirmaba que “como organización no política se abstiene de hacer comentarios sobre política nacional”.
“Nosotros nos ocupamos de hechos”, nos explicó John Parrotta, próximo presidente de la IUFRO y líder del programa de investigación de la institución en cuestiones científicas internacionales. “Nosotros, como científicos, tenemos la enorme responsabilidad de comunicarle al público todo lo que es importante saber sobre selvas y las soluciones que desarrollamos para su preservación.”
A pesar de que algunos científicos alertaron que el gobierno federal prevé un corte de recursos para investigadores el año que viene, ninguno de los entrevistados quiso posicionarse políticamente sobre los eventos que ocurrieron en la Amazonía recientemente.
Soluciones a la vista
La solución para la Amazonía que más adhesiones cosechó en las sesiones técnicas fue la del manejo forestal, que consiste en el uso sostenible de los recursos de la selva, como, por ejemplo, la madera, el açaí, las castañas y otros productos.
“Para nosotros, manejo significa diseñar un calendario productivo y aprovechar los recursos naturales que tenemos”, dijo Margarida Ribeiro da Silva, líder de la reserva extractivista Verde Pará Siempre, ubicada en el estado de Pará, que vive de la explotación de madera de baja intensidad. La comunidad logró hacer el análisis volumétrico del área para la población tradicional, contra la presión de “grileiros” (personas que emiten títulos de propiedad falsos para adueñarse de tierras) y madereros, y elaboró el primer plan de manejo forestal comunitario de la reserva.
La batalla contra la agricultura y la ganadería extensivas, algunas de las principales causas de la deforestación de la Amazonía, también fue señalada como una de las causas de la urgencia para invertir en el manejo forestal.
“Mientras el producto forestal le siga dando algún rendimiento a la comunidad, la selva seguirá de pie. Caso contrario, se nos van a meter las vacas”, comenta Ana Margarida Euler, investigadora de Embrapa Amapá.
Limitaciones y críticas
Pero también hubo quien le pusiese restricciones al manejo forestal. En una de las sesiones técnicas, los investigadores discutían la resiliencia de las selvas tropicales, como la Amazonía, ante actividades de manejo.
Una de las investigaciones que se hicieron en el bioma arribó a la conclusión de que, si se llevara a cabo un simple manejo forestal maderero de intensidad de baja a media, limitando el retiro a un máximo de 17 m3 de madera por hectárea al año, se puede mantener la biodiversidad de la selva. Sin embargo, este tipo de actividad económica posee un rendimiento mucho menor al de las estrategias destructivas, como, por ejemplo, la minería.
El investigador francés Plinio Sist, por ejemplo, defendió el pago por servicios ambientales como un complemento para el manejo forestal de baja intensidad. “Tenemos que encontrar una manera de pagar por estos servicios. Únicamente con la madera, no va a funcionar. Tenemos que trabajar con toda la cadena de valor de la selva, como, por ejemplo, con la conservación del suelo, la preservación de la biodiversidad y su impacto positivo en el clima”, afirmó.
Otros científicos reconocieron que el manejo maderero podría “atraer predadores”. “Por este motivo, es necesario fortalecer a las comunidades, traer más inversiones”, afirmó Manuel Amaral Neto, uno de los coordinadores del Instituto Internacional de Educación de Brasil en Pará.
La estrategia tiende a funcionar. Según datos suministrados por el Observatorio de Manejo Forestal Comunitario y Familiar, actualmente, solo en el estado de Pará, existen 82 comunidades que poseen planes de manejo, que se aplican en asentamientos rurales, selvas nacionales, unidades de conservación y otros territorios.
Se trata de áreas en las que, según muestran los mapas realizados por el satélite, la cobertura forestal sigue siendo alta, contrariamente a la de otras regiones de la Amazonía. En total, en el estado, más de 260 mil familias son beneficiarias del manejo.
“Tenemos que pensar a mediano y largo plazo, a partir de una matriz de desarrollo que defienda el activo forestal”, afirmó Amaral Neto. “Hace muchos siglos que estas comunidades llevan a cabo un buen manejo de estos recursos”.