Bosques

Opinión: China puede ayudar a la Amazonía a través del comercio de cuero

China debe actuar para evitar convertirse en un "vertedero" de productos vinculados a la deforestación
<p><span style="font-weight: 400;">Ganado en un terreno lindante a uno recientemente deforestado y quemado en Candeias do Jamari, estado de Rondônia, Brasil. La ganadería es responsable del 80% de la deforestación de la Amazonía brasileña (Imagen © Victor Moriyama / Amazônia em Chamas)</span><span style="font-weight: 400;"><br />
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Ganado en un terreno lindante a uno recientemente deforestado y quemado en Candeias do Jamari, estado de Rondônia, Brasil. La ganadería es responsable del 80% de la deforestación de la Amazonía brasileña (Imagen © Victor Moriyama / Amazônia em Chamas)

La deforestación en la Amazonía brasileña alcanzó su nivel más alto en 15 años en 2021, amenazando los esfuerzos mundiales para mitigar el cambio climático y detener la pérdida de biodiversidad. Aparte del propio Brasil, quizás no haya otro país con tantas oportunidades de ayudar a evitar la destrucción de sus bosques como China, su mayor cliente para los dos productos agrícolas que son los principales impulsores de la deforestación: la soja y el ganado. 

En 2021, China fue el destino de cerca del 70% de la soja, el 60% de la carne vacuna congelada y el 30% de las pieles de vaca procesadas exportadas por Brasil, por un valor de más de 30.000 millones de dólares, según datos de UN Comtrade. Esto da a China una oportunidad significativa para ayudar a dar forma a cómo se producen estas materias primas en Brasil.

La ganadería es responsable del 80% de la deforestación de la Amazonía brasileña, y la mayor parte es ilegal según las leyes vigentes que protegen el medioambiente y los derechos de los pueblos indígenas. Pero en los últimos años, el gobierno nacional no ha aplicado ni ha hecho cumplir adecuadamente estas leyes. Además, rara vez se responsabiliza a quienes se benefician de los delitos ambientales. 

También influyen los mercados mundiales que aceptan productos vinculados a la deforestación y los delitos. La Agencia de Investigación Medioambiental (EIA por su sigla en inglés) ha publicado recientemente los resultados de un estudio de varios años que muestra cómo el ganado criado en zonas deforestadas ilegalmente en la Amazonía, incluso dentro de un área protegida, entra en las cadenas de suministro de las mayores empresas de carne y cuero de Brasil. Estas empresas exportan a los principales mercados de consumo, como Estados Unidos, la Unión Europea y China, donde el cuero se utiliza para fabricar una amplia gama de productos, desde zapatos hasta sofás, pasando por asientos de automóviles de marcas emblemáticas como BMW, Ford, General Motors, Toyota y Land Rover.


Trabajadores producen cuero "wet blue" en una curtiembre en Brasil
Producción de pieles "wet blue" en una curtiembre de Brasil. El tono azul del cuero semiacabado procede del cromo, un agente curtiente. Suele comercializarse así antes de su secado, teñido o acabado en otros lugares (Imagen: Agencia de Investigación Medioambiental)


La industria del cuero intenta lavarse las manos de su rol en la deforestación alegando que el cuero es solo un subproducto de la industria ganadera, pero la venta de pieles es importante para la rentabilidad de los mataderos, un sector en el que los márgenes pueden ser limitados. Brasil exporta más del 80% de sus pieles, y la industria automovilística mundial es uno de los mayores usuarios finales. 

La investigación de la EIA demostró cómo las deficiencias sistémicas en la supervisión gubernamental y en los sistemas de trazabilidad de las empresas en Brasil permiten el blanqueo de ganado criado en tierras deforestadas ilegalmente en las cadenas de suministro. Nuestros hallazgos se suman a un amplio conjunto de pruebas publicadas por la sociedad civil y el Gobierno en la última década, que han demostrado cómo los compromisos voluntarios de las empresas ganaderas brasileñas para eliminar estos animales de sus cadenas de suministro han resultado lamentablemente insuficientes para frenar la pérdida de bosques.

Brasil y sus socios comerciales deben poner en marcha medidas reguladoras para desvincular sistemáticamente la deforestación de la producción y el comercio agrícolas. En el sector ganadero, los requisitos de trazabilidad deben tener en cuenta el ciclo de vida completo de los animales, desde el nacimiento hasta el sacrificio.

El presidente Lula, recién llegado al cargo, ha asumido ambiciosos compromisos públicos para detener la deforestación y las invasiones de las tierras de los pueblos indígenas, pero se enfrentará a la feroz oposición de la poderosa minoría que se beneficia de la destrucción de los bosques. Una fuerte señal del mercado por parte de los mayores socios comerciales de Brasil ninguno más influyente que China —respaldaría los esfuerzos de Lula al reforzar los argumentos empresariales a favor de las reformas sistémicas necesarias. Estas medidas deben contribuir a crear cadenas de suministro de materias primas trazables y transparentes, hacer cumplir las leyes que protegen el medioambiente y los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales, y detener la deforestación. 

Las medidas del Gobierno chino para exigir a los importadores que garanticen que la soja y los productos ganaderos no están asociados a la deforestación o a delitos ambientales crearían un poderoso incentivo para que el Gobierno brasileño y los productores agrícolas proporcionen bienes que cumplan estas normas.

La otra cara de esta oportunidad son los riesgos inherentes al mantenimiento del status quo. La UE está ultimando la adopción de una nueva normativa que exigiría a las empresas que comercializan productos agrícolas clave en sus mercados la diligencia debida para garantizar que no se han producido mediante deforestación o infringiendo la legislación local. Al parecer, los legisladores estadounidenses están estudiando medidas similares. A medida que los principales mercados cierren sus puertas a los productos relacionados con la deforestación y los delitos contra el medioambiente, los productos que generan más destrucción se dirigirán cada vez más a los mercados no regulados. 

EE.UU. y la UE consumen mucha menos soja y productos ganaderos procedentes de Brasil que China, por lo que es aún más importante que los legisladores de este país también tomen medidas para garantizar que las importaciones de materias primas no estén vinculadas en modo alguno a la deforestación. China no querría que sus mercados se convirtieran en un vertedero para los productos vinculados a la deforestación y los delitos ambientales, ya que esto perjudicaría su credibilidad como líder mundial en los esfuerzos para hacer frente al cambio climático y detener la pérdida de biodiversidad, y como firmante de la Declaración de los Líderes de Glasgow para detener la deforestación antes de 2030.

Hay otros intereses que China debe tener en cuenta a la hora de detener la deforestación en Brasil. Los científicos advierten que el punto de inflexión de la deforestación, que se aproxima rápidamente, podría provocar el colapso de gran parte del ecosistema amazónico. Además de liberar a la atmósfera miles de millones de toneladas de dióxido de carbono y poner fuera de alcance los límites de aumento de la temperatura del planeta fijados en el Acuerdo de París, esto podría tener repercusiones dramáticas en los regímenes de precipitaciones y en la fiabilidad de la producción agrícola de la región. Teniendo en cuenta su dependencia de las importaciones de alimentos de Brasil, la adopción por parte de China de normativas que garanticen que este comercio no contribuya a la deforestación puede ser una cuestión de interés nacional.