La tumultuosa actualidad en Brasil se manifiesta de múltiples formas. Desde la agitación política y la pesadumbre económica hasta una investigación de corrupción de gran alcance que podría derrocar a sus líderes más poderosos, el país está experimentando cambios profundos y difíciles. Los máximos líderes de este país aprovecharon estas circunstancias para revertir las protecciones fundamentales para el medio ambiente y los derechos humanos, mientras que al mismo tiempo apelaron a la inversión extranjera para financiar la expansión del desarrollo industrial en la selva amazónica. Como un importante inversor extranjero, China se beneficia significativamente del financiamiento de la agenda de desarrollo de Brasil. Sin embargo, su respaldo a los proyectos que culminan en la destrucción de la selva socavan los esfuerzos de China para posicionarse como líder en la lucha global contra el cambio climático.
Los actuales cambios económicos y políticos de Brasil y su esfuerzo por atraer la inversión china forman parte de un esfuerzo concertado por el gobierno brasileño con el fin de industrializar vastos sectores de la Amazonía, con graves consecuencias para los bosques, ríos y pueblos que ayudan a sostener este bioma insustituible para el beneficio de la humanidad. Tales cambios servirán para compilar las tendencias actuales de destrucción en la Amazonía brasileña, como el 30% de aumento de la deforestación registrado entre 2015-16. La destrucción de la selva amazónica implica serias consecuencias para la estabilidad climática, y en ninguna parte esta amenaza es mayor que en la cuenca del río Tapajós, conocida por sus ecosistemas preservados, su rica biodiversidad y diversidad de sus culturas indígenas.
Desde casi su primer día de gobierno, la administración del presidente Michel Temer ha presionado para desmantelar las garantías socio ambientales fundamentales para facilitar la construcción de nuevos corredores de comodities a través de los bosques amazónicos y los sistemas fluviales. La demanda mundial de comodities como la soja y el aluminio parecieran justificar esta agenda, pero los planes también se corresponden de manera visible y directa con los intereses del poderoso grupo de agro negocios de Brasil – los llamados ruralistas – que ayudaron al Sr. Temer a alcanzar el poder a través del impeachment a la ex presidente Dilma Rousseff.
En el marco de una profunda crisis financiera en Brasil, el gobierno carece de los medios para promulgar por sí mismo los tan ambiciosos planes de industrialización de la Amazonía. En este contexto, se han buscado nuevas fusiones de capital extranjero, sobre todo con el Fondo de Cooperación Brasil-China para la Expansión de la Capacidad Productiva, que alcanzó la notable cifra de $ 20 mil millones. Formalizado en un acuerdo en octubre de 2016, el Fondo estará compuesto por un 75% de capital chino y un 25% aportado por Brasil y será destinado principalmente a los sectores de energía, minería, agroindustria, logística, tecnología y manufactura. Los fondos serán invertidos sobre la base de proyecto por proyecto, y deben beneficiar a ambas partes.
La industrialización de la cuenca del río Tapajós ocupa un lugar destacado en la agenda del gobierno de Temer. La hidroelectricidad aprovechada de una serie de represas a lo largo de uno de los últimos afluentes principales de la Amazonía, que fluye libremente, impulsaría operaciones de minería masiva y permitiría transformar a los ríos de la cuenca en vías fluviales industriales destinadas principalmente a transportar soja procedente de Brasil a los puertos atlánticos. Pretendiendo satisfacer las voraces demandas de los planificadores de energía y de la industria minera de Brasil, el plan es construir más de 40 represas de mediano a gran tamaño en los ríos de la cuenca para también ser funcionales a los intereses del sector agroindustrial de Brasil y a los inversores chinos. Este tipo de infraestructuramejoraría en gran medida el acceso y la reducción de los costos de este producto clave, del cual China es un importante importador.
Además de bloquear el acceso a granos baratos y abundantes, es probable que China se beneficie de otras maneras con los proyectos que serán financiados por el Fondo de Cooperación. Por ejemplo, el aumento de la capacidad hidroeléctrica en la cuenca del Tapajós ayudaría a satisfacer la demanda del país de aluminio brasileño, impulsando tanto la extracción de los ricos depósitos de bauxita de la región como en el proceso de fundición necesario para la producción de lingotes de aluminio. De hecho, los expertos han relacionado la exportación de aluminio con la exportación mayorista de electricidad dado su proceso de fabricación intensivo de energía, demostrando los beneficios mínimos que esta industria ofrece al público brasileño. Las destructivas e ineficazmente controladas operaciones mineras de Brasil han provocado catástrofes ambientales y su expansión hacia los bosques amazónicos es una tragedia.
Mientras tanto, la construcción de represas amazónicas se ve afectada por los graves problemas sociales y ambientales, desde las violaciones a los derechos de las comunidades locales hasta la decadencia de las pesquerías, la biodiversidad y el aumento de la deforestación. De hecho, un estudio realizado por el instituto de investigación brasileño IMAZON exhibe que las represas del Complejo de la Represa de Tapajós podrían conducir a la deforestación de más de un millón de hectáreas en la cuenca y podría generar consecuencias nefastas para la estabilidad climática local y mundial. Un complejo de vías navegables y la infraestructura conexa significaría sin lugar a dudas un desastre para los bosques que, en gran parte, se encuentran intactos en la región.
Los indígenas Munduruku de Brasil han denunciado regularmente que el gobierno no los ha consultado sobre las propuestas de represas en Tapajós y las graves amenazas que estos proyectos suponen tanto a su cultura como a su modo de vida. La decidida resistencia Munduruku a esta agenda impulsada por la represa logró una histórica victoria en agosto de 2016 con la cancelación de la mega-represa de São Luiz do Tapajós, que habría ahogado a los pueblos y a vastas franjas de su territorio ancestral.
Aunque la cancelación de la mega-represa se debió en parte a la negativa de las agencias ambientales e indígenas de Brasil, otro de los factores claves se basó en las consideraciones financieras detrás del proyecto de casi USD $ 9 mil millones. Simplemente, el gobierno no podía comprometerse casi exclusivamente a financiar otro extravagante y derrochador proyecto de infraestructura en el corazón de la Amazonía, como lo hizo con la notoria mega-represa de Belo Monte en el río Xingu. La generosidad demostrada por China a través del Fondo de Cooperación podría cambiar rápidamente esta ecuación, proporcionando los medios financieros para reactivar el SLT y una avalancha de proyectos similares en la región.
Además de permitir estas destructivas represas y vías fluviales del Amazonas, el financiamiento del Fondo de Cooperación Brasil-China podría ayudar a impulsar el auge en la construcción de carreteras y ferrocarriles a través de algunos de los ecosistemas más sensibles de Sudamérica. Uno de estos ferrocarriles, conocido como Ferrogrão o el Ferrocarril de Granos, es muy esperado por algunas de las compañías de granos más grandes del mundo, como Amaggi de Brasil, y empresas de origen estadounidense como ADM Bunge y Cargill, todas vinculadas a las crecientes tendencias de deforestación. Al igual que las vías fluviales de Tapajós, este ferrocarril permitiría el rápido transporte de los incipientes suministros de cereales al mercado, aumentando significativamente la demanda de cultivos para cultivar soja y maíz, impulsando la expansión de la frontera agrícola de Brasil hacia los bosques amazónicos. Un proyecto similar al ferrocarril interoceánico, ya ha recibido el apoyo chino y la proyección es atravesar la Amazonía de Brasil hasta la costa pacífica de Perú, poniendo en peligro los bosques y los pueblos indígenas aislados a lo largo del camino.
El patrocinio financiero de China no creó las inquietantes tendencias socio ambientales en juego en Brasil. Pero este camino es funcional a los objetivos del gobierno en el país, generando el efecto de fortalecer a los actores y a las industrias más destructivas de Brasil, provocando los peores riesgos actuales sobre la vida. Al crear un fondo para aumentar la «capacidad productiva» de Brasil, los dos países se propusieron fomentar el desarrollo. Este no es un objetivo negativo al valor nominal. Sin embargo, al invertir en el programa específico de desarrollo de un gobierno que reduce drásticamente los derechos humanos y las protecciones ambientales, China está acelerando los objetivos de una poderosa y corrupta base política y empresarial. Mientras China se esfuerza por posicionarse como un líder mundial en la lucha contra el cambio climático, haría bien en examinar el clima y otros impactos sociales de su cartera de inversiones.