El presidente brasileño Jair Bolsonaro comienza hoy su primera visita a la China del presidente Xi Jinping, después de un año de tensión entre ambos países.
Aunque Bolsonaro ha expresado su preferencia por relaciones más estrechas con los Estados Unidos y ha manifestados su preocupación por lo que él considera un enfoque depredador por parte de China hacia la economía brasileña, el país asiático sigue siendo el mayor socio comercial de Brasil.
Sin embargo, en las últimas décadas, la asociación China-Brasil se ha extendido mucho más allá de una unión comercial. Ambos países firmaron una serie de tratados y acuerdos de cooperación que otorgaron un mayor peso político al mundo en desarrollo, tanto bilateralmente como en los foros como es el caso del grupo BRICS, que también contiene a Rusia, India y Sudáfrica, y en las negociaciones internacionales sobre el clima.
La cooperación en medio ambiente se ha convertido en un elemento importante de las relaciones diplomáticas. Como el hogar de la mayor parte de la Amazonía, Brasil fue un líder natural en temas ambientales. Por su parte, China, en su lucha por dar respuesta a los costos humanos, sociales y económicos de su crisis ambiental, también comenzó a priorizar el tema.
Ahora, con el Brasil de Bolsonaro desmantelando las protecciones ambientales y ante la fragmentación del orden multilateral, es importante analizar la historia de la cooperación en materia de medio ambiente y su esperanza hacia el futuro.
Acuerdos importantes
Brasil y China comenzaron a cooperar en materia de investigación espacial en 1988. Diez años más tarde, el Satélite de Recursos de la Tierra China-Brasil, o CBER, lanzó su primer satélite.
Desde su creación, el programa permitió a Brasil hacer grandes avances en el monitoreo de la deforestación, especialmente en la Amazonía, a través de cinco satélites. El sexto se lanzará a fin de año.
2009
el año en que se formó el grupo BÁSICO de economías emergentes dentro de las negociaciones climáticas
Veinte años después, en el 2009, Brasil y China, junto con Sudáfrica e India, se alinearon en las negociaciones internacionales sobre el clima y formaron el grupo BASIC, que se convirtió en un importante foro para la coordinación de la posición de las economías emergentes en la lucha global para combatir el cambio climático.
La ex ministra de Medio Ambiente, Izabella Teixeira, recuerda que China y Brasil se alinearon más estrechamente en 2015, cuando ambos países firmaron un acuerdo bilateral sobre cuestiones climáticas.
El Nuevo Banco de Desarrollo, creado por el grupo BRICS, también se comprometió a apoyar el desarrollo sostenible en los países miembros.
¿Hán trabajado?
Los satélites CBER ayudaron a las agencias brasileñas de protección ambiental a frenar la deforestación y a llevarla a niveles récord a principios del 2010. Sin embargo, hoy las agencias ambientales se están recuperando de los recortes presupuestarios y el gobierno federal está promoviendo un modelo de desarrollo económico liderado por empresas con fines de lucro que no es consistente con la protección ambiental.
De todos modos, los datos satelitales sobre deforestación han ayudado a informar al público sobre el nivel de deforestación, que ha respondido con indignación a la inacción del gobierno en la aplicación de las leyes y las regulaciones ambientales.
El grupo BASIC a su vez, ayudó a crear un consenso entre las naciones en desarrollo que fue crucial para lograr que el Acuerdo de París sobre el cambio climático se estableciera en el 2015.
“La posición clásica de Brasil y China, países en desarrollo, era que el calentamiento global era responsabilidad de los países ricos”, dijo Maurício Santoro, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Estatal de Río de Janeiro.
“Luego Brasil y China aceptaron que también tienen responsabilidad. Este fue un cambio importante para el avance del Acuerdo de París “.
Mientras tanto, el NDB ha demostrado ser lento para actuar como un impulsor del crecimiento “verde” y aún tiene que demostrar que está siguiendo su misión, ya que el banco se ha negado a descartar la inversión en combustibles fósiles.
¿Qué podemos esperar de la visita de Bolsonaro a China?
Si bien los países suelen utilizar las visitas de estado para firmar acuerdos importantes, no está claro si Bolsonaro y Xi tienen alguno sobre la mesa. El ministro de Medio Ambiente de Brasil, Ricardo Salles, no viajará a China, lo que hace improbable que la historia de la cooperación ambiental se fortalezca.
“Existe mucho potencial para la cooperación”, dijo la ex ministra de medio ambiente Izabella Teixeira, quien trabajó estrechamente con China durante su mandato, que finalizó en el 2016. “Pero las intenciones y proposiciones del gobierno brasileño para enderezar las relaciones bilaterales sobre cuestiones ambientales no son claras.”
Según Teixeira, uno de los principales problemas es la creación de un grupo para debatir cuestiones ambientales en la Comisión de Alto Nivel Sino-Brasileña de Concertación y Cooperación, o COSBAN, como se conoce en portugués.
Cosban es el mecanismo permanente de más alto nivel entre los gobiernos de Brasil y China y cuenta con subcomités sobre sectores ambientalmente sensibles, incluidos la agricultura, la energía y la minería. Pero no existen indicios de que se reunirá en esta ocasión.
Teixeira dice que esto no significa que ciertos sectores no puedan colaborar. Por ejemplo, existen demandas para que China adopte una postura más firme sobre los impactos de sus cadenas de suministro de soja y carne en Brasil. Ambos han sido vinculados a la deforestación. La mayor empresa comercializadora de alimentos de China, Cofco, ya ha mostrado su disposición a cooperar en este tema.
Sin embargo, a medida que el control de Bolsonaro sobre el poder se fortalece y la indignación internacional por los incendios en el Amazonas aumenta, China conserva un posicionamiento oficial de no interferencia hacia ese país, minimizando los vínculos entre la ganadería y la deforestación, y declarando su apoyo a los esfuerzos de Brasil para combatir los incendios.