Después de tres años de impulsar a la industria petrolera, el gobierno mexicano anunció el Plan Sonora, un plan enfocado en energías renovables. Francisco Acuña Méndez, el presidente del Consejo de Desarrollo Sostenible de Sonora (Codeso) lo presentó durante la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) como pieza fundamental de la transición energética de México.
El plan presenta una serie de iniciativas de infraestructuras verdes en el estado norteño de Sonora, destinadas a impulsar la energía renovable y la capacidad manufacturera del país. Entre ellas figuran la construcción de una de las mayores centrales solares del mundo en la ciudad de Puerto Peñasco, la explotación de las reservas de litio del estado, la producción de partes para vehículos eléctricos y la ampliación del principal puerto del estado, Guaymas, vital para la exportación del mineral y los autos.
La propuesta llega tras varios años de disputas diplomáticas y presiones del vecino Estados Unidos. Desde enero de 2020, el enviado especial de Estados Unidos para el Clima, John Kerry, ha visitado México en al menos tres ocasiones, en un esfuerzo por convencer al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador de impulsar las energías renovables. Estados Unidos acusa a México de violar el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) dadas las políticas del gobierno de AMLO que restringen la participación de empresas privadas en el sector eléctrico mexicano, consideradas por Estados Unidos como un bloqueo a la inversión en renovables.
Pero para Jeremy Martin, vicepresidente de Energía y Sostenibilidad del no gubernamental Instituto de las Américas, el Plan Sonora, “resultado político de mucho esfuerzo” de Estados Unidos, aún carece de un modelo definido.
“Por ahora no sabemos cuánto sabemos [sobre este plan]. Solo es un perfil, pero falta la letra chiquita. Hay objetivos, unas ideas, pero hay todavía mucho por definir”, analiza Martin para Diálogo Chino.
Energía solar en el Plan Sonora
La Central Fotovoltaica Puerto Peñasco (CFPP), cuya construcción arrancó en mayo, tendrá una capacidad instalada de 1,000 megavatios (Mw), a un costo de $1,644 millones de dólares. Del total, la generadora surtirá a Sonora con 120 Mw y 880 irán al vecino Baja California mediante una línea de transmisión de 144 kilómetros de largo, para atender a 1,6 millones de personas en ambas zonas.
La primera fase, programada para iniciar en abril próximo, generará 120 Mw y la segunda, para 2024, de 300 Mw, hasta su completamiento en 2027.
La estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) construye la CFPP en una zona que ya tiene abundante energía, pues en Sonora generan electricidad al menos ocho campos solares –dos más en construcción–, un parque eólico, siete centrales de ciclo combinado –que consumen gas y vapor de agua– y una en edificación, así como una central termoeléctrica.
Para Nélida Barajas, directora general de la no gubernamental Centro Intercultural de Estudios de Desiertos y Océanos, el parque solar, que la estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) construye en el municipio de Puerto Peñasco –en Sonora, a unos 2.340 kilómetros de Ciudad de México–, es un buen paso, pero es insuficiente.
“[La central] puede impulsar economías locales al diversificar las actividades. Puede generar electricidad más barata y que haya internet, agua potable”, explica Barajas a Diálogo Chino. “Pero tenemos que buscar una planeación temprana. Ahora no se conoce el plan en su versión pública”, agrega Barajas. Por el momento existen únicamente las declaraciones del gobierno al respecto.
El principal actor: El litio
Una pieza más compleja del plan estriba en la obtención de litio, mineral fundamental para la fabricación de baterías para EV (vehículos eléctricos).
En agosto, el gobierno mexicano decretó la creación de la empresa estatal Litio para México (LitioMx), responsable de la exploración, explotación, beneficio y uso del elemento, así como de la elaboración de estrategias, proyectos y planes. Pero hasta el momento esa dependencia carece de presupuesto asignado.
La idea gubernamental consiste en el aprovechamiento del litio en las armadoras de vehículos y de baterías. Pero una barrera radica en la presencia del mineral en arcillas, que implica una tecnología costosa y compleja. En Chile, el litio proviene de salmueras secadas al sol para obtener el carbonato de litio, un proceso menos costoso. En todo caso, la obtención requiere de grandes volúmenes de agua.
Es probable que esto suponga un obstáculo en el norte de México, azotado con frecuencia por la sequía. De los 60 acuíferos existentes en Sonora, 19 son deficitarios –la extracción supera la recarga– lo que representó un déficit anual total de 526 millones de metros cúbicos en 2020, según cifras de la gubernamental Comisión Nacional del Agua.
En México hay al menos 16 proyectos mineros de litio, de los cuales cinco están en Sonora, en 2021, según la Dirección General de Desarrollo Minero de la Secretaría de Economía.
Mientras la mayoría se halla en fases exploratorias, el más avanzado pertenece a Bacanora Lithium PLC, filial de la china Ganfeng Lithium, cuya planta de refinación operaría en 2023. El sitio contendría 8,8 millones de toneladas de litio, uno de los mayores del mundo.
Los vehículos eléctricos y su potencial
Durante la cumbre climática COP26, celebrada en Glasgow en diciembre de 2021, México adhirió al Acuerdo de Glasgow sobre Vehículos de Emisiones Cero que busca eliminar la producción de unidades de combustión interna para el 2040. El plan de México es fomentar la fabricación de autos eléctricos y que el litio extraído se use en la producción de las baterías, pero por el momento no existen los detalles de esta operación y no queda claro cómo habría una integración de la cadena entre extracción de litio y producción de baterías, entre otras interrogantes.
Dada la consolidada industria automovilística del país, existe un potencial evidente para la producción de vehículos eléctricos en México. Alrededor del 5% de los vehículos fabricados en el país este año han sido eléctricos, con cuatro líneas de montaje actualmente activas, que producen vehículos principalmente para el mercado estadounidense: Ford, que construye su Mustang Mach-E en una fábrica mexicana; Giant Motors, su línea JAC; Audi, el modelo Q5; y Zacua, la primera marca mexicana de coches eléctricos. Otros fabricantes han anunciado planes para producir vehículos eléctricos en México, como General Motors, Volkswagen y la boliviana Quantum.
La meta a 2040, más la exportación principalmente hacia Estados Unidos, incentiva a México a fomentar la electromovilidad, y es probable que el Plan Sonora genere un estímulo. De hecho, la expectativa mexicana es la recepción de $48,000 millones de dólares de inversión en los sectores asociados al Plan Sonora, y ha incluido el objetivo de que el 50% de su producción de vehículos sea de cero emisiones para 2030.
El litio es una pieza fundamental para fabricar las baterías para EV, pero el ensamblaje de baterías es una capacidad que hasta ahora es prácticamente inexistente en México. Empresas de Alemania, China, Corea del Sur y Singapur dominan el mercado mundial, al cual México pretende ingresar con poco conocimiento técnico y tecnológico.
Para Martin, la incógnita yace en cómo se llegaría a que del litio puro se llegue a convertir en productos terminados, como baterías o semiconductores, como lo avizora el gobierno mexicano, que ha dicho que compañías privadas podrían asociarse con CFE o LitioMx para generar estos procesos.
“El gobierno habla de que puede haber socios privados, pero falta claridad al respecto”, señala. “Hay que ver primero que se instalen las empresas. El problema es cuánto tiempo tardará construir esa cadena, y las empresas no aparecen como hongos, de la noche a la mañana. No sé cómo saltemos esa brecha en el mediano plazo”, agrega.
Más allá del Plan Sonora, la transición energética está suspendida desde 2019 por las políticas pro fósiles de López Obrador, quien ha privilegiado el apoyo a las plantas de petróleo, gas e hidroeléctricas, en detrimento de la eólica y la solar. El impacto que este plan tendrá, está por verse en los dos años restantes del mandato del presidente mexicano.