Desde el principio generó más dudas que certezas. Y hasta el día de hoy, nunca ha generado su capacidad total de energía instalada. La central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair costó más de 3.200 millones de dólares, lo que la convierte en el proyecto de infraestructura más caro de la historia de Ecuador. Sin embargo, sus numerosos defectos la están convirtiendo en un elefante blanco en medio de la Amazonia y están llevando a que los planificadores energéticos nacionales replanteen su funcionamiento.
Empresas israelíes, iraníes y brasileñas fueron algunas de las que pujaron por el megaproyecto. Pero fue la china Sinohydro la que ganó, respaldada por un préstamo de 1.700 millones de dólares del Banco de Exportación-Importación (Exim) de China que, como la mayoría de los préstamos, venía con ciertas condiciones. En este caso, incluían la contratación de una empresa china para ejecutar el proyecto.
La construcción de Coca Codo Sinclair comenzó en 2006 y se presentó como símbolo de una revolución hidroeléctrica en el sector energético de Ecuador bajo el gobierno del ex presidente Rafael Correa (2007-2017).
“Esta obra será el motor de las nuevas empresas, de los emprendimientos, de la investigación, de la industrialización, del Ecuador del futuro, de aquí saldrá la energía para dar el salto al desarrollo”, dijo Jorge Glas, exvicepresidente, ante un auditorio que incluía al presidente de China, Xi Jinping, en la inauguración de la planta en noviembre de 2016.
Sin embargo, desde entonces la planta ha sido objeto de reparaciones. Recientemente, la situación se ha deteriorado drásticamente, con la erosión del Río Coca, su sustento. ¿Qué ha fallado?
Estudios ignorados
En 1992, el Estado ecuatoriano gastó 20 millones de dólares para realizar dos estudios sobre Coca Codo, lo que demuestra el interés por concretarlo. En ambos se confirmó la viabilidad y la necesidad de su construcción. Sin embargo, en la actualidad se debate si aquellos fueron suficientes. “Hasta la actualidad, la central sigue sin tener estudios sobre vulnerabilidad y riesgos”, dijo Luis Torres, geólogo y asesor peruano en Quito.
La central se concibió originalmente como un proyecto en dos fases con una potencia de 859 megavatios (MW). Unos 18 años después de que se encargaran los estudios originales, el entonces presidente Correa inició la construcción. El entonces ministro de Electricidad y Energías Renovables, Alecksey Mosquera, indicó que se ejecutaría en una sola etapa con una capacidad instalada de 1.500 MV, casi el doble de lo recomendado. El Consejo Nacional de Electricidad (Conelec) lo justificó argumentando que los estudios no eran recientes, pero permitían aumentar la capacidad.
La famosa cascada San Rafael en Ecuador, fotografiada antes y después de secarse en febrero de 2020. Muchos han señalado al proyecto Coca Codo como el principal factor contribuyente. (Imagen anterior: Ministerio de Turismo de Ecuador. Imagen posterior: Ministerio de Ambiente de Ecuador)
Fabrizio Yépez, profesor de ingeniería civil de la Universidad San Francisco de Quito, dijo a Diálogo Chino que los estudios de 1992 establecieron el riesgo para el suministro de agua de la icónica cascada de San Rafael. Según el informe, si se secara -como ocurrió en febrero de 2020– podría desencadenar un proceso de “erosión regresiva”, que devoraría el lecho del río y desestabilizaría los terrenos aguas arriba y pondría en peligro el propio embalse de derivación de Coca Codo.
En abril de 2020, la erosión provocó la ruptura del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) y del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP).
Según Yépez, ahora se necesitan evaluaciones de riesgo urgentes: “Este tipo de proyectos necesitan decisiones técnicas para evitar sufrir pérdidas millonarias”, y añadió que el contratista debería haber realizado estudios definitivos para el proyecto.
Sin supervisión ni control
En la actualidad, Coca Codo Sinclair es administrada por un consorcio conformado por firmas locales: Consultora Vera y Asociados e Ingenieros Consultores Asociados, la estatal mexicana Comisión Federal de Electricidad (CFE), y su compatriota Grupo Profesional Planeación y Proyectos (PYPSA). A pesar de haber recibido más de 128 millones de dólares por sus servicios, el consorcio le ha causado dolores de cabeza al estado ecuatoriano. El 29 de septiembre de 2021, la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec) anunció que demandará al consorcio por irregularidades, entre las que se encuentra la recepción con notable perjuicio.
“La fiscalizadora permitió el recubrimiento de estos equipos con toneladas de hormigón, pese a las fallas que presentaban. El consorcio recomendó que se reparen esas fallas con soldadura. Las fallas originadas en fábrica fueron evidentes en 2015, cuando se hizo una reinspección y se determinó que varios de los documentos de control de calidad no coincidían con lo que estaba establecido en la obra”, explicó Orozco.
Inversión no prioritaria
Coca Codo Sinclair debería producir más energía de la que necesita Ecuador. Sin embargo, desde 2020 ha enfrentado recurrentes paralizaciones por daños en las obras de captación por la erosión del río Coca. Además, de mayo a noviembre de este año la hidroeléctrica estuvo en reparaciones a cargo de Sinohydro por fisuras internas que estaban, incluso, antes de la inauguración. Durante estos meses, la planta funcionó a menos de la mitad de su capacidad.
El 15 de noviembre las obras estaban terminadas. Según Celec, esto le permitiría volver al 100% de su capacidad instalada. Sin embargo, el acceso a información energética fiable hace difícil confirmarlo.
92%
de la energía de Ecuador proviene de fuentes hidroeléctricas
Según el Operador Nacional de Electricidad (Cenace), los proyectos hidroeléctricos producen el 92% de la energía de Ecuador, y el 28% proviene de Coca Codo. En total, el país cuenta con alrededor de 5.000MW en capacidad hidroeléctrica instalada, lo que contribuye a generar un excedente de producción que, desde 2015, se exporta a Colombia y Perú. Las cifras de Cenace indican que las ventas de energía en 2020 ascendieron a 55 millones de dólares.
Dado el excedente de producción de Ecuador y los impactos ambientales asociados con el proyecto Coca Codo Sinclair, Yépez dijo que el proyecto era innecesario: “Desde el año 2009, y años atrás, ya se sabía que por las condiciones del sitio y del río no sería posible generar los 1.500 MV. Además, tampoco son necesarios”.
Un seguro que no protege
Diecisiete proyectos de la Celec tienen una póliza de riesgos con la aseguradora estatal Seguros Sucre. La póliza de Coca Codo Sinclair venció el 1 de agosto de este año. En cinco años de funcionamiento, Coca Codo ha sido sometido a constantes reparaciones. Estos trabajos le han costado al país 8 millones de dólares, según Orozco.
La aseguradora no cubre los daños que considera evitables, como la erosión y la corrosión, dijo a Diálogo Chino Patricio Salas, secretario ejecutivo de la Federación Ecuatoriana de Empresas de Seguros (FEDESEG). El contrato con Sinohydro establece que, en caso de defectos, el propio contratista debe identificar el origen y es responsable de ellos.
Volver a los combustibles fósiles
En mayo, el gerente de la Celec, Gonzalo Uquillas, anunció en una conferencia de prensa que las centrales eléctricas de gas y diésel del país podrían suplir el déficit energético de la reducción de las operaciones de Coca Codo, en caso de que ésta dejara de funcionar por el avance de la erosión.
A principios de 2022 dijo que las centrales térmicas Trinitaria, Termoesmeraldas I y II, Santa Elena y Jaramijó estarían totalmente recuperadas y con energía suficiente para respaldar a Coca Codo.
Sin embargo, además de aumentar la contaminación y las emisiones que Ecuador pretende reducir en un 22,5% para 2025 respecto a los niveles de 2010, según su último plan climático presentado a la ONU, estos combustibles son más caros. La energía hidroeléctrica cuesta 0,04 dólares por kilovatio hora, mientras que la termoeléctrica cuesta entre 0,10 y 0,12 dólares por KWh.
“Este tipo de proyectos necesitan decisiones técnicas para evitar sufrir pérdidas millonarias”, explica Yépez. También recomienda que, además de una solución inmediata para salvaguardar Coca Codo, se vuelvan a realizar estudios de viabilidad de las obras de la cuenca.
Celec también estudia la reubicación de las presas de captación de Coca Codo. En mayo de 2021, el Ministerio de Energía solicitó ayuda internacional para encontrar soluciones a la erosión y garantizar el funcionamiento de la planta. El gobierno ecuatoriano recurrió a la Embajada de Estados Unidos en Quito y los ingenieros del ejército estadounidense visitaron el lugar en agosto de 2021.
Un informe de la Oficina de Reclamación de Estados Unidos, entidad especializada en recursos hídricos y dependiente del Departamento de Estado estadounidense, calificó las obras de mitigación de Celec de “alto riesgo de fracaso”.
Este tipo de proyectos necesitan decisiones técnicas para evitar sufrir pérdidas millonarias
“Se han planteado algunas posibles soluciones, pero, al momento, no existe un estudio que nos diga cuál de esas opciones es la correcta”, dijo Yépez. Algunas de estas soluciones incluyen la colocación de pantallas de hormigón bajo las obras de toma para disipar la erosión, o la reubicación de la presa de toma. Añadió que los estudios de la Celec “no tienen suficiente información y análisis para poder definir la solución correcta”.
El proyecto no sólo está en peligro, añade Yépez, sino que, en el mejor de los casos, su utilidad está muy comprometida. La recomendación de los ingenieros del ejército estadounidense de reubicar las obras de toma costaría entre 400 y 500 millones de dólares.
“Es un costo muy alto y los ecuatorianos estamos insatisfechos, desilusionados porque todavía tenemos que seguir pagando por una obra que no opera en su totalidad”, dijo.