Desde que Pedro Castillo asumió el gobierno del país en julio del año pasado, ha repetido con insistencia que “masificará” o aumentará la producción y el consumo de gas para el beneficio de todos los peruanos. El gas proporciona actualmente más del 40% de la energía del país, gracias al descubrimiento del yacimiento de Camisea en el departamento de Cusco, en la Amazonía peruana. Es el más grande de su tipo en el Perú, y representa el 90% de las reservas nacionales.
Sin embargo, al mismo tiempo que Castillo promete seguir explotando gas, afirma que fortalecerá las bases para convertir al Perú en un país carbono neutral al 2050, como ocurrió en su primer mensaje a la Nación cuando asumió la presidencia del país.
“Nuestro gobierno se afirma en este compromiso expresado a la Convención Marco De Las Naciones Unidas Sobre el Cambio Climático”, señaló, sin profundizar en acciones para fortalecer ese compromiso.
En ese sentido, ¿se puede buscar ser carbono neutral y al mismo tiempo prometer gas para todos los peruanos?
Intereses opuestos: gas y renovables en Perú
Brendan Oviedo, presidente de la Sociedad Peruana de Energías Renovables (SPR) opinó para Diálogo Chino, que el Gobierno sí está interesado en alentar las energías solar y eólica, pero advierte que los continuos cambios de funcionarios ministeriales “generan demoras e impiden seguir con el proceso”.
En sus primeros nueve meses de gobierno, Castillo ya ha enfrentado una crisis política y sobrevivido a dos intentos de destitución. Además, ha cambiado su gabinete cuatro veces, y el ministro de Energía y Minas otras tantas.
“Las declaraciones políticas ya están hechas. Solo hay que canalizarlas y realizar cambios normativos que enciendan señales para los inversionistas”, indicó.
Esos cambios normativos, sin embargo, no están siendo ordenados con igual rapidez en el caso de las energías renovables, como en el caso del gas. En lo que va de la actual administración, en efecto, el Gobierno no ha lanzado ninguna estrategia para alentar a las primeras, pero sí ha presentado dos grandes planteamientos para masificar el combustible fósil en los hogares peruanos.
36,9%
Es el porcentaje que ocupa el gas natural en la matriz energética peruana, según datos del Ministerio de Energía y Minas. La fuerza hidráulica es empleada en un 55%, la energía eólica en un 2,8%, el diésel y el carbón residual en un 2,5%, y la energía solar en un 1,3%
Uno es el proyecto de ley de Impulso a la Masificación del Gas Natural (P.L. 679), que busca agilizar la construcción de gasoductos a través de la inversión pública y la implementación de una tarifa única para el gas a nivel nacional (tarifa nivelada o estampilla).
Y otro es el informe elaborado por la Comisión Multisectorial para la Masificación del Gas Natural (enero de 2022), el cual plantea ampliar el concepto de masificación a los sectores industrial y automotor, además del sector residencial.
Para lograr ese fin, esta comisión ha propuesto relanzar el gasoducto surperuano o SIT Gas, proyecto con capacidad para transportar hasta 500 millones de pies cúbicos diarios de gas, pero que se encuentra paralizado desde el 2016 debido a los problemas financieros y de corrupción que experimentó su exoperador, la brasileña Odebrecht.
Sin embargo, para relanzar el gasoducto, la comisión cree que es necesario explorar y aprovechar nuevas reservas de gas natural.
Reservas y exploración de gas en Perú
La última referencia oficial sobre el volumen de gas natural con que cuenta el Perú es el “Libro Anual de Recursos de Hidrocarburos 2019”, publicado en 2021 por el Ministerio de Energía y Minas con dos años de retraso.
Allí se especifica que las reservas probadas de gas natural, al 31 de diciembre del 2019, ascendían a 10.14 trillones de pies cúbicos (TCF). Esto es una caída de 37% en relación a las reservas registradas en el 2016
Víctor Murillo, ex viceministro de hidrocarburos, explica a Diálogo Chino que este retroceso se explica porque “en el Perú no hemos podido explorar ni explotar más gas”.
“Hoy estamos casi con el mismo volumen de gas natural descubierto [a inicios de siglo]. Cada año se consumen cerca de 0.5 TCF, pero, en general, haciendo sumas y restas, el gas que tenemos debería alcanzar para los próximos 25 años”, afirma el exfuncionario.
Humberto Campodónico, asesor principal de la comisión multisectorial, estima que para hacer viable el SIT Gas se necesita asegurar 30 años de reservas probadas de gas natural, lo cual implica adicionar 5 TCF adicionales.
De allí la urgencia de negociar con las empresas del Consorcio Camisea para viabilizar la entrega de ese gas.
Punto clave en este esfuerzo es el lote 58, de China National Petroleum Company (CNPC), el cual alberga hasta 3.47 TCF de gas natural, volumen sólo superado en Perú por el lote 88, de la argentina Pluspetrol.
“Para que se pueda masificar el gas, hay que llevarlo a los mercados (hogares e industrias). ¿Pero, cómo se puede hacer para transportarlo? El SIT Gas es una opción, porque vamos a contar con unos 25 a 30 años para explotar el gas que tenemos”, comenta para Diálogo Chino, Renato Lazo, especialista en energía y director gerente de Energía ConTacto.
La crisis mundial del gas
Los especialistas vislumbran una oportunidad en la crisis energética que experimenta Europa desde hace unos meses y que se ha visto agravada por la Guerra en Ucrania.
En efecto, la escasez de gas natural en Europa como consecuencia del conflicto armado (Rusia suministra el 45% del gas que consumen los países europeos) ha catapultado hasta niveles récord el precio de este combustible y obligado a la Comunidad Europea a buscar otras fuentes de suministro en países tan lejanos como el Perú.
“La crisis energética ha hecho ver a Europa y China que una transición energética demasiado acelerada encarecerá mucho los precios de la electricidad. Dentro de lo malo que esto pueda tener, está haciendo que seamos un poco más conscientes de las metas ambientales que se pueden alcanzar o no”, señala Renato Lazo.
De hecho, la Agencia Internacional de Energía (IEA) lanzó el pasado 3 de marzo un plan de 10 puntos para reducir la dependencia europea del gas ruso. Dicho plan incluye maximizar el suministro de gas natural de otras fuentes (países), pero también acelerar el despliegue de energía solar, eólica y nuclear.
Para varios especialistas esto significa un aliento para el gas natural en su papel de ‘escalón’ hacia la transición energética. Un rol que es reconocido por la Sociedad Peruana de Energías Renovables.
“El gas natural cumple un papel importante en la transición hacia una matriz energética limpia, ya que complementa el incremento progresivo de las energías renovables en la matriz. Por sí mismo, no es un recurso de transición, sin embargo, es el recurso que va a ayudar a viabilizar la transición energética”, refiere Brendan Oviedo.
Y es que, si bien las energías renovables son mucho más competitivas que el gas natural hoy en día, tienen un gran inconveniente, y es que son intermitentes, es decir, que no se pueden generar todo el día, pues “la falta de sol o viento limita su eficiencia”, señala Murillo. “La intermitencia ha sido siempre un problema que limita el crecimiento de las energías renovables, pero el desarrollo de baterías capaces de almacenar grandes cantidades de energía está cambiando eso”, advierte Energy Exploration.
Mientras esta tecnología se desarrolla, como opinó Oviedo, el papel del gas natural es servir de reserva fría para sustentar a las energías renovables en el sector de generación eléctrica.
Sin embargo, otros han argumentado que el gas natural se ha convertido más en un “muro” para la transición energética que en un puente, y dado que con el aumento de las emisiones globales, el tiempo se está agotando y la oportunidad de cruzar ese puente ya ha pasado. La potencia del metano y la cantidad de combustible necesaria para transportar el gas, en forma natural y licuada, junto con las emisiones por fugas, y la urgencia de la transición energética mundial se citan como algunas de las razones.
Con esta postura cada vez más presente en los debates sobre la planificación energética en el mundo desarrollado, las empresas de gas buscan cada vez más oportunidades en los países en desarrollo con reservas sin explotar. Sin embargo, los críticos afirman que esto puede encerrarlas en opciones de política energética insostenibles a largo plazo.
Todo esto, sin embargo, no salva al gas natural de la nueva dinámica financiera global, orientada a facilitar préstamos para proyectos de energías renovables más que para proyectos en hidrocarburos. El efecto de esto es que todas las nuevas refinerías de petróleo y gasoductos comienzan a experimentar incrementos en sus tasas de interés y dificultades para gestionar créditos.
“Esto significa que, si no construimos el SIT Gas y otros gasoductos en los próximos cinco años, el gas natural tendrá el mismo destino que el caucho, porque cada vez habrán menos facilidades para producirlo”, advierte Lazo, recordando el boom del caucho a inicios del Siglo XX, que se diluyó cuando el sudeste asiático comenzó a producirlo de forma más competitiva que Perú.
La intervención estatal como una opción
“Con eso, en dos o tres años se pueden tener redes de gas en Cusco, Ayacucho, Pucallpa y Huancayo, donde sí cierran los números porque la demanda de gas existe. Y los mecanismos también”, señala Víctor Murillo, que además pide seguir los ejemplos de Colombia y Bolivia, donde el Estado interviene directamente, en vez de dejarlo a los privados (como ocurre hasta ahora en el Perú).
Los mecanismos que hace mención Murillo son el Fondo de Inclusión Social Energético (Fise), utilizado para subsidiar las conexiones domiciliarias de gas, y el Sistema de Seguridad Energética en Hidrocarburos (Sise).
La idea, argumenta el especialista, sería encargar la construcción de dichas redes a las empresas eléctricas estatales, “con una pequeña reforma en su estructura” para que las construyan rápidamente a costa del Estado, empleando el Fise y el Sise.
Una medida que tendría que ser complementada con la construcción de gasoductos interregionales, como el SIT Gas y un posible gasoducto hacia el norte, que conecte el ducto de TGP (Camisea-Lima) con el que actualmente construye Promigas en Piura.
Esto último es, sin embargo, más fácil de decir que de hacer. Y así lo reconoce la Comisión Multisectorial para la Masificación del Gas Natural, cuando urge al Gobierno a declarar de interés nacional el SIT Gas.
La política de masificación del gas natural forma parte del objetivo del gobierno para que el gas de Camisea sirva a los peruanos y fortalezca a las empresas nacionales: la estatal PetroPerú podría gestionar las redes de gasoductos.
El gas natural cumple un papel importante en la transición hacia una matriz energética limpia, ya que complementa el incremento progresivo de las energías renovables
La propuesta de Murillo está contenida con lujo de detalles en el informe de 270 páginas de la Comisión Multisectorial enviado al Ejecutivo en enero pasado. El documento ha despertado la preocupación de los gremios petroleros y de energía, debido a que no se consultó su contenido con ninguno de ellos.
Brendan Oviedo, presidente de la SPR, señala que urge revisar detalladamente el documento, pues alude al sector de energías renovables muy tangencialmente (en tan solo tres páginas).
“Por ello es necesaria una evaluación de parte de todos los sectores involucrados de manera directa e indirecta, por lo que un plazo prudencial era indispensable para realizar este análisis”, indica.
Dicho plazo concluyó el pasado 28 de enero. Hasta la fecha, sin embargo, el gobierno peruano no ha dado muestras de querer aprobar o desaprobar el documento. La crisis política que vive el país concentra todas sus preocupaciones.