Guarantã do Norte, município rural del norte del estado brasileño de Mato Grosso, tiene 36.000 habitantes y 245.000 cabezas de ganado, según las estadísticas oficiales. Como las vacas superan seis veces en número a los humanos, los pastos en los que viven se han extendido hasta ocupar casi la mitad de la superficie de la ciudad, fundada hace apenas 40 años por inmigrantes que respondieron a la llamada del gobierno militar del país para ocupar la Amazonía.
Escucha Amazônia Ocupada
Este artículo es un resumen del segundo episodio de Amazônia Ocupada, una nueva serie de podcasts de Diálogo Chino, disponible sólo en portugués aquí.
Visto desde arriba, Guarantã es un mosaico de manchas verdes y marrones perfectamente divididas: la selva amazónica nativa y los campos deforestados. Con el tiempo, puede acabar teniendo un aspecto similar al de los municipios situados más al sur de Mato Grosso, donde la ocupación y explotación de las tierras comenzó unos años antes, en lugares como Sinop, la “capital de la soja” de Brasil, donde queda poco más de un tercio de la superficie forestal original.
Ambas ciudades surgieron en los márgenes de la BR-163, una carretera que corta el país de norte a sur. Fue construida por la dictadura militar (1964-1985) para fomentar la colonización de la Amazonía, y desde entonces se ha convertido en un eje vital en la distribución de productos agrícolas a los mercados extranjeros. La carretera ha servido como una especie de línea de guía para la frontera agrícola en su avance hacia el norte a través de la selva.
Estas tierras son las que no tienen ningún tipo de estatus que proporcione protección gubernamental, como un territorio indígena, o que no han sido designadas para un asentamiento rural, por ejemplo. Así, se convierten en los principales objetivos de la deforestación ilegal en la Amazonía, especialmente en las zonas donde avanza la frontera agrícola.
“Se deforesta la zona, se queman los restos de selva y se trata el suelo para que sirva de pasto para el ganado.Luego se lleva el ganado”, explica Jefferson Almeida, abogado e investigador adjunto del Instituto Amazónico de los Pueblos y el Medio Ambiente (Imazon). “El ganado llega y la tendencia es adentrarse cada vez más en las zonas que todavía tienen bosque. Y con ello, este patrón continúa. Se deforesta para dar paso al ganado ‘en loop‘”.
La ganadería y su evolución hasta convertirse en el principal motor de la deforestación se explican en el segundo episodio de nuestra nueva serie de podcasts en portugués Amazônia Ocupada, disponible a partir de hoy. Creada por Diálogo Chino en colaboración con Trovão Mídia, a lo largo de cinco episodios, relatamos cómo la mayor y más famosa selva del mundo fue colonizada para la explotación de productos básicos.
Nuestra segunda parada de la serie es Guarantã do Norte, donde la actividad principal es la cría de ganado para la producción de carne y leche. Aquí, el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria de Brasil (INCRA) dividió el territorio a principios de los años 80 en pequeños lotes con la idea de atraer a los agricultores y sus familias para impulsar las explotaciones de menor escala.
Mientras que, por un lado, la falta de títulos provoca inseguridad jurídica y conflictos locales, por otro, también es un factor que explica la rentable expansión de la ganadería en la Amazonía: aunque sea ilegal, la tierra es más barata y accesible. Para muchos, el riesgo merece la pena.
La cadena de producción de ganado es amplia y diversa, y los mataderos no pueden controlar a todos sus proveedores. En regiones no muy lejanas a Guarantã, los acaparadores invaden las zonas de conservación, deforestan la tierra y trasladan las cabezas de ganado a tierras legalizadas antes de su venta o para eludir la inspección, práctica conocida como blanqueo de ganado.
“El pequeño agricultor vende su ganado a un intermediario, que compra a todo el mundo para venderlo a un matadero”, explica Valter Neves de Moura, concejal de Guarantã do Norte y miembro del movimiento sindical de agricultores familiares.
Así, aunque el ganado se haya criado en zonas con tenencia irregular de la tierra o incluso con deforestación ilegal, llega al matadero con un barniz de legalidad, dice Moura.
“Para mí es mucho más práctico tener ganado que trabajar con cultivos”, dice Lucas Pinheiro, un pequeño ganadero de Guarantã. “Para empezar en el mercado agrícola, necesitas unos 4 o 5 millones de reales [760.000-950.000 dólares] disponibles. Necesitas un tractor, una cosechadora… Es una inversión muy alta… Pero con ese dinero, puedes comprar otro buen terreno y poner más ganado en él”.
Pinheiro también afirma que el retorno de la inversión de la ganadería está más asegurado, ya sea a través de la venta de leche o de ganado al matadero.
Esta situación favorable, sin embargo, puede tener fecha de caducidad. Al igual que en otros municipios de la frontera agrícola amazónica, la tierra se disputa, los precios aumentan y esta especulación empuja a los pequeños productores hacia el norte. “El agronegocio llega y nos expulsa. Sigue comprando, comprando, comprando, y no hay manera de que nadie se quede por su cuenta”, dice Moura.
Esta expansión no sólo afecta a los pequeños agricultores y ganaderos, sino también a aquellos cuyos territorios están protegidos por la ley: las comunidades que viven en el territorio indígena Panará, en los límites del municipio. “Ahora tenemos dificultades con los agricultores que invaden las tierras indígenas”, dice el líder Krekreansã Panará.
El segundo episodio de Amazônia Ocupada ya está disponible, sólo en portugués, en Spotify, Apple, Amazon y Deezer. El tercer episodio y el artículo en español que lo acompaña se publicarán el jueves 22 de septiembre.