Tras su victoria en las recientes elecciones presidenciales de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva llegó a Egipto y le dió un giro interesante a la presencia del país en la cumbre del clima COP27. Pocos presidentes electos habrán recibido una acogida tan calurosa en un evento multilateral, como si ya estuvieran en el cargo, y han eclipsado tan rotundamente a la delegación oficial de su país.
Al llegar a la conferencia el martes por invitación personal del presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi, Lula comenzó una apretada agenda de eventos paralelos y reuniones no oficiales, con Brasil todavía representado en las negociaciones por una delegación del gobierno saliente de Jair Bolsonaro.
En sus dos primeros días en la cumbre, Lula -cuyo regreso para un tercer mandato en el poder ha sido visto como un impulso a la agenda medioambiental mundial- se reunió con Xie Zhenhua y John Kerry, los enviados para el clima de China y Estados Unidos respectivamente. Este último declaró a BBC Brasil que esperaba que el presidente electo diera “un giro” a la política climática de Brasil.
En la mayoría de los rincones del centro de conferencias, Lula, que tomará posesión de su cargo en enero, fue recibido con vítores y bienvenidas dignas de un “rockstar”, y pronunció discursos ante salas repletas, con el claro mensaje de que “Brasil ha vuelto“.
“Brasil está saliendo del aislamiento al que ha estado sometido en los últimos cuatro años”, dijo el presidente electo a los asistentes. “Brasil no nació para ser un país aislado”.
También reiteró su oferta de acoger una futura COP en la Amazonía, siendo 2025 la próxima fecha probablemente disponible, aunque aún no confirmada.
Los países suelen tener un solo pabellón en las cumbres climáticas. Pero las fuertes divisiones que han surgido en Brasil en medio de la controvertida gestión del medio ambiente por parte del gobierno de Bolsonaro han llevado a la creación de tres pabellones separados en la COP27: uno que representa al gobierno federal de Bolsonaro, otro de los gobernadores de los estados amazónicos que han actuado como oposición al gobierno, y otro dirigido por la sociedad civil.
Brasil está saliendo del aislamiento al que ha estado sometido en los últimos cuatro años
La visión de Brasil presentada por Lula en la cumbre fue notablemente diferente de la que se expuso en el pabellón oficial del gobierno nacional. Las presentaciones del Ministerio de Medio Ambiente, dirigido por Joaquim Leite, se centraron en datos sobre energías renovables: la estrategia del ministro fue contrastar la matriz energética brasileña, basada mayoritariamente en la energía hidroeléctrica, con la dependencia europea del petróleo y el carbón -que se ha hecho más evidente desde que Rusia inició su guerra en Ucrania-. Lula, por su parte, destacó el deterioro de las protecciones para la Amazonía y para los pueblos indígenas, la reducción de las inspecciones ambientales y el consiguiente aumento de la deforestación del bioma.
“En los primeros tres años del actual gobierno”, dijo el presidente electo, “la deforestación en la Amazonía aumentó un 73%. Sólo en 2021 se deforestaron 13 mil kilómetros cuadrados. Esta devastación será cosa del pasado. Los crímenes ambientales, que crecieron de forma espantosa durante este gobierno que está terminando, ahora serán combatidos sin tregua.” Subrayó que las cuestiones climáticas estarán en el centro de su nuevo gobierno.
División diplomática en la COP27
Raoni Rajão, profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais e investigador del Wilson Center, dijo a Diálogo Chino que se produjo una “ruptura diplomática” para Brasil durante la conferencia, ya que los ministros y representantes estatales sólo se sientan a hablar con sus homólogos que ya están en el cargo.
“Hay un gran deseo de empezar a hablar con el gobierno de Lula, ya que hay unanimidad en que se frustraron todas las posibilidades de avanzar con el gobierno de Bolsonaro”, dijo Rajão, quien asistió a la COP27 y comentó que la participación de la delegación oficial fue de “bajo perfil”.
Rajão añadió que la llegada de Lula ha servido más para reconstruir las relaciones bilaterales perdidas que para generar un impacto real en las negociaciones formales de la conferencia.
A pesar del optimismo en la escena internacional, aún no está claro cómo gestionará Lula las cuestiones climáticas a nivel nacional. Una de las dificultades a las que se enfrentará es la de conciliar los intereses de la agroindustria del país y su poderoso lobby en el Congreso con los de la agenda climática.
Durante el anterior gobierno de Lula (2003-2010), su ex ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, se separó del presidente y del Partido de los Trabajadores por desacuerdos sobre la política medioambiental. Se esperaba que Lula anunciara al futuro responsable del ministerio durante la COP27, pero no fue así.
Financiación para la Amazonía
La COP27 ha dado un nuevo impulso a las negociaciones sobre la financiación internacional a Brasil, con el Fondo Amazónico de casi 600 millones de dólares, paralizado bajo el gobierno de Bolsonaro, que se va a reiniciar, y el volumen de las transferencias podría aumentar. En un evento celebrado con gobernadores de los estados amazónicos brasileños, representantes de los gobiernos de Alemania y Noruega, que respaldan el fondo, hablaron de su intención de liberar recursos a principios del próximo año.
Marina Silva, ex ministra de Medio Ambiente, y actual diputada y miembro del equipo de transición de Lula, confirmó a Diálogo Chino que los actores internacionales están interesados en invertir en la agenda climática de Brasil.
“Hay una gran movilización para cooperar con Brasil, y lo estamos sintiendo aquí con las relaciones bilaterales con todos los países, con los organismos multilaterales de financiación, con la filantropía”, dijo Silva. Lula también utilizó su plataforma en la cumbre para pedir ayuda financiera a los países ricos.
“Todos están preocupados por ayudar a Brasil a hacer esta travesía, especialmente en el primer año [de la nueva administración], en el que el presupuesto habrá sido definido por el gobierno de Bolsonaro”, explicó Silva. Se espera que el país cierre 2022 con un nivel de deuda de casi el 80% de su PIB, 20 puntos más que en 2018.
¿Brasil está de vuelta?
En su paso por la cumbre, Marina Silva también habló con los medios de comunicación sobre la importancia del compromiso de Brasil con la agenda climática y de la reanudación de las negociaciones comerciales. En particular, volverá a estar en la agenda la propuesta de acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, el bloque económico formado por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, que se anunció en 2019. “Las negociaciones se retomarán”, aseguró Silva. “Se suspendieron porque no había confianza en que el gobierno de Bolsonaro cumpliera con las cláusulas de protección de la Amazonía y de los pueblos originarios”. Los cuatro países enfrentan dificultades con la deforestación de sus biomas, impulsada por el agronegocio.
Durante la COP27, el equipo de transición de Lula recibió un documento con sugerencias para la política exterior medioambiental elaborado por la Plataforma Cipó, una ONG dedicada al clima, presentado por su directora ejecutiva, Adriana Abdenur. Entre los firmantes de las propuestas se encuentran Izabella Teixeira, otra ex ministra de Medio Ambiente y asesora de la presidencia de la COP27, y Pedro Abramovay, director para América Latina de la Open Society Foundation.
Abdenur dijo a Diálogo Chino que Brasil necesita ir más allá de las medidas climáticas de emergencia y pensar en estrategias a corto, mediano y largo plazo. “La cooperación internacional tiene que ser una forma de fortalecer el desarrollo sostenible y las políticas de transición justa”, dijo. “Lula reposicionará a Brasil como un actor proactivo en las discusiones regionales y globales”.
Brasil tiene la capacidad no sólo de fortalecer y reconstruir sus mecanismos, sino también de crear nuevos canales de diálogo y nuevas iniciativas
En el documento, el grupo expone que América Latina y el Caribe deben utilizar las cuestiones climáticas como una nueva base para la integración regional. “Esto es muy importante no sólo por los desafíos que plantea el cambio climático, sino también por el contexto de la pandemia de Covid-19, en el que se ha producido una reestructuración de la economía mundial y han surgido nuevos riesgos para las cadenas de valor, como la soberanía alimentaria y energética”, dijo Abdenur.
Preguntada por la diferencia que notó en la presencia de Brasil en la COP27 en comparación con eventos anteriores, Abdenur consideró que hubo más optimismo, incluso con los desafíos que se avecinan.
“No será un esfuerzo muy fácil, hubo un gran vaciamiento y desmantelamiento de las instituciones federales encargadas de la protección del medio ambiente”, dijo. “Pero Brasil tiene, tanto dentro del Estado como fuera, en la sociedad civil y el sector privado, la capacidad no sólo de fortalecer y reconstruir sus mecanismos, sino también de crear nuevos canales de diálogo y nuevas iniciativas”.