América Latina y el Caribe no están entre las regiones más contaminantes del mundo, ya que representan menos del 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, pero deben alinearse con los objetivos mundiales de reducción de emisiones para evitar las peores consecuencias del calentamiento global, según advierte un nuevo informe.
El lunes, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), organismo de las Naciones Unidas que reúne a los principales científicos del mundo especializados en el clima, publicó su informe de síntesis, un resumen de su sexta ronda de evaluaciones del clima mundial, en el que se pone de relieve cómo los efectos del cambio climático son más graves de lo que se pensaba.
Como último aporte científico antes del proceso de “balance global” que se llevará a cabo en la cumbre COP28 en diciembre, la publicación hace un llamamiento urgente para cumplir el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales — una meta fijada por el Acuerdo de París.
“La incorporación de una acción climática eficaz y equitativa no solo reducirá las pérdidas y los daños para la naturaleza y las personas, sino que también aportará beneficios más amplios”, declaró el presidente del IPCC, Hoesung Lee, con motivo de la publicación del informe. “Este informe subraya la urgencia de tomar medidas más ambiciosas y muestra que, si actuamos ahora, todavía podemos asegurar un futuro sostenible habitable para todos.”
La síntesis ofrece un resumen de los resultados del IPCC desde que concluyó su quinto ciclo de evaluación en 2014: La base de las ciencias físicas; Impactos, adaptación y vulnerabilidad; Mitigación del cambio climático; y tres informes especiales: Calentamiento Global de 1,5 °C; Cambio Climático y Tierra; y Océano y Criosfera en un Clima Cambiante.
“Este informe aporta todos los conocimientos científicos disponibles para que podamos hacer nuestro último esfuerzo”, declaró Paulina Aldunce, científica chilena y una de las 39 personas que escribieron el informe.
Para alcanzar el objetivo del Acuerdo de París, según el IPCC, debe haber una reducción del 43% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, en comparación con los niveles de 2019. A partir de ahí, la reducción debe ser progresiva hasta alcanzar el “cero neto” en 2050. Esta década es, por tanto, clave para determinar si el calentamiento puede limitarse a 1,5 °C, 2 °C o incluso más. “Las decisiones y medidas que se tomen en esta década tendrán repercusiones ahora y durante miles de años”, se lee en el Resumen para responsables políticos del informe.
Hasta ahora, las actividades humanas han provocado un calentamiento global de 1,1 °C por encima de los niveles preindustriales, y las emisiones de gases de efecto invernadero que lo provocan siguen aumentando. Las emisiones previstas de la actual infraestructura mundial de combustibles fósiles ya superan el llamado “presupuesto de carbono” para cumplir el objetivo de 1,5 °C. En otras palabras, si se queman combustibles fósiles en las centrales eléctricas existentes, no será posible alcanzar el objetivo de París.
Por eso, el secretario general de la ONU, António Guterres, fue — una vez más — bien claro en su reacción al informe: pidió que no se permitieran nuevas centrales de carbón y que se pusiera fin a toda financiación pública y privada para el carbón; que se detuviera toda expansión de las reservas existentes de petróleo y gas; y que la producción actual de petróleo y gas se redujera progresivamente a escala mundial hasta alcanzar un nivel neto cero en 2050. “Nuestro mundo necesita una acción climática en todos los frentes: todo, en todas partes, todo a la vez”, afirmó.
Transición energética en América Latina
Mientras el mundo se enfrenta a la urgente necesidad de una transición hacia energías limpias, el informe del IPCC advierte de la necesidad de mitigar el riesgo para el desarrollo sostenible en regiones con una alta dependencia de los combustibles fósiles para obtener ingresos y empleo, una situación que se da en muchos países de América Latina. Este acto de equilibrio “requiere políticas que promuevan la diversificación económica y del sector energético y consideraciones de principios, procesos y prácticas de transiciones justas”, añade el informe.
Según María Inés Rivadeneira, oficial de políticas de WWF América Latina y el Caribe, la región también debe pensar en la transición de su modelo de desarrollo. “No se trata solo del modelo energético, porque tenemos una dependencia muy alta de las personas que trabajan directa o indirectamente en estos sectores”, dijo a Diálogo Chino. “Por lo tanto, no se trata solo de apagar las luces y cambiar las prácticas empresariales. Tenemos que pensar en cómo esto significa una diversificación de puestos de trabajo, una transformación de las infraestructuras.”
Hasta ahora, la región no está cumpliendo la llamada a la acción del informe del IPCC sobre la eliminación progresiva de los combustibles fósiles. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los planes de expansión de infraestructuras de combustibles fósiles existentes en América Latina no son compatibles con los objetivos del Acuerdo de París.
El gas natural es considerado por muchos gobiernos de la región como “combustible de transición” frente al carbón y el petróleo, con un gasoducto en marcha en Argentina y planes de expansión en México, por ejemplo. Sin embargo, un informe de la ONU concluyó que las energías renovables podrían aportar más beneficios económicos, medioambientales y laborales a América Latina que los planes para desarrollar infraestructuras de gas natural.
Ambientalistas han puesto en duda las ambiciones gasistas de la región y lo que podrían significar para la acción climática — y las realidades — en la región. “Mientras que el informe del IPCC esboza lo que la humanidad debe hacer para resolver la crisis climática, los gobiernos, empresas y bancos involucrados en proyectos como Vaca Muerta [un yacimiento de petróleo y gas en Argentina] demuestran la codicia sin límites que nos ha llevado a esta situación de emergencia”, declaró a Diálogo Chino Ilan Zugman, director regional para América Latina de la ONG 350.org.
“No podemos empujar a los países en desarrollo a hacer el trabajo sucio que los países ricos ya no quieren; la transición energética tiene que ser global”, añadió.
En su anterior informe sobre mitigación, publicado en 2022, el IPCC pedía a los países latinoamericanos que aprovecharan la caída de los precios de las energías renovables y “configuraran una trayectoria sostenible más resiliente y apta para el futuro”.
La región tiene casi todo lo que necesita para hacer una transición hacia las energías renovables, desde objetivos ambiciosos hasta un enorme potencial solar y eólico, pasando por industrias locales en crecimiento que podrían generar puestos de trabajo, hasta 15 millones en toda la región para 2030, informa el BID. Sin embargo, la financiación para la transición sigue siendo insuficiente, con obstáculos que falta superar para revertir esta situación.
Como gran inversor, acreedor y socio comercial en la región, China está explorando nuevas formas de contribuir a la acción climática en América Latina, afirmó Sisi Tang, especialista en comercio del Instituto Internacional de Desarrollo Sostenible. Para ello, sugirió que China introduzca un nuevo sistema de financiación para proyectos de energías renovables en la región y desarrolle sistemas de canje de deuda por naturaleza para incentivar la protección y restauración del medio ambiente.
Según un reciente informe publicado por Global Energy Monitor, América Latina tiene potencial para aumentar su capacidad de energía solar y eólica en más de un 460% para 2030, lo que pondría a la región en vías de cumplir, y potencialmente superar, los objetivos regionales de energía renovable de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) para 2030.
América Latina puede convertirse en un referente mundial de transición energética justa si los futuros proyectos respetan los equilibrios ecológicos y aportan beneficios no solo económicos, sino también sociales
El documento señala a Brasil, Chile y Colombia como los países con mayores planes renovables para el futuro. “América Latina puede convertirse en un referente mundial de transición energética justa si los futuros proyectos respetan los equilibrios ecológicos y aportan beneficios no solo económicos, sino también sociales”, afirmó la investigadora Sophia Bauer, de Global Energy Monitor, en la presentación del informe.
Sin embargo, la magnitud del reto sigue siendo considerable. Aunque su cuota de energía procedente de fuentes renovables, en torno al 33% del suministro, es superior al total mundial del 12%, América Latina se enfrenta a una ardua tarea para mantener esta cifra — impulsada en gran medida por la energía hidroeléctrica, cada vez más en peligro en un clima cambiante — y reducir su dependencia de los combustibles fósiles, de los que obtiene los dos tercios restantes de su energía.
Como dijo Guterres en la presentación del informe del IPCC, puede ser necesario “un salto cuántico en la acción climática” para hacer frente a esta situación, cumplir los objetivos del Acuerdo de París y evitar los peores efectos de la crisis climática.