Sólo pasaron algunos días comienzo del nuevo año, pero estos fenómenos ya comenzaron de forma extrema.
Algunas zonas de los Estados Unidos se encuentran experimentando una tormenta de nieve y bajas temperaturas a niveles récord, con tiburones congelándose en el Atlántico e iguanas heladas que caen de los árboles en Florida. Las condiciones ambientales frías y nevadas podrían estar asociadas al cambio climático: estudios recientes demuestran que la fusión del hielo marino proveniente del Ártico puede alterar las corrientes en chorro o jet stream y empujar el aire frío hacia el sur. Mientras tanto, otras partes del mundo están experimentando temperaturas más cálidas al promedio.
Es una reminiscencia de los tipos de fenómenos extremos que vimos una y otra vez durante el año pasado. En todo el mundo, los eventos extremos azotaron a las comunidades y superaron todos los récords, mientras que los científicos obtuvieron una mejor comprensión de cuánto el cambio climático está estimulando muchos de los desastres que hoy presenciamos.
Realizamos un balance de algunos de los impactos y avances científicos más notables del 2017. Algo estuvo claro: el cambio climático está creando condiciones que nos ponen a todos en peligro.
Temperatura
Aunque todavía no se han publicado los datos de fin de año, 2017 probablemente se encuentre posicionado como el tercer año con mayores temperaturas en un récord que comprende unos 138 años (incluso probablemente sea el segundo año más cálido, según reportó un informe). Notablemente, el 2017 está en camino de ser el año más caluroso sin un fenómeno como el de El Niño, un patrón climático que generalmente aumenta las temperaturas globales promedio.
Eventos extremos
A principios de octubre, ya se habían producido 15 desastres meteorológicos y climáticos en los Estados Unidos con pérdidas que superaron los mil millones de dólares, vinculando el total del 2016 y sólo uno menos que el número récord de los “desastres de mil millones de dólares” del 2011.
California acaba de experimentar el mayor incendio de su historia, generando la evacuación de al menos 50,000 personas. Esto sucedió poco tiempo después de un incendio forestal en el norte de California, sólo unas semanas antes, que provocó la muerte de 40 personas y destruyó al menos 8.400 viviendas.
Los huracanes arribaron en una rápida sucesión, incluido el huracán Harvey (con inundaciones por tormentas y precipitaciones extremas que dejaron a casi 800,000 personas bajo la necesidad de asistencia), el huracán Irma (el más fuerte en el Atlántico desde Wilma en 2005) y el huracán María (el huracán más fuerte en tocar tierra en Puerto Rico desde 1928). Los científicos están investigando el rol del cambio climático en estos eventos, pero ya han descubierto que el cambio climático inducido por el hombre probablemente haya incrementado en el caso de Harvey las probabilidades de lluvias fuertes en al menos unas 3,5 veces y su intensidad en casi un 20 por ciento.
El este de África profundizó su crisis humanitaria debido a una sequía devastadora, agravada por el conflicto, con millones de personas sufriendo de hambre.
Australia superó más de 260 registros de calor y precipitaciones y fue testigo del invierno más cálido hasta ahora registrado.
El Boletín de 2017 de la Sociedad Meteorológica Americana descubrió que los científicos son cada vez más capaces de discernir si el cambio climático impacta sobre los fenómenos extremos. El informe analizó el trabajo de 116 científicos pertenecientes a 18 países y descubrió que múltiples eventos extremos en 2016 -como el calor extremo en Asia y una ola de calor marina en las costas de Alaska- no podrían haber sido posibles sin la influencia del factor humano en el clima. Otra publicación digna de mención encontró una conexión entre la gravedad de una serie de eventos extremos y los impactos climáticos en las corrientes en chorro.
Subida del nivel del mar
Los científicos que mapean los lechos marinos y rocosos costeros de Groenlandia descubrieron que los glaciares costeros corren el riesgo de derretirse aceleradamente entre unas 2 y 4 veces más de lo que se consideraba anteriormente.
En la Antártida, los científicos documentaron por primera vez un amplio movimiento del agua de deshielo y sistemas de drenaje en la superficie a gran escala, que podrían enviar agua a las áreas de plataformas de hielo, las cuales ya se encuentran vulnerables al colapso y así, acelerar la futura pérdida de masa de hielo.
Hielo
Los científicos determinaron que la extensión y la tasa de disminución del hielo marino en el Ártico no tiene precedentes durante al menos los últimos 1.500 años.
El hielo marino del Ártico cayó a su menor nivel de extensión en su historia durante el mes de marzo (ha estado cayendo aproximadamente un 2,8 por ciento cada década desde 1979). Además, ese mes, se registró menos del uno por ciento de hielo marino más antiguo (que dura más de cuatro inviernos), que es mucho más resistente al derretimiento que el hielo nuevo.
Aunque la extensión de hielo en verano en la Antártida en general ha estado creciendo en los últimos años, durante el 2017, los científicos registraron la menor extensión de hielo en el verano. Los científicos necesitarán varios años más en la búsqueda de información para comprender si este fenómeno se debe sólo a la variación o es un indicativo de más cambios sistémicos.
Emisiones de gases de efecto invernadero
El Boletín de la Organización Meteorológica Mundial descubrió que las concentraciones de dióxido de carbono – 403.3 partes por millón (ppm) en 2016 – fueron las más altas en al menos 800,000 años y fueron un 45 por ciento mayores a los niveles preindustriales. La última vez que la Tierra experimentó tales concentraciones comparables de dióxido de carbono fue cuando el nivel del mar era de 10 a 20 metros más alto que el actual y la temperatura promedio global era de 2-3°C más cálida. Si bien es muy pronto para determinar cuáles serán las concentraciones anuales de 2017, por primera vez, el Observatorio Mauna Loa registró lecturas superiores a 410 ppm.
El Proyecto Mundial sobre el Carbono y la Universidad de East Anglia descubrieron que el 2017 experimentó los niveles más altos de contaminación de carbono registrados, revirtiendo el curso sobre un aplanamiento de las emisiones de dióxido de carbono de los combustibles fósiles y la industria en los últimos tres años.
Disrupción ecológica
Los científicos descubrieron que los bosques tropicales pueden haber alcanzado un umbral crítico – pasando de un sumidero de carbono, donde absorben más dióxido de carbono de la atmósfera de lo que emiten, a una fuente de carbono, gracias a la deforestación, la degradación y otros cambios en el uso de la tierra.
Las temperaturas de los suelos congelados fueron las más cálidas registradas durante el 2016, y los datos preliminares sugieren que también lo serán para el 2017. Este calentamiento podría provocar que los ecosistemas de los suelos congelados se descongelen, desestabilicen y liberen gases de efecto invernadero encerrados en su interior.
Un estudio publicado en Nature descubrió que los ecosistemas han tardado más tiempo en recuperarse de las sequías, especialmente en los trópicos y las altas latitudes del norte, que nunca antes. El tiempo de recuperación es una señal de la resiliencia del ecosistema; la recuperación comprometida podría llevar a la muerte generalizada del árbol.
Los científicos descubrieron que las estimaciones previas en torno a los impactos del cambio climático en las especies estaban muy subestimadas: casi 1 de cada 2 mamíferos amenazados y 1 de cada 4 aves amenazadas ya se han visto negativamente afectadas por el cambio climático en al menos parte de su área de distribución.
Necesitamos revertir el curso
Está claro que las tendencias se dirigen en una dirección equivocada. Pero 2018 brinda un nuevo comienzo, y una oportunidad para aprender del 2017 y los años récords que le precedieron. Que este nuevo año traiga una nueva determinación para cambiar el rumbo y tomar medidas que avancen hacia un futuro con bajas emisiones de carbono.
Ese artículo se publicó originalmente en WRI