Cooperación entre regiones, entre países al interior de la región, entre ciudades, entre organismos no estatales, entre científicos y tomadores de decisiones, entre hombres y mujeres, entre todos estos actores juntos. La cooperación, el trabajo conjunto, el compartir experiencias parece ser ese eslabón que se necesita con urgencia para incrementar la ambición de acción climática en una de las regiones más vulnerables a los efectos del cambio climático, pero que también se esfuerza por ser líder en ese propósito.
Así se ha manifestado en la celebración de la Semana del Clima de América Latina y el Caribe en Montevideo, Uruguay. El evento formó parte de una serie de semanas climáticas que ya tuvieron sus ediciones en África y Asia-Pacífico en abril y julio pasado, respectivamente. Bajo el lema “Intensificando la acción climática”, durante estos cuatro días representantes de gobiernos, empresas, sociedad civil y organismos multilaterales trabajaron conforme el objetivo de multiplicar la ambición climática en la región y movilizar a nuevos actores para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.
“Creíamos que las negociaciones eran globales y sólo se daban en el ámbito de las Conferencias de las Partes (COPs). Siguen siendo globales, pero también se han sumado los actores no estatales”, asegura Manuel Pulgar Vidal, Líder en Clima y Energía del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y ex presidente de la COP20 en Lima (Perú), y explicita: “Si no trabajamos a nivel doméstico, no hay forma de implementar el Acuerdo de París. Hay que incorporar los planes de acción climática al plan de desarrollo nacional de cada país. Hay que vincular la acción climática con otros temas. Hay que lograr que un sólo esfuerzo tenga un mismo efecto multiplicador”.
El ex ministro de Ambiente de Perú participó en uno de los paneles que tuvieron a la cooperación Sur-Sur como protagonista del debate durante la primera jornada de la Semana del Clima, con el propósito de demostrar su importancia para el cumplimiento de las metas climáticas de los países de la region y la implementación del Acuerdo.
En conversación con Diálogo Chino, Pulgar Vidal expresó al respecto: “Este tipo de cooperación puede realizar un aporte muy fuerte para la acción climática en la región latinoamericana. La gran crítica a la cooperación más habitual ha sido que ha respondido a una agenda impuesta por un país desarrollado que no es sostenible en el tiempo porque luego se modifica su prioridad y que no responde necesariamente a la realidad del país beneficiado. Si somos conscientes que esa es la lógica de la cooperación histórica, ¿cuánto, vinculándonos entre nosotros, podemos hacer para que la cooperación responda a una agenda común, consensuada previamente?”.
Pulgar Vidal subrayó la importancia de hacer esa cooperación sostenible en el tiempo: “No estando repetiendo en el día a día lo que ya probamos. Tenemos que lograr que esa cooperación sea transparente para intercarmbiar las experiencias que hagan que los resultados de ese vínculo beneficien a todos los países”.
Cooperación Triangular y Sur-Sur
Algunas de esas experiencias comenzaron a compartirse durante los talleres de la Semana del Clima, no sólo entre gobiernos nacionales sino también entre los actores no estatales y aquellos representantes de los niveles subnacionales y urbanos. Tal fue el caso de la presentación del proyecto de un trabajo conjunto entre las ciudades latinoamericanas de Buenos Aires (Argentina), San Pablo (Brasil) y Santiago de Chile (Chile).
Patricia Himschoot, gerente de Cambio Climático de la Agencia de Protección Ambiental del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, lo describe: “Es un proyecto que venimos trabajando desde hace un año en el marco de la cooperación Sur-Sur con el Instituto Interamericano para la Investigación en Cambio Global y que se basa en un trabajo co-diseñado entre científicos y tomadores de decisiones para plantear un sistema de indicadores de seguimiento de acciones. En el medio, estamos los técnicos gestores que actúamos como traductores”. Una parte del financiamiento del proyecto cuenta con la aceptación de un grupo chino, pero aún hace falta complementar lo restante para la puesta en marcha.
Uno de los elementos centrales de este proyecto es el rol ciencia para la toma de decisiones frente al cambio climático. Al respecto, el vicepresidente del Instituto de Meteorología de Uruguay, Gabriel Aintablián, manifiesta: “Es un ejemplo de cómo se puede, desde un instituto, generar un espacio de potencial conocimiento esencial para la región que articule a tres megaciudades de países con realidades totalmente distintas. Y se genera desde un espacio enteramente americano con voluntad de intercambiar experiencias para poder diagramar políticas públicas. Eso es la verdadera triangulación”.
Aintablián es contundente sobre la importancia de los científicos latinoamericanos para la acción climática local: “Nadie mejor que alguien de la región para comprender los problemas de la región. Difícilmente pueda venir un noruego, un finlandés, un alemán a explicarte lo que es el Río de la Plata o la transformación energética de Uruguay o la protección de océanos en Colombia. Tenemos una capacidad de conocimiento en la región muy importante. Hay que generar esos espacios de diálogo con los políticos”.
En su discurso durante el panel de Alto Nivel, el ministro de Ambiente de Brasil, Edson Duarte, subrayó la importancia de la cooperación Sur-Sur, a través del impulso del Diálogo de Talanoa de Brasil para identificar dónde estamos y hacia dónde queremos ir, instando a otros países de la región a seguir el mismo camino, pero también a Sudáfrica, India y China para que organicen sus propios diálogos nacionales.
“En nuestra NDC -contribución determinada nacional- hay una mención clara de fortalecer nuestras acciones de cooperación Sur-Sur. A través del Fondo Amazonía, apoyamos la instalación de instrumentos para monitorear la deforestación en los ocho países de la cuenca del Amazonas, haciendo una contribución extremadamente relevante para la protección del clima global mediante la preservación de la selva tropical más grande del planeta”, expresó.
En este sentido, Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas en Cambio Climático (CMNUCC), manifestó en conversación con Diálogo Chino: “Lo que ha hecho Brasil para realizar un monitoreo en tiempo real de las áreas de deforestación y la medición de emisiones brinda un enorme espacio de oportunidad para que otros países de la región se puedan beneficiar”.
Para una de las máximas representantes, que confesó que “su trabajo la llevó a Europa, pero su corazón sigue de este lado del Atlántico”, la cooperación Sur-Sur cumple un rol complementario en todos estos procesos de acción climática: “América Latina y el Caribe tienen una tradición de cooperación Sur-Sur que se ha ido fortaleciendo a lo largo de los últimos 10-15 años en muchos ámbitos, por ejemplo, las medidas de protección y prevención en caso de desastres”.
Los próximos pasos
¿Hacia dónde vamos luego de esta Semana del Clima en Montevideo? Físicamente, muchos de los oradores y asistentes aquí presentes viajarán a Iguazú (Misiones, Argentina) para participar de lo que será la segunda reunión del Grupo de Trabajo de Sustentabilidad Climática del G20 (Grupo de los 20) la próxima semana, incluyendo a Espinosa y Pulgar Vidal.
Algunos de ellos también viajarán luego a Bangkok (Tailandia), para avanzar en las negociaciones climáticas en una sesión intersesional adicional. El propósito de todos estos eventos es uno: cumplir con las expectativas de ambición e implementación del Acuerdo de París en la próxima COP24 a desarrollarse en Katowice, Polonia, en diciembre próximo.
Espinosa enumera tres objetivos que deben alcanzarse en esta próxima COP24: incrementar la acción climática en el corto plazo con vistas a que los países formulen planes climáticos con metas más ambiciosas, concluir el programa de trabajo del Acuerdo de París, e incrementar los flujos financieros. La Semana del Clima en Montevideo buscó centrarse en el primero, con múltiples oportunidades y desafíos de trabajo que deberán continuarse entre los distintos actores con la cooperación como base.
En esos tres objetivos, hay una cuestión que buscará hacer su lugar para una cooperación igualitaria: la de género. Con desigualdades que se perciben desde la falta de políticas y leyes hasta la escasa consideración para los paneles de discusión, las mujeres buscan hacer sentir su voz como uno de los grupos más vulnerables a los efectos del cambio climático, pero también como uno de los que se desempeña a diario para liderar la acción.
“Durante esta semana se habló de trabajar en la acción climática no de arriba hacia abajo sino de abajo hacia arriba. Y eso implica fortalecer a las organizaciones de base. Abajo estamos nosotros, los pueblos indígenas”, manifiesta Carol González Aguilar, líder indígena, y asegura: “Para cumplir las metas de acción climática necesitamos a los de arriba… y a los de abajo”.
González Aguilar es miembro de la Secretaría Técnica de Mujeres de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA). Su política de género busca asegurar la equidad al interior de la organización y sus distintas filiales. Agradecida por poder hacer oír su voz en un evento de estas características, la joven colombiana recuerda la importancia de escuchar a las mujeres e involucrarlas en los procesos de negociaciones: “El 53% del carbono almacenado en la cuenca amazónica está en nuestro territorio. Las mujeres indígenas somos aliadas fundamentales para cumplir las metas que todos los países tienen que cumplir”.