La candidatura de Brasil para ser sede de la CoP 25, conferencia del clima 2019, ha progresado en forma significativa durante la última semana justo cuando parece que el país elegirá a Jair Bolsonaro como presidente, candidato de la extrema derecha que amenaza con salirse del Acuerdo de París y terminar con el Ministerio de Medio Ambiente.
La candidatura para ser sede que fue presentada en noviembre del año pasado, recibió este viernes el apoyo de la presidencia del Grupo de Países Latinoamericanos y Caribeños (GRULAC), un paso esencial para efectivizarse. El grupo representa a la región en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), organización de la cual Bolsonaro también prometió retirar a Brasil.
Pero la aceptación de la candidatura todavía no se ha confirmado y Brasil, que está en medio de la elección más importante de su historia reciente, atraviesa una situación convulsionada. Bolsonaro, un militar reformado, estuvo muy cerca de vencer la contienda en el primer turno, que finalizó el domingo pasado.
Sus opiniones sobre políticas de protección del medio ambiente y protección de grupos indígenas asustan a los ambientalistas. Según Bolsonaro, Brasil paga demasiado caro su participación en el Acuerdo de París ya que promete seguir conservando millones de hectáreas de bosques.
“Si eso sigue siendo acordado, yo salgo del Acuerdo de París”, afirmó el presidenciable a periodistas durante una reunión con empresarios celebrada en Río de Janeiro el mes pasado. “Si nuestra parte es entregar 136 millones de hectáreas del Amazonas, sí, yo salgo”.
Fernando Haddad (PT), ex ministro de educación del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en cuyo gobierno Brasil logró las tasas de deforestación más bajas de las últimas décadas, es su competidor en el segundo turno.
Pero parece que Haddad tiene dificultades para conquistar electores. La imagen de su partido fue perjudicada por gravísimas denuncias de corrupción. Lula está preso, condenado por delitos de corrupción y lavado de dinero.
Al mismo tiempo, la conferencia ofrece una oportunidad para que se discuta cuánto está progresando el país anfitrión en sus políticas domésticas
La CoP 25, también llamada Conferencia de las Partes, constituye una etapa esencial para la implementación del Acuerdo de París, un compromiso firmado por 195 países para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La conferencia se realizará entre el 11 y el 22 de noviembre de 2019. La CoP 24, que se llevará a cabo este año entre el 3 y el 14 de diciembre, tendrá como sede a la ciudad polaca de Katowice.
Ser sede del evento sería una demostración de fuerza de las políticas ambientales brasileñas ante la comunidad internacional.
“El país que preside (la conferencia) contribuye como facilitador del proceso global”, explica Carlos Rittl, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima. “Al mismo tiempo, la conferencia ofrece una oportunidad para que se discuta cuánto está progresando el país anfitrión en sus políticas domésticas”.
La oportunidad llegaría en un momento de vulnerabilidad. Entre los años 2005 y 2012, las emisiones brasileñas se redujeron en un 52%. Pero el progreso no siguió. Las reglas para restringir la deforestación empezaron a relajarse ya en 2012, durante el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, del PT. Desde entonces, la reducción de la deforestación viene cayendo y ambientalistas alertan que el país podría incumplir la meta establecida por el Acuerdo de París.
Después de pasar por una de las mayores investigaciones sobre corrupción del mundo, la llamada “Operación Lava Jato”, Brasil ha vivido bajo un clima de inestabilidad política hace más de cuatro años. En 2016 Roussef fue destituida por un juicio político y su sucesor, el actual presidente Michel Temer, ha sido blanco de dos denuncias por delitos. Durante este periodo, el gobierno, debilitado, no tuvo la capacidad de inhibir la galopante deforestación de áreas preservadas.
La resolución de la crisis no parece cercana, y a pesar del apoyo del GRULAC, la aceptación de la candidatura de Brasil para ser sede de la CoP 25 no parece estar confirmada. La secretaría de la convención todavía debe acatar la recomendación.
“Si el secretariado considera que aquel país no estará en condiciones de ejercer una buena presidencia de la conferencia existen alternativas, a pesar de que no sean usuales”, explica Rittl.
Pero Rittl considera que el apoyo regional a Brasil es una victoria diplomática. La relación entre los diferentes países latinoamericanos está tensa, debido a la aguda crisis de Venezuela y al clima de ebullición política de Brasil. Pero existen esperanzas de que ser sede de las conferencias corra las agendas climáticas hacia el centro de la discusión política.
Hace décadas que Brasil se ha constituido como un líder regional en políticas socio-ambientales. Fue en Río de Janeiro que, en 1992, nació la Convención del Clima. Perder este liderazgo sería perjudicial para la región y para el mundo.
Brasil ocupa el séptimo lugar mundial entre los países que más emiten gases de efecto invernadero y en el caso de que retroceda en su agenda climática, podría transformarse en un obstáculo para las metas globales del Acuerdo de Paris, junto con los Estados Unidos.
“Todavía tendríamos mucho para mostrar”, afirma Rittl, “Pero al mismo tiempo debemos enfrentar nuestras contradicciones”.