Las 20 economías más grandes del mundo no lograrán alejar al planeta de los peligrosos aumentos de la temperatura a menos que actúen inmediatamente en un cambio de la forma en la cual generan energía, estableció una nueva investigación.
La generación de electricidad y el transporte a través de combustibles fósiles contribuye al mayor porcentaje de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de los países miembros del G20. Como tal, este grupo se desvía en el cumplimiento del objetivo de calentamiento de 1.5ºC, pautado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), lo cual es necesario para evitar un cambio climático desastroso.
Con el 82% de la energía de las economías del G20 proveniente del petróleo, el gas y el carbón, el mundo se está dirigiendo hacia un nivel de calentamiento que alcanzará los 3.2C
“El mundo necesita incrementar la acción sobre el cambio climático”, dijo Jiang Kejun, del Instituto de Investigación de Energía de China, quien es coautor del informe titulado “De Marrón a Verde”. La investigación fue coordinada por la coalición de organizaciones no gubernamentales Transparencia Climática, liderada por Alemania.
Según el informe, con el 82% de la energía de las economías del G20 proveniente del petróleo, el gas y el carbón, el mundo se está dirigiendo hacia un nivel de calentamiento que alcanzará los 3.2C. Los rezagados Arabia Saudita, Australia y Japón generan el 90% de la energía de los combustibles fósiles.
Las 20 mayores economías desempeñan un rol vital en el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París, ya que representan el 80% de las emisiones globales de GEI, que deben reducirse a la mitad para el 2030 con el fin de estar en línea en el seguimiento de un camino de 1.5ºC. Solo la India, que los científicos proyectan que alcanzará los 2ºC, está cerca.
Sin embargo, los perfiles de emisiones de los países miembros y los desafíos para abordar las fuentes con alto contenido de carbono, son muy diferentes. En Argentina y Brasil, el cambio en el uso de la tierra sigue siendo una fuente importante de GEI.
América del sur en el centro de la escena
Con la ciudad capital Buenos Aires como sede de la cumbre del G20 a fines de este mes, la atención mundial se centrará en los esfuerzos de la Argentina para reducir las emisiones, dijo Enrique Maurtua Konstantinidis, director de cambio climático de la Fundación para el Medio Ambiente y los Recursos Naturales (FARN), una ONG.
“Si bien le está yendo bien con la energía renovable, Argentina debe priorizar la transición de las fuentes de energía sucia, deshacerse de los subsidios a los combustibles fósiles y comenzar a actuar en su gran pérdida de bosques”, sostuvo.
172,639 hectáreas
Argentina perdió 172,639 hectáreas de bosque el año pasado, según su último informe sobre el Estado del Medio Ambiente, publicado el mes pasado. La cifra representa un incremento del 26% respecto al año anterior. La conversión a tierras agrícolas es uno de los mayores impulsores de la pérdida de bosques en Argentina, junto con los incendios.
Como industria, la agricultura argentina genera una alta proporción de emisiones en relación con su producción económica. Con 1,72 billones de toneladas de CO2 equivalente a la emisión por cada USD $1000 del PIB, la llamada “intensidad de emisiones” del sector agrícola de la Argentina es casi el doble del promedio del G20 que es de 0.9 CO2e / US$ 1000.
En septiembre de este año, el presidente argentino, Mauricio Macri, anunció amplias medidas de austeridad para enfrentar la crisis económica del país. Los drásticos recortes impactaron sobre el ministerio de Medio Ambiente, que apenas tenía 2 años, siendo relegado al estatus de secretaría. Por el contrario, el gobierno ha promovido continuamente al sector agrícola.
Tras las turbulentas elecciones del mes pasado, el mundo también está observando de cerca a Brasil, que enfrenta desafíos de emisiones igualmente apremiantes. Con poco más de un tercio, la agricultura es la principal fuente de emisiones de GEI en Brasil, la mayoría de las cuales se encuentran conformadas por metano y óxido nitroso.
El presidente electo de extrema derecha, Jair Bolsonaro, se comprometió a recortar los fondos para la protección ambiental y abrir el Amazonas a la minería y a otras actividades industriales.
“Esperamos que nuestro nuevo Presidente mantenga a Brasil en el liderazgo de las negociaciones climáticas y aumente la acción climática dentro del país para lograr que nuestras emisiones de GEI estén en línea con el Acuerdo de París”, dijo William Wills, de CentroClima de la Universidad Estatal de Río de Janeiro.
Wills señaló que si bien la tasa de deforestación de Brasil está en aumento y los subsidios a los combustibles fósiles aumentan, su participación en la energía renovable también está creciendo. Aquí se encuentran “tremendas oportunidades”, destacó.
Eliminación de subsidios
En el 2009, el G20 se comprometió a eliminar los subsidios a los combustibles fósiles “ineficientes”, pero no logró acordar una hoja de ruta para eliminarlos en las reuniones sucesivas al G20.
“En su cumbre en Argentina a fines de este mes, harían bien en cumplir con esta promesa y discutir cómo financiar la transición a una economía baja en carbono”, dijo Maurtua Konstantinidis.
Transparencia Climática calificó como “alto” los esfuerzos de la Argentina para aumentar su participación de energía renovable en la matriz nacional.
Cuando Macri asumió el cargo, inicialmente el gobierno argentino recortó los subsidios para los consumidores y aumentó las tarifas para la electricidad y el gas natural. Sin embargo, al mismo tiempo, ha estado buscando activamente la inversión internacional destinada al gigante de shale, Vaca Muerta, otorgándoles subsidios a los productores.
Según el informe, el G20 gasta más dinero para impulsar el cambio climático a través de subsidios para combustibles fósiles, que genera dinero al reducirlo a través de esquemas de fijación de precios del carbono.
Brasil entregó US$16,25 mil millones en subsidios en 2016, cifra muy por encima del promedio del G20. Solo Canadá y Francia rompen con esta tendencia.
La co-autora del informe, Charlene Watson, del Instituto de Desarrollo Internacional (ODI, por sus siglas en inglés), dijo:
“A medida que aumenta la temperatura global, también se verán incrementados los riesgos para las economías, debido a la interrupción del clima y la necesidad de financiamiento para la adaptación y la mitigación. Está en los intereses económicos del G20 cambiar la energía de marrón a verde”.