Nota del editor: Este es el primer artículo de una serie acerca de Chile y los desafíos del cambio climático de cara a la cumbre climática COP25 en Santiago en diciembre
Más de 20.000 personas llegarán a Santiago de Chile en diciembre para participar de una nueva conferencia climática de las Naciones Unidas, la Conferencia de las Partes (COP) 25. El marco será de urgencia ante las señales de alerta de los efectos del cambio climático y la necesidad de acelerar las acciones globales.
Curiosamente, la energía que utilizarán los diplomáticos, activistas y periodistas que visitarán la ciudad será generada por una de las fuentes más contaminantes. El carbón todavía ocupa el 40% de la matriz energética de Chile, a pesar de la reciente expansión de los parques solares y eólicos.
Como parte del Acuerdo de París, el compromiso climático acordado en 2015 por 194 países, Chile se comprometió a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 30% al 2030 respecto de lo que emitió en el 2007.
Eso significa en gran medida abandonar el carbón, el cual representa el 91% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) del país, de acuerdo a la ONG Chile Sustentable. Es por ello que el país ya trabaja en un plan de descarbonización, el cual será próximamente anunciado por el gobierno de Sebastián Piñera.
“El carbón es el principal problema del país. Sería inaceptable organizar la COP sin antes tener un plan de cierre de todas las plantas que funcionan en base a esa tecnología”, dice Matías Asun, director de Greenpeace en Chile. “Tenemos tanto carbón a pesar del potencial inexplorado de las energías renovables”
Energía sucia
Chile tiene actualmente 28 centrales termoeléctricas que funcionan a base a carbón, mayormente de empresas norteamericanas (AES-Gener), francesas (ENGIE) e italianas (ENEL). El carbón utilizado se obtiene tanto de minas en el país como de importación, principalmente de Colombia.
Las centrales fueron mayormente inauguradas en la última década ante la menor cantidad de gas natural disponible para ser importado desde Argentina. Se distribuyen en ocho regiones del país, pero la mayor cantidad se concentra en sólo cinco: Tocopilla, Mejillones, Huasco, Puchuncavi y Coronel.
“Chile no produce carbón y compra para consumo interno. Ha sido históricamente un combustible barato para la generación de energía en el país,” sostiene Cristian Muñoz, especialista en energía y fundador del sitio web Breves de Energía. “Sin embargo, la reducción de costos de las energías renovables va a cambiar la ecuación.”
Todas las regiones donde se ubican las centrales fueron declaradas zonas saturadas de contaminantes atmosféricos y han debido ser sometidas a planes de descontaminación que están siendo implementados. Los pobladores las denominan “zonas de sacrificio” a partir de los efectos que han registrado.
“Además de ser energía que aporta negativamente para el cambio climático, está causando muchos problemas de salud y ambiente en los territorios. Hay demandas crecientes para cerrar o reconvertir las plantas, especialmente las más antiguas,” dice Gabriela Burdiles, directora de proyectos en la ONG ambiental FIMA.
Al estar ubicadas en zonas costeras, las centrales extraen agua del mar y succionan gran cantidad de fitoplancton marino. A este impacto se le suma la descarga al mar de agua caliente y con químicos utilizados para enfriar las turbinas. Ello altera la flora y la fauna de los ecosistemas marinos, afectando a los pescadores artesanales.
Además, la combustión del carbón en el proceso de generación eléctrica produce como desecho grandes volúmenes de cenizas, las que contienen químicos como óxidos de sílice, aluminio, hierro, calcio y metales pesados. Sin embargo, en Chile estas cenizas no son considerados residuos peligrosos.
Transición energética
La necesidad de cerrar las centrales a carbón es reconocida por las empresas energéticas y por el gobierno de Sebastián Piñera. Ambas participaron el año pasado en una mesa de trabajo por la descabonización, que luego dio paso a un cronograma de cierre de todas las centrales termoeléctricas.
El cronograma, todavía no oficialmente anunciado, implicará que 1.000 MW a carbón saldrán de la matriz en los próximos 10 años. Ello se logrará a través del apagado de ocho de las centrales más antiguas del país. Las organizaciones de la sociedad esperan que todas las centrales dejen de funcionar antes de 2030.
“La descarbonización es un hecho, lo que está en juego es cuando va a ocurrir. La discusión ya fue zanjada políticamente,” dice Sara Larraín, directora de la organización Chile Sustentable. “El carbón ya murió, ahora necesitamos un cronograma rápido para abandonarlo. Es la crónica de una muerte anunciada.”
2030
el año en el cual la sociedad civil espera que cierren todas las plantas de carbón
En la presentación de la COP25, Piñera aseguró que Chile está trabajando en la descarbonización de su matriz energética y que no se construirán más centrales a carbón en el país. El objetivo será que el 70 por ciento de la electricidad en 2030 sea generada por fuentes renovables, de acuerdo al presidente.
A corto plazo, el plan del gobierno consistirá en reemplazar las centrales por una mayor importación de gas natural desde Argentina, que ha aumentado su producción y bajado sus costos gracias al shale gas de la formación de Vaca Muerta en la Patagonia.
Chile hoy importa 10 millones de metros cúbicos de gas argentino, pero eso se puede ampliar “muchas veces más,” de acuerdo a Piñera. El gas representó el 24% del suministro eléctrico de Chile en marzo, en comparación con el 20% del mismo mes del año anterior, de acuerdo a la consultora S&P.
El gas natural emite entre un 50 y 60 por ciento menos dióxido de carbono (CO2) que el carbón. Pero a pesar de tener un menor impacto dista de ser una energía limpia. Su extracción y transporte genera emisiones de metano, sumado al sulfuro y mercurio generados por su combustión.
“Chile solía depender del gas argentino y cuando se acabó el suministro aparecieron las centrales a carbón. Ahora se quiere importar gas nuevamente y eso no tiene sentido. Nos quejamos del impacto del carbón acá pero allá hay también gente sufriendo por el gas,” afirmó Gary González, economista de la Fundación Terram.
El rol de las energías renovables
A la par de ser cuestionado por el rol del carbón, Chile es elogiado por la expansión de las energías renovables, especialmente la solar y eólica, que actualmente representan cerca del 20% de la matriz energética.
Durante el primer gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010), el país aprobó una ley para alcanzar el 10% de la matriz basada en renovables para 2024. Sin embargo, la meta fue luego ampliada al 20% debido al rápido avance que registraron las energías limpias.
9.4%
el esperado porcentaje de energía solar en la matriz energética de Chile este año
El país desarrolló un marco legal a través del cual ha ido eliminando paulatinamente las barreras que limitaban la entrada de las energías renovables en el mercado. A la par, los costos de la energía solar y eólica bajaron significamente, lo que facilitó su implementación especialmente en el norte del país.
Al mismo tiempo, en su segundo gobierno, Bachelet implementó en 2017 un impuesto al carbono, actualmente de US$5 por tonelada de CO2, para desincentivar la instalación de más centrales a carbón.
“Tenemos el 20% de renovables pero podríamos tener mucho más. Toda nuestra matriz energética puede llegar a estar basada en energía limpia para 2040 si lo hacemos de manera progresiva. Podríamos utilizar la energía solar durante el día y las represas durante la noche como batería”, sostuvo Asun.
Se espera que este año la energía solar sea la tercera fuente de generación de electricidad, representando 9.4% de la matriz energética y con 55 plantas comenzando a trabajar este año. Al mismo tiempo, la energía eólica aportará 6.3%, con 14 nuevas centrales entrando en operación este año.
Entre ellos, uno de los últimos en inaugurarse ha sido el parque eólico Punta Sierra, el primero de inversión china a través de una alianza entre Pacific Hydo y State Power Investment Corporation. El proyecto implicó una inversión de US$140 millones, cuenta con 32 turbinas y tiene una capacidad instalada de 82MW.
El parque eólico, ubicado en la comuna de Ovalle y 400 kilómetros al norte de Santiago, compensará 100.000 toneladas de CO2 por año, lo cual equivale a retirar aproximadamente 40.000 autos de circulación. Según estimaciones del gobierno, Chile tiene un potencial de 37.000 MW de generación eólica que podría explotar.
“Todas las nuevas centrales que se construyan en los próximos años van a ser renovables. Pero la energía renovable necesita un respaldo, entonces hay que discutir qué otra fuente de energía será ese respaldo. Hoy el carbón ocupa ese rol y por eso se sigue manteniendo su uso,” afirmó Muñoz.