Nota del editor: Este es el tercer artículo de una serie enfocada en Chile y sus desafíos climáticos de cara a la COP25 en Santiago en diciembre
Con los reflectores preparados durante la apertura de un pequeño túnel en el suelo del desierto de Atacama, Florencio Antonio Avalos Silva finalmente resurgió, comprimido dentro de una cápsula de metal. En un audaz rescate en octubre de 2010, visto aproximadamente por mil millones de televidentes en todo el mundo, él se encontraba entre los 33 mineros chilenos que pudieron escapar luego de haber quedado atrapados en una mina de cobre y oro a 2,300 pies bajo tierra durante dos meses.
En el 2019, el mundo espera que Chile logre otra hazaña notable. Chile recibirá en noviembre a los 21 líderes del Pacífico para la Cumbre de APEC y luego las negociaciones sobre el clima de la ONU (conocidas como COP25) menos de un mes después.
Alrededor de los 20,000 visitantes que asisten a las cumbres verán de primera mano cómo se desarrolla la batalla para construir una economía basada en bajas emisiones cuando una de las flotas de autobuses eléctricos más grandes del mundo cruza Santiago, una ciudad que enfrenta una gran congestión en sus calles y una contaminación letal del aire.
Como presidente entrante de la COP25, Chile se encuentra bajo presión en el desafío de demostrar su voluntad de reducir sus emisiones en un 45% para el 2030 desde los niveles registrados en el 2010 y lograr emisiones netas nulas para el 2050, en línea con lo establecido en el Acuerdo de París para alcanzar los esfuerzos en la limitación del calentamiento a 1.5º C.
En la Cumbre de APEC, Chile se focalizará en el crecimiento sostenible e inclusivo, las mujeres y la economía digital. Para la COP25, Chile está motivando a los países a que ofrezcan promesas más audaces en la reducción de emisiones y apoyen la protección de la Antártida, los océanos, los bosques y la biodiversidad, promoviendo la movilidad eléctrica, las energías renovables y la economía circular.
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, parece comprometido en convertir a la COP25 en un éxito. En abril, aseguró que la conferencia será una gran oportunidad para que todos los países reconozcan la necesidad urgente de una mayor ambición para enfrentar el cambio climático.
El gobierno ha creado un comité asesor presidencial para apoyar los preparativos de la COP con dos expresidentes, exministros y representantes del Congreso, empresas, la sociedad civil y el ámbito académico. El público también parece estar a bordo: una encuesta reciente muestra que el 69% de los chilenos considera que es muy importante y el 68% cree que tendrá un efecto positivo para el país.
En un signo prometedor, Chile anunció que intentará convertirse en un país neutro en carbono para el 2050. Hasta ahora, el único país latinoamericano con un plan existente es Costa Rica. Chile también firmó una declaración de la Coalición de Alta Ambición, comprometiéndose a presentar un plan revisado sobre el clima a nivel nacional, alineado con la meta 1.5º C para el 2020.
Chile es uno de los países que se encuentran con el mejor posicionamiento en el mundo para poder predicar con el ejemplo
Esto plantea un desafío masivo dado que los objetivos de reducción de emisiones de Chile para el 2030 se consideran altamente insuficientes en el marco del seguimiento del grupo Climate Action Tracker. Los grupos de la sociedad civil también están molestos ante el hecho de que el gobierno no haya firmado el Acuerdo de Escazú, el primer acuerdo regional vinculante para proteger a los defensores ambientales.
Motivar a algunos países a proponer objetivos más ambiciosos será difícil. Dos de los vecinos regionales de Chile, Brasil y México, parecen más preocupados por las protecciones contra el vaciamiento de la Amazonía y el aumento de la producción de combustibles fósiles, respectivamente, que por el hecho de asumir mayores compromisos.
A pesar de estas dificultades, Chile es uno de los países que se encuentran con el mejor posicionamiento en el mundo para poder predicar con el ejemplo y puede servir para alentar a otros a seguirlo.
Una de las principales prioridades es el enfoque en el sector energético, que constituye el 78% de las emisiones de Chile principalmente ante el consumo de combustibles fósiles para la generación de energía y el transporte. Chile ha logrado un gran progreso en materia de energía renovable y está tratando de repetir una hazaña similar con el despliegue de vehículos eléctricos.
Sabías que…
En el 2018, Chile se clasificó en el primer lugar entre los países en desarrollo por su capacidad para atraer inversiones en energía limpia
En el 2018 en la encuesta ClimateScope, Chile se clasificó en el primer lugar entre los países en desarrollo por su capacidad para atraer inversiones en energía limpia. En una señal prometedora, Chile cerró el 2018 con una participación del 20,8% de energía renovable en la combinación energética, en comparación con el 17,9% del año anterior.
Para continuar con este progreso, el 4 de junio, el gobierno chileno y las cuatro compañías de generación eléctrica más grandes del país firmaron un acuerdo voluntario para eliminar gradualmente toda la generación eléctrica de carbón para el año 2040, que hoy representan alrededor del 40% de la generación eléctrica.
Ocho de las plantas más antiguas, con una capacidad instalada de 1,047 MW, se retirarán en el 2024. Las ocho plantas permanecerán en un estado de “reserva operacional” por un máximo de 5 años en caso de una emergencia.
Para complicar las cosas, este mes la compañía francesa de energía, Engie, comenzó las operaciones comerciales de una nueva unidad de 375 MW en la central de carbón de Mejillones. Aunque la construcción comenzó en el 2014, la nueva unidad demuestra que, dada la larga vida útil de los proyectos de infraestructura, la eliminación de los combustibles fósiles es altamente compleja y debe comenzar lo antes posible. Idealmente, los nuevos proyectos de combustibles fósiles deben evitarse por completo.
COP25 puede ser un catalizador para promover la agenda legislativa ecológica de Chile
Si bien es bienvenido un cambio lento hacia el carbón, la reducción de las emisiones significativas creadas por la calefacción y la industria debería ser una prioridad. Las importaciones chilenas de gas natural desde Argentina también aumentarán, lo que creará otro problema para la reducción de emisiones. Pero más allá de esto, Chile puede acelerar la transición hacia una economía más limpia de varias maneras.
Primero, Chile debe adelantar la fecha de eliminación de carbón hasta el 2030. Chile Sustentable, una organización ambiental, sostiene que es posible cerrar las 28 centrales eléctricas de carbón con una capacidad total de 5.540 MW para el 2030. La fecha del 2030 se encuentra en una mayor sintonía con el nivel de ambición requerido por el Acuerdo de París, especialmente para los miembros de la OCDE como Chile.
Chile también está apuntando a la transición a una flota de transporte público 100% eléctrica y una flota de vehículos privados compuesta por un 40% vehículos eléctricos para el 2050. En la actualidad Santiago cuenta con 203 autobuses eléctricos con la proyección de llegar a 1,500 para el 2025. Es esencial asegurar el financiamiento de bancos multilaterales de desarrollo y el sector privado para obtener más autobuses eléctricos, alentar a una mayor cantidad de personas a usar el transporte público y aplicar normas más estrictas de eficiencia de combustible y emisiones para vehículos pesados y livianos.
En segundo lugar, la COP25 puede ser un catalizador para promover la agenda legislativa ecológica de Chile. Este año, el gobierno presentará un proyecto de ley sobre cambio climático. Será una prueba decisiva si el gobierno y los legisladores de Piñera posicionan los temas de justicia ambiental y climática en el centro de la discusión, dada la gravedad de la vulnerabilidad de Chile a los incendios forestales y otros impactos climáticos; y a los enfrentamientos por los impactos sociales y ambientales negativos de las centrales eléctricas de carbón y la minería en “zonas de sacrificio“.
En tercer lugar, Chile puede conectar explícitamente las agendas de la Cumbre de APEC y la COP25 para hacer una declaración audaz en la cual se pueda abordar de manera conjunta el desarrollo sostenible, cuestiones vinculas al comercio, la inversión y la acción climática. El momento es ideal dado que Chile ayudó recientemente a crear la Coalición de Ministros de Finanzas para la Acción Climática, que respaldó una serie de principios para apoyar a los ministros de finanzas de 30 países que comparten buenas prácticas en materia de bajo crecimiento en carbono y resiliencia al clima.
Dado que es probable el aumento de la demanda mundial para que las vastas reservas de cobre y litio de Chile satisfagan el cambio hacia los vehículos eléctricos y las energías renovables, podría obtener beneficios si es capaz de avanzar en la alineación de las discusiones en la Cumbre de APEC con el Acuerdo de París sobre políticas de comercio e inversión
El sector agrícola de Chile, proveedor líder de frutas frescas en China, también es especialmente vulnerable a los impactos climáticos, como las sequías e inundaciones, y necesitará un mayor apoyo público y privado para desarrollar la capacidad de recuperación y adaptación.
US$5.3 mil millones
El monto que Chile ahorraría al invertir en una red de energía 100% renovable para el 2050
En un marco de aumento de la confianza sobre la acción climática como un factor que complementa el crecimiento económico, un anuncio por parte del gobierno de Chile sobre un nuevo plan de acción climática para el 2030 alineado con la meta 1.5C podría enviar un mensaje aún más fuerte al sector privado, que podría ayudar al impulso en el corto plazo de la baja inversión de carbono en el país.
Los beneficios parecen valer la pena. El análisis sugiere que apuntar a una red de energía 100% renovable para el 2050 podría evitar que Chile gaste USD $ 5.3 mil millones anuales en combustibles fósiles, crearía 11,000 empleos verdes y prevendría 1,500 muertes prematuras por contaminación del aire.
El presidente Piñera asegura que Chile está fuertemente comprometido con el multilateralismo. A medida que los hilos del orden mundial liberal se desgastan por la hostilidad del presidente Trump hacia los acuerdos globales y los conflictos internacionales, necesitamos que los países estén dispuestos a reforzar el tejido de las instituciones globales y aumentar sus compromisos climáticos.
Para lograr el éxito en la Cumbre APEC y COP25, Chile podría anunciar un nuevo objetivo de reducción de emisiones para el 2030 alineado con la meta 1.5º C. Esto no solo sería bueno para Chile, sino también para el resto del mundo, que bien podría decidir seguirlo.