La inminencia de un acuerdo global que limite las emisiones de gases invernadero a realizarse en la próxima Conferencia del Clima agita al sector privado de América Latina. La mayor parte de los participantes del Foro Latinoamericano y del Caribe del Carbono, con sede en Santiago de Chile, que se desarrolla hasta el 11 de septiembre, viene de ese sector.
“El mundo va a ser diferente después de la conferencia de París. Y las empresas quieren obtener la mayor cantidad de información posible ya disponible”, explica Eduardo Sanhueza, consultor de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), una de las organizadoras del evento.
Mientras los gobiernos trabajan para finalizar un plan nacional de reducción de emisiones, también llamado Contribuciones Previstas Determinadas a Nivel Nacional (INDC, por su sigla en inglés), diversos sectores de la economía participan del foro para seguir las discusiones sobre desarrollo bajo en carbono y sus consecuencias para los negocios.
“Antes de realizar una gran COP, como ocurrirá en París, siempre pasa de todo en los niveles nacional y regional. Es el momento en que los sectores público y privado buscan más información y forman sus opiniones. Creemos que el Foro va a contribuir para fortalecer las posiciones en algunos temas. Y ayudar a llamar la atención hacia el problema, el desafío de lidiar con el cambio climático y sus impactos”, argumenta Neeraj Prasad, del Climate
Change Practice Manager del Banco Mundial.
Según Prasad, coordinador del sector de información y alianzas del área de cambio climático, el foro no es un ambiente propicio para la toma de decisiones que puedan influenciar las negociaciones de París. “Nosotros contribuimos principalmente para que el sector privado entienda lo que los gobiernos están intentando implementar en término de políticas orientadas a combatir el cambio climático”, complementa.
El INDC en la mira
Una de las principales preocupaciones del sector privado tiene que ver con entender cómo actuarán los gobiernos para dar cumplimiento al corte en las emisiones que prometieron en el INDC. Será la primera vez que países en desarrollo asuman el compromiso de continuar con la expansión de la economía limitando la carga de carbono que se lanza a la atmósfera. Para cumplir la meta asumida por los gobiernos, diversos sectores de la industria, como energía, minería, siderurgia y transporte, podrían enfrentar ajustes en sus producciones.
“Eso significará comprometerse con la forma en la que se van a desarrollar en los próximos años. El mundo entero lo verá. La imagen de un país que no cumpla con lo prometido puede arruinarse. Y en el mundo de los negocios, esa imagen es muy importante”, ejemplifica Eduardo Sanhueza, que también actúa como negociador del gobierno chileno en las conferencias climáticas.
Cambio de foco
El Foro Latinoamericano del Carbono nació en 2006, época en la cual el mercado mundial de créditos de carbono era bastante activo. En aquel tiempo, el objetivo del encuentro se restringía a la promoción de transacciones del área y a discutir metodologías de conteo del carbono, por ejemplo.
A partir de la baja que experimentó el mercado en los últimos cuatro años, el foro se vio obligado a ajustar su foco y entonces pasó a concentrar el debate en la creación de nuevas políticas de desarrollo limpio, intercambio de tecnologías y oportunidades de financiamiento disponible para proyectos que promuevan la economía baja en carbono.
“El perfil de los participantes incluye actores que buscan oportunidades para invertir en América Latina usando un modelo de desarrollo limpio. También existen aquellos que buscan información sobre tecnologías o financiamiento para hacer que su producción sea más limpia, más eficiente en términos energéticos”, afirma Prasad sobre el cambio de perfil del evento.
Además de la versión latinoamericana, foros regionales semejantes se llevan a cabo en África y Asia, más allá de la versión global con sede en Europa.
Acceso al financiamiento
El encuentro de Santiago también podría verse como una oportunidad para hacer buenos negocios. “Diversas instituciones financieras que están presentes hacen posible la movilización de recursos necesarios para la revolución tecnológica que necesitamos”, resalta Sanhueza.
La presencia de instituciones financieras como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) son estratégicas: dichas instituciones representan la principal fuente de financiación de los países-miembros que buscan recursos para proyectos de adaptación a los impactos del cambio climático y la reducción de gases invernadero. El BID, por ejemplo, afirma que el 25% de los préstamos otorgados por el banco apoyan operaciones de este tipo.
En América Latina, las fuentes de energía renovable poseen un gran potencial para conducir la región hacia un desarrollo bajo en carbono. Por ejemplo, la planta de energía solar latinoamericana más importante fue financiada con aportes de una institución financiera del grupo del Banco Mundial, en el desierto de Atacama, en Chile.
Economía por todos lados
Durante la semana del Foro Latinoamericano del Carbono, la New Climate Economy lanzó un estudio que mostró que la inversión en tecnologías bajas en carbono puede significar un ahorro mundial de 17 billones de dólares hacia el año 2050. Cambiar hacia medios de transporte más limpios, construcciones eficientes en términos energéticos y en el manejo de los residuos significaría una reducción de 3,6 gigatoneladas de CO2 por año hasta 2030, más que el total de emisiones de la India.
Las medidas serían especialmente indicadas para ciudades de países en desarrollo. “Las inversiones en infraestructura que se realicen en esos centros en las próximas décadas conducirán al mundo hacia un camino de baja o alta emisión de carbono. Las atmósferas política y de financiamiento deben cambiar de modo significativo para que las ciudades sigan un desarrollo bajo en carbono”, recomienda el estudio.