En este comienzo de año, el Año del Conejo según el calendario tradicional chino, se percibe un optimismo moderado y mucha incertidumbre en torno a la acción mundial sobre el cambio climático y el medioambiente.
El año pasado se produjeron algunos avances: la creación de ambiciosos objetivos de biodiversidad y el establecimiento de un fondo de pérdidas y daños para ayudar a los países vulnerables a hacer frente al cambio climático, por ejemplo.
Pero el nuevo año se presenta lleno de retos que amenazan la acción sobre la crisis climática y la de la pérdida de biodiversidad. Unas perspectivas económicas poco claras, unidas a la elevada inflación y la inseguridad alimentaria en muchos países en desarrollo, están poniendo a prueba la capacidad de los países para hacer frente al servicio de la deuda y dificultarán la acción.
Entre las áreas clave a tener en cuenta este 2023 están: si China utilizará sus iniciativas de infraestructura global para intensificar la acción climática; una recalibración de las relaciones entre China y EE.UU., y China y Brasil; si 2023 será el año en que América Latina consiga controlar la deforestación; y la situación de la seguridad alimentaria en Somalia, que está al borde de la hambruna.
En este artículo exploraremos las perspectivas en estas áreas cruciales.
La cambiante huella mundial de China
Este año se cumple el décimo aniversario de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), la emblemática estrategia mundial de infraestructuras del presidente Xi Jinping. A través de ella, China ha proporcionado financiación y servicios de construcción cruciales a países de Asia, Europa y África. Sin embargo, varios proyectos de la BRI también han sido criticados por su falta de transparencia y de atención a las repercusiones medioambientales y sociales.
Desde que Xi Jinping anunciara el fin de las ayudas a nuevos proyectos de energía de carbón en el extranjero allá por 2021, China ha ido aumentando su apoyo a proyectos de energías renovables. Los avances que consiga en este ámbito en 2023 podrían ser cruciales para la trayectoria climática del planeta.
Deuda
La deuda es otro tema que volverá a ocupar un lugar destacado en la agenda climática de este año. Las inciertas perspectivas económicas mundiales, las subidas de los tipos de interés en las principales economías y la fortaleza del dólar están dificultando cada vez más el servicio de la deuda de los países más pobres. Una de las consecuencias de esta situación en gran parte del mundo en desarrollo es la disminución de los recursos para las tan necesarias medidas de mitigación, adaptación y respuesta de emergencia a la crisis climática.
Relaciones de China con Estados Unidos
Después de que las conversaciones entre Estados Unidos y China sobre el clima quedaran congeladas tras la visita de la ex presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense Nancy Pelosi a Taiwán, los enviados chino y estadounidense para el clima, Xie Zhenhua y John Kerry, confirmaron en la COP27 que habían mantenido llamadas informales. Volvieron a hablar a principios de 2023, lo que sugiere que la relación entre los dos diplomáticos ha superado el conflicto más reciente entre China y Estados Unidos.
Wang Yi, ex ministro de Asuntos Exteriores recientemente nombrado miembro del Politburó, declaró que China “se esforzará por recalibrar” la relación chino-estadounidense. Aunque no hizo ninguna mención al clima, se espera que China, el mayor emisor de metano del mundo, se una a los otros 150 países, incluido Estados Unidos, que han firmado el Compromiso Mundial del Metano para reducir las emisiones de este gas en un 30% para 2030. Como mínimo, se espera con impaciencia el borrador de la estrategia china de control del metano. Anunciada por Xie Zhenhua en la COP26, la estrategia se centrará en las emisiones en los sectores de la energía, la agricultura y el tratamiento de residuos.
¿Se obstaculizará la agenda climática porque las grandes potencias no pueden llevarse bien?
“Además de sus disputas técnicas -como el calendario chino para alcanzar el pico de emisiones de carbono, la reducción del metano y los aranceles estadounidenses a los productos renovables chinos-, ambos países lidiarán con una pregunta fundamental: ¿puede separarse una cuestión de interés común mundial de los retos bilaterales, o se obstaculizará la agenda climática porque las grandes potencias no pueden llevarse bien?”, dijo Li Shuo, asesor principal de política mundial de Greenpeace Asia Oriental.
Para Li, los “puntos de prueba clave” serán la visita a China del Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, el mes que viene, la cumbre de la APEC (reunión anual de líderes empresariales y gubernamentales de Asia-Pacífico), que se celebrará en California en noviembre, y la conferencia sobre el clima COP28.
Relaciones de China con América Latina
Con las elecciones celebradas el año pasado en Brasil, Chile y Colombia, que llevaron al poder a gobiernos de izquierda y defensores climáticos en amplias zonas de América Latina, las relaciones entre China y la región podrían experimentar cierta tensión en 2023.
“Estas dinámicas pueden poner en entredicho la cercanía geopolítica entre China y América Latina”, pronosticó Guo Cunhai, coordinador del Centro de Estudios sobre China y América Latina (CECLA). “Es muy probable que las inversiones chinas en proyectos mineros y de infraestructuras en la región generen conflictos entre las empresas chinas y las comunidades locales, lo que afectará negativamente a las relaciones entre China y América Latina”.
No obstante, es muy probable que China siga siendo un poderoso socio comercial y económico para los países de la región.
“China está ansiosa por reactivar la economía y su comercio con los países latinoamericanos tras la pandemia de Covid-19”, afirmó Álvaro Méndez, investigador principal de la London School of Economics and Political Science (LSE) y director de la Unidad del Sur Global de la LSE.
Una relación particular que habrá que seguir de cerca será la de China y el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, cuyo nuevo gobierno aporta una bocanada de aire fresco a la agenda medioambiental, especialmente para la Amazonía. El Presidente Lula tiene previsto visitar el mayor socio comercial de Brasil en sus primeros meses de mandato. “China será el actor más importante a la hora de presionar a Brasil para que reduzca la deforestación, ya que compra una gran proporción de nuestros productos agrícolas”, declaró Marcio Astrini, Secretario Ejecutivo del Observatorio del Clima de Brasil.
Astrini cree que habrá un “cambio radical” en relación a la política ambiental: “Jair Bolsonaro tenía cero política forestal. La política del nuevo gobierno es la deforestación cero”. El ecologista Paulo Moutinho, del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía, se muestra optimista ante la nueva gestión: “El equipo responsable del Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático es el que estaba al mando cuando hubo una reducción del 80% de la deforestación”.
Natalie Unterstell, presidenta del Instituto Tanaloa, cree que la misión del nuevo gobierno es trazar una línea divisoria entre lo que es delito y práctica depredadora y los “empresarios serios”, verdaderamente comprometidos con la conservación del bosque. “Si tiene éxito, podrá apoyar a los inversores y empresarios de la bioeconomía, que hoy no florece porque no puede competir con productos y prácticas delictivas”, afirma.
Jair Bolsonaro tenía cero política forestal. La política del nuevo gobierno es la deforestación cero
También en Colombia la reducción de la pérdida de bosques se ha convertido en uno de los principales compromisos del nuevo gobierno: en 2021 se destruyeron 174.103 hectáreas. Colombia considera que la cooperación internacional con países como el Reino Unido es fundamental para financiar y aplicar su estrategia de lucha contra la deforestación. ¿Podría ser este el año en que la región cambie el rumbo a favor de la naturaleza y las personas?
Relaciones de China con África
A finales de 2021 se firmó la “Declaración sobre la cooperación China-África en la lucha contra el cambio climático” en el 8º Foro de Cooperación China-África. Otros documentos firmados en el foro prometían un aumento de la inversión en tecnologías energéticas de bajas emisiones, señalando la energía solar como un área para una mayor cooperación. El potencial de China, líder mundial en tecnologías renovables, para impulsar la generación de energía limpia en el continente ha ganado desde entonces mucha atención y volverá a ser el centro de atención a lo largo de 2023, cuando los observadores busquen pruebas de que China está cumpliendo su promesa de aumentar la inversión. Mientras tanto, el debate sobre las posibilidades de que China y los socios tradicionales para el desarrollo, como la UE y EE.UU., cooperen en la ampliación de los proyectos de energías renovables en África cobrará probablemente más importancia a medida que los vientos en contra de la economía dificulten los modelos tradicionales de inversión.
En el frente medioambiental, los efectos del clima en África fueron el centro de atención el año pasado, cuando las negociaciones de la ONU sobre el clima llegaron al continente. La vulnerabilidad climática seguirá siendo uno de los temas centrales de las conversaciones de este año en los Emiratos Árabes Unidos. Los países de África Occidental, especialmente Gambia, se enfrentan a la subida del nivel del mar y a la erosión costera. Como consecuencia, los pescadores están abandonando los lugares donde desembarcan, lo que provoca una mayor competencia por los lugares de desembarque y escasez de pescado, y afecta enormemente a los medios de subsistencia. La extracción de arena de las playas también está afectando a la vegetación costera y a la biodiversidad marina.
Mientras tanto, el Cuerno de África y el Sahel se enfrentan a graves problemas de seguridad alimentaria relacionados con el cambio climático y los conflictos. Las organizaciones humanitarias indican que, por primera vez desde 2011, es probable que se declare la hambruna en partes de Somalia, y se prevé que hasta 6,3 millones de personas se enfrenten a la inseguridad alimentaria en el primer trimestre de este año. “Todavía no se vislumbra el final de esta crisis de sequía, por lo que debemos conseguir los recursos necesarios para salvar vidas y evitar que la gente se hunda en niveles catastróficos de hambre e inanición”, afirmó en un comunicado el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley.
Así, el escenario pide a los gobiernos africanos que den prioridad urgentemente a métodos innovadores para adaptarse al cambio climático a lo largo del año.