La pandemia del Covid-19 y las disputas vinculadas a la guerra de Ucrania han impulsado un proceso de desglobalización, es decir, un mayor aislamiento de los países. Además, las relaciones diplomáticas entre China y Estados Unidos atraviesan su peor momento en más de cuatro décadas.
Sin embargo, incluso con estas tensiones y contratiempos en las alianzas mundiales, ambos países ven las negociaciones sobre el clima como una zona neutral.
Desde la firma del Acuerdo de París en 2015, China ha intentado promover la diplomacia climática con regiones como Europa y América Latina. El tema apareció en dos declaraciones conjuntas en abril, respectivamente con Francia y Brasil, y también se ha tratado con líderes de la Comisión Europea y Emiratos Árabes Unidos. En este último caso, el portavoz fue Sultan Al Jaber, presidente de la conferencia sobre el clima COP28 de este año.
Cooperación entre grandes potencias
Los datos sobre emisiones de carbono muestran que la cooperación entre las naciones más contaminantes es clave para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. En 2021, los seis mayores emisores ―China, Estados Unidos, la Unión Europea (UE), India, Rusia y Japón― representaban en conjunto casi el 68 % de las emisiones mundiales.
China representa casi el 33% de las emisiones de CO2 del planeta, mientras que EE.UU. más del 12%. Con el 7% de la UE, los tres acaparan la mayor parte de las emisiones de carbono del mundo.
Por ello, las iniciativas de estos grandes emisores pueden tener un impacto significativo. En marzo de 2020, por ejemplo, el Parlamento Europeo aprobó una ley que ratificaba su objetivo de neutralidad de carbono, lo que tuvo un efecto positivo en varios países del bloque. La cooperación entre China y EE.UU. ha impulsado el desarrollo de políticas climáticas globales que incluso desembocaron en el Acuerdo de París.
Pero la gobernanza climática está sufriendo un momento de descrédito como consecuencia de las constantes disputas sobre el alcance de las responsabilidades entre el Norte y el Sur Global e incluso dentro de estas regiones.
No hay ejemplo más claro que la financiación del Fondo Verde para el Clima. En 2010, en la COP16 se decidió que, para ayudar a los países en desarrollo a responder al cambio climático, los países desarrollados debían aportar 30.000 millones de dólares en financiación inicial rápida para 2012, y otros 100.000 millones anuales de 2013 a 2020. Sin embargo, las definiciones de lo que se considera financiación para el clima, las estadísticas asociadas y los sistemas de información y verificación siguen siendo poco claros y a menudo controvertidos.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en 2020 los países desarrollados aportaron y movilizaron 83.300 millones de dólares para la acción climática en los países en desarrollo, mientras que el objetivo de 100.000 millones anuales podría alcanzarse este año.
La falta de liderazgo es otro gran obstáculo para la acción por el clima. La UE suele predicar con el ejemplo tanto en gobernanza como en acción climática. Pero ahora se enfrenta a un bajo crecimiento económico y a una falta de cohesión interna que le impiden alcanzar todo su potencial.
Mientras tanto, la polarizada política de Estados Unidos hace que sus actuaciones en materia climática vayan de un extremo a otro. La administración del republicano Donald Trump ha promovido el unilateralismo America-first (EE.UU. en primer lugar), rompiendo con el Acuerdo de París y destruyendo la posición de liderazgo de Estados Unidos en el desarrollo de la gobernanza climática mundial. Cuando el demócrata Joe Biden tomó el cargo en 2021, introdujo no solo legislación sino un presupuesto ambicioso de acción climática. Sin embargo, nadie puede garantizar que Trump no vuelva a ser electo.
En este contexto de conflictos y crisis constantes, el calentamiento global sigue aumentando y la ventana de oportunidad para revertir sus efectos se está cerrando.
Cronología de las relaciones entre China y Estados Unidos
1997
El Presidente Jiang Zemin visita Estados Unidos y firma un acuerdo bilateral para cooperar en materia de energía y medioambiente.
1998
Bill Clinton regresa a China y firma una carta de intenciones para cooperar en el control de la calidad del aire urbano.
1999
Los dos países firman otra carta de intenciones, esta vez para cooperar en materia de tecnología de aire y energía limpios.
2003
Se crea un grupo de trabajo chino-estadounidense sobre el cambio climático para impulsar la cooperación técnica.
2006
Se crea el marco del Diálogo Económico Estratégico entre China y Estados Unidos (SED, por sus siglas en inglés), en el que los máximos dirigentes de ambos países se reunirán dos veces al año, en lo que una persona de la parte estadounidense denominó “como un G2“.
2008
Durante la cuarta ronda del SED se firma un marco de cooperación en materia de energía y medioambiente para la próxima década.
2014
Los dos países firman una declaración conjunta sobre el cambio climático.
2015
Xi Jinping y Barack Obama anuncian una declaración presidencial conjunta sobre el cambio climático, para colaborar en el éxito de la próxima conferencia sobre el clima de París, que desembocará en el Acuerdo de París.
2021
En la COP26, los dos países anuncian la declaración conjunta de Glasgow sobre el refuerzo de la acción por el clima en la década de 2020.
A pesar de los obstáculos, la gobernanza climática se ha guiado por el Acuerdo de París desde 2015. Y 2021 fue un año crucial para las interacciones entre China y Estados Unidos, aunque en varios momentos estuvieran impregnadas de tensiones. Los líderes de ambos países hablaron en varias ocasiones, como en el Año Nuevo chino, en la reunión de Alaska ―cuando surgieron acusaciones mutuas― y con motivo de la declaración conjunta de Glasgow.
Pero las relaciones en general han ido en caída libre desde el inicio de la pandemia de Covid-19. Wang Jisi, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Beijing y director del Instituto de Estudios Internacionales y Estratégicos de la misma institución, ha declarado:
“Las relaciones entre China y Estados Unidos han empeorado desde la última parte de la administración Trump, con desacuerdos que se intensifican en el comercio, la tecnología, los asuntos militares y la ideología. Biden mantuvo la mayor parte de las políticas de la era Trump sobre China. Actualmente estamos a más de la mitad del primer mandato de Biden y las relaciones siguen empeorando gracias a la guerra de Ucrania, las tensiones sobre Taiwán y el desacoplamiento tecnológico de Estados Unidos”.
Las conversaciones sobre emisiones de metano, energía limpia, economía circular y acción climática urbana estaban previstas para septiembre de 2022, pero la visita de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., a Taiwán en agosto, a pesar de las fuertes objeciones del Gobierno chino, puso fin a los trabajos. Pero hay un rayo de esperanza: se ha informado de que el enviado estadounidense para el clima, John Kerry, va a visitar China, lo que podría reanudar la diplomacia climática entre ambos países.
Diplomacia climática multilateral
A pesar de los roces con Estados Unidos, China ha avanzado en otros frentes bilaterales y multilaterales desde la firma del Acuerdo de París.
Según datos del Ministerio de Ecología y Medioambiente sobre cooperación internacional, China ha ampliado el alcance de sus interacciones y mantenido la cooperación y los intercambios con la UE, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), las naciones africanas y el grupo BRICS formado por Brasil, Rusia, China y Sudáfrica. También ha participado en la diplomacia climática multilateral con sus vecinos, asistiendo a reuniones como el Segundo Foro sobre los Objetivos de Neutralidad de Carbono de China, Japón y la República de Corea.
La Declaración Conjunta China-Francia de abril contenía 51 artículos, ocho de ellos sobre cuestiones climáticas. La declaración hacía del cambio climático parte de la respuesta conjunta de ambos países a los retos de la globalización. Esto sienta una buena base para su futura diplomacia climática y, esperemos, para medidas más concretas. Por ejemplo, el artículo 36 dice:
“Francia y China tienen la intención de cooperar para resolver las dificultades de acceso a la financiación en las economías en desarrollo y emergentes, y animarlas a acelerar su transición energética y climática, apoyando al mismo tiempo el desarrollo sostenible”. China participará en la Cumbre para un Nuevo Pacto Mundial de Financiación que se celebrará en París en junio de 2023. Francia asistirá al tercer Foro de Cooperación Internacional de la Franja y la Ruta”.
En abril también se publicó la Declaración Conjunta Brasil-China sobre la Lucha contra el Cambio Climático. Algunos de los artículos son de especial interés. El artículo 5, por ejemplo, afirma:
“Estamos decididos a seguir reforzando el multilateralismo, incluso con todos nuestros socios del Grupo de los 77 y China (G77+China), con vistas a un modelo de solidaridad climática que sea colectivo, que rechace el unilateralismo y las barreras comerciales verdes, y que esté firmemente asentado en valores de solidaridad y cooperación en nuestra comunidad internacional”.
Por su parte, el Artículo 7 dice: “Instamos a los países desarrollados a que cumplan sus obligaciones incumplidas en materia de financiación de la lucha contra el cambio climático, y a que se comprometan con su nuevo objetivo colectivo cuantificado, que va mucho más allá del mínimo de 100.000 millones de dólares al año y proporciona una hoja de ruta clara para duplicar la financiación de la adaptación”.
Medidas climáticas de China, dentro y fuera del país
Evaluar con precisión la diplomacia climática de China y su futura dirección no sólo es importante para el país asiático, sino también para el proceso de gobernanza climática mundial.
China sigue siendo un país en desarrollo, con niveles desiguales de desarrollo socioeconómico, una combinación de fuentes de energía basada en el carbón y una base científica y tecnológica relativamente débil. Pero entre 2012 y 2021, su crecimiento económico fue de un promedio de 6,5%, mientras que el consumo de energía sólo aumentó un 3%. Los enormes esfuerzos realizados por China para lograr una transición hipocarbónica merecen ser vistos y valorados.
Un análisis de su actuación nacional en materia de cambio climático y de su diplomacia climática en el exterior revela que ha habido críticas y cuestionamientos, sobre todo a las disposiciones institucionales, la asignación de personal y financiación, y el enfoque de las políticas. Pero China ha seguido adoptando medidas activas, responsables y sostenibles, tanto dentro como fuera del país.
En 2022, su nueva capacidad instalada de energía eólica, solar e hidroeléctrica superó con creces la nueva capacidad instalada de carbón. Mientras tanto, la generación de energía eólica y solar alcanzó los 1,19 billones de kilovatios hora, lo que supone un aumento interanual del 21% y el suministro del 13,8% del consumo total de electricidad. El mix de generación eléctrica de China ha experimentado enormes cambios: también en 2022, la proporción de energía de carbón en la generación total de electricidad bajó del 65-70% al 58,4%, y la proporción de generación de electricidad con energías no fósiles subió al 36,2%.
Aun así, como fenómeno global, el cambio climático exige una acción conjunta. Ningún país puede afrontarlo solo.