A pesar de la creciente toma de conciencia de que las emisiones de gases de efecto invernadero generan el cambio climático, las emisiones alcanzaron un máximo histórico en 2022. Las emisiones de dióxido de carbono han recibido históricamente más atención, pero para limitar el calentamiento global a medio plazo también será clave una reducción rápida y sostenida de la contaminación por metano. Sin embargo, establecer una visión fiable y global de las emisiones de metano de la industria de los combustibles fósiles es un problema constante.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) calcula que las emisiones de metano son responsables de alrededor del 30% del aumento constante de la temperatura media mundial desde la revolución industrial. El metano atmosférico es más potente a la hora de atrapar el calor que el dióxido de carbono ―al menos 80 veces más potente a lo largo de 20 años―, pero se disipa mucho más rápidamente. Dada la urgencia de la crisis climática y los objetivos de reducción de gases de efecto invernadero a corto plazo del Acuerdo de París, las emisiones de metano son una preocupación urgente.
Las fugas de metano ―el escape del gas de las tuberías de combustibles fósiles y los sitios de perforación y producción― también son un problema importante. “Los índices de fuga de metano muy pequeños de los sistemas de gas rivalizan con las emisiones de gases de efecto invernadero del carbón”, afirma Deborah Gordon, directora del programa de Inteligencia Climática del Rocky Mountain Institute, que formó parte de un equipo responsable de un estudio publicado en julio sobre las fugas de metano en los sistemas de gas y carbón. Su investigación reveló que incluso una tasa de fuga de metano de tan sólo el 0,2% a lo largo de 20 años puede generar emisiones e impactos climáticos equivalentes a los de la minería del carbón.
El metano suele ser un subproducto desperdiciado en sectores como la agricultura, pero un bien valioso en otros: la industria del gas premia el metano, que constituye hasta el 90% de lo que vende como “gas natural”. La industria de los combustibles fósiles es responsable de cerca del 35% de todas las emisiones de metano de origen humano.
El año pasado, Shell fue el séptimo productor mundial de petróleo por volumen y la quinta empresa petrolera por ingresos. Sus operaciones se extienden por 70 países e incluyen la exploración, producción y comercialización de gas. Shell también ha liderado los esfuerzos del sector por controlar las emisiones de metano. Shell informó una disminución de las emisiones totales de metano de sus operaciones en un 27% en 2022, de hasta 40.000 toneladas, frente a las 55.000 toneladas de 2021. La empresa también afirma haber cumplido su objetivo de mantener la intensidad de sus emisiones de metano por debajo del 0,2%.
Las cifras de intensidad de emisión del metano están diseñadas para hacer un seguimiento de los niveles de contaminación por metano de los productores de petróleo y gas. La cifra se calcula controlando el metano emitido por cualquier gas que se venda y expresando después esas emisiones como porcentaje del total vendido por la empresa. Esta métrica relativamente nueva fue estandarizada por una coalición de las principales compañías de petróleo y gas (incluida Shell) llamada Oil and Gas Climate Initiative (OGCI). En 2018, la OGCI anunció que todas sus empresas miembros se proponían reducir su intensidad de emisión de metano al 0,25 % para 2025.
Sin embargo, se está cuestionando la forma en que gigantes de los combustibles fósiles como Shell calculan sus emisiones de metano. Según Dominic Watson, experto en metano del Fondo de Defensa Medioambiental (EDF por sus siglas en inglés), “las emisiones de metano procedentes del petróleo y el gas se subestiman sistemáticamente”.
Watson afirma que prácticamente no se realizan mediciones directas en los lugares de extracción de petróleo y gas ni en las infraestructuras. En su lugar, los productores de petróleo y gas se basan en cálculos “basados en factores”, realizados con programas de contabilidad comerciales. Además, según Watson, estas empresas llevan décadas declarando sus emisiones de metano y fijando objetivos de contaminación de forma independiente.
‘En casi a todo lugar al que vamos, encontramos metano’
El metano puede escaparse a lo largo de la cadena de valor del petróleo y el gas, emisiones que también se dice han sido subnotificadas, incluso en jurisdicciones en las que los reguladores supuestamente son más rígidos.
Un estudio de 2018 sobre las instalaciones de petróleo y gas de Estados Unidos descubrió que los índices de contaminación por metano eran más de un 60 % peores que las propias estimaciones del gobierno. Al abarcar casi el 30% de la producción de gas de Estados Unidos, los investigadores utilizaron mediciones terrestres validadas con observaciones aéreas para descubrir que más del 2,3% de todo el metano producido simplemente era liberado a la atmósfera.
Otro estudio realizado por la Clean Air Task Force (CATF) a lo largo de dos años estudió 430 instalaciones de petróleo y gas en 15 países europeos. Publicado a principios de 2023, el estudio identifica 881 fuentes de emisiones.
“En casi todos lugar al que vamos, encontramos metano”, afirma Theophile Humann-Guilleminot, termógrafo que recogió pruebas para el estudio del CATF.
El papel de Shell en las emisiones de metano
Shell anunció por primera vez su intención de reducir las emisiones de metano en 2018, y la empresa se comprometió a reducir la intensidad de estas emisiones por debajo del 0,2% para 2025, mediante el uso de equipos avanzados de detección de metano, la reparación de fugas y la sustitución de equipos obsoletos.
Una semana después, la Oil and Gas Climate Initiative anunció el mismo objetivo para sus miembros de entonces: BP, Chevron, China National Petroleum Corporation, Eni, Equinor, ExxonMobil, Occidental, Pemex, Petrobras, Repsol, Saudi Aramco, Shell y Total.
Estos objetivos también han dado lugar a iniciativas del sector del petróleo y el gas como la Oil and Gas Methane Partnership 2.0 (OGMP por sus siglas en inglés), cuyo órgano de gobierno incluye a la Comisión Europea, a EDF, a CATF y al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). La OGMP pretende establecer un marco de notificación de emisiones de metano global, exhaustivo y basado en mediciones. Más de 100 empresas han firmado desde 2020.
En el informe de 2022 del OGMP, Shell fue la empresa mejor calificada de la iniciativa por sus esfuerzos durante 2021. Sin embargo, esta calificación simplemente indica que Shell está en el camino de proporcionar informes más sólidos y precisos de sus datos de emisiones de metano en el futuro.
Según Manfredi Caltagirone, director del Observatorio Internacional de Emisiones de Metano del PNUMA, los datos comunicados por Shell se basan principalmente en “factores de emisión”. Se trata de valores representativos que intentan relacionar la cantidad de un contaminante liberado a la atmósfera con otra unidad de actividad o proceso. Caltagirone describe la reducción del 27% de las emisiones de metano en 2022 comunicada por Shell como “no del todo creíble todavía”, pero admite que la compañía está “empezando a obtener algunas mediciones de mejor nivel”, lo que llevará a una mayor precisión en los informes.
Informar no es el único obstáculo
Si la industria del gas quiere reducir las emisiones de metano, los operadores tienen que saber dónde se producen las fugas y poner fin al “venteo” deliberado de metano. Las fugas se producen por el mal funcionamiento de válvulas, compresores y tanques de almacenamiento, mientras que los tanques de almacenamiento están diseñados para liberar metano a propósito si se presurizan demasiado.
La AIE afirma que más del 70% de las emisiones de metano del sector de los combustibles fósiles pueden reducirse con la tecnología existente. Además, ha calculado que aproximadamente el 40% de esas emisiones generadas durante las operaciones de petróleo y gas pueden evitarse sin costo neto, debido al valor del gas ahorrado.
Diálogo Chino habló con Tania Meixus Fernandez, asesora principal de OGMP: “Al final, la única forma de reducir las emisiones es comprobar que están ahí. Hay que usar la tecnología para comprobar dónde están las emisiones. Y a partir de ahí, desarrollar una estrategia de mediación. Pero sin salir a la calle, solo sentándose frente a una computadora, no es posible”.
Al final, la única forma de reducir las emisiones es comprobar que están ahíTania Meixus Fernandez, OGMP
Las estructuras de gestión del sector del petróleo y el gas son otro obstáculo: hay grandes diferencias en los esfuerzos de mitigación de emisiones entre los activos explotados por las grandes empresas de combustibles fósiles y los que simplemente son de su propiedad y aún no han sido explodatos. Según James Turrito, director de campañas de la CATF, las grandes petroleras y empresas de gas poseen “un capital significativo” en activos no explotados, sobre los que no informan ni se comprometen públicamente a reducir las emisiones de metano.
Los activos no explotados suelen gestionarse mediante estructuras empresariales complejas, como las empresas conjuntas: cada una tiene su propio consejo, que no rinde cuentas a los accionistas, mientras que muchas son explotadas conjuntamente por compañías petroleras nacionales. “Hasta la fecha, no hemos visto tantas compañías petroleras nacionales que intenten abordar realmente el problema del metano. Hay razones para ello y barreras que van más allá de ser simplemente malos actores”, afirma Turrito.
Extracción de gas y fugas de metano en Vaca Muerta
En junio, Sebastián Sánchez, vocero de Shell, intervino en un taller sobre metano convocado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Argentina. Dijo que Shell Argentina, que tiene intereses en el yacimiento de gas de Vaca Muerta, había reducido su intensidad de metano en un 72% desde 2019. Sánchez atribuyó esta reducción a la eliminación de la quema rutinaria y a un mejor monitoreo.
Situada en la provincia argentina de Neuquén, la vasta formación de Vaca Muerta contiene algunos de los mayores yacimientos de gas no convencional del mundo. Con un tamaño similar al de Bélgica, es actualmente la cuarta reserva mundial de petróleo no convencional y la segunda de gas de esquisto. En Vaca Muerta se explotan cientos de pozos, divididos en bloques que son propiedad y están explotados por la petrolera estatal YPF o por alguna de las aproximadamente 12 empresas internacionales.
Shell gestiona un área de 769 km2 en Vaca Muerta, operando cuatro bloques (Sierras Blancas, Cruz de Lorena, Coirón Amargo Sur Oeste y Bajada de Añelo). También es accionista de otros tres bloques. Por otra parte, la compañía inauguró este año un oleoducto de 105 kilómetros, en asociación con Pan American Energy y Pluspetrol, para transportar petróleo desde Vaca Muerta hasta la vecina provincia de Río Negro.
El gobierno argentino quiere aumentar sus exportaciones de gas, y en junio firmó un memorando de entendimiento sobre cooperación energética con la Unión Europea. En el documento, ambas partes acuerdan reducir las fugas de metano en la cadena de suministro de gas fósil “al máximo nivel técnicamente viable”.
Los combustibles fósiles representan actualmente más del 80% del mix energético de Argentina, pero el país aún no regula las emisiones de metano de su sector energético: un proyecto de ley que proponía dicha regulación se estancó en el Congreso durante 2020. Sin embargo, durante el taller sobre metano celebrado en junio, la secretaria de Energía de Argentina, Flavia Royon, afirmó que el Estado está trabajando actualmente con los gobiernos provinciales en un “marco nacional” en este ámbito.
En contraste con las afirmaciones de Sánchez sobre el historial de reducción de metano de Shell Argentina, el ex secretario de Energía del país, Gerardo Rabinovich, afirma que es probable que las empresas de Vaca Muerta no estén declarando todas las emisiones. “Las áreas en las que trabajan son muy grandes y los inspectores no las visitan muy a menudo. Si hay una fuga, tardará mucho tiempo en arreglarse”, dijo Rabinovich a Diálogo Chino. “Cada vez se presiona más a las empresas para que hagan un mejor seguimiento de las emisiones”.
En 2018 y 2023, un equipo de EarthWorks, una organización medioambiental estadounidense, visitó Vaca Muerta para rastrear fugas de metano. Utilizando cámaras infrarrojas, pudieron establecer que al menos el 5% del gas producido en Vaca Muerta se filtra y se desperdicia, a menudo intencionadamente si es necesario liberar presión.
Shell Argentina no respondió a la solicitud de comentarios de Diálogo Chino sobre sus emisiones de metano en Vaca Muerta.
El auge de los datos por satélite
En el ámbito de la detección de emisiones de metano, cada vez se dispone de más herramientas. Entre ellas se encuentran los dispositivos portátiles, la tecnología aérea y nuevos satélites de monitoreo del metano.
En 2021, el proveedor de datos por satélite Geofinancial Analytics utilizó su herramienta MethaneScan para monitorear las concentraciones de metano en el aire en América del Norte, Europa y Brasil con el fin de rastrear las emisiones generadas por las empresas de combustibles fósiles. El estudio comparó los resultados de MethaneScan con los datos de emisiones de metano autodeclarados por los productores de petróleo y gas, y llegó a la conclusión de que esos datos subestimaban el problema.
Según la AIE, en 2022 los satélites detectaron 3 millones de toneladas de metano procedentes de fugas “muy grandes” en explotaciones de petróleo y gas. Estos eventos se detectaron en 20 países diferentes; por ejemplo, un “evento de ultraemisión” de metano de 17 días en México, causado por el mal funcionamiento de una antorcha de gas.
En 2022, una investigación de la BBC utilizó datos de satélites del Banco Mundial para identificar millones de toneladas de emisiones de metano no declaradas procedentes de la quema de gas en yacimientos petrolíferos. Las grandes petroleras BP, Eni, ExxonMobil, Chevron y Shell estaban implicadas.
Como señaló la AIE en 2022, la cobertura por satélite dista mucho de ser completa: aún no se hace un seguimiento de las regiones ecuatoriales y de alta mar ni, por ejemplo, de las principales zonas productoras de petróleo y gas de Rusia.
Hay planes para lanzar una serie de satélites de última generación con resoluciones significativamente mejoradas en los próximos años: el Fondo de Defensa Medioambiental lanzará MethaneSat a principios de 2024, que afirma será el satélite de seguimiento de metano más avanzado del espacio; Carbon Mapper, una ONG con sede en Estados Unidos, afirma que desplegará una “constelación” completa de satélites en 2025 para impulsar los esfuerzos de seguimiento; y Kayrros, una empresa de análisis de datos, ha firmado un acuerdo para proporcionar datos de fugas globales al PNUMA, de modo que pueda presionar a los mayores emisores.
“Históricamente, ha habido poca transparencia en los seguimientos de los resultados de las empresas en materia de metano”, afirma Caltagirone . “Pero los medios para medir, notificar y verificar las emisiones, incluso a través de satélites de detección de metano de nueva generación, están evolucionando rápidamente”.
Este reportaje se ha realizado con el apoyo económico de Clean Energy Wire (CLEW), que ofrece becas para periodismo climático relacionado a empresas.