Mientras los países intentan recuperarse de la crisis económica provocada por la pandemia del Covid-19, las finanzas han sido uno de los temas principales de la COP26, la crucial conferencia de la ONU sobre el cambio climático que tiene lugar actualmente en Glasgow. Hasta el momento, los gobiernos y el sector privado se han comprometido a aportar nuevos fondos para la mitigación y la adaptación al clima, y las naciones en desarrollo han pedido aún más apoyo.
Para América Latina, la COP26 fue una oportunidad para reiterar su demanda de reducción de la deuda a los acreedores bilaterales y multilaterales, a cambio de más compromisos en materia de clima y biodiversidad. En su discurso en la cumbre de líderes de la primera semana, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, pidió que se volviera a prestar atención a los canjes de deuda por naturaleza, un mecanismo de alivio en el que se condona parte de la deuda de los países en desarrollo a cambio de planes medioambientales, y que fue popular en la región hace décadas.
En una entrevista con Diálogo Chino en Glasgow, donde se lleva a cabo la COP26, Margaret Kuhlow, Jefa de Prácticas Financieras del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), habló de los últimos avances sobre financiación climática y biodiversidad en la cumbre. Destacó el creciente interés del sector privado por explorar nuevas herramientas de financiación verde y por revisar las más antiguas, como los canjes de deuda por naturaleza.
Diálogo Chino: ¿Está el sector financiero empezando a responder a la crisis del clima y la biodiversidad?
Margaret Kuhlow: Lo que ha sido emocionante de esta COP es la cantidad de interés del sector privado, que cada vez se compromete más con sus propias actividades. Muchas instituciones financieras se comprometieron a alinear sus carteras con el objetivo de 1,5C, informando de forma regular y transparente sobre sus progresos. Es una conversación cualitativamente diferente en comparación con la COP25. Sin embargo, siguen existiendo preguntas clave sobre sí cumplirán lo prometido, y sobre las instituciones que no se han comprometido.
El reto es que el sector público esté a la altura. Sin un movimiento real del sector público, ya sea para conseguir la promesa de 100.000 millones de dólares o los compromisos reguladores para examinar las subvenciones a los combustibles fósiles, que socavan las señales del mercado, va a ser difícil conseguirlo. Los compromisos del sector privado no pueden aportar lo que se necesita sin esfuerzos del sector público.
En la COP26 hemos visto un gran impulso por parte de los gobiernos latinoamericanos para reintroducir los canjes de deuda por naturaleza, un instrumento financiero muy popular hace décadas. ¿Puede ser una solución en medio de los altos niveles de deuda?
Cuando se introdujeron, los canjes de deuda por naturaleza demostraron que se podía vincular la deuda con la inversión en la naturaleza. Uno de los retos es que son difíciles de escalar, negociar y estructurar. Me pregunto si no podríamos conseguir más inversión en la naturaleza y alivio de la deuda con un instrumento diferente. Las conversaciones en la COP no se centran en si funcionan o no, sino en cómo ampliar este tipo de cosas.
¿Y cómo se puede hacer? Sobre todo pensando en los países latinoamericanos endeudados, como Argentina, que está actualmente en negociaciones para la reestructuración de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El mundo de la deuda ha cambiado desde que se iniciaron los canjes de deuda por naturaleza, en términos de quién tiene la deuda, y la naturaleza de la misma. El Banco Mundial y el FMI han mostrado cierta voluntad, lanzando una iniciativa sobre clima, naturaleza y deuda. No se trata de aportar nuevos fondos, sino de entablar una conversación sobre cómo es la deuda y cuál es la oportunidad de invertir en la naturaleza, y de estructurarla de forma más amplia y eficiente. Pero el FMI y el Banco Mundial ya no tienen la mayor parte de la deuda, sino que una gran parte está en manos de acreedores bilaterales como China. Así que, a menos que se les incluya en esta conversación, hay mucho menos apalancamiento [para los canjes] que en la década de 1980, cuando se utilizaron estos mecanismos por primera vez.
¿Cuáles son los incentivos para que un gran acreedor bilateral como China lidere la reducción de la deuda con la naturaleza?
China acoge la COP15 sobre biodiversidad en Kunming, y ha expresado mucho interés en la idea de una “civilización ecológica”. Y, a nivel interno, han avanzado en el cambio de normativas y han tratado de ser mucho más cautelosos con los impactos ambientales. Han captado el mensaje de que tiene que pasar algo. En la COP15, China se comprometió recientemente a destinar 232 millones de dólares a la protección de la biodiversidad en los países en desarrollo. La cuestión es si los utilizará para canjear deuda por naturaleza o para invertir.
Cuando China anunció que ya no iba a financiar proyectos de carbón en países extranjeros, fue muy significativo, no sólo por el volumen [de sus inversiones en el extranjero] sino también porque han sido reticentes a impulsar acciones fuera de China. Si es sólo para el carbón o un indicio de un interés más amplio, sigue siendo una pregunta abierta.
Brasil ha hecho llamamientos a la financiación internacional para proteger la Amazonía, y tiene una gran presencia en la COP. ¿Cómo se aborda esto, cuando hay dudas sobre la credibilidad de cualquier plan, dada la brecha entre la retórica y la acción en su país?
Una de las formas clave de comprobar los compromisos en la COP, como el de no deforestar para 2030, es la transparencia. El compromiso tiene que ser público y el seguimiento tiene que ser controlable y verificable, y eso debe darse en Brasil o en cualquier otra parte. Cada vez tenemos más capacidad para controlar los compromisos con datos de satélite. La transparencia es la clave.
Menciona que el mundo de la deuda ha cambiado, y recientemente se han pedido nuevas herramientas para la financiación verde. Aparte de los canjes de deuda por naturaleza, ¿qué tipo de instrumentos han surgido que también deberían ampliarse?
Los bonos verdes tienen ya 15 años, pero lo nuevo es la expansión de la emisión de bonos verdes soberanos. Eso es realmente importante para la naturaleza. Actualmente hay unas 25 emisiones de bonos verdes, y todas ellas han incluido inversiones en parques nacionales y otras áreas naturales, ya que los estados soberanos tienen interés en los beneficios económicos que se derivan de la inversión en la naturaleza. También están los préstamos verdes, o préstamos vinculados a la sostenibilidad, que son toda una industria: vinculan el precio de la deuda a los resultados medioambientales y pueden ser más o menos caros, dependiendo de los resultados del deudor.
Las políticas de condicionalidad del FMI y el Banco Mundial siempre se referieron a las políticas fiscales y sociales. ¿Podrían tenerlas para el clima y la biodiversidad?
Esa es la naturaleza de la conversación que mantienen los bancos, los financiadores y los organismos donantes con sus accionistas. Hace poco hicimos un análisis que demuestra la relación entre el capital natural de los países y su capacidad para pagar la deuda y crecer económicamente, [mostrando que] a medida que se agotan los recursos naturales se socava la capacidad de crecimiento. También desarrollamos un Índice de Bonos Soberanos de Clima y Naturaleza para tomar ese análisis y convertirlo en un índice del tipo que los inversores habituales están acostumbrados a utilizar.