El calentamiento del planeta reducirá el caudal del agua de ríos y lagos, fundamental para muchas formas de generación eléctrica, y eso hará necesaria una importante respuesta de los gobiernos y el sector energético, según afirma un nuevo estudio publicado hoy.
Las plantas hidroeléctricas, de carbón, gas, nucleares y biomasa que actualmente representan cerca del 98 % de la producción eléctrica mundial, dependen de una abundante oferta de agua para funcionar eficazmente y reducen significativamente la provisión de agua dulce, que ya experimenta presiones por el cambio climático, la contaminación y el crecimiento de la población mundial.
Las subas pronosticadas de la temperatura probablemente secarán más los ríos y lagos, y elevarán las temperaturas continentales a niveles que obligarán a restringir la provisión eléctrica, afirma el informe dado a conocer en Nature Climate Change, una publicación científica sobre el medioambiente.
“Este es el primer estudio de su tipo en examinar los vínculos entre el cambio climático, los recursos hídricos y la producción eléctrica a escala mundial. Claramente mostramos que las plantas eléctricas no solo están causando al cambio climático, sino que también pueden verse gravemente afectadas por el clima”, afirmó Keywan Riahi, coautor y director de programa en el International Institute for Applied Systems Analysis (IIASA).
La investigación indica que EE. UU., el sur de Latinoamérica, el sudeste africano, el sudeste y del centro de Europa, el sudeste asiático y el sur de Australia son las regiones más vulnerables, donde el cambio climático probablemente tendrá mayor impacto sobre la provisión de agua que impulsa las turbinas en las plantas hidroeléctricas y enfría las estaciones de carbón y nucleares.
El impacto del cambio climático sobre la provisión de agua podría afectar al 60 % de las plantas generadoras de energía eléctrica en el período 2040-2069, durante el cual el mundo tendrá que alejarse con decisión del carbón si desea tener posibilidades realistas de evitar un cambio climático fuera de control.
Anticipo
Varios eventos climáticos extremos en las últimas décadas han ofrecido a los gobiernos y las empresas eléctricas un anticipo de los probables trastornos en la provisión eléctrica y los enormes costos económicos que el cambio climático podría acarrear al sector energético.
San Pablo, una de las mayores ciudades del mundo, sufrió cortes eléctricos regulares cuando una importante disminución de las precipitaciones, vinculada al cambio climático, privó de agua a enormes plantas hidroeléctricas.
Una sequía sostenida en la zona oeste de EE. UU. ha aumentado las expectativas de que la ciudades con rápido crecimiento en la zona del “cinturón del sol” tendrán que recurrir a fuentes distintas de la hidroeléctrica, provista por grandes proyectos como la represa Hoover.
Una ola de calor récord en el noroeste europeo en 2003 produjo cortes en las plantas de generación nucleares cuando el aumento de las temperaturas de los ríos afectó los sistemas de enfriamiento. Las escasas precipitaciones en el oeste de China a principios de esta década redujeron la producción hidroeléctrica y obligaron a la red a recurrir al carbón hasta que las precipitaciones regresaron a niveles cercanos a los normales.
China e India se contaron entre los países que enfatizaron fuertemente la energía hidroeléctrica en sus planes climáticos, conocidos como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, que constituyeron la base del acuerdo climático de París firmado en diciembre.
La generación nuclear se mencionó menos, en medio de los crecientes costos de la energía atómica. Pero para los países que consideran grandes aumentos en el uso del carbón, como la India, la escasez de agua es una posible amenaza para la futura generación eléctrica.
Cómo adaptarse
El estudio del IIASA recomienda que los países hagan que sus plantas generadoras sean mucho más eficientes y fomenta sistemas de enfriamiento que reduzcan la vulnerabilidad a la reducción de la provisión de agua. Los gobiernos, al igual que las empresas eléctricas, también tendrán que gestionar su disponibilidad de agua eficazmente durante los períodos de sequía, señala Michelle Van Vliet, quien lideró el estudio.
Como consecuencia, el sector energético tendrá que centrarse más en la adaptación al cambio climático además de en su mitigación, agregó la académica.
Los defensores climáticos esperan que las metas de 2 °C y 1,5 °C respaldadas por el acuerdo de París, y una meta de descarbonización a largo plazo, aceleren los esfuerzos para dejar de lado al carbón alentando grandes aumentos en la capacidad de las tecnologías eólicas y solares, que dependen mucho menos del agua que la generación térmica y la hidroeléctrica.
Los países en desarrollo desean que los países ricos cumplan sus promesas de financiamiento para ayudarlos a lidiar con los impactos del calentamiento global y a proteger de los cambios climáticos la infraestructura fundamental, entre la que se cuenta la de generación eléctrica.
Tanto los países en desarrollo como los desarrollados tendrán que ocuparse de otros impactos del cambio climático relacionados con el agua, como las inundaciones. Los niveles récord de precipitaciones en el Reino Unido en diciembre inundaron subestaciones eléctricas, y dejaron sin electricidad a decenas de miles de personas, generando un importante gasto para las aseguradoras, mientras las principales empresas reaseguradoras del mundo se muestran cada vez más preocupados por el cambio climático.