El Sur global está generando actualmente más nuevas ideas sobre la manera de garantizar el desarrollo sostenible a través de fuentes de financiamiento con mayor responsabilidad ambiental que las tradicionales, según una nueva serie de informes de Amigos de la Tierra (AdlT).
Los grandes bancos de desarrollo de China y Brasil son ahora importantes actores en las finanzas para el desarrollo y pueden liderar a los prestamistas occidentales en la aplicación de normas de inversión innovadoras.
“En su condición de grandes instituciones financieras, el Banco de Desarrollo de China (BDC) y el Banco de Exportaciones e Importaciones de China (China Exim) desempeñarán un poderoso papel para promover la sostenibilidad y la protección ambiental tanto a nivel local como internacional”, según el primero de una serie de tres reportes llamados Marcos de Sostenibilidad Emergentes (Emerging Sustainability Frameworks). La serie examina las políticas ambientales del BNDES brasileño y los bancos chinos el BDC y el China Exim.
El BDC puede reducir la calificación de los activos de un prestatario o llegar a cancelar su crédito si no cumple las normativas ambientales. El BNDES puede multar a sus clientes y programar el desembolso de los fondos para fomentar la adhesión a sus normas. Los bancos multilaterales de desarrollo con sede en el occidente, como el Banco Mundial, han incorporado desde hace mucho políticas sociales y ambientales en sus créditos, pero los bancos nacionales emergentes se han basado en ellas, dice el informe.
A pesar de estas normas, el BNDES, el BDC y China Exim todavía encuentran considerables obstáculos para implementar sus políticas. La ausencia de un mecanismo eficaz para informar las infracciones dentro del BDC y el China Exim significa que a menudo quedan sin castigo.
Historia verde
En Brasil, el “desarrollo sostenible coherente con la conciencia ambiental” ha sido consagrado en la Política Ambiental Nacional de 1981. En 1987, el BNDES incorporó consideraciones ambientales en sus paquetes de crédito con dos resoluciones que permitían al banco imponer multas a los prestatarios que no cumplieran con las normas ambientales.
Además de esos mandatos, el segundo mayor banco nacional de desarrollo también ha respondido a la presión de la sociedad civil, que frecuentemente cabildeó para endurecer las normas.
“El enfoque más ecológico del sector financiero brasileño ha evolucionado no solo en respuesta a políticas gubernamentales verticalistas, sino también a otras cuestiones como casos judiciales, compromisos voluntarios de la industria y la preocupación de la sociedad civil”, dice el informe.
El programa central chino ha promulgado una serie de políticas dirigidas a salvaguardar la sostenibilidad en los últimos años, que reflejan la creciente influencia de sus bancos en el financiamiento del desarrollo internacional.
El Banco Popular Chino y la Administración Estatal de Protección Ambiental (SEPA, por su sigla en inglés) —el organismo responsable de las cuestiones ambientales antes de la creación del Ministerio de Protección Ambiental (MPA) de China— han luchado a favor de prácticas crediticias más sostenibles desde 1995.
En 2005 y 2006, el Consejo de Estado introdujo la política de “dos máximos”, que limita los créditos a empresas altamente contaminantes y con un elevado consumo energético.
Pero la Directiva de Crédito Verde de 2007 marcó un gran apuntalamiento de la reorientación china hacia las finanzas verdes. La política exige a los bancos que evalúen proactivamente los créditos según sus riesgos ambientales y los monitoreen durante la vigencia del crédito. En 2012, la política se amplió para incluir las inversiones en el extranjero. Sin embargo, parece que graves incumplimientos de las normas han quedado sin castigo, lo que plantea dudas sobre su eficacia.
Mientras que el BNDES utiliza unidades internas para realizar las evaluaciones del impacto ambiental (EIA) y controlar el desempeño ambiental, el BDC y el China Exim recurren a consultoras para la producción de las EIA y habitualmente es difícil comunicarse con ellos.
China Exim ha recibido críticas en América Latina por no revelar los riesgos de enormes proyectos hidroeléctricos en los que han ocurrido accidentes fatales. Un informe de 2014 de la ONG peruana DAR clasificó poco favorablemente al China Exim junto a los bancos de desarrollo regional latinoamericanos en términos de su difusión de los riesgos que implican sus proyectos.
El informe de AdlT sostiene que la transparencia es un “prerrequisito importante” para monitorear los impactos de los proyectos e implementar castigos coherentes con las políticas. Aunque el BDC y China Exim han comenzado a “mejorar los aspectos ecológicos” de sus prácticas, “es necesario trabajar más para ampliar, estandarizar y racionalizar los principios de las finanzas sostenibles en la práctica”, concluye el informe.
La etapa del G20
China preside actualmente el G20, que ofrece una plataforma para exponer sus políticas de finanzas verdes y dar impulso a las políticas nacionales existentes.
“El G20 debe explorar formas de fomentar instituciones financieras más ecológicas en todo el mundo y mejorar la capacidad de los mercados de capitales para canalizar recursos hacia las industrias verdes, desarrollando así una economía favorable al medio ambiente”, declaró Xi al asumir la presidencia en diciembre del año pasado.
El G20 reunió a su primer grupo de estudios de finanzas verdes en Pekín la semana pasada.
Sin embargo, la capacidad de las reuniones del G20 para proporcionar una plataforma puede ser limitada, ya que solo involucra a representantes gubernamentales sin lugar para la participación de la sociedad civil.
Según AdlT, la experiencia brasileña muestra que una combinación de partes interesadas que incluya a la industria, el gobierno y la sociedad civil es necesaria para “acelerar un desplazamiento más sólido y exitoso hacia una economía verde”.