El decreto del presidente estadounidense, Donald Trump, que deroga el Plan de Energía Limpia de su predecesor Barack Obama, tendrá un efecto más simbólico que sustancial fuera de los Estados Unidos, excepto en un área crucial – las ciencias climáticas.
Dentro de los EE.UU., el efecto de la derogación está por verse. Trump enfatizó el objetivo de su orden como un vehículo para recuperar los empleos de la industria del carbón, pero muchos de los estados que componen ese país han pasado del carbón a la energía renovable (ER) para satisfacer sus propias necesidades eléctricas. Lo han hecho por razones comerciales, ya que la ER es ahora más barata para ellos. Dada la estructura federal de los Estados Unidos, los estados pueden continuar fácilmente con sus políticas actuales. Pero de todos modos, la orden ejecutiva todavía puede enfrentar un desafío legal. Además, la implementación del pedido tomará un tiempo considerable para poder aplicarse.
Andrew Steer, Presidente y Director Ejecutivo del Instituto de Recursos Mundiales, dijo que “la administración está desfasada de las compañías estadounidenses, son los inversores y consumidores los que quieren energía limpia y son ellos mismos los están brindando empleos y revitalizando las comunidades“.
Michael Brune, director ejecutivo de Sierra Club, dijo que “debido a una fuerte acción local para reemplazar el carbón y el gas por energía limpia, estamos preparados para cumplir con las metas del 2030 del Plan de Energía Limpia para el próximo año y el crecimiento de la energía limpia continuará en todo el país. La buena noticia es que las garantías que Trump quiere destruir – como el Plan de Energía Limpia – cuentan con un sólido fundamento legal y el público tendrá la oportunidad de expresar sus objeciones mientras la administración Trump trata de hacerlas retroceder”.
Reaccionando ante esta orden ejecutiva, los alcaldes de Nueva York, San Francisco, Nueva Orleans y Austin se comprometieron a seguir impulsando los planes de energía verde.
Sin embargo, a causa de este decreto y la probable actitud de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos a cargo del escéptico climático Scott Pruitt, los avances en la investigación de ER pueden verse afectados hasta cierto punto, porque el apoyo financiero federal para esta investigación probablemente desaparezca.
La orden del presidente Trump no mencionó nada sobre la retirada de los Estados Unidos del acuerdo climático de París. Pero dada su fuerte oposición al acuerdo durante su campaña, podría retirarse. La comunidad internacional del clima concuerda que si esto se produce se generará un efecto psicológico. Otros gobiernos pueden frenar su lucha contra el cambio climático, especialmente si sus cámaras industriales los presionan para que lo hagan.
Pero la historia reciente demuestra que este nivel de desvinculación es igual de probable a que funcione de otra manera. Existe un precedente de los Estados Unidos volviéndose atrás sobre acuerdos sobre cambio climático. El primer gran acuerdo global en este ámbito fue el Protocolo de Kioto de 1997, en virtud del cual los países desarrollados debían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que originan el cambio climático. El gobierno de los EE.UU. bajo la presidencia de Bill Clinton firmó el protocolo, pero el siguiente gobierno bajo la gestión de George W. Bush Jr no lo ratificó. Así que, Estados Unidos se quedó fuera.
Otros países desarrollados manifestaron su disgusto por la no ratificación, porque creyeron que esto le daba a la industria estadounidense una ventaja injusta. Es por esta razón que estos países estaban tan interesados en incluir a los Estados Unidos en el próximo acuerdo, aquel que fue pactado en París en diciembre de 2015.
Si el Plan de Energía Limpia de la era de Obama se derrumba eficazmente, los EE.UU. no podrán cumplir con el compromiso que habían pactado bajo el acuerdo de París. Por lo tanto, si los EE.UU. se retiran oficialmente del acuerdo o no lo hacen, será solamente un tema de interés académico. Todo esto seguramente volverá a enfurecer a los industriales de otros países desarrollados, pero de la misma manera que antes. El mundo no es lo mismo que en el 2001.
Los industriales americanos han sido reemplazados por fabricantes chinos como los principales competidores mundiales. Y China claramente ve una gran oportunidad de negocio en la ER. La mayoría de los paneles solares y turbinas de viento que son utilizados en todo el mundo ya son realizados por los chinos. En la actualidad, China ha decidido invertir al menos otros USD $ 360.000 millones en ER para el 2020.
A pesar de su decisión de no ratificar el Protocolo de Kyoto, Estados Unidos sigue siendo un actor muy influyente en las negociaciones climáticas internacionales porque es la mayor economía del mundo y el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero. Los países en vías de desarrollo, incluyendo a la India, se comprometieron al control de emisiones bajo el acuerdo de París y fue en gran parte, debido a la insistencia de los Estados Unidos. Si los Estados Unidos se retiran ahora del acuerdo, tendrán buenas razones para sentirse traicionados.
Pero es poco probable que se descarrile el acuerdo. La última cumbre mundial sobre el clima tuvo lugar en la ciudad marroquí de Marrakech y cuando se publicaron los resultados de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, hubo muchas conversaciones sobre el efecto de un posible retiro de Trump. Pero finalmente, se produjeron fuertes indicios de que ahora el resto del mundo está preparado para seguir adelante con su agenda, independientemente de lo que pueda hacer Estados Unidos.
Los analistas estadounidenses creen que el acuerdo de París fue posible gracias a un acuerdo entre Estados Unidos y China en el 2014, siendo ambos países los mayores emisores de gases de efecto invernadero en el mundo. Por lo tanto, están más preocupados por un efecto retirada sobre China. Esto aún está por verse. Pero los recientes anuncios e inversiones de China no indican ningún retroceso.
“Hay una innumerable cantidad de países listos para intensificar y cumplir con sus promesas climáticas y aprovechar las ventajas del cortoplacismo del Sr. Trump para cosechar los beneficios de la transición a una economía baja en carbono”, dijo Laurence Tubiana, el principal negociador francés durante la elaboración del acuerdo de París.
Sin embargo, el financiamiento climático internacional se verá afectado negativamente por un eventual retiro estadounidense. Según el acuerdo de París y las decisiones anteriores, los países desarrollados se comprometieron a aportar 100.000 millones de dólares anuales a los países en vías de desarrollo para el 2020 para así contribuir al avance hacia una economía mundial más verde.
¿Qué pasaría si Estados Unidos se retira? No demasiado. El gobierno de los EE.UU se comprometió a que de los $ 100 mil millones totales aportará $ 3 mil millones. Estados Unidos perderá su credibilidad si renuncia a ese compromiso, pero eso no es todo.
El área que realmente sufrirá a escala global es la ciencia del clima. Los científicos estadounidenses en los laboratorios gubernamentales y universitarios están a la vanguardia de la investigación sobre el clima, y hay indicios de que su financiamiento se verá gravemente reducido, si finalmente no se termina por completo.
Esto sería deplorable para el desarrollo. Otros países tendrán que tomar la posta, pero eso llevará tiempo, y el mundo sufrirá.
La orden ejecutiva de Trump fue recibida con consternación en todo el mundo. Erik Solheim, director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, dijo que “este no es el momento para que ningún país cambie su curso sobre la amenaza muy grave y real que significa el cambio climático. La ciencia nos dice que necesitamos compromisos más audaces y más ambiciosos”.
Pero incluso en el marco de esta consternación, estaba claro que el resto del mundo ya no estaba dispuesto a esperar a los EE.UU. Manuel-Pulgar Vidal, Líder de Prácticas para el Clima y la Energía de WWF, dijo que “obstaculizar la capacidad de los Estados Unidos para cumplir sus compromisos climáticos internacionales afectará la trayectoria climática mundial, pero no definirá su resultado. Nuestra capacidad para alcanzar la promesa del Acuerdo de París no descansa en las acciones de un solo gobierno. En la COP22 (cumbre climática) celebrada en Marrakech el año pasado, el presidente francés (François) Hollande dijo que el Acuerdo de París es un proceso ’irreversible’. Estamos de acuerdo.”
Ese artículo se publicó originalmente en India Climate Dialogue