Tras dos semanas de intensas negociaciones, la cumbre sobre cambio climático COP29 de Naciones Unidas concluyó en Bakú, Azerbaiyán, con el compromiso de los países desarrollados de aumentar la financiación que aportan a los países en desarrollo para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los efectos de la crisis climática.
El acuerdo alcanzado el domingo, dos días después de la clausura de la conferencia prevista para el viernes, garantiza 300.000 millones de dólares anuales en financiación climática para 2035, triplicando el anterior objetivo de 100.000 millones fijado en 2009, y que solo se alcanzó en 2022. También insta a los países a trabajar para desbloquear un total de 1,3 billones de dólares anuales procedentes de “todas las fuentes públicas y privadas” para 2035.
Los países desarrollados tendrán que “tomar la iniciativa” para aportar los 300.000 millones de dólares, pero el objetivo, conocido como Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG, por sus siglas en inglés), incluye financiación de instituciones internacionales como el Banco Mundial. El acuerdo también anima a países en desarrollo como China a realizar contribuciones voluntarias “a través de la cooperación Sur-Sur”.
Sin embargo, el acuerdo se ha recibido con gran decepción por parte de los países en desarrollo y los activistas, que habían pedido compromisos más firmes, que incluyeran hasta 1,3 billones de dólares directamente de los países desarrollados.
“Lamento decir que este documento no es más que una ilusión óptica”, declaró Chandni Raina, representante de la delegación india, en la sesión plenaria de clausura tras la aprobación del objetivo financiero. “Esto, en nuestra opinión, no abordará la enormidad del reto al que todos nos enfrentamos. Por lo tanto, nos oponemos a la adopción de este documento”.
En sus últimas horas, las conversaciones sobre el clima en Bakú estuvieron a punto de fracasar, con dos bloques negociadores -los Países Menos Desarrollados (LDC, por su siglas en inglés) y la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS, por sus siglas en inglés)- abandonando temporalmente las negociaciones. Finalmente se llegó a un consenso tras aumentar la propuesta inicial de 250.000 millones de dólares.
El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, afirmó en un comunicado que “esperaba un resultado más ambicioso”, pero que “proporciona una base sobre la que construir”.
La ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, se hizo eco de Guterres y afirmó que los 300.000 millones de dólares “no cubrirán todas las necesidades” y que trabajarán para alcanzar la cifra de 1,3 billones de dólares. “Nadie ha olvidado nuestras responsabilidades históricas”, añadió.
Los países desarrollados se enfrentan a restricciones económicas y políticas, desde presupuestos limitados hasta crecientes movimientos populistas opuestos a la acción climática, y se consideró que esto influyó en la COP. “Vivimos tiempos en los que el multilateralismo parece imposible”, dijo Baerbock. La elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos durante las conversaciones de la COP también generó dudas sobre si este país contribuiría al objetivo de financiación, dada su retirada del Acuerdo de París durante su anterior mandato y sus continuas posturas contrarias a la acción climática.
La financiación prometida es inferior a los entre 5 y 6,8 billones de dólares que los países en desarrollo necesitarán hasta 2030 para aplicar sus planes climáticos. Los países también han pedido que la financiación para el clima llegue en forma de subvenciones, ya que los préstamos pueden aumentar la carga de su deuda. Aunque el acuerdo reconoce la necesidad de fondos públicos basados en subvenciones, no exige un compromiso.
“Estas han sido las negociaciones sobre el clima más horrendas de los últimos años debido a la mala fe de los países desarrollados”, afirmó Tasneem Essop, Directora Ejecutiva de Climate Action Network (CAN), en una declaración final tras la última sesión plenaria. “Esta debía ser ‘la COP de las finanzas’, pero el Norte Global se presentó con un plan para traicionar al Sur Global”.
Combustibles fósiles y mercados del carbono
Además de la financiación, otro punto importante de debate durante la cumbre fue cómo impulsar los esfuerzos en la transición energética mundial. En la COP28 del año pasado, los países acordaron abandonar el uso de combustibles fósiles en sus sistemas energéticos y triplicar las energías renovables. Sin embargo, en Bakú no pudieron decidir cómo avanzar en este compromiso, y los debates se aplazaron hasta el año que viene.
En el texto del Programa de Trabajo de Mitigación -un avance no vinculante para potenciar la acción por el clima- y en el de las NCQG no se hace mención alguna a los combustibles fósiles ni a la decisión de la COP28. Los borradores anteriores incluían propuestas para ampliar el almacenamiento de energía a 1.500 gigavatios para 2030 y ampliar las redes eléctricas en 25 millones de kilómetros para el mismo año.
Los países ricos en petróleo deben ver que sus esfuerzos por retrasar lo inevitable fracasaránMary Robinson, ex presidenta de Irlanda
Los negociadores de Arabia Saudita dijeron en la plenaria que “no aceptarían ningún texto dirigido a sectores específicos, incluidos los combustibles fósiles”. Un delegado saudí incluso intentó modificar un texto sin consultar, según informó The Guardian. El asesor climático estadounidense John Podesta calificó de “desafío” los intentos de aumentar la ambición saudí en este sentido en las negociaciones.
Los activistas y las voces más destacadas de la cumbre criticaron esta paralización de los compromisos para acabar con el uso de combustibles fósiles. “Los países ricos en petróleo deben ver que sus esfuerzos por retrasar lo inevitable fracasarán. La transición hacia la energía verde ha cobrado un impulso imparable”, declaró Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda y presidenta de la organización The Elders. Tracy Carty, experta en política climática de Greenpeace Internacional, afirmó que la industria fósil “se ha librado de toda responsabilidad de pagar”.
En la COP29, los países también alcanzaron un acuerdo sobre los mercados de carbono, que con el tiempo podría conducir al comercio de carbono entre países y a la creación de un mercado mundial regulado. Los defensores del comercio de carbono lo describen como una herramienta necesaria para intentar evitar un calentamiento global superior a 1,5ºC, mientras que los críticos sostienen que estos sistemas no contribuyen realmente a reducir las emisiones.
El mecanismo se había incluido formalmente en el Acuerdo de París de 2015, pero su aplicación ha sido objeto de un prolongado debate en las COP en los años transcurridos desde entonces. Ahora, los países y las empresas estarán autorizados a intercambiar créditos que representen una tonelada de CO2 ahorrada o eliminada de la atmósfera, con detalles aún por ultimar en 2025.
“La ONU ha dado su visto bueno a unos mercados de carbono fraudulentos y fracasados. Hemos visto las consecuencias de estos planes: acaparamiento de tierras y violaciones de los derechos humanos y de los pueblos indígenas”, afirmó Kirtana Chandrasekaran, activista de Amigos de la Tierra Internacional. “La supuesta ‘COP de la financiación climática’ se ha convertido en la ‘COP de las falsas soluciones'”.
Financiación de la lucha contra el cambio climático en China
Las contribuciones y responsabilidades de China hacia el NCQG fueron objeto de escrutinio en la COP29 mientras los delegados navegaban por las tensas discusiones sobre la financiación de la lucha contra el cambio climático.
En la segunda jornada de la cumbre, el viceprimer ministro chino, Ding Xuexiang, destacó que, desde 2016, China ha proporcionado y movilizado más de 177.000 millones de CNY (aproximadamente 24 500 millones de USD) en financiación de proyectos para apoyar a otros países en desarrollo a hacer frente al cambio climático.
Sin embargo, los llamamientos para que China asuma una mayor responsabilidad financiera se han hecho más fuertes. Varios delegados argumentaron que las clasificaciones de 1992, que califican a China de país en desarrollo, están desfasadas. Un nuevo análisis de Carbon Brief estima que las emisiones históricas de China han causado más calentamiento que las emisiones combinadas de los 27 miembros de la Unión Europea, lo que refuerza aún más los argumentos de que China debería contribuir más como potencia económica mundial.
China se ha resistido a estas presiones. Zhao Yingmin, jefe de la delegación china, declaró a los medios de comunicación que no es legal ni razonable que algunos países se nieguen a reconocer que China es un país en desarrollo, y que esto socava la confianza mutua y la cooperación entre las partes.
Yingmin quiso hacer hincapié en que todas las negociaciones deben seguir los términos del Acuerdo de París, que impone obligaciones financieras solo a las partes que son países desarrollados, pero anima a las demás partes a prestar apoyo de forma voluntaria: “La cooperación Sur-Sur de China es voluntaria, lo que contrasta con las obligaciones obligatorias de las naciones desarrolladas”.
Li Shuo, director del China Climate Hub del Asia Society Policy Institute, advirtió que presionar a China para que contribuya a la financiación de la lucha contra el cambio climático en las mismas condiciones que los países desarrollados podría ser contraproducente. “Se correría el riesgo de dañar la confianza y reforzar las divisiones”, afirmó, abogando en su lugar por centrarse en la unidad y la colaboración pragmática.
Mientras tanto, la aparente ausencia de liderazgo estadounidense en la acción climática ha dejado un vacío importante, que el enviado chino para el clima, Liu Zhenmin, calificó de “insustituible”. Sugirió que la Unión Europea podría asumir parcialmente este papel y liderar a los países desarrollados para que asuman compromisos financieros. Sin embargo, los mecanismos multilaterales siguen siendo el núcleo para abordar la crisis climática en los próximos cuatro años. La perspectiva de un liderazgo conjunto entre China y la UE es “optimista pero difícil de alcanzar”, afirmó.
América Latina en la COP29
Fiel a su costumbre, América Latina no pareció unificada en sus prioridades en la COP29.
Para Paraguay, Argentina, Uruguay y Brasil, el papel de la agricultura ocupó un lugar destacado en la agenda, y los delegados desestimaron la huella de carbono del sector y cuestionaron medidas comerciales como las normativas contra la deforestación, especialmente de la UE. “Redujimos las emisiones del ganado, demostrando que la sostenibilidad y la productividad son compatibles”, afirmó el Ministro de Ambiente uruguayo Robert Bouvier.
Mientras, para Colombia, la transición energética y la crisis de la deuda de los países en desarrollo fueron los temas prioritarios. Su ministra de Ambiente, Susana Muhamad, permaneció durante las dos semanas que duró la cumbre. “Los países acordaron trabajar en cómo llegar a los 1,3 billones de dólares, incluyendo instrumentos como impuestos globales. Estos podrían ayudar a los países con altos niveles de deuda a conseguir capital para llevar a cabo una transición energética”, declaró Muhamad.
El resultado del NCQG fue ampliamente cuestionado por los líderes de la región. Diego Pacheco, principal delegado de Bolivia, afirmó que los países desarrollados “presionan a los países en desarrollo para que sean más ambiciosos mientras ellos amplían sus planes de combustibles fósiles”. En lugar de financiación para el clima, dijo que los países desarrollados dan “ilusiones, humo y espejos”, y describió el nuevo objetivo de financiación como “un insulto” al mundo en desarrollo.
El representante especial de Panamá para el cambio climático, Juan Carlos Monterrey Gómez, se expresó en un tono similar: “Creo que el 1,5°C [objetivo de calentamiento global] estaba en la unidad de cuidados intensivos, y parece que esa cama se acaba de romper y se ha caído al suelo. Así que probablemente no vamos a ser capaces de alcanzar 1,5°C basándonos en este nivel tan bajo de financiación que se está proporcionando”.
El camino hacia la COP30 en Brasil
Con un objetivo de financiación acordado -aunque de forma polémica-, los países se enfrentarán el año que viene a la tarea de aumentar su ambición climática con la presentación de sus nuevos planes sobre cambio climático, o Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés). Se espera que estén listos antes de la próxima cumbre sobre el clima, la COP30, que se celebrará en Brasil en noviembre de 2025, en la ciudad amazónica de Belém.
Según el Informe de la ONU sobre el desfase en las emisiones, el mundo se encamina actualmente hacia un calentamiento global de 3,1ºC para finales de siglo, basándose en los compromisos actuales de los países, mientras que los científicos están “prácticamente seguros” de que este año será el más caluroso jamás registrado. Esto ocurre mientras los países se enfrentan a una escalada de los impactos climáticos, como inundaciones, sequías y olas de calor.
Hasta ahora, Emiratos Árabes Unidos, Suiza y Brasil han presentado sus nuevas NDC. Otros países han anunciado objetivos de reducción de emisiones, como el Reino Unido, pero aún no su NDC.
Ilan Zugman, director para América Latina y el Caribe de 350.org, dijo que el hecho de que Brasil asuma la presidencia de la COP da al mundo la oportunidad de cambiar de rumbo. “Brasil tiene que mostrar liderazgo climático, pidiendo a los países que presenten objetivos climáticos ambiciosos que conduzcan a una transición energética justa”, añadió.
En la clausura de la sesión plenaria, Marina Silva, ministra de Medioambiente de Brasil y candidata a ser la próxima presidenta de la COP, afirmó que es necesario seguir trabajando para lograr un acuerdo financiero que se ajuste al 1,5°C. “En la COP30, nuestro objetivo será hacer lo necesario para mantener el 1,5°C a nuestro alcance”, afirmó, y añadió que la COP29 fue “una experiencia difícil” y pidió solidaridad a los países.