El cambio climático y la salud humana no son cuestiones independientes. Las consecuencias de las emisiones afectarán a la salud de millones de personas, más allá de las futuras reducciones de emisiones.
Esta es una historia de CATCH
Esta historia forma parte del trabajo de Dialogue Earth en el proyecto Community Adaptations to City Heat (CATCH), en colaboración con la Universidad de Boston. El proyecto está financiado por Wellcome. Todo el contenido de Dialogue Earth es editorialmente independiente.
La cumbre climática anual más importante de la ONU se celebró el mes pasado en Brasil. La COP30 fue la última oportunidad para que los países lograran avances sustanciales en la reducción de las emisiones, la mitigación de los efectos del aumento de las temperaturas y la financiación de la adaptación de la humanidad a un futuro más caluroso.
Al final, la conferencia celebrada en Belém acordó un nuevo objetivo de financiación climática, pero evitó hablar de los combustibles fósiles. Dialogue Earth le preguntó a cuatro expertos si la COP30 logró avances suficientes para la salud humana.
‘Las negociaciones deben centrarse en el calor, el componente más mortífero de la crisis climática’
Jeni Miller es la directora ejecutiva de la Global Climate and Health Alliance, una red de profesionales del sector sanitario que promueve la adopción de medidas en materia de política climática.
Los efectos de las olas de calor y la sequía sobre la salud son significativos y cada vez mayores. En 2023, empujaron a más de 100 millones de personas más a la inseguridad alimentaria en comparación con el período 1981-2010. Mientras que en 2024 se perdieron más de 600.000 millones de horas de trabajo potenciales debido al calor, con repercusiones posteriores en la salud y el bienestar de las familias.
Estas crudas realidades deberían impulsar a los gobiernos a apoyar a los países en desarrollo más afectados para que se adapten y se preparen para hacer que sus comunidades sean más resilientes, así como para abordar las causas fundamentales y los factores que impulsan el cambio climático. Aunque la COP30 contó con una serie de debates sobre la salud y el calor, hubo pocos indicios de que la cuestión se introdujera en las negociaciones políticas, donde podría haber motivado una acción climática más ambiciosa.
Durante la cumbre se presentó el Plan de Acción de Salud de Belém. En el acto de presentación, el director de la Organización Panamericana de la Salud, Jarbas Barbosa, afirmó: “600 millones de personas en todo el mundo son ahora vulnerables a las enfermedades relacionadas con el calor”. Varios eventos y sesiones del Pabellón de la Salud de la COP30 se centraron en la relación entre el calor y la salud. También se observó un notable aumento de los debates sobre salud en eventos celebrados en otros pabellones y sedes no relacionados con la salud. Las sesiones abordaron el calor y la salud laboral; el papel que pueden desempeñar las ciudades en la protección de la población frente al calor; la gobernanza; los enfoques intersectoriales para fomentar la resiliencia al calor; y un evento de la presidencia de la COP para poner en marcha una iniciativa sobre refrigeración en respuesta al calor extremo.
Pero, aunque el debate sobre el calor y sus efectos en la salud recibió más atención que nunca en los paneles y los eventos de la presidencia de esta COP, hubo pocas menciones al respecto en las negociaciones. Las negociaciones de la COP pueden ser bastante técnicas, centrándose en los mecanismos necesarios para abordar colectivamente el desafío global de la crisis climática. Pero si no se relacionan regularmente con las formas en que el calor —el componente más mortífero de la crisis climática— afecta a la vida real de las personas, estas conversaciones no lograrán abordar la urgencia crítica de promover una acción climática ambiciosa.
‘Los efectos del cambio climático sobre la salud aún no se reconocen adecuadamente’
Stella Hartinger es la directora de Lancet Countdown Latinoamérica, una iniciativa sanitaria que informa sobre la elaboración de políticas relacionadas con el clima con datos científicos de alta calidad.
Para el último informe de Lancet Countdown Latinoamérica, 25 instituciones académicas regionales y organismos de las Naciones Unidas realizaron una encuesta en 17 países para determinar los efectos del cambio climático en la salud humana en la región.
Utilizamos 41 indicadores, como el nivel de exposición a las olas de calor entre las poblaciones vulnerables y el costo económico de las muertes relacionadas con el calor. Nuestro informe ofrece una clara advertencia: “La salud humana seguirá deteriorándose en el futuro debido a los efectos combinados del cambio climático”.
Entonces, ¿están haciendo lo suficiente las COP por la salud humana en el Sur Global? No del todo.
Aunque la salud ha ido ganando terreno en el discurso sobre el clima, en la práctica sigue sin recibir la prioridad que exige la magnitud de la crisis, especialmente en el Sur Global.
El cambio climático sigue abordándose predominantemente como un problema medioambiental, y sus efectos directos sobre la salud no se reconocen con la claridad necesaria. Una de las consecuencias de ello es la insuficiente participación del sector sanitario en los equipos de negociación de las COP. Esto reduce la posibilidad de que las necesidades sanitarias se reflejen plenamente en las decisiones.
Si queremos proteger vidas hoy en día, la acción climática debe integrar explícitamente la salud, con una financiación adecuada, una mayor ambición y mecanismos que respondan a las realidades de nuestros países.
‘Las ciudades avanzan juntas en materia de calor’
Mark Watts es el director ejecutivo de C40 Cities, una red internacional de alcaldes de ciudades que toman medidas para mitigar los efectos del cambio climático.
Las ciudades dijeron presente en la COP30, así como en la Cumbre Mundial de Alcaldes C40 celebrada en Río que la precedió. Aportaron pruebas fehacientes de que el calor extremo ya es el riesgo climático más mortífero. Pero también acudieron con soluciones probadas.
En la cumbre de Río, 33 ciudades unieron sus fuerzas para poner en marcha el Cool Cities Accelerator de C40, en un intento por ampliar las soluciones y proteger vidas. Ciudades como Freetown (Sierra Leona), Phoenix (Estados Unidos) y Santiago (Chile) anunciaron agendas de acción contra el calor individuales, con planes para 2026 que incluyen el almacenamiento de alimentos refrigerados, sistemas de respuesta a emergencias y “bosques de bolsillo”.
Nuestra copresidenta, la alcaldesa Aki-Sawyerr de Freetown, en Sierra Leona, recalcó la urgencia en su discurso de apertura. El momento en que alcaldes de todo el mundo se pusieron espontáneamente de pie para mostrar su apoyo literal y simbólico a esta cuestión vital es algo que permanecerá mucho tiempo en mi memoria.
En Belém, tuvimos el placer de estar junto a la directora ejecutiva de la COP30, Ana Toni, y la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen, para lanzar la campaña Beat the Heat/Global Mutirão Against Extreme Heat (Vencer al calor/Alianza global contra el calor extremo). Ya hay 185 ciudades inscritas en esta iniciativa, lo que convirtió las cuestiones del calor y la salud en un tema central durante los primeros días de la COP30.
El triplicado de la financiación para la adaptación al clima prometido en la COP30 fue uno de los resultados más destacados de las negociaciones. Sin embargo, nos preocupó el texto relativamente débil sobre la resiliencia climática en la Decisión Mutirão [texto final de la COP30] y nos decepcionó que el espacio formal para las asociaciones de adaptación entre los gobiernos locales y nacionales no formara parte de los resultados.
‘La salud como tema puede centrar la atención en la necesidad de actuar’
Pamela Templer es profesora e investigadora de biología en la Universidad de Boston. Dirige el programa de posgrado en Biogeociencia Urbana y Salud Ambiental.
La participación de las comunidades indígenas fue más notable que en cualquier otra COP a la que haya asistido. Eso aportó mucha energía a la reunión. Otro aspecto interesante de Belém fue la presencia de tantas personas que trabajan a nivel municipal.
Obviamente, todo el mundo quería un lenguaje más contundente en el texto final, especialmente una hoja de ruta más específica para la eliminación gradual de los combustibles fósiles. Las negociaciones de la COP son un trabajo duro y minuciosamente lento, y esta vez fue más lenta de lo que la gente esperaba.
Cada año llevamos a estudiantes a la COP y, en esta ocasión, uno de ellos me preguntó: “¿Qué sentido tiene esto?”.
Eso me hizo reflexionar. Pero necesitamos la cooperación internacional para hacer mella en el cambio climático. Así que la pregunta más importante es: “¿Dónde estaríamos sin esto?”. Creo que la alternativa sería mucho peor.
Para tener un mayor impacto, aquellos de nosotros que no somos negociadores —investigadores, pueblos indígenas, sociedad civil— debemos involucrarnos más a lo largo del año, no solo durante las dos semanas que dura la COP.
La salud como tema puede ayudar. A algunas personas les resulta fácil ignorar el cambio climático cuando es algo que ocurre en otro lugar, a otras personas. Pero cuando se piensa en el cambio climático y la salud humana, nos afecta a todos.
Si logramos transmitir a los negociadores lo que ya sabemos sobre los efectos negativos del cambio climático en la salud humana, creo que se sumarán aún más países al acuerdo sobre la necesidad de adoptar medidas enérgicas para reducir las emisiones.


