Mi padre nació en la ciudad de Marabá, en el estado de Pará, en la región amazónica de Brasil. Una vez me dijo: “Cuando era niño, en los años 40, nunca imaginé que un día tendría un hijo que estudiara mandarín e investigara sobre China”. Décadas después, su ciudad natal ha recibido miles de millones de dólares de inversión china, para sus ferrocarriles y fábricas, y se ha consolidado como centro regional de transporte y procesamiento de mineral de hierro. La ciudad es un símbolo del recorrido de la relación china-brasileña, y de cómo China se ha convertido en una potencia con importantes impactos en la Amazonía, a través de su comercio e inversiones.
¿Por qué la Amazonía y sus bosques son importantes para China? En definitiva, por sus recursos naturales y agrícolas, pero también por su rol esencial en el almacenamiento de carbono y el control del calentamiento global . Estos factores son enormemente relevantes para China y su creciente influencia en el siglo XXI.
Soja, minerales, carne y agua
La presencia china en la Amazonia comenzó con el comercio, a través de la compra de productos básicos producidos en la región; se profundizó con la inversión en grandes proyectos de infraestructura; y ahora está avanzando con la elaboración de normas globales sobre el control del cambio climático y el monitoreo de las cadenas de suministro para combatir la deforestación ilegal.
En 2005, se plantaron 1,14 millones de hectáreas de soja en la Amazonia. En 2018, esta cifra se había más que cuadruplicado, hasta alcanzar los 5 millones. Gran parte de este crecimiento fue impulsado por la creciente demanda de China: alrededor de 70% de la producción de soja de Brasil se exporta ahora a la nación asiática. Durante el boom mundial de las materias primas de la década de 2000, China también se consolidó como el mayor comprador del mineral de hierro extraído en la región. Estos dos productos son las mayores exportaciones de Brasil a China.
¿Sabías que…?
Sólo el 15% de la producción ganadera brasileña se exporta a China, la mayor parte se consume en el país, según datos oficiales
Las exportaciones de carne al mercado chino son relevantes para Brasil, pero en menor medida. Sólo el 15% de la producción ganadera del país se exporta a China, y la mayor parte se consume en el país, según datos oficiales. Las exportaciones pesqueras a China desde la Amazonía son cada vez más importantes, estimuladas por la demanda de vejigas natatorias, un manjar en Asia.
Otro recurso natural que interesa a los inversores chinos en la Amazonia es el agua. Las principales inversiones de China en la región se centran en la generación y transmisión de electricidad. Grandes empresas estatales como State Grid y China Three Gorges han invertido en centrales hidroeléctricas en las cuencas del río Tapajós y el río Xingu, hasta en proyectos gigantescos, como la línea de transmisión de 2500 kilómetros que conecta la central hidroeléctrica de Belo Monte con el sureste del país.
Además de las centrales eléctricas, las inversiones también provienen de China en proyectos de infraestructura como los ferrocarriles. En general, se trata de iniciativas dedicadas a facilitar y reducir los costos de las exportaciones de materias primas a Asia, conectando minas, plantaciones de soja y campos con puertos fluviales. Es el caso del Ferrocarril Paraense, que conecta Marabá y el municipio de Barcarena, a orillas del río Tocantins, y del proyecto Ferrogrão, previsto para ir de Sinop, en el estado de Mato Grosso, a Miritituba, en Pará.
Estas obras de infraestructura a veces provocan conflictos socioambientales, especialmente con las comunidades tradicionales -como las indígenas, ribereñas y quilombolas- afectadas por las construcciones. En casos como el de Ferrogrão, las quejas y manifestaciones de estos grupos interrumpieron la construcción del proyecto y dieron lugar a la implicación de un amplio abanico de actores, como el Ministerio Público Federal -la fiscalía del país-, los partidos políticos y el poder judicial.
Estas tensiones no sólo se producen con empresas chinas, sino con empresas de muchos países que operan en la Amazonía, incluidas las nacionales. Más que un reflejo de la cultura del país de origen de una empresa, ilustran los problemas del modelo de desarrollo de la región amazónica, las lagunas de la legislación o la fragilidad de los movimientos sociales.
China, la Amazonía y la diplomacia medioambiental
Por último, pero no por ello menos importante, la Amazonía es relevante para China por el peso de la selva en la absorción de carbono y la mitigación del cambio climático. La diplomacia china ha cambiado significativamente desde la década de 2010, y ha abandonado su reticencia a admitir su parte de responsabilidad en el calentamiento global y a descarbonizar su economía.
Estas transformaciones se hicieron a menudo en asociación con Brasil, como en el grupo BASIC, que reúne a ambos países, así como a Sudáfrica e India, en las negociaciones climáticas de la ONU. Esta convergencia fue fundamental para alcanzar el Acuerdo de París de 2015, aunque la trayectoria brasileña desde entonces ha sido más errática, con el país retrocediendo en muchos de sus objetivos.
En sus diversas manifestaciones, la creciente presencia china en la región amazónica es un signo de una región más integrada a la economía global
La diplomacia china para la Amazonía ha destacado la necesidad de frenar la deforestación, la mayor fuente de emisiones de carbono de Brasil. China se compromete a ello a través de las acciones en la región de sus grandes empresas estatales, como COFCO, un gigante del procesamiento de alimentos y uno de los principales compradores de la agroindustria brasileña. La empresa firmó un acuerdo con el Banco Mundial para garantizar que la soja que compra en el Cerrado -otro bioma brasileño amenazado por el avance de la frontera agrícola- no esté relacionada con la destrucción ilegal de los bosques. Posteriormente, anunció planes para ampliar el monitoreo en la Amazonía, pero la prensa y las organizaciones de derechos humanos han criticado las fallas en la aplicación de estos objetivos, llamando la atención sobre los huecos que hacen imposible su cumplimiento.
Se trata de tendencias similares a las de muchas empresas occidentales, que desde la década del 2000 han apoyado iniciativas como la moratoria a la deforestación de la soja y la carne, en colaboración con organizaciones como Greenpeace y el Ministerio Público Federal. La principal dificultad para todos los actores son los sistemas de rastreo de la cadena de suministro brasileña, que, llenas de lagunas y fallas, deben mejorarse mucho.
China también ha financiado muchos proyectos de desarrollo sostenible en Brasil, que abarcan nuevas tecnologías, como los vehículos eléctricos y energías renovables. Se trata de asociaciones con gran potencial si el gobierno brasileño retoma su posición tradicional desde el retorno a la democracia en 1985, es decir, una agenda más asertiva en cuanto a la protección del medioambiente.
En sus diversas manifestaciones, la creciente presencia china en la región amazónica es un signo de una región más integrada a la economía global, principalmente a través de la extracción de sus recursos naturales, y con Asia como principal mercado externo para muchas de sus principales materias primas. Se trata de una geopolítica amazónica en desarrollo.
Este artículo es una adaptación del cuarto capítulo del libro de Maurício Santoro Brazil-China Relations in the 21st Century: The Making of a Strategic Partnership (Springer, 2022).