La compañía china CGN Meiya Power Holdings está negociando la compra de una participación minoritaria en la compañía eólica brasileña Casa de los Vientos, por valores estimados en US$ 640 millones, según informó la agencia de noticias Bloomberg. Una encuesta realizada por la revista especializada Brasil Energía señala que la Casa de los Vientos tiene actualmente 1.109 MW de capacidad instalada entre los proyectos asociados a la operación, construcción o contratación. Según Bloomberg, la adquisición fue la forma encontrada por CGN Meiya para crecer más rápidamente en el mercado de las energías renovables. El acuerdo haría más ostensible la presencia de China en el mercado de generación de energía en Brasil, siendo uno de los principales socios comerciales asiáticos. Esta opción se convertiría en una de las grandes soluciones para el gobierno brasilero que busca combatir su desaceleración económica y que además, en la actualidad, se encuentra bajo la amenaza de racionamiento de energía y agua, causada por la falta de lluvia y los retrasos de ejecución en importantes obras de generación y transmisión de energía.. Para Edvaldo Santana, consultor y ex director de la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (ANEEL), organismo regulador, el sector eólico es un buen segmento para los chinos, dada la fuerte demanda. El país necesita proyectos de rápida ejecución y salir adelante a través de empresas con gran volumen de recursos que no dependan especialmente de la financiación del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), el banco oficial para el desarrollo. Para lograrlo, explicó, estas empresas necesitan proveedores de turbinas de viento para una entrega inmediata. Un parque eólico puede operar comercialmente tras un plazo de dos años después de comenzado el inicio de los trabajos, siempre que se encuentre localizado en regiones de fácil acceso a la conexión de la red de transmisión. La adquisición daría a CGN Meiya un acceso más rápido a un gran volumen de información sobre el mercado eólico brasileño, permitiendo acelerar aún más la inversión. “Este es un momento apropiado para que las empresas chinas ingresen a Brasil”, afirmó Elbia Silva Gannoum, presidente de la Asociación Brasileña de Energía Eólica (ABEEólica) y representante de las empresas en el sector, en declaraciones a Bloomberg. “El mercado está comenzando una etapa de consolidación, donde existen pocas probabilidades de incertidumbre. Entonces, es posible predecir la rentabilidad y las condiciones”, dice. El presidente de la prestigiosa consultora Thymos, João Carlos de Oliveira Mello, está de acuerdo. Además, proyecta que un nicho importante para China es la generación distribuida, una estrategia que ya está en marcha en varios países, donde “lo pequeño es maravilloso”: se priorizan los proyectos más pequeños por sobre los emprendimientos de gran capacidad instalada, ofreciendo mayor variedad en la generación, pero a su vez tienen una mayor exposición a los riesgos de retraso en la ejecución, tal como sucede en Brasil. En la misma línea de argumentación, se encuentra Joísa Dutra Saraiva, profesora de la Fundación Getulio Vargas (FGV), una institución muy respetada en el país. Para ella, las empresas chinas podrían unirse a los segmentos de generación distribuida, micro y mini generación. “Son zonas subdesarrolladas en Brasil y a las que se le muestra un camino productivo para construir mejores condiciones para el sector energético”, sostuvo Saraiva, también ex directora de Aneel. Oportunidades para ambos lados del Atlántico China se encuentra revisando su matriz energética con el fin de transformar su imagen negativa conocida en todo el mundo por ser un país que, en gran medida, tiene su base en la generación de carbón. Recientemente, el país firmó un acuerdo sin precedentes con los Estados Unidos comprometiéndose a la aplicación de metas más agresivas en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. China tendrá que disminuir las emisiones y aumentar la oferta de energía limpia equivalente al 20% de la capacidad instalada en el país, o 1 Terawatt (TW). Estas medidas se producen en un contexto de menor crecimiento para la economía china, y por ello adopta medidas como el recorte de las tasas de interés para estimular la demanda interna. Al mismo tiempo, Brasil, uno de los principales socios comerciales de China, se encuentra en un momento de lucha contra la recesión económica, tras años de auge crecimiento económico, lo que resultó en índices inflacionarios por fuera de las metas oficiales. Economistas locales aseguran que el camino de la recuperación económica puede encontrarse a través del sector de la infraestructura, que incluye el área de la energía eléctrica. En el 2001, Brasil atravesó un período de racionamiento energético después de un largo período de sequía y vaciado de los tanques. En ese momento, el gobierno del presidente Fernando Henrique Cardosodefinió como meta un índice de consumo del 20% y un cambio de los hábitos en los brasileños, que han aprendido a utilizar la electricidad de forma más eficiente. Desde 2003, cuando Luiz Inácio Lula da Silva asumió la presidencia de la República, el gobierno desestimó un nuevo racionamiento de energía. La actual presidente, Dilma Rousseff, ministra de Minas y Energía en el gobierno de Lula y responsable de la reestructuración de la ley del sector eléctrico brasileño, se limitó por ahora a pedirle a la población el ahorro de energía. Además de encontrarse atravesado por la problemática en el sector energético, el país es protagonista de uno de los mayores escándalos políticos a partir de la investigación de una amplia red de distribución de sobornos a ejecutivos de Petrobras y a políticos por los contratistas que llevan adelante algunos de los principales proyectos de Petrobras, la máxima compañía estatal brasileña en el área del petróleo. Las dificultades financieras que genera el escándalo llevaron a Petrobras a anunciar un plan para vender US$ 13,7 mil millones en activos. No hay información sobre cuáles son los activos que se negociarán y si la venta de cada uno se realizará de forma integral o parcial – y, si en ese caso, la participación en estos activos será mayoritaria. Petrobras cuenta con 26 plantas de energía, que utilizan gas natural y fuel oil, que suman 7.600 MW. El posible ingreso de China en este segmento también podría elevar rápidamente la cartera, dice Edvaldo Santana. “Son activos muy interesantes”, destacó el quien también ocupó el cargo de director en Aneel. Mello, de Thymos, considera que no es una opción tan atractiva porque, algunas plantas tienen más de 10 años y podrían compararse con “autos usados”, demandando así un mayor costo de mantenimiento. China ya opera en la transmisión con la State Grid, que posee activos como la línea que conectará Belo Monte con el sureste de Brasil, y en la generación, con China de las Tres Gargantas (CTG). Aunque CTG es accionista indirecta de la filial brasileña EDP Energias do Brasil, comenzó a administrar directamente algunas usinas de la compañía, incluyendo las plantas de energía eólica. El informe de Bloomberg recuerda que el último negocio de una empresa china en Brasil fue en 2011, cuando Sinovel Wind Group firmó contratos de suministro de 35 MW de turbinas para Desenvix, brazo energético de Engevix Ingeniería. Brasil también busca diversificar su matriz energética y con la proyección de realizar este año la oferta de siete subastas, enfatizando la generación de energía solar fotovoltaica. La primera vez que negoció la energía solar, el país contrató el equivalente de 1 GW, lo que le permite otorgar suministro a aproximadamente 20 millones de personas. Y una de las subastas abre espacio para la generación de nuevos parques eólicos y plantas de biomasa (especialmente bagazo de caña de azúcar). Las subastas de compra de energía son de tipo inverso, en el cual el beneficio lo obtiene quien tenga el precio más bajo de generación. El valor inicial es de r RS$ 179 / MWh, lo que corresponde aproximadamente a US$ 56 por MWh o unos € 52. Este año, el gobierno también está considerando la posibilidad de licitar la planta de energía de São Luiz do Tapajós, ubicada en el norte y considerada como la última de las máximas plantas hidroeléctricas del país, con 8.040 MW. Los chinos también están mirando la planta de energía. Mello estima que las empresas chinas puedan ingresara a este u otros nuevos proyectos hidroeléctricos, incluso considerando la alternativa que podrían esperar mucho tiempo para que les sean otorgadas las licencias ambientales. El complejo hidroeléctrico prevé la construcción de cinco usinas en plena región amazónica en un área de bosque nativo y tierras indígenas.