Trescientos treinta y dos millones de automóviles. Esa es la flota china, la más grande del mundo. En la actualidad, la mayor parte de esos automóviles circula con gasolina -también llamada nafta– pura. Sin embargo, a partir del año próximo, China le agregará un 10% de etanol a la gasolina .
El enorme potencial que implica el mercado consumidor chino entusiasmó a la industria de biocombustibles de Brasil, la segunda en importancia a nivel mundial, sólo superada por la de Estados Unidos. Esta industria, que en Brasil a menudo sufre los cambios político-económicos, observa este hecho como una oportunidad para respirar aliviada a partir de la entrada de los chinos en el mercado.
Además, en mayo, China y Brasil resolvieron una queja brasileña ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre los aranceles chinos al azúcar, allanando el camino para mayores importaciones. Los agricultores brasileños también esperan que el acuerdo abra la puerta a más etanol brasileño.
Los ambientalistas en el mundo también festejan: la inclusión de etanol en la gasolina china significaría una importante baja en las emisiones de gases de efecto invernadero en el país. Sin embargo, en Brasil los ambientalistas son más cautelosos. La industria, que depende de grandes plantaciones de maíz y caña de azúcar, podría tornarse una presión más en el aumento de los índices de deforestación.
“Se puede duplicar la producción actual de etanol sin comprometer la de alimentos. Eso muestra cuál es el potencial de producción de un combustible bajo en carbono en Brasil”, explica Ricardo Junqueira Fujii, analista de conservación del WWF-Brasil. “Pero también aumenta la responsabilidad del gobierno y de la sociedad brasileña con respecto a la definición de políticas públicas adecuadas para el uso de la tierra y para la conservación de la Amazonia, del Cerrado y de otros biomas brasileños”.
“Se corre el riesgo de que un problema -el reemplazo de combustibles fósiles- acabe siendo reemplazado por otro mucho peor: la deforestación”.
La medida fue anunciada por el gobierno chino en septiembre de 2017, como una señal hacia el compromiso del país de reducir el consumo de combustibles fósiles estipulado por el Acuerdo de París. También es un medio para reducir la dependencia de la importación de derivados del petróleo.
Combustible más limpio
La medida fue anunciada por el gobierno chino en septiembre de 2017, como una señal hacia el compromiso del país de reducir el consumo de combustibles fósiles estipulado por el Acuerdo de París. También es un medio para reducir la dependencia de la importación de derivados del petróleo.
El etanol es un combustible considerablemente más limpio que la gasolina. “Al agregarlo, se aumenta el grado de octanaje del combustible, mejorando su rendimiento, se evita la utilización de metales pesados (en especial, de plomo) y se reducen las emisiones globales de dióxido de carbono”, afirma Ido Sauer, profesor de la Universidad de Sao Paulo y miembro de la Cámara de Comercio Brasil-China (CCIBC) entre 2003 y 2005.
Pero plantar materia prima para producir etanol puede comprometer el uso de la tierra.
Desde 2009, Brasil cuenta con la Zonificación Agroecológica de la Caña de Azúcar, que prohíbe el avance del cultivo sobre áreas indígenas o de vegetación nativa, y que solamente permite plantar en áreas de pastoreo degradadas. Pero la bancada ruralista en el Congreso de Brasil, que representa los intereses de la gran agroindustria, presionó para que haya cambios.
En 2017 se rescató un proyecto legislativo del senador Flexa Ribeiro que buscaba abrir tierras del Cerrado y en la Amazonia para el cultivo de caña de azúcar. La presión que ejercieron ambientalistas e inclusive algunos productores finalmente logró que el proyecto se archivara en 2018.
Pero la región en la cual se planea expandir el cultivo de caña de azúcar no es la Amazonia, sino la región conocida como Matopiba que reúne a los estados de Maranhão, Tocantins, Piauí y Bahía en el Cerrado brasileño, que ya ha sido perjudicada por la expansión de la soja.
Mientras tanto, los organismos de control todavía están luchando para implementar las reglas de protección que están vigentes.
“El plazo del registro ambiental rural se pospuso varias veces y la adhesión a los Programas de Regularización Ambiental, etapa en la cual los productores presentan sus planes para solucionar el pasivo ambiental identificado, es baja”, dice Fujii, de la WWF.
33.000.000
de toneladas fue la producción de etanol en Brasil en la última cosecha
A eso se suma la preocupación por las condiciones de trabajo. En la actualidad, una gran parte de la cosecha está mecanizada, lo que ha reducido el trabajo esclavo o similares de los cañaverales en forma significativa. Por otro lado, el campo experimentó un importante aumento en la tasa de desempleo.
Según datos provistos por el Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada (Cepea) de la USP, la actividad posee aproximadamente 750 mil empleados formales, un 42% menos que en 2008, cuando había 1.283.258 trabajadores registrados.
Eduardo Leão, director ejecutivo de la Unión de la Industria de la Caña de Azúcar (Unica), argumenta que los beneficios económicos son innegables.
El sector energético de la caña de azúcar es una importante fuente de empleo y de ingresos. Además, en cada uno de los municipios donde se instala una planta, la renta per cápita aumenta mil dólares por año, afirma.
Brasil debe enfrentar obstáculos
A pesar de los pronósticos optimistas sobre la adición de etanol a la gasolina china, una serie de factores pueden afectar el fortalecimiento de las relaciones China-Brasil en el sector, tales como la tregua en la guerra comercial que libran estadounidenses y chinos y cuestiones socioambientales.
Se estima que China consumiría el año que viene 15 millones de toneladas de biocombustible. Actualmente el país produce aproximadamente 3 millones de toneladas por año y posee capacidad instalada para alcanzar los 5 millones en 2020, según datos provistos por el IHS Markit.
Por lo tanto, existiría un desfase de por lo menos 10 millones de toneladas a cubrir. Brasil, cuyo primer socio estratégico es China, es el candidato natural a ser uno de los principales proveedores del biocombustible. La producción nacional de etanol cosecha 2018/2019 fue de aproximadamente 33,1 millones de toneladas.
Artur Yabe Milanez, gerente del departamento de biocombustibles del Banco de Desarrollo de Brasil (BNDES), es optimista con respecto a las posibilidades del negocio:
“Las perspectivas son excelentes. Hace años que Brasil viene intentando que China abra el mercado al etanol y parece que ahora el esfuerzo dio resultados”.
Otro factor favorable para Brasil es la diversificación de las fuentes de extracción del biocombustible. Además de la caña de azúcar, que tradicionalmente se utiliza para producir etanol en el país, surge el maíz como alternativa.
“El sector recibe grandes inversiones, en especial en Mato Grosso y Goiás, incluso en plantas flex, que operan con maíz y caña de azúcar”, explica Ricardo Tomczyk, presidente de la Unión Nacional del Etanol de Maíz (Unem).
Sin embargo, algunos sectores mantienen cautela sobre el grado de participación brasileña en el nuevo mercado.
“Se espera que una gran parte de esa demanda sea suplida por la producción local [china] de etanol”, explica Leão, de Unica. “Obviamente Brasil está listo para fortalecer todavía más la asociación estratégica con China en lo que respecta al etanol y para contribuir para suplir la demanda que la producción local no cubre”.
“China se programa para producir el etanol que va a consumir, importando la materia prima y produciéndolo allá. Pero, debido a su gran impacto, es posible que no tenga capacidad para alcanzar esa producción, lo que abriría oportunidades para Brasil”, afirma Tomczyk.
Además de la producción local, existe otro impedimento para las exportaciones brasileñas, la competencia con otros países. Actualmente el principal proveedor de etanol de China es Estados Unidos, y una tregua en la guerra comercial podría profundizar la relación entre ambos países en el sector de los biocombustibles.
“Estados Unidos intentará ganar una porción del mercado del etanol, algo que seguramente está en la agenda de las negociaciones de la tregua”, afirma Sauer.
Alimento versus combustibles
La cautela refleja los altibajos que el sector viene sufriendo a lo largo de la historia. El biocombustible, que hoy en día constituye una parte importante de la política ambiental, en realidad surgió por cuestiones económicas.
“La adición de etanol en la gasolina es obligatoria en Brasil desde 1938, y la negociación de los productores de caña de azúcar se remonta a esa época, explica Sauer. “Cuando el precio del azúcar en el mercado internacional venía en baja, ejercían presión para que se aumentara el nivel de etanol de la gasolina, y eso sigue igual hasta el día de hoy”.
Los expertos siguen siendo cautelosos tras los altibajos pasados del sector, que históricamente se han relacionado con las fluctuaciones de los precios de los alimentos.
Después de un auge de los biocombustibles hace una década que coincidió con un aumento en los precios mundiales de los alimentos, todavía hay cierta inquietud sobre la industria.
El reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) destacó cómo los biocombustibles pueden aumentar los precios de los cultivos cuando los precios del petróleo aumentan.
Hoy, sin embargo, el debate es menos acalorado que en 2012, cuando el entonces jefe de la FAO, el brasilero José Graziano da Silva, dijo que el uso de maíz para etanol en los Estados Unidos estaba aumentando los precios de los granos en todo el mundo. Más tarde suavizó su postura.
“Necesitamos pasar del debate sobre alimentos versus combustible al debate sobre alimentos y combustibles. No hay duda: la comida es lo primero”, dijo Graziano en 2015. “Pero los biocombustibles no deberían verse simplemente como una amenaza o una solución mágica. Como cualquier otra cosa, pueden hacer el bien o el mal “.