Los cultivos en Puno, al sur de Perú, se han secado. “Recién está empezando a llover”, dijo a Diálogo Chino Jaén Cañazaca, agricultor y administrador de la Central de Cooperativas Agrarias Cafetaleras de los Valles de Sandia. Es finales de marzo y se está viviendo la peor sequía de los últimos 58 años en el país sudamericano, según el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi).
“La falta de lluvias ya ha afectado la calidad de nuestros granos de café, haciéndolos tan pequeños que parecen trigo”, detalló Cañazaca, que también cultiva productos altoandinos como papa y quinua. El agricultor calcula que la sequía de los últimos cinco meses podría estropear más de 16.000 hectáreas de cultivos en Puno, donde hubo un 70% de déficit de lluvias en marzo, el mes más crítico de la emergencia.
Esta es una situación que dejó de ser esporádica. Según Senamhi, el país ha sufrido al menos 10 episodios de sequías severas desde 1981 hasta 2018. Según la Organización Meteorológica Mundial, el verano 2022-23 ha sido el tercero consecutivo en el que Perú se ha enfrentado a este estrés hídrico, debido a un raro patrón meteorológico de La Niña.
Además del impacto en los cultivos, estas sequías también han puesto las alarmas en la generación de energía en Perú, ya que un poco menos de la mitad del suministro nacional depende de centrales hidroeléctricas y en los últimos meses los peruanos han empezado a sentir las consecuencias de esta alta dependencia.
Una dependencia costosa
“En esta sequía hemos sufrido hasta cortes de energía que normalmente no sucedían en Puno”, aseguró el agricultor Cañazaca respecto a noviembre del año pasado. Precisamente, en períodos de sequía, algunas de las más de 200 centrales hidroeléctricas en el país no llegaron a producir suficiente energía para satisfacer la demanda nacional.
Cuando las hidroeléctricas no generan lo suficiente, el país recurre a la quema de diésel para producir energía, que es la fuente más costosa y contaminante. En la actual sequía, la generación de las hidroeléctricas cayó hasta un 29% en diciembre del año pasado comparado con diciembre de 2021, mientras que en las plantas térmicas a gas natural aumentó un 76% y en centrales a diésel hasta un 208%, según el Ministerio de Energía y Minas (Minem).
“El retraso de lluvias ha generado que se opere casi un mes completo con unidades de diésel y eso ya ha afectado a los usuarios libres”, recalcó Roberto Tamayo, ingeniero y exdirector de Electricidad del Minem.
En diciembre del año pasado, los llamados “usuarios libres” —grandes usuarios como centros comerciales, industrias, empresas mineras y otras grandes firmas que contratan su suministro directamente con los generadores en los mercados mayoristas— llegaron a pagar 86.3 dólares por cada megavatio por hora (Mw/h). Casi el triple de lo que se pagaba en julio de 2021, cuando su precio era de 30 dólares.
Aunque el impacto fue menor para el resto de usuarios, las tarifas eléctricas aumentaron un 8.56% a nivel nacional en 2022, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Esta alza también ha impactado a Cañazaca, que así como todos sus vecinos, viene sintiendo las consecuencias de las sequías por todos lados. “El costo de la electricidad subió y eso también nos ha afectado”, dijo el agricultor, a pesar de que desde febrero el gobierno haya activado el Fondo de Compensación Social Eléctrica, un subsidio para las familias de menos recursos que consumen hasta 140 kWh por mes.
La carrera de las renovables
Para Brendan Oviedo, presidente de la Asociación Peruana de Energías Renovables, esta dependencia energética con el agua se hace insostenible a medida que la crisis climática se hace más evidente. “La entrada de las energías renovables no puede esperar”, señaló el experto. De no hacerlo, el Comité de Operación Económica del Sistema (COES) advierte del alto riesgo de que el sistema eléctrico comience a quemar diésel de manera permanente.
Un panorama que preocupa, en un país donde las fuentes eólicas y solares apenas representan el 3.06% y el 2.10% de la potencia instalada respectivamente, y entre ambas únicamente producen el 3.54% de la energía a nivel nacional, siendo las hidroeléctricas y termoeléctricas las principales fuentes.
Estas cifras ponen en evidencia el rezago de Perú en la construcción de capacidad de eólica y solar frente a otros países en América Latina, región que puede ser líder mundial en estas fuentes de energía, según un informe de Global Energy Monitor. Por ahora, esta carrera la lidera Brasil, que cuenta con una capacidad eólica y solar combinada de 27 gigavatios. México (20 GW), Chile (10 GW), Argentina (5 GW) y Uruguay (2 GW) completan los cinco primeros puestos.
Si Perú desarrolla nuevos proyectos en renovables puede sumarse a esta lista y quedar, inclusive, por delante de Argentina, según el mismo estudio. De hecho, la Asociación Peruana de Energías Renovables valora que existen unos 23.000 millones de dólares en potenciales inversiones en renovables para los próximos 10 años, que a la vez generarían más de 120.000 puestos de trabajo.
El reto de un plan a largo plazo
Los expertos coinciden en que una planificación a largo plazo es lo que le falta a Perú para despegar en la carrera de las renovables. “Muchos países han optado por tener una estrategia energética desde el principio y Perú no”, dijo al respecto Roberto Tamayo. “Han habido esfuerzos de empresas por intentar trazar una hoja de ruta para nuestra transición, pero no se ha plasmado de manera eficiente en algún documento oficial”.
En opinión de Brendan Oviedo, Chile es un ejemplo a seguir, ya que ha fijado metas ambiciosas en su Política Energética 2050, tales como convertir el 70% de su consumo total en energías renovables y ser neutro en emisiones de carbono para 2050.
“En Chile sí lograron una política que ha traído billones de dólares de inversión anual en la última década”, explicó el experto en contraste con Perú, que cuenta con una Política Energética Nacional que viene desde 2010. “Aquí hay muchas intenciones independientes, pero no un proceso legal de planificación energética de mediano y largo plazo”.
Han habido esfuerzos por intentar trazar una hoja de ruta para nuestra transición, pero no se ha plasmado de manera eficiente en algún documento oficialRoberto Tamayo, ingeniero y exdirector de Electricidad del Minem
En estos momentos, se están impulsando cambios normativos que faciliten que las centrales eólicas y solares participen en igualdad de condiciones en licitaciones convocadas por las distribuidoras de electricidad. En la actualidad, en estos procesos se exige asociar la energía a una potencia fija, algo que limita a este tipo de fuentes renovables al tener una potencia variable ya que el sol y el viento no son constantes durante todo el día.
Para revertir esto, el Minem ha presentado al Congreso un proyecto de ley que, en palabras de Oviedo, “ayudaría a reducir las tarifas eléctricas y no debería tener oposición de ningún lado”. Sin embargo, la actual crisis política del país ha impedido que se debata y siga avanzando.
Inversiones chinas
A pesar del interés de las empresas chinas en invertir en proyectos solares y eólicos en América Latina, en Perú aún se enfocan en infraestructura y centrales hidroeléctricas, según Rebecca Ray, economista experta en el impacto de China en la región. Incluso, Luz del Sur, que posee más del 30% del mercado de distribución de electricidad y cuyo accionista mayoritario es China Yangtze Power, no tiene previsto iniciar proyectos solares y eólicos por lo menos hasta 2024, según indicó su gerente general Mario Gonzales a la Revista Minería & Energía.
Por otro lado, la empresa italiana Enel anunció hace unos meses su salida del Perú, debido a que se concentrará en aquellos países donde “los marcos normativos soportan una transición energética de forma clara, ordenada y acelerada”.
La compañía acaba de concretar la venta de sus acciones a China Southern Power Grid International. La operación, que está pendiente de autorización definitiva, pondría a las empresas estatales chinas a cargo de la producción y suministro del 70% de la energía en el país, y no asegura mayores inversiones en energías renovables.
Según Rebecca Ray, Perú debe establecer un marco normativo sólido y, a partir de ahí, desarrollar proyectos renovables. “Las empresas chinas se han dado cuenta de que los países latinoamericanos quieren dejar de ser solo proveedores de materias primas y están por lo menos dispuestas a apoyar esa idea”, aclaró.
A todo esto, Ray aclaró que es clave “contar con un marco normativo en el que se pueda confiar, es decir, las reglas de juego claras. Eso es algo en lo que debe avanzarse ya que la inversión no va a llegar solo porque un país tenga sol y viento”.