Mientras China avanza con su política nacional para reducir el consumo de carbón y aumentar la generación de electricidad a partir de fuentes renovables, los bancos chinos y los contratistas especializados en la construcción de plantas de carbón intentan desarrollar proyectos altamente contaminantes en Brasil.
“Desde el 2013, observamos que el financiamiento externo para el carbón del Banco de Desarrollo de China (CDB) ha crecido un 40%”, asegura Kevin Gallagher, profesor de desarrollo global en la Universidad de Boston y agrega: “Si miramos la inversión histórica de China en el sector carbonífero, el 75% de este total se produjo en los últimos cuatro años y China representa el 8% del financiamiento externo global para el sector del carbón”.
En Brasil, existen 22 centrales termoeléctricas dedicadas a la combustión de carbón que suman unos 3,7 giga watts (GW) en capacidad instalada. En conjunto, representan el 2,32% de la capacidad total instalada de Brasil. Las centrales de carbón ubicadas en el sur del país, en los estados de Santa Catarina y Rio Grande del Sur, utilizan carbón brasileño producido en la región con las mayores reservas de carbón conocidas en América Latina, de alrededor de 3 mil millones de toneladas. Los tipos de carbón más comunes en el estado son los sub-bituminosos y tienen un alto contenido de cenizas, esto significa que poseen un alto valor calorífico y son los más adecuados para la generación de electricidad.
Las centrales termoeléctricas en el norte y noreste del país, en las provincias de Maranhão, Pará y Pernambuco, utilizan carbón importado, principalmente de Colombia, que es mucho más costoso que el carbón nacional. “En Candiota producimos USD $ 20 por tonelada, en Maranhão pagamos USD $ 280 por tonelada de carbón procedente de Colombia, el carbón de Candiota es el más barato del mundo”, asegura el presidente del sindicato regional de mineros Wagner Lopes Pinto.
Los expertos creen que el consumo de carbón de China llegó a su máximo en el 2013 o 2014. En ese momento, el primer ministro chino Li Keqiang declaró una “guerra contra la contaminación” y el gobierno tomó medidas para reducirlo a fin de disminuir las emisiones de CO2. En parte, esta iniciativa significó una respuesta ante la preocupación pública por la contaminación tóxica del aire en China, a los altos costos económicos y sanitarios de la contaminación tóxica del aire, pero también a los acuerdos internacionales sobre el cambio climático. La construcción de centrales termoeléctricas de carbón ha sido prohibida en al menos 12 provincias chinas con el fin de ayudar al país a cumplir su objetivo de reducir su participación de la energía generada por carbón a su red nacional del 64% alcanzado en el 2015 a un 58% o menos para el 2020.
Según Gallagher, una de las razones detrás del aumento de la presencia china en la inversión extranjera destinada al carbón se debe a que varios bancos internacionales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) decidieron dejar de financiarlo debido a su alto impacto ambiental.
Datos recopilados por chinadialogue y CEE Bankwatch Network exhiben que una serie de proyectos de carbón termoeléctrico financiados por China han sido anunciados o se encuentran en vías de en desarrollo a partir del 2015. Según el mapa, los bancos y empresas chinas están involucrados en al menos 79 proyectos de generación de carbón en el exterior, con una capacidad total de más de 52GW, más que los 46GW correspondientes a las centrales eléctricas que están previstas para su desconexión en los Estados Unidos para el año 2020.
Otro estudio de la Climate Policy Initiative en los Estados Unidos descubrió que China invirtió al menos 38.000 millones de dólares en plantas de carbón en el exterior entre el 2010 y el 2014, y también hubo un anuncio de planes para inversiones adicionales de 72.000 millones de dólares, aunque no todos tienen compromisos firmes.
Luiz Fernando Zancan, presidente de la Asociación Brasileña del Carbón (ABCM), afirma que la oportunidad de negocio para los chinos en el sector brasileño del carbón está principalmente relacionada con las plantas termoeléctricas que fueron puestas a la venta por el grupo Engie, anteriormente llamado GDF Suez (Tractebel, en Brasil), ubicado en la provincia de Santa Catarina en el sur de Brasil. En total, 1.2GW de las unidades carbón accionadas se encuentran disponibles para la venta. Según Reuters hay más de 10 compradores interesados en estos activos.
Una de estas plantas, la central térmica Pampa Sul, posee una capacidad de 340 megavatios (MW) y está siendo construida por la empresa china SDEPCI. Además, los chinos recientemente también participaron en la construcción de otra planta en Brasil – Fase C del Complejo Candiota en Rio Grande del Sur. Este proyecto fue construido por el contratista SEPCO1, que opera una serie de proyectos energéticos en Brasil, incluyendo la gigantesca línea de transmisión de la planta hidroeléctrica de Belo Monte.
Las primeras y segundas unidades de la planta de Candiota, que estaban en funcionamiento antes de la construcción de SEPCO1 en su tercera fase del proyecto, se han visto afectadas por distintos problemas. En 2016, el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (IBAMA) cerró la planta por no cumplir con los parámetros de control de emisiones contaminantes. IBAMA paralizó las operaciones en las Unidades A y B y aplicó cuatro multas por un total de USD $ 23 millones tras identificar infracciones en el flujo máximo de efluentes y las tasas de aceite y grasa, entre otras irregularidades.
Pero la participación de SEPCO1 en el proyecto es controvertida por otras razones. Según Lopes Pinto, había más de 300 chinos trabajando ilegalmente en el proyecto Candiota. “Ellos comenzaban su jornada de trabajo a las 6 de la tarde del viernes y dejaban su lugar de trabajo a las 7 de la mañana del lunes. Se retiraban en secreto. Había un depósito colmado de personas chinas en la ciudad, cobertizos en los que pasaron toda la semana “, dijo.
Otro hecho controvertido relacionado con las operaciones de la SEPCO1 en la planta de Candiota es la acusación que sostiene que la empresa usó equipos y maquinaria que ya se habían utilizado en China. Como resultado, la planta tiene un bajo rendimiento operativo, con una tasa de productividad de aproximadamente el 60%, según Lopes Pinto. Las actividades se planifican en septiembre y está previsto que en Candiota el trabajo se detenga para el mantenimiento y la sustitución de algunas de las máquinas y componentes.
Electrobras CGTEE, que controla la planta como contratista de SEPCO1, los ha demandado por los daños causados ante el mal funcionamiento operativo de la central térmica. “No hay manera de saber si lo que sucedió con la Fase C fue un error de diseño o por el uso de equipos de segunda mano, pero el hecho es que hay un problema con el rendimiento de la planta, y se espera que se resuelva”, aseguró Zancan. Diálogo Chino contactó a la CGTEE, pero la compañía rechazó las solicitudes.
Las empresas chinas han formado parte del sector de la minería de carbón de Rio Grande del Sur desde al menos el 2005, cuando la construcción de Candiota Fase C todavía estaba en discusión. “En la actualidad, los chinos se encuentran presentes en la construcción de termoeléctricas de carbón, construyeron las últimas plantas. Pero se ha hablado mucho que también les interesa ingresar a nuestros campos de carbón, a la minería y a la producción de carbón aquí en Río Grande del Sur “, dijo Lopes Pinto.
Según el canal de prensa local Sul21, los propietarios de Candiota reciben tentadoras ofertas para venderle a los chinos sus tierras con depósitos de carbón. Pero el permiso minero es necesario para explotar el carbón en la región. La Compañía Riograndense de Minería (CRM), controlada por el gobierno estatal, es la que en la actualidad tiene el permiso exclusivo. Se espera una votación pública sobre la privatización de la compañía para fines de este año y esto podría allanar el camino para que los inversores extranjeros lleguen a la región.
Mientras tanto, ABCM está presionando al gobierno para que cree un plan de modernización de las centrales térmicas de carbón de Brasil. Según Zancan, el actual excedente de energía en el mercado brasileño significa que no hay espacio para construir nuevos proyectos termoeléctricos.
Crece el consumo de carbón en Brasil
El consumo brasileño de carbón y coque (o carbón de coque), que es utilizado en los hornos de la industria siderúrgica y también para el suministro de centrales eléctricas, aumentó un 22% del 2010 al 2015, según datos aportados por el Balance Energético Nacional generado por la Compañía de Investigación Energética, agencia vinculada al gobierno federal.
La participación del carbón en la combinación energética brasileña creció de un 5,2% del 2010 a un 5,9% en el 2015, esto se debe principalmente al carbón de coque utilizado por las acerías para producir acero y chapas metálicas.
Debido a la baja calidad del carbón nacional, Brasil necesita importar alrededor del 50% de las necesidades internas de carbón y coque. Del total del carbón importado, alrededor del 90% es carbón coquizable y sólo el 10% es carbón utilizado para centrales térmicas, según Luís Paulo de Oliveira Araújo, técnico del Departamento Nacional de Producción Mineral (DNPM), una agencia federal.
Brasil importa carbón para su uso en acerías principalmente desde Australia, Estados Unidos, Rusia, Canadá, Colombia, Venezuela, Indonesia y Sudáfrica, porque el carbón nacional no tiene las propiedades apropiadas para esta función bajo el uso de la tecnología actual.
En los últimos años, China representó un pequeño porcentaje, pero cada vez más significativo, de las importaciones de carbón en Brasil. Aunque el total es inferior al 2%, todas las importaciones brasileñas de carbón procedentes de China son de carbón coquizable. Del 2010 al 2016, Brasil importó 4,3 millones de toneladas de carbón coquizable de China, por un valor de USD $ 1,28 mil millones, según información obtenida del portal de datos comerciales AliceWeb del gobierno brasileño.
Las importaciones de carbón de coque de China alcanzaron su máximo en el 2015, pasando de 681.000 toneladas en el 2014 a 1.43 millones de toneladas al año siguiente. “En 2015, la demanda interna de carbón coquizable en China disminuyó a medida que los sectores de la construcción civil y la industria pesada se desaceleraron”, explica Lauri Myllyvirta, experto en carbón de Greenpeace China, con sede en Pekín. En 2016, las importaciones brasileñas de carbón chino cayeron a 480.000 toneladas.
También en 2016, el 97% de las importaciones de carbón de coque de China fueron destinadas a la terminal de carga de la Empresa Nacional de Aceros (CSN) en Itaguaí, Río de Janeiro. En los últimos cinco años, CSN compró carbón chino por USD $ 610 millones.
Según Reuters, CSN está considerando vender una participación del 25% de Congonhas Ores, la subsidiaria que controla la terminal de carga de Itaguaí, a China Brasil Xinnenghuan International Investment (CBSteel).
Myllyvirta dijo a Diálogo Chino que “hay un impacto ambiental resultante del transporte de este combustible, pero es mucho menor a la quema del propio carbón para producir acero”.
El carbón coquizable es comparativamente blando y cuando se rompe o se tritura puede liberar un polvo que contiene contaminantes tales como azufre, si no se transporta correctamente.
El sitio web de CSN no menciona la política ambiental de la compañía referente al carbón que llega a su puerto. A través de un correo electrónico, la compañía dijo: “No hay impacto ambiental resultante del transporte de carbón”. La oficina de prensa de CSN confirmó que todo el carbón que llega a la terminal de carga de la compañía abastece a la propia empresa.
El profesor Claudinei de Souza Guimarães, del departamento de química de la Universidad Federal de Río de Janeiro, dijo que cualquier impacto ambiental depende de cómo se transporta el coque. “Incluso el tren o camión [transporte] tendrá un gran impacto en la atmósfera si no se encuentran cerrados o cubiertos con lonas.” Otra situación muy contaminante es la manipulación [de coque] en el depósito de CSN cuando este recurso se mueve en cúmulos, ya que además del manejo mecánico es el mismo viento el que contribuye a la emisión de partículas, en particular de MP10 y MP2.5, que pueden ser inhaladas “, afirma el experto.
CSN, junto a otras 10 compañías siderúrgicas con presencia en Brasil, publica un informe anual sobre sostenibilidad del sector.
Si bien las importaciones brasileñas de acero, el principal producto para el cual se utiliza el carbón coquizable, crecieron un 245,2% entre el 2000 y el 2015, aquellas procedentes de China crecieron un 13,418% en ese mismo período. En el año 2000, el país asiático representó el 1,4% del total de las importaciones brasileñas de acero. Para el 2015 había aumentado a más de la mitad.
Este artículo fue producido en asociación con el Instituto Clima e Sociedade