Luego de más de un año de conflictos judiciales, el gobierno de Mauricio Macri busca reiniciar en los próximos meses la construcción de las represas hidroeléctricas en la Patagonia, un proyecto cuestionado ampliamente por el sector ambiental pero necesario para destrabar un mayor financiamiento de China en Argentina.
Las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic en el río Santa Cruz demandarán una inversión de US$4.7 millones y serán financiadas en un 85% por bancos chinos, en una obra llevada adelante por la empresa china Gezhouba y las argentinas Electroingenería y Hidrocuyo. Su avance es condiciónnecesaria para el desarrollo de otros proyectos de China en Argentina.
“Si no tuviéramos ningún compromiso con China, probablemente no hubiéramos avanzado a esta velocidad. Hay una continuidad jurídica del Estado”, sostuvo recientemente el Ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren. En el mismo sentido, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Sergio Bergman, consideró que “los contratos con China condicionan al Estado”.
El proyecto fue adjudicado en 2013 y comenzó en 2015, rodeado de controversias. Organizaciones ambientales alertan sobre el daño ambiental que podrían producir las represas, afectando la biodiversidad de la zona y a los glaciares Upsala, Spegazzini y Perito Moreno, declarado Patrimonio de la Humanidad por UNESCO.
“El proyecto se lleva adelante sólo porque hay un compromiso internacional que cumplir. China impone condiciones que hacen que el gobierno busque avanzar en la construcción. Los sitios arqueológicos se van a ver muy afectados al igual que el maca tobiano, un ave que corre riesgo de extinción”, afirmó a Diálogo Chino Andrés Nápoli, director ejecutivo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).
Al asumir, el gobierno de Mauricio Macri frenó el desarrollo de las represas, ordenó su análisis y realizó cambios en el proyecto. La potencia se redujo de 1740 a 1310 meggawatts (MW), se redujeron el número de turbinas de 11 a 8, se bajó la altura de las represas para evitar impactos y se incluyó la construcción de una línea adicional de alta tensión.
Sin embargo, la paralización del proyecto fue inmediata. La Corte Suprema aceptó un reclamo de organizaciones ambientalistas y le ordenó al gobierno realizar un nuevo estudio de impacto ambiental y llevar adelante una audiencia pública, ambos requisitos que ahora fueron cumplidos. Es por eso que la administración de Macri espera en septiembre relanzar el proyecto.
“La obra no tiene vuelta atrás. El gobierno necesita los fondos y los empleos que va a generar frente a un estrangulamiento financiero. Se tendría que haber pensado mejor el proyecto cuando fue inicialmente concebido, con todos estos frenos y cambios el Estado está actuando con amateurismo,” expresó a Diálogo Chino Gustavo Girado, director de la especialización en Estudios chinos contemporáneos de la Universidad Nacional de Lanús.
Sin puntos en común
La reciente audiencia pública mostró visiones irreconciliables con respecto al proyecto: donde unos ven un paraíso de biodiversidad y de servicios ambientales, otros ven oportunidades energéticas y un aporte para reducir las emisiones de carbono como alternativa a las fuentes térmicas de energía.
“Las represas tienen inconsistencias ambientales, económicas e institucionales. Con el mismo dinero se podrían hacer proyectos solares y eólicos que nos darían 70% más de energía. La audiencia pública fue una ficción, el gobierno ya está decidido a hacer la obra. Pero nosotros vamos a seguir la pelea,” sostuvo a Diálogo Chino Enrique Viale, presidente de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas y candidato a diputado nacional.
Los cambios en el proyecto no garantizan evitar un grave impacto ambiental, de acuerdo a la coalición de ONGs ambientales que rechazan la iniciativa. Lo mismo ocurre con el nuevo estudio de impacto ambiental, denunciado por graves falencias como la falta de análisis del impacto del tendido eléctrico y la ausencia de informes de organismos técnicos del estado.
El gobierno y especialistas en energía conciben las hidroeléctricas como un eslabón estratégico en una matriz diversificada, que necesita de la generación continua de energía para incrementar la producción de renovables. Casi el 90% de la matriz energética de Argentina depende hoy de fuentes no renovables, especialmente el gas y el petróleo.
“El proyecto es trascendente para el sistema energético argentino. Permite sumar energía que necesitamos. Las represas tienen la financiación, ya se hicieron obras iniciales y tiene que avanzar. No vemos inconvenientes o circunstancias que exijan que se paralice, sino todo lo contrario,” sostuvo a Diálogo Chino Oscar Navarro, miembro del Comité Argentino de Grandes Presas.
En el mismo sentido se expresó el ingeniero Pablo Chelmicki de la Cámara Argentina de Consultoras de Ingeniería, quien resaltó la necesidad de lograr una matriz energética más limpia en Argentina y descartó cualquier tipo de impacto ambiental de las represas que no pueda ser mitigado. “Tenemos un sistema energético muy contaminante y las represas ayudarían a empezar a cambiarlo,” afirmó a Diálogo Chino.
Los ministerios de Ambiente y Energía admiten que el proyecto tendrá impactos y por eso anunciaron un plan de mitigación y compensación. Se crearán nuevas áreas protegidas (337.000 hectáreas), se desarrollarán centros de monitoreo para los glaciares y la cuenca y se eliminarán basurales a cielo abierto de la zona, invirtiendo US$400 millones a lo largo de la vida útil de la obra y US$100 millones iniciales.
Estrechos vínculos
Argentina posee con China una alianza estratégica integral, una tipo de vínculo que sólo mantiene con pocos países. Más de 20 tratados se firmaron para desarrollar proyectos en materia cultural, tecnológica, energética y económica, los cuales comprometen financieramente a Argentina por casi 20 años.
Mientras que China garantizó financiamiento para obras clave de energía y transporte como represas y centrales nucleares, Argentina habilitó la adjudicación de obras sin licitación previa y abrió la puerta a la llegada de mano de obra asiática. La relación entre ambos países es de larga data pero fue inicialmente cuestionada por Macri por el tipo de contratos firmados.
El avance en la construcción de las represas es un paso clave para destrabar y llevar adelante los demás proyectos para los cuales Argentina necesita del financiamiento de China como renovar la flota de trenes y la red de la empresa estatal Belgrano Cargas y construir dos centrales nucleares. Ese mensaje le fue transmitido a Macri en su viaje a China en mayo.
La relación comercial entre los dos países es actualmente asimétrica y es algo reconocido por ambos gobiernos, registrando un déficit anual de alrededor de US$ 5.000 millones. Más del 95% de las exportaciones de Argentina a China son recursos primarios, lo que supone una mayor presión sobre los recursos naturales del país.
“A esta altura, no hay otra salida que el proyecto avance. Argentina demanda cada vez más electricidad y necesita de este proyecto. Si logra avanzar, inmediatamente después China ofrece financiar centrales nucleares y proyectos solares y eólicos. La concreción de las represas libera otros proyectos que ahora están congelados,” afirmó a Diálogo Chino Ernesto Taboada, director ejecutivo de la Cámara Argentino-China.