En las elecciones presidenciales del 2 junio, se pone en juego el futuro de la transición energética en México. La candidata que lidera las encuestas, Claudia Sheinbaum, y Xóchitl Gálvez, quien va detrás de ella en los sondeos, presentan esquemas que comparten la necesidad de una transición energética, pero con sendas diferentes hacia ese objetivo.
La energía ha sido un tema álgido durante los seis años de gobierno del presidente saliente Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO. Dialogue Earth analiza las propuestas de ambas candidatas en materia energética y los puntos clave que marcan el futuro del sector en México.
Claudia Sheinbaum: la contradicción energética
Claudia Sheinbaum, la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México que se presenta como candidata del partido de izquierdas Morena, creado por AMLO, ha mantenido una ventaja sustancial en las encuestas desde que confirmó su candidatura el pasado septiembre. Los sondeos más recientes muestran una considerable ventaja y popularidad entre los votantes.
Sheinbaum ofrece la continuidad del modelo energético basado en combustibles fósiles de su predecesor y en el fortalecimiento de las estatales Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex), en nombre de la soberanía energética.
Sin embargo, Sheinbaum ―científica medioambiental y antigua colaboradora del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático― ha dado señales más contundentes que AMLO sobre la necesidad de promover el cambio paulatino de México de los combustibles fósiles hacia fuentes de energía más limpias, como la eólica y la solar. Esto incluye menciones a la generación distribuida, la producción de energía a pequeña escala mediante tecnología limpia en hogares, y proyectos de energía renovable.
La mejora de la eficiencia energética es otro aspecto clave de su programa propuesto, que incluye la promoción de inversiones en las redes de transmisión y distribución eléctrica del país. Durante su gobierno en la capital (2018–2023), Sheinbaum ganó elogios por su trayectoria en iniciativas ecológicas, como supervisar la creciente electrificación de los autobuses de la ciudad, apoyar la instalación de paneles solares en los mercados centrales e intentar frenar el uso de plástico.
“Nuestro objetivo es avanzar en la transición energética a pasos más acelerados”, dijo Sheinmbaum durante la Reunión Nacional de Consejeros Regionales 2024 del banco privado español BBVA el 6 de mayo.
La candidata se ha comprometido a invertir 13.600 millones de dólares en energías renovables hasta 2030, con el objetivo de añadir más de 13 gigavatios de capacidad de generación a la red. Sin embargo, esta cifra puede seguir siendo insuficiente para satisfacer la creciente demanda energética del país, y algunos empresarios estiman que se necesitan hasta 3.000 millones de dólares al año para sostener el sector y reclaman una mayor inversión extranjera. En comparación, la reforma eléctrica de 2013 ayudó a añadir unos 8 GW de nueva capacidad para 2019, y desde entonces el país ha anunciado su intención de duplicar con creces la capacidad de generación renovable, con el fin de cumplir los objetivos de reducción de emisiones.
Su propuesta electoral, de 308 páginas, cita “transición energética” 18 veces.
Pero días después, el 15 de mayo, durante una gira por el estado de Nayarit mencionó un plan de largo plazo para Pemex relacionado “con la explotación de hidrocarburos y la refinación, el procesamiento, la petroquímica y una visión donde Pemex también entre a las energías renovables y la cogeneración”.
Sheinbaum, doctora en física y académica de formación, tenía una visión más crítica contra los combustibles fósiles cuando era investigadora en el Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En su ensayo “Análisis y alternativas de política energética nacional”, publicado en 2008 en la revista Argumentos, la ahora candidata cuestiona el incremento de la explotación petrolera por ser muestra de “un uso irracional del recurso y mayores impactos ambientales”.
Ya en el juego político, Sheinbaum ha amoldado su discurso para seguir la línea de su mentor, AMLO, de privilegiar a Pemex y CFE y, por extensión, favorecer el consumo de combustibles fósiles, según analistas políticos. Sin embargo, se ha mostrado más abierta que su predecesor a la participación de empresas privadas en el sector energético mexicano, incluso en reuniones con grupos empresariales internacionales.
Xochitl Gálvez: regreso al pasado de privatización energética
En contraste, la exsenadora Xóchitl Gálvez, una ingeniera en computación experta en el diseño de edificios inteligentes y nominada de la coalición Fuerza y Corazón por México, propone el retorno de la aplicación de la reforma energética de 2013 que abrió los sectores de hidrocarburos y eléctrico al capital privado, y que AMLO abandonó.
En ese sentido, plantea la convocatoria a subastas de construcción de plantas renovables y de licitación de bloques de exploración petrolera. En paralelo, ofrece el cierre de las seis refinerías de Pemex, por ser fuente de pérdida de dinero, y que ésta participe en la generación de hidrógeno y de cogeneración energética.
La coalición de la candidata reúne al conservador Partido Acción Nacional, a la agrupación de centro-izquierda Revolución Democrática y al Partido Revolucionario Institucional, que dominó la política mexicana del siglo XX. Algunas de sus principales propuestas energéticas incluyen alcanzar la meta de neutralidad de carbono en 2050, el fomento al transporte público eléctrico y la instalación de paneles solares en casas. También ha sugerido el despliegue de gas fósil en el sureste del país, región que se enfrenta a retos para satisfacer la demanda residencial e industrial, así como el transporte.
Su propuesta contiene 14 menciones a la transición energética.
“El mundo no va a esperar a ver si México quiere o no quiere entrar a la transición energética. Más nos vale que nos subamos a este tren”, dijo Gálvez durante un recorrido por el estado de Yucatán en marzo.
“No hay mejor soberanía que no depender de los combustibles fósiles, depender del viento, de la energía solar, pero también me queda claro que tenemos que hacer una transición justa,” aclaró la candidata. “No podemos decir de la noche a la mañana que los combustibles fósiles ya no se van a usar, eso es falso, porque el petróleo es algo muy valioso”, agregó.
La política de AMLO y la soberanía energética
Para entender las propuestas actuales, es esencial mirar hacia lo que el gobierno de AMLO ha planteado hasta ahora en materia de energía. El actual gobierno ha hecho de la soberanía energética una de sus banderas, de modo que el país satisfaga sus necesidades con la producción interna. Por esto la gestión de AMLO detuvo la transición energética, por el privilegio al apoyo a los fósiles.
78%
En 2023, el 78% de la generación eléctrica de México dependió de los combustibles fósiles, seguidos de la eólica y la hidroeléctrica (ambas con un 5,9% cada una), la solar (5,2%) y la nuclear (3,4%).
Por lo mismo, México difícilmente alcanzará este año la meta planteada en 2014 de participación de energía limpia del 35% y que ascenderá al 40% en 2035.
Si bien el gobierno estabilizó la extracción de petróleo, no ha sido el rescate imaginado de Pemex, pues los 90.000 millones de dólares transferidos por el gobierno de AMLO en diversos tipos de apoyo, como reducción de impuestos y subsidios, no han derivado en mejores números.
El país continúa importando gasolinas y depende del gas estadounidense para la generación eléctrica, quemado en centrales de ciclo combinado.
Adicionalmente, el gobierno mexicano está atorado con la construcción de la refinería Olmeca, conocida como Dos Bocas, en el municipio de Paraíso, en el sudoriental estado de Tabasco, a unos 760 kilómetros de Ciudad de México. La edificación inició en 2019 y su operación estaba programada para 2022, con una erogación que saltó de 8.000 millones de dólares a al menos 17.000.
Dos Bocas es, según el gobierno de AMLO, la base de la soberanía en combustibles, pues en teoría refinará unos 340.000 barriles de crudo, para producir 170.000 barriles de gasolina y 120.000 de diésel al año. Gálvez ha descrito la problemática refinería como un “monumento a la corrupción” y expresó su compromiso a apoyar e invertir para terminar el proyecto.
México, uno de los peores contaminantes de América Latina
Otro resultado de las políticas del actual gobierno es el aumento de las emisiones de Pemex, que crecieron de 48 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente en 2019 a 60 millones en 2023, según los informes de Pemex enviados a la Comisión de Bolsa y Valores, el regulador del mercado de valores estadounidense y un requisito para que la compañía venda bonos allí.
Además, el sector energético es el tercer mayor emisor de metano en el país: lanzó a la atmósfera 1,34 millones de toneladas en 2023, y Pemex es el mayor contribuyente. Empero, esta contaminación podría ser mayor, según varios estudios, debido a deficiencias en los procesos de medición.
Como parte del Compromiso Global de Metano lanzado en la conferencia climática COP26 en 2021, México se ha comprometido a reducir sus emisiones para 2030. La Agencia Internacional de la Energía prevé 1,2 millones de toneladas anuales para 2030 y califica de “moderados” los avances del país.
México es el segundo mayor contaminador de América Latina, después de Brasil, y figura entre los 12 mayores emisores de dióxido de carbono (CO2) del mundo. Pemex aparece entre las 15 empresas más contaminantes del mundo.
La situación energética evidencia la urgencia de decisiones fundamentales tanto para el país como para las empresas estatales.
Por ello, el académico Ramón Torres, investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM, propone que Pemex y CFE deben apoyar el desarrollo de energía eólica costa afuera, almacenamiento de energía en baterías, generación de hidrógeno, el fomento a la generación distribuida y la electrificación masiva.
La transición necesita voluntad. Las metas han estado allí, son ambiciosas, pero no ocurrenAnaid Velasco, Mexico Resiliente
“Por años, explotamos a la vaca, ahora dediquemos la vaca a otra cosa si ya no da. Tenemos que entrar al nuevo mundo energético. CFE tendría que volcarse a la nueva frontera tecnológica. Deberían ser las herramientas del planteamiento de la propuesta energética del futuro”, plantea.
Para la activista Anaid Velasco, que forma parte de México Resiliente, una coalición de organizaciones y personas comprometidas con la justicia climática, es necesario tener reglas claras y sin obstáculos.
“La transición necesita voluntad”, afirma. “Las metas han estado allí, son ambiciosas, pero no ocurren. En un sistema presidencialista, las cosas pasan si el titular quiere que pasen. Si hay un sistema jurídico que permite la participación de varios sectores, se pueden colocar incentivos para que suceda. La transición ocurre en varias escalas, desde los paneles en casas hasta el nivel industrial”, sugiere.
El 2 de junio se celebrarán elecciones presidenciales en México. Claudia Sheinbaum sigue liderando las encuestas (58,8%), con Xóchitl Gálvez (30,5%) y el candidato de centro-izquierda Jorge Álvarez Máynez (10,6%) en segundo y tercer lugar. Se espera que la candidata de Morena se alce con la victoria.