De los 190 millones de brasileños, 11 millones viven en asentamientos informales. La cifra equivale a la población absoluta de la ciudad más grande de Brasil: San Pablo, donde tres millones de personas viven en asentamientos informales. De ese total, 1 millón 600 mil residen en favelas. Es innegable que las favelas constituyen una realidad consolidada en la ciudad de San Pablo. Ya no se puede soslayar, esconder o simplemente borrar su existencia. Entre ellas, se destaca la Favela de Paraisópolis, en primer lugar, por sus dimensiones territoriales de aproximadamente 80 hectáreas, en segundo lugar, por su población, que asciende a casi 100 mil habitantes. Además, es el emblema de la desigualdad social del país y su nombre a primera vista posee un significado contradictorio: “La ciudad del paraíso”. Elegir Paraisópolis como el contexto socio-espacial de una investigación de una maestría fue un importante desafío. Eso se debe a los problemas y carencias que, todavía hoy, saltan a la vista de cualquier persona que pueda vivir o pasar por allá. Otra de las razones, se vincula al gran potencial que presenta el territorio, que sin embargo se encuentra invisibilizado. También, por los obstáculos a superar y los vínculos a construir junto a la comunidad. La disertación se sustenta en dos cimientos principales: el entendimiento de la realidad existente, en sus diversas dinámicas, en relación con las actividades que se desarrollan en campo que son fundamentales; el carácter positivo de la investigación, cuyo objetivo es encontrar directrices y estrategias que contribuyan al mejoramiento de los aspectos ambientales, urbanos y sociales de la favela. El trabajo de campo fue desarrollado durante más de un año, haciendo visitas semanales a la comunidad y conversando con sus habitantes. Una de las grandes preocupaciones que animaron este trabajo era lograr que estas visitas no aparecieran como alienadas y agresivas, como simples “paseos al zoológico”. Luego de haber realizado una medición de las variables ambientales tales como temperatura, humedad y velocidad del aire, se propusieron algunas alternativas con el objetivo de ventilar y bajar la temperatura del lugar, para obtener un mayor confort ambiental que beneficiase a la población de la Favela de Paraisópolis. Una de las alternativas fue cambiar el modo en el que se asentaban los ladrillos y los bloques para permitir una mayor ventilación y proteger la vivienda de la incidencia directa del sol. Ni siquiera era necesario cambiar los materiales que se utilizan actualmente en la comunidad, es decir, ladrillo macizo, bloque cerámico perforado y bloques de cemento.
El proyecto de las fachadas es importante porque constituye una membrana entre los espacios internos y los externos y también entre las esferas públicas y privadas. Como una estructura de transición, las fachadas deben promover, simultáneamente, niveles confortables de salubridad, acceso al sol y la ventilación de los espacios internos, y estructuras como también de equipamientos que catalicen la vida urbana de los espacios externos. Otro de los descubrimientos obtenidos fue decodificar la independencia que existe en cada uno de los pisos que constituye una edificación de la favela, en lo que respecta a su propiedad, a los materiales de construcción y terminación, al acceso (vertical u horizontal), y además puede construirse, venderse o alquilarse de forma autónoma. Entonces se propuso abrir vanos libres en algunos pisos, para posibilitar la ventilación y el acceso al sol. Además, dicho vano libre puede transformarse en un espacio público, como por ejemplo, una plazoleta o una lavandería colectiva. El resultado de la estrategia es el aumento de la permeabilidad de la masa construida de la favela, seguido de un aumento sensible en la altura de las edificaciones. Por lo tanto, la estrategia mantiene a los habitantes en el lugar y asimismo, hace lo propio con su estilo de vida, siendo éste el resultado de una acción conjunta entre el Poder Público y la Comunidad, para realizar la relocalización de las familias y reforzar la estructura del conjunto. Al comparar las arterias del organismo favela, las callejuelas son recalificadas, tomando como base las prácticas cotidianas de la favela que desarrollan los habitantes, como una forma de adaptación al ambiente y a sus necesidades reales. De este modo, la propuesta prevé fortalecer las estrategias existentes y su articulación con otras nuevas. Como herramientas para articular las callejuelas se emplea: arte callejero, la pintura de las fachadas de las viviendas y la estandarización de la numeración, fortaleciendo el sentido de pertenencia a la vecindad. También se empleó la designación de espacios comunes en los que se comparten objetos tales como una biblioteca, centros de reciclado, áreas para el desarrollo de agricultura urbana, espacios para guardar bicicletas, espacios donde sentarse a conversar y lugares de juegos e interacción que promueven la vida urbana; bio-cunetas y jardines de lluvia. Más allá de los callejones y callejuelas, las calles formales constituyen grandes oportunidades para resignificar el espacio urbano. Aunque sea en forma temporaria, promueven y estimulan diferentes funciones en períodos y días específicos, tales como una feria libre, una canchita de fútbol, un espacio para realizar manifestaciones artísticas y culturales e inclusive un área reservada para la colocación de mesas de bares y restaurantes durante la hora del almuerzo o al finalizar la noche. El objetivo es devolverle a las calles su esencial sentido de espacio público, articulado además con mejores veredas, bancos, áreas de sombra y vegetación urbana. Por lo tanto, el rediseño que proponemos busca entender los espacios que existen entre los edificios y realizar así pruebas de directrices y estrategias para que efectivamente se transformen en una infraestructura ambiental, urbana y social que catalice la mejora de esta realidad. Finalmente, la propuesta clama por la garantización de nuevos derechos para la favela y no sólo de aquellos derechos considerados como “primarios para pobres”. El objetivo es garantizar los derechos a la vida y al paisaje urbano, a oportunidades ambientales y a la adaptabilidad. Y eso tiene mucho más valor cuando nos damos cuenta de que la favela no es algo colocado en un espacio separado de la ciudad, sino por el contrario. La favela integra la ciudad y es la ciudad en sí misma, a pesar de sus singularidades. Además, dejando de lado romanticismos excesivos, la propuesta es un desafío para arquitectos, urbanistas, académicos, los poderes públicos y privados y la sociedad en general, al cuestionar cuáles serían las lecciones que se deberían aprender con las favelas, para diseñar nuevos futuros para la ciudad como un todo. La investigación de maestría fue desarrollada en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de San Pablo (FAUUSP) y en la Architectural Association Graduate School (AA, Londres), bajo la orientación de la Prof. Dra. Joana Carla Soares Gonçalves, y con el financiamiento de la FAPESP.