Las negociaciones intergubernamentales en el marco del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (CDB) en Cancún, México, finalizaron con una serie de decisiones encaminadas a salvaguardar la naturaleza y a asegurar que sus recursos puedan ser utilizados de manera sostenible, compartiendo los beneficios de este uso de manera justa y equitativa.
Las partes involucradas en el CDB, que incluyen a casi todos los países, excepto a los Estados Unidos, acordaron integrar la biodiversidad en las políticas de los sectores económicos claves que dependen e impactan sobre la naturaleza. Por primera vez, el alto nivel de participación no sólo incluyó a ministros de medio ambiente, sino también a ministros de los sectores agrícola, forestal, pesquero y turístico.
Los ministros y jefes de las delegaciones se comprometieron – en la Declaración de Cancún – a realizar acciones específicas en cada uno de estos sectores y a “trabajar en todos los niveles dentro de nuestros gobiernos y en todos los sectores a fin de integrar la biodiversidad, estableciendo la efectividad de marcos institucionales, legislativos y regulatorios”.
Este enfoque de integración, sumado al compromiso de incluir los valores de la biodiversidad a los sistemas nacionales de contabilidad, puede significar que la biodiversidad finalmente reciba la atención que merece.
A pesar del progreso, una nueva brecha entre países desarrollados y en desarrollo amenaza con arrojar una larga sombra. Esta división, que se relaciona a la información digital sobre secuencias genéticas, puede tener efectos de largo alcance para el CDB y será abordada en su próxima reunión en el año 2018.
Buenas y malas noticias
Las negociaciones de Cancún, que tuvieron lugar del 4 al 17 de diciembre y a las cuales asistieron cuatro mil delegados de 167 países, comenzaron con anuncios de alto nivel. Brasil presentó planes para restaurar 22 millones de hectáreas de tierras degradadas para el 2030, convirtiéndose en el mayor compromiso de este tipo. México anunció cuatro nuevas reservas biológicas y la protección otras cinco áreas. Entre otras medidas, Japón se comprometió a invertir US$16 millones para el apoyo de actividades de generación de capacidades en los países en desarrollo.
Pero no todas fueron buenas noticias. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza declaró que el 11% de las 700 especies de aves, recientemente reconocidas, están bajo amenaza de extinción y el número de jirafas ha disminuido a razón de un 40% en tan sólo tres décadas. Mientras tanto, la Secretaría del CDB advirtió que dos tercios de los 20 objetivos acordados a nivel mundial para hacer frente a la pérdida de biodiversidad – los Objetivos de Aichi para la Biodiversidad – no se encuentran encaminados al cumplimiento de su plazo, fijado para el año 2020, “con serias consecuencias para el bienestar humano”.
Decisiones, decisiones
En Cancún, los gobiernos acordaron más de 70 decisiones detalladas vinculadas a la sostenibilidad de la carne de animales silvestres hasta la geoingeniería relacionada al clima, desde especies exóticas invasoras hasta los impactos de los desechos marinos y el ruido submarino.
Adoptaron un plan de acción a corto plazo sobre la restauración ecológica, la decisión de mejorar la conservación y el manejo de los polinizadores los cuales son esenciales para la seguridad alimentaria, y establecieron un conjunto de indicadores para monitorear el progreso hacia los objetivos de Aichi.
Otras decisiones abordaron la repatriación de los conocimientos tradicionales; áreas oceánicas ecológica- o biológicamente significativas; la generación de capacidades; y una estrategia de comunicación global. Las partes también acordaron alcanzar una orientación conjunta para asegurar que el Mecanismo Financiero Global, el mecanismo financiero multilateral del CDB, pueda priorizar las cuestiones acordadas en Cancún.
Protestas y progresos
El progreso no fue fácil. En el penúltimo día, los representantes de los pueblos indígenas y las comunidades locales abandonaron las negociaciones para que en las directrices establecidas ellos cuenten con una voz propia en el acceso a los conocimientos tradicionales y se compartan los beneficios que derivan de su uso.
Ellos estaban descontentos con el lenguaje propuesto, el cual describe cómo estos grupos darían su consentimiento para el uso de sus conocimientos. En solidaridad con su reclamo, Organizaciones No Gubernamentales realizaron una manifestación de protesta.
Tras un largo debate, las partes involucradas en el CDB adoptaron las directrices en el marco de un texto que sostiene que el “consentimiento previamente informado”, o “el consentimiento previo, informado y libre” o ” la aprobación y la participación”, dependiendo de las circunstancias nacionales, debería ser implementado en un contexto de “absoluto respeto” hacia los pueblos indígenas y las comunidades locales.
Ciencia emergente
Entre los temas de discusión más polémicos, se encuentra la “biología sintética”, un campo emergente de la biotecnología que ofrece oportunidades y riesgos para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad. La biología sintética puede utilizarse para crear tanto organismos vivos como no vivos, materiales genéticos y sistemas biológicos.
Un ejemplo es el uso de los llamados sistemas de deriva genética, a través de los cuales es posible forzar un rasgo genético que es capaz de propagarse a través de una población de plantas o animales. Este enfoque podría utilizarse para reducir la reproducción en plagas de los cultivos o mosquitos que propagan la enfermedad, o para eliminar la resistencia a los pesticidas en las malezas.
En medio de la preocupación de que tales enfoques puedan perjudicar la biodiversidad, la decisión final sobre este tema invita a los gobiernos a adoptar un enfoque precautorio e indica que las actuales maneras de evaluación de riesgos pueden necesitar una actualización ante futuras aplicaciones de la biología sintética.
La decisión adoptada alienta a las partes en el CDB a investigar y fomentar el diálogo público acerca de los potenciales riesgos y beneficios de la biología sintética. Además, amplió el mandato del grupo de expertos del CDB para examinar y analizar la información pertinente sobre este campo científico emergente.
Gestión de riesgos, distribución de beneficios
Las negociaciones incluyeron conversaciones bajo el Protocolo de Cartagena del CDB que tiene como objetivo asegurar la seguridad en la manipulación, el transporte y uso de los organismos vivos modificados resultantes de la biotecnología moderna que puedan tener efectos adversos sobre la diversidad biológica.
Las partes involucradas en el Protocolo de Cartagena acordaron adoptar decisiones sobre la gestión de los riesgos, el tránsito y el uso confinado de organismos vivos modificados y sobre los movimientos transfronterizos no deseados de dichos organismos.
Las conversaciones paralelas se centraron en el Protocolo de Nagoya del CDB sobre el acceso a los recursos genéticos y al reparto de los beneficios derivados de su uso. El Protocolo de Nagoya rige las interacciones entre los proveedores de recursos genéticos, ya sean comunidades de pueblos indígenas o gobiernos nacionales, y los usuarios de tales recursos, como pueden ser los casos de universidades o empresas biotecnológicas.
En vigor desde 2014, el Protocolo requiere que ambas partes alcancen términos mutuamente acordados y aseguren que los recursos sean utilizados bajo el consentimiento fundamentado y previo de los proveedores. Pero al existir casos en los cuales esto no ha sido posible, las partes acordaron acciones que podrían conducir al establecimiento de un mecanismo multilateral global de distribución de beneficios.
Disputa digital
Entre las cuestiones más controvertidas en las negociaciones figuraba la “información sobre la secuencia digital de los recursos genéticos”. Países biodiversos como Brasil, Sudáfrica e India están preocupados por proyectos que colocan secuencias de ADN comercialmente valiosas en línea sin seguir las reglas del CDB, las cuales establecen que los usuarios de recursos genéticos compartan beneficios con los países o comunidades de origen.
Una vez que estos datos se encuentran en línea, cualquiera puede acceder y utilizarlos fácilmente sin necesidad de acceso físico a los recursos genéticos. El temor entre las naciones en desarrollo es que este mecanismo puede conducir a la “biopiratería digital”, a través de la cual la información que se origina en las plantas, microbios, animales o hongos de un país podría ser explotada comercialmente sin ningún tipo beneficio que fluya hacia ese país.
Sin embargo, algunas naciones aseguraron que el CBD y su protocolo de Nagoya se aplican solamente al material físico y no a la información. Al final, las partes acordaron que el CDB debía buscar puntos de vista, encargar investigaciones y crear un grupo de expertos para evaluar las consecuencias que el uso de la información de secuencias genéticas tiene para el CDB y el Protocolo de Nagoya.
El grupo de expertos informará al órgano subsidiario del CDB sobre asesoramiento científico, técnico y tecnológico, probablemente en 2017, para que las partes en el CDB y en el Protocolo de Nagoya puedan acordar una decisión informada cuando se reúnan en Egipto en el 2018.
Dado que la cuestión del acceso y la distribución de beneficios es uno de los tres pilares del CDB, ésta será una lucha que se avecinará en los próximos años. Después de Egipto, las partes del CDB se reunirán en China en 2020 y Turquía en 2022.