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China convirtió a Brasil en una potencia agrícola global. ¿Pero quién se beneficia?

Impulsado por la demanda china de soja, Brasil creció y se desarrolló
<p>imagen: Pixaby</p>

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En los últimos 15 años, el crecimiento explosivo de China ha convertido a Brasil en una potencia agrícola global. Impulsado por la creciente demanda china de commodities, Brasil pasó de ser un importador neto de alimentos al tercer mayor exportador de productos agrícolas del mundo. En 2009, China se convirtió en el mayor socio comercial de Brasil, dejando a Estados Unidos en un lejano segundo lugar.

Con una reciente estabilizada economía luego de años de hiperinflación, el boom significó que Brasil finalmente tenía crecimiento económico y recursos para incrementar su fuerza laboral y llevar adelante ambiciosas políticas sociales an nivel doméstico, sacando a millones de la pobreza.

Este auge significó años de crecimiento para Brasil. Estabilizó años de hiperinflación con una acumulación de reservas de moneda extranjera y políticas sociales internas audaces que impactaron en la expansión de la la fuerza laboral y sacaron de la pobreza a decenas de millones de personas.

Luego llegó la crisis. El crecimiento de China se desaceleró y Brasil implementó una serie de controvertidas políticas económicas lideradas por el gobierno de izquierda de la presidenta Dilma Rousseff, que resultaron en un fracaso. A esto se añade un escándalo de corrupción sin precedentes que sismó la credibilidad de la clase política y del sistema económico. Además, una recesión de casi tres años devolvió a la pobreza y al desempleo a millones de personas.

En el 2018, los brasileños votaron por un cambio radical. El nuevo presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro ha prometido la transformación del país. Como parte de su revisión, ha prometido una alineación más cercana con los EE. UU. Él ha identificado la creciente influencia de China en Brasil como una amenaza.

Sin embargo, es probable que China permanezca.  Las exportaciones están creciendo y, luego de la visita del embajador chino Li Jinzhang, Bolsonaro dijo que el comercio entre ambos países “incluso podría crecer” durante su presidencia. Hoy, China es el destino del 27% de las exportaciones brasileñas, los Estados Unidos representan el 12%.

“A diferencia del otro gran socio que tenemos, EE. UU., China necesita efectivamente a Brasil”, afirmó Roberto Jaguaribe, jefe de la Agencia de Promoción de Inversiones y Comercio de Brasil, durante una conferencia realizada recientemente sobre las relaciones entre Brasil y China. “No es una cuestión ideológica, sino de oferta y demanda”.

Pero ante la incapacidad del gobierno para estimular un poderoso crecimiento económico en los últimos cuatro años, los expertos esperan que Brasil pueda aprovechar las múltiples oportunidades que presenta el mercado chino.

“Es un punto fundamental, ya que Brasil necesita posicionarse, en el nuevo gobierno que se está formando”, dijo el embajador José Alfredo Graça Lima, un diplomático de carrera especializado en comercio, durante la misma conferencia. Además, sostuvo que el país necesita decidir “cuáles son sus verdaderas necesidades”.

De acuerdo con el embajador Li, la relación se encuentra en un momento crítico:

“Podemos decir que estamos en el mejor momento y, al mismo tiempo, en el peor.  Estamos en el mejor debido al aumento irreversible del grupo de países en desarrollo, y en el peor porque ciertos países atacan la globalización económica con ‘fuego y furia’, resistiendo la construcción de un sistema internacional más justo, más razonable y más inclusivo”.

Brasil y China, 45 años después

Este año se cumplirán 45 años en las relaciones entre China y Brasil. Cuando comenzaron en 1974, una dictadura militar gobernaba Brasil y prometía salvar al país del comunismo. El ex capitán del ejército Bolsonaro expresó su apoyo a la violenta purga histórica anticomunista e invocó las acciones del gobierno de facto en los discursos de los sucesivos ex presidentes del Partido de los Trabajadores (PT) Luiz Inácio Lula da Silva (Lula) y Dilma Rousseff.

Ernesto Geisel, el presidente que inició relaciones brasileños con China, con el presidente americano Jimmy Carter en 1978 (imagen: US Embassy)

A medida que ambos países crecieron, las relaciones se estrecharon, lo que dio lugar a una asociación estratégica que se firmó en 1993. En el 2004, se creó la Comisión de Concertación y Cooperación de Alto Nivel China-Brasil. En el 2017 las relaciones fueron promovidas a “alianza estratégica integral”, el nivel diplomático más alto que China otorga a sus aliados internacionales.

Hay complementariedad en la relación: China necesita los recursos que proporciona Brasil.

“Hay un cierto paralelo entre los dos países. Hay una simetría”, dijo Valdemar Carneiro Leão, embajador de Brasil en China hasta 2015. “[A China] le gusta decir que China y Brasil son los dos países en desarrollo más grandes en los dos hemisferios”.

Sin embargo, según Jaguaribe, China no es, ni será, un socio predecible y autosuficiente: “Tendrá grandes exigencias en tres sectores fundamentales: energía, alimentos y minerales. Esos son tres sectores en los que Brasil está altamente calificado para llevarlos adelante”.

El comercio se ha centrado principalmente en commodities, y la soja constituye la mayor parte del negocio. La soja alimenta principalmente a los cerdos de China. En el 2014, Brasil fue responsable del 36% de las importaciones chinas de soja. Los granos son uno de los pocos productos alimenticios de los cuales China depende de otros países para su suministro. Con una población en crecimiento y suelos muy degradados, no tiene más remedio que mirar al extranjero, reduciendo los aranceles a las importaciones de productos básicos extranjeros en el 2001.

“Esto creó una dependencia para nosotros que, en el caso de la soja, es preocupante. Hoy ya representa el 80% de todo lo que producimos “, dijo Carneiro Leão. “Pero Brasil tiene suerte de tener un comprador”.

Los expertos aseguran que la asociación entre los dos países habilitó una coordinación más próxima para los países en desarrollo en el ámbito internacional. A través de BRICS, el bloque político que une a China, Brasil, India, Rusia y Sudáfrica, y el grupo BASIC (que excluye a Rusia) lucharon por un cambio en la gobernanza global y la política ambiental.

Este año, Brasil es presidente de los BRICS y organizará su conferencia anual.

¿Primarización o Desindustralización?

A algunos les preocupa que la demanda del mercado y la competitividad de fabricación de China afecten a las industrias brasileñas y pongan en riesgo a los empleos.

“No es un problema solo para Brasil”, dijo Lia Valls, economista de la Fundación Getúlio Vargas. “Es una problemática global. Lo que hay que hacer es mejorar en el sector de servicios, ya que la agroindustria no emplea a tanta gente, y tampoco lo hace la industria extractiva “.

Valls agregó que Brasil solía tener una poderosa industria del calzado e incluso vendía teléfonos celulares a los Estados Unidos. Pero los productos chinos más baratos generaron que Brasil perdiera participación, no solo en los EE. UU., sino también en Sudamérica.

En muchos sentidos, Brasil fue dejado atrás. En 1980, contribuyó con el 2.3% al PIB industrial global y China con el 1%; sin embargo, en el 2011, Brasil contribuyó con el 2.1% y China con el 8.1%.

Hoy en día, Brasil exporta principalmente tres productos a China: soja, mineral de hierro y aceite. Juntos representan más del 80% de las exportaciones. Los expertos sostienen que Brasil necesita diversificarse y que la demanda de la creciente clase media de China traerá oportunidades.

“Tenemos que crear estrategias para cada sector y así podamos llegar a las góndolas”, dijo Jaguaribe, y agregó que Brasil necesita entender mejor el mercado chino. El café y el nuevo interés de China por fútbol también representan oportunidades. Dijo que los inversionistas brasileños deberían mirar a China a pesar de creer que esto podría significar la exportación de empleos.

“Es mejor vender 20 o 30% de algo que 100% de nada”, dijo.

Valls afirmó que Brasil tiene que superar otros obstáculos para competir, incluida una burocracia alucinante y una estructura logística irregular.

Brasil es ampliamente el país latinoamericano que recibe la participación más jugosa de la inversión china. Desde el 2003, China ya invirtió $70 mil millones en Brasil y anunció otros $65 mil millones en 155 proyectos ya confirmados. Pero la mayor parte de la inversión directa china ha sido en fusiones y adquisiciones y no en proyectos totalmente nuevos.

Chang Yunbo, el CEO de CCC Latinoamérica, que recientemente compró la empresa brasileña de ingeniería Concremat, dijo que Brasil no hizo lo suficiente para apoyar nuevas inversiones.

“El sector público no puede simplemente darlo por sentado”, dijo recientemente a los inversores en San Pablo.  “Es fácil otorgar una concesión, para generar un proyecto de infraestructura de transporte a largo plazo y a gran escala, que se llevará a miles de millones y miles de millones en inversiones [pero] debe haber más participación, más contribución y más responsabilidades del sector público “.

Impactos Ambientales

La producción de soja de Brasil se ha expandido masivamente en los últimos 15 años. En el 2004, Brasil produjo casi 50 millones de toneladas de soja. Según las estimaciones correspondientes al 2018, la cifra es de 117 millones de toneladas, lo cual significa que se ha convertido en el primer productor mundial.

Esto ha tenido un gran costo para el bioma de la sabana de Brasil, el Cerrado. Desde la década de 1970, el Cerrado ha perdido casi la mitad de su vegetación natural debido a la expansión de plantaciones y pastizales. Este es un problema menor en el Amazonas, donde otros factores impulsan la deforestación.

brasil soja
image: Javier

“Brasil aumentó su producción de soja en los últimos 12 años y continúa haciéndolo. Pero al mismo tiempo, Brasil logró reducir la deforestación en el Amazonas “, dijo Beto Veríssimo, cofundador de Imazon, un instituto de control ambiental.

Para Veríssimo, las reducciones en las tasas de deforestación previas a un pico reciente exhiben que existe la posibilidad de incrementar la producción de los productos que China demanda y al mismo tiempo proteger el medio ambiente.

En el 2006, los comerciantes de commodities firmaron la Moratoria de la Soja, un pacto diseñado por productores y activistas ambientales en el cual se comprometieron a no vender la soja producida en áreas deforestadas.

Aliados del clima

La asociación de Brasil y China en materia de medio ambiente se ha traducido en los últimos años en una cooperación mundial sobre el cambio climático. A medida que Estados Unidos se ha comprometido a abandonar el Acuerdo de París, el mundo ha recurrido a China como líder en la lucha contra el cambio climático.

Como custodio del bosque tropical más grande del mundo, Brasil será fundamental para cualquier compromiso internacional.

Sin embargo, hasta ahora, la orientación del nuevo gobierno ha preocupado a los ambientalistas. Bolsonaro admitió haberle pedido al Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil que retire su candidatura para organizar las conversaciones globales sobre el clima a realizarse próximamente durante este año.

Brasil fue testigo de un aumento de la deforestación durante la campaña electoral cuando Bolsonaro amenazó con reprimir a las agencias ambientales responsables de la protección de bosques.

Según Jaguaribe, cumplir con este compromiso sería desastroso: “Renunciar a eso, algo que nos brinda una posición de liderazgo global, no solo ambiental, sino agroambiental, que es lo que somos, sería una tontería”.